La admisión de una denuncia de la presidenta de COVITE, Consuelo Ordóñez, contra los jefes de ETA que ordenaron matar a Gregorio Ordóñez ha comportado la imputación de esos terroristas. Aunque no es la primera vez que la Audiencia Nacional responsabiliza de un atentado a sus autores intelectuales, estas imputaciones abren la vía a que los miembros de la cúpula de ETA sean encausados por todos los crímenes cometidos bajo su férula. Se trata de una magnífica noticia en un momento en el que quienes ponen en el mismo plano a víctimas y verdugos logran predicamento entre los nacionalistas y acaban dividiendo a los partidos constitucionales, tal como se ha visto este martes en el Día de la Memoria. El PP se ha desmarcado de algunos actos institucionales en los que sí han participado socialistas, PNV y Podemos porque en los homenajes se ha incluido a las víctimas de todo tipo de violencia, incluidas la de los GAL o el Batallón Vasco Español.

El director de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, incurre en un voluntarismo absurdo cuando asegura que existe en España “una ganancia de poder adquisitivo magnífica”. Las estadísticas demuestran que la evolución de los precios y los salarios ha empeorado en términos globales desde que gobierna Mariano Rajoy. En concreto, los salarios han bajado un 0,4% de media y los precios se han incrementado en un 1,5% -datos del INE-, lo que, en términos generales, denota que el aumento de poder adquisitivo del que presume el Gobierno es falso. La “ganancia” a la que ha aludido el director de la Oficina Económica de Rajoy es sólo un efecto circunstancial del desplome del precio del petróleo, que ha repercutido en un descenso del precio de la cesta de la compra y en un incremento en la renta disponible de las familias. Para más inri, aquellos sectores que más se han encarecido desde 2011 son los que afectan al bienestar de las familias, como son la educación (14%) y la sanidad (13,6%).

El Partido Socialista portugués quiere alcanzar el poder a cualquier precio, para lo que ha diluido su programa en tres acuerdos distintos con tres socios mal avenidos: el Bloco de Esquerda, los verdes y el Partido Comunista. Después de bloquear en el Parlamento al partido más votado -el del actual primer ministro, Passos Coelho-, el socialista Antonio Costa espera que el presidente de la República, Cavaco Silva, decida si le permite formar Gobierno. Lo cierto es que una alternativa tan inestable sólo puede poner en riesgo la incipiente recuperación lograda después de cuatro años de duros ajustes. No es pues extraño que una alianza tan precariamente forjada haya generado ya desconfianza en los mercados. Hay que tener en cuenta que los comunistas y el BE se oponen a los recortes y han defendido posiciones antieuropeístas. Los socialistas y sus socios representan opciones políticas demasiado alejadas como para dar garantías de estabilidad. Y el peligro de que Portugal se desestabilice pone en riesgo a toda Europa.