Opinión El merodeador

Merodeos

2 julio, 2016 00:56

El partido de la gente culpa a la gente

Lo último que cabía esperar de Pablo Iglesias es una justificación tan pobre de los resultados electorales de Unidos Podemos como la que ha ofrecido este viernes. Alguien con su capacidad argumentativa y que presume, con motivo, de su conocimiento de la ciencia política, debería tener una respuesta mucho más convincente que la de atribuir la evaporación de más de un millón de votos en seis meses al "miedo a lo nuevo" de los ciudadanos.

También llama la atención que Iglesias haya adelantado sus explicaciones a las conclusiones del informe de análisis político encargado al partido, y que estaba previsto exponer en la reunión de la dirección prevista para el próximo sábado. Todo hace pensar que el líder de Podemos da un paso al frente para atajar la crisis interna desatada por unos resultados que han provocado un cruce de reproches entre las distintas facciones. Frente a los partidarios de Íñigo Errejón -que achacan el revés electoral a la alianza con Izquierda Unida- y en contra de los afines a Iglesias -que lo atribuyen a una campaña poca agresiva-, éste se ha sacado una explicación de la chistera en un ejercicio de ilusionismo que permite que no haya vencedores ni vencidos.

La paradoja de Iglesias

Iglesias habla del "miedo a lo nuevo" como causante del frenazo en seco cuando tal vez debería revisar su empecinamiento con las consultas soberanistas, cuya carga destructiva terminó de activar a ojos de millones de españoles el referéndum que ha decidido la salida del Reino Unido de la UE. Pero admitir esa hipótesis supondría cuestionar su propia estrategia. Si alguien no puede lamentarse de ser víctima del "miedo" es precisamente Iglesias, que aceptó con gusto el papel que le ofrecía Rajoy para ejercer la pinza sobre el PSOE y Ciudadanos. Juntos polarizaron el voto durante meses y juntos celebraban cada nueva encuesta que confirmaba sus expectativas de crecimiento.

Ahora, tratando de escurrir el bulto, intentando sortear la autocrítica, Iglesias se ha hecho una enmienda a la totalidad sin darse cuenta. Porque quien decía encarnar la auténtica voz de la calle y presentaba a Podemos como el partido del pueblo, ha acabado culpando a la gente de temer el resultado de voto pese a "simpatizar" con sus ideas. Es decir, que no se han equivocado ni él ni Podemos, sino la gente, que aún no está preparada para votar en el sentido correcto. Qué paradoja, Iglesias.

Del Bosque empaña su despedida

Las manifestaciones de Del Bosque en las que critica el comportamiento de Casillas durante la Eurocopa dan un sabor amargo a su adiós. Del Bosque se ha equivocado al no haber mantenido su proverbial prudencia y haber guardado para sí las cuitas internas de la Selección. Como cura que ha sido antes que fraile, sabe que los asuntos del vestuario deben quedarse en el vestuario. Y, puestos a hablar, lo que nunca debería haber hecho es tirar la piedra y esconder la mano.

Que alguien tan discreto como Del Bosque señale públicamente a Casillas, uno de sus favoritos, cuando ha rebajado siempre los problemas en las concentraciones -en esta Eurocopa sin ir más lejos con Pedro- lleva a pensar que algo muy gordo ha tenido que hacer el portero. Al no explicarlo, el técnico pone a los pies de los caballos al futbolista, pero desconocemos si con motivos o no.

Todo indica que Casillas creyó que iba a jugar ante Croacia en el tercer partido de la fase de grupos y que no le sentó nada bien quedarse en el banquillo. También se especula con que el portero habría filtrado a los periodistas que iba a ser titular en ese encuentro y que eso llevó a Del Bosque a cambiar de opinión. Pero como el seleccionador no ha aclarado los extremos, todo son especulaciones.

La realidad ahora es que dos mitos de la Selección -el jugador que más veces ha defendido la camiseta y el entrenador que más títulos ha logrado- se ven salpicados por la polémica, empañando una despedida que merecía otro final.

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