El ex presidente de la República Nicolas Sarkozy ha reprendido indirectamente a François Hollande en unas declaraciones en las que sostiene que “se necesitan grandes cambios para que la seguridad de los franceses se garantice plenamente”. Las críticas de Sarkozy no son solo legítimas sino también oportunas. La infiltración del islamismo radical en la comunidad musulmana de Francia, al igual que las nuevas revelaciones que indican que uno de los terroristas del ataque parisino estaba fichado por los servicios secretos pero no era objeto de seguimiento, hacen necesario que la clase política francesa cuestione las medidas de seguridad vigentes. Sin embargo estas valoraciones no restan un ápice de valor a la unidad ejemplar que está demostrando Francia en uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. Tampoco deberían dar pie a deducciones facilonas relacionadas con el 11-M: ni es verdad la tesis de las dos Españas enfrentadas que emergió tras el atentado terrorista ni tampoco es Francia un paraíso de consenso y armonía. Como es de esperar, tras un ataque de semejante envergadura emerge la autocrítica. Debería haberla siempre.

El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump ha demostrado una enorme falta de empatía al utilizar la masacre de París para justificar su posición sobre la segunda enmienda de la Constitución. En un mitin en Texas, el controvertido magnate ha afirmado que si los parisinos hubieran tenido armas con las que defenderse, la situación habría sido muy diferente. Además de la total falta de consideración por las más de 300 víctimas del atentado que suponen estas declaraciones oportunistas, los argumentos de Trump se caen por su propio peso. Más de 32.000 personas mueren cada año en homicidios causados con arma de fuego en Estados Unidos. Si los ciudadanos europeos tuviesen el mismo acceso a las armas no es aventurado pensar que las calles serían mucho más inseguras. Además, unas leyes mas relajadas también habría facilitado la obtención de armamento por parte de los integristas. La tesis de Trump no solo es repugnante sino también ridícula.

La Federación Francesa de Fútbol, que preside Noël Le Graët, hace bien al no alterar su planes con la Selección pese a la conmoción de los atentados de París. Aunque en un principio se había decidido suspender el amistoso Inglaterra-Francia previsto para este martes en Wembley, el partido se disputará finalmente. Desde el ataque del viernes, los homenajes a la víctimas y los gestos de solidaridad con Francia se han multiplicado en el mundo del deporte. Los terroristas tienen en su diana cualquier evento importante para amplificar la mortandad y la publicidad de sus acciones. De hecho, los atentados de París comenzaron en las inmediaciones del estadio Saint-Denis. Suspender el amistoso de Wembley hubiese supuesto un triunfo para el Estado Islámico. El partido del martes se convertirá en un homenaje a las víctimas y servirá para enviar un mensaje de firmeza al mundo entero.