Opinión El merodeador

Merodeos

1 octubre, 2016 02:20

La ignorancia no justifica a Blesa

La declaración de Miguel Blesa, primer interrogado ante la Audiencia Nacional por el caso de las tarjetas black, ha consistido en una retahíla de excusas para justificar lo inexcusable. El expresidente de Caja Madrid se enfrenta a una pena de seis años de cárcel por emplear un total de 436.688 euros en compras de carácter personal y por haber autorizado la entrega de tarjetas de crédito a varios consejeros que gastaron cerca de nueve millones de euros sin declarar un céntimo a Hacienda. El agujero aumenta a los 12 millones de euros si sumamos las cantidades de la etapa en que la entidad se convirtió en Bankia.

En su defensa, Blesa ha argumentado que no fue el creador de las tarjetas, que éstas eran de libre disposición y formaban parte de la retribución, que cuando llegó a la presidencia de la entidad no revisó los contratos porque se aplicaba el "principio de confianza", y que ni el Banco de España ni Hacienda "pusieron tacha alguna" a su uso de las tarjetas. Todos estos argumentos caen por su peso y en modo alguno justifican la falta total de transparencia y el enorme gasto encubierto.

Cabe recordar que Miguel Blesa fue el máximo responsable de Caja Madrid desde 1996 hasta 2003 y que bajo su mandato aumentaron las dotaciones a sus principales directivos. También que aunque el Banco de España no estuvo a la altura de las circunstancias como auditor del sistema financiero, el uso de las tarjetas se llevó a cabo de manera opaca, y no se registró en la contabilidad. Además, el argumento de que las tarjetas no eran de representación sino de libre disposición y que fueron usadas como un complemento del salario no es más que una coartada para justificar cuantiosos gastos personales.

La ignorancia que Miguel Blesa ha alegado durante el juicio carece de toda credibilidad en un financiero de tan dilatada trayectoria. Es de esperar que la Justicia actúe de forma contundente con los 65 imputados en el caso de las tarjetas black.

Urkullu tendrá que hacer funambulismo

El recuento de votos por la Junta Electoral de Bizkaia depara un inquietante panorama en el País Vasco, donde el PNV pierde un escaño en favor de EH Bildu. El recuento del pasado domingo concedía a Íñigo Urkullu un margen de tranquilidad, pues los 29 escaños nacionalistas sumados a los 9 del PSE le otorgaban una mayoría suficiente para gobernar.

Sin embargo, el examen de las impugnaciones proyecta un escenario muy distinto. El escaño que el PNV cede a la formación heredera de Batasuna, que pasa a tener 18 diputados, abre la posibilidad incluso de que una alianza de izquierdas desaloje a Urkullu del Gobierno de Vitoria. La opción de que los radicales 'abertzales', los 9 diputados socialistas y los 11 de Podemos pacten en algún momento de la legislatura no se puede descartar pues les unen las políticas sociales.

Para evitar esta vía, el PNV deberá o apoyarse en los dos polos del bloque constitucionalista (PSE y PP) o intentar gobernar en solitario llegando a acuerdos con todos. La geometría variable puede ser una opción, pero con protagonistas tan opuestos requeriría grandes dotes de equilibrista.

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