toxoplasma gondii manipula el sistema inmune

toxoplasma gondii manipula el sistema inmune

Tecnología

El parásito que maneja tu cerebro también manipula tu sistema inmune

Toxoplasma gondii manipula el sistema inmune, además de actuar sorbe el cerebro, llevando a sus hospedadores hasta los gatos, que son su objetivo final.

28 noviembre, 2016 17:37

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El parásito de la toxoplasmosis es un microbio apasionante.

Es increíble como un ser tan pequeño puede manipular a su antojo el cerebro de ratones, monos y hasta los propios seres humanos, haciéndoles actuar a su antojo, con el simple fin de terminar en el interior de los gatos, en los que finaliza su ciclo de vida.

Y si ya resultaba espeluznante que manejase nuestro cerebro como si fuésemos marionetas, resulta que ahora un equipo de investigadores, que han publicado sus resultados en Structure, ha descubierto que también tiene la capacidad de manipular nuestro sistema inmunológico en pro de sus intereses. Mira que es listo el bichito este.

Toxoplasma gondii, todo un manipulador

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Por si algún rezagado aún no sabe cómo trabaja este parásito, llamado Toxoplasma gondii, hagamos un breve repaso a su modus operandi.

Se trata de un protozoo parásito que puede afectar a varios animales homeotermos, como los humanos, aunque sus hospedadores definitivos son los gatos, por lo que emplea todas sus fuerzas en terminar su ciclo de vida en el interior del organismo de uno de ellos.

Para conseguirlo, una vez dentro de otro hospedador no gatuno, saca toda su artillería para convertir al pobre infectado en una marioneta que le llevará hasta su destino.

Hasta ahora se conocía que actúa sobre el cerebro; haciendo, por ejemplo, que los ratones infectados se olviden de su instinto de supervivencia y acudan a la orina de gato como si fuese el más suculento de los quesos.

También se han observado comportamientos similares en chimpancés, que actúan de una forma parecida frente a los leopardos, e incluso en los humanos; ya que, si bien es cierto que en la mayoría de casos ni siquiera llegan a saber que están infectados, en algunas ocasiones muestran conductas temerarias asociadas a trastornos como la esquizofrenia, que son el resultado del modo en que este parásito manipulaba a nuestros ancestros para que se expusieran a jaguares y otras fieras.

Así es como Toxoplasma gondii manipula el sistema inmune

sistema-inmune

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Al ser un parásito que infecta a uno de cada dos humanos, provocando en algunos casos trastornos asociados a la esquizofrenia y resultando muy peligroso para personas inmunodeprimidas y fetos, conocer bien el mecanismo de acción de Toxoplasma gondii es una prioridad para muchos científicos.

Un ejemplo de estos investigadores es el de un equipo de científicos del Laboratorio Europeo de Biología Molecular; que, partiendo de los resultados de un estudio anterior del Instituto Avances Biosciences, de Francia, han descubierto cómo Toxoplasma gondii manipula el sistema inmune también.

Y lo hace con verdadera maestría, pues se encarga de debilitarlo lo suficientemente para poder moverse por el organismo a su antojo, pero no demasiado, para que el infectado no enferme  y pueda seguir vivo, manteniéndolo en su interior.

Para ello actúa sobre una proteína, llamada p38α, que se activa en respuesta a la entrada de agentes patógenos, activando a su vez a los genes responsables de la respuesta inflamatoria con la que el organismo se defiende en estas circunstancias.

Pues bien, en contra de todo pronóstico, Toxoplasma gondii no inhibe esta proteína, sino que la convierte en otro peón más de su juego, activándola a través de una proteína propia, que se une a ella antes de que sea el organismo del hospedador el que actúe. De este modo, consigue que también trabaje para él y no en su contra.

El conocimiento de esta forma de actuar podrá ayudar en un futuro a los científicos a actuar contra este parásito en el caso de los pacientes humanos que sí que muestran síntomas, por un motivo u otro. Por lo demás, el 50% de nosotros tenemos a este parásito mafioso haciendo fechorías en nuestro interior y posiblemente nunca lo sepamos, así que tampoco tenemos por qué preocuparnos. Pero resulta espeluznante pensarlo, ¿verdad?