PSOE, Ciudadanos y Podemos han puesto el punto de mira en las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV). Los tres partidos apuestan por aumentar los controles fiscales sobre estos fondos, que son supervisados por la CNMV desde que así lo decidió el vicepresidente socialista, Pedro Solbes, en 2005. Un análisis de EL ESPAÑOL revela que la mitad de las SICAV podrían estar incurriendo en fraude, ya que un solo propietario controla más del 90% del capital, cuando, según la ley, deberían ser cien personas como mínimo quienes actuaran en sintonía. En estos casos, que aúnan patrimonios por valor de casi catorce mil millones, los demás inversores con aportaciones ridículas de uno, dos y tres euros actúan como testaferros. España necesita ser fiscalmente competitiva para que las grandes fortunas no se vean obligadas impelidas a abandonar el país. El problema no es la existencia de estas sociedades tan demonizadas por la izquierda, sino las triquiñuelas que utilizan la mitad de ellas para pagar menos tributos. España no puede poner trabas a una nada desdeñable palanca para el ahorro, pero tampoco permitir unas normas tan vulnerables. Hay que contar con las SICAV, pero bien reguladas, para que nadie pueda saltarse la ley.

El creador del macroimperio Inditex, Amancio Ortega, disputa la batalla por ser la mayor fortuna del planeta con nada menos que Bill Gates. Ortega, con un patrimonio que roza los 70.000 millones de euros, ha alcanzado la cima de la clasificación de Forbes gracias a los más de 600 euros que 'su empresa' vende por segundo. El empresario leonés comenzó su camino en un garaje en 1963 con un negocio de confección de batas y albornoces. El éxito de Ortega es un largo proceso que ha durado 40 años, pero sin duda los momentos claves son el salto a Bolsa en 2001 (Inditex vale 105.000 millones de euros) y el valiente ejercicio de diversificación que llevó a cabo aprovechando las buenas oportunidades del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. De esta manera convirtió la crisis en oportunidad. La audacia y tesón del leonés es una lección que deberían imitar sus competidores.

Los ocho años de Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner han sido un desastre para Argentina. Durante su mandato la presidenta peronista ha intimidado a opositores y medios de comunicación, se ha visto envuelta en escándalos de corrupción y de narcotráfico y deja una economía al borde del colapso: el país no solo está en peligro de quedarse sin reservas sino que el déficit presupuestario de este año es probable que sea el 6% del PIB. A pesar de esta calamitosa gestión Fernández se retira del poder con una popularidad de entre el 40 y 50% y conserva su influencia a través de un peronista fiel. El líder opositor al kirchnerismo Mauricio Macri, segundo en las encuestas, tiene la oportunidad de darle un giro a la República. Este domingo los argentinos tienen la oportunidad de poner final a la saga de los Kirchner y emprender el camino hacia la regeneración política y económica. Es hora de decir adiós al nuevo peronismo y a unas políticas que han llevado a Argentina al borde de la catástrofe.