El mundo vegetal ha participado de forma significativa en la medicina a lo largo de la historia. Desde los chamanes y druidas, a los curanderos del renacimiento hasta llegar a los nutricionistas y médicos actuales.

La gran variedad de moléculas con propiedades beneficiosas para la salud ha permitido que infinidad de especies vegetales tomen su protagonismo en enfermedades o condciones de salud leves cómo pueden ser los dolores de cabeza, diarreas o algún resfriado.

Sin embargo, cuándo aumentamos el nivel de gravedad de la enfermedad, habar de un ‘exito’ con una terapia basada en plantas con propiedades medicinales es algo complicado. De esta forma adquieren un segundo plano, usándose mayoritariamente cómo terapias complementarias para tratar los síntomas de la enfermedad o mitigarlos. O no.

Lo que me ha llevado hoy a hablaros de una de estas plantas medicinales tiene su origen en la gran cantidad de desinformación que circula por internet apoyando el uso de estas terapias cómo ‘principales’ para el tratamiento de enfermedades de gran envergadura, cómo puede ser el cáncer. El turno le ha tocado al espinazo del diablo (Kalanchoe daigremontiana) una planta con grandes cualidades y especialmente querida por sus seguidores al ser una planta con abundante contenido líquido en sus tejidos (crasa).

¿Es el Kalanchoe una terapia efectiva contra el cáncer o un falso profeta?

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Basta con poner “kalanchoe” y “cáncer”en el buscador y encontrarás en las búsquedas superiores entradas a blogs seguidos por un gran número de personas, en los que se recomienda su uso con unos resultados que rozan el milagro sin citar siquiere bibliografía científica. En este sentido, he encontrado un artículo con más de 1900 “compartidos” en el que se incluyen parte de las propiedades beneficiosas del Kalanchoe, lo que me parece genial pues algunas están científicamente probadas (aunque no se citen fuentes en el artículo) y es casi seguro recomendarlos al lector, pero afirmar que tiene propiedades antitumorales ya es otra historia.

Bueno, antes que nada, tenemos que remontarnos a la semilla de esta idea, la información que disparó el gatillo para hacer ver que las diferentes especies del género Kalanchoe puedan ser útiles para tratar el cáncer. Para entender cómo podría afectar el consumo (de hojas, extracto del tallo o raíz) de determinada especie vegetal debemos conocer las sustancias con potencial farmacológico, en otras palabras, los principios activos.

Aquí podéis ver los diferentes compuestos activos que posee Kalanchoe pinnata, cómo alcaloides, triterpenos, flavonoides, bufadienoles o ácidos orgánicos. Ninguna de estas sustancias procedentes de la planta es capaz por sí sola de ofrecer una terapia sólida contra el cáncer. Es más, si buscamos en la bibliografia lo único que encontraremos de utilidad que mencione algo cercano a terapia contra el cáncer utilizando estos principios activos es un cóckel de 3 químicos a partir de una antigua medicina china que se usa para inhibir la proliferación de células tumorales en el cáncer de pecho, y por otro lado, se conseguía un efecto anticancerígeno usando una planta híbrida (combinación de las distintas especies de Kalanchoe) extrayendo los principios activos y no más allá del laboratorio.

¿Debemos consumirlo?

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Espero que tras todos estos argumentos os quede bien claro que debéis evitar toda información que ofrezca resultados y propiedades milagrosas sin contrastar biblografía científica. En el caso de Kalanchoe se ha demostrado que el potencial para combatir el cáncer aun debe conseguirse mediante la elaboración de un fármaco con principios activos farmacológicamente anticancerígenos y no con la planta en crudo cómo nos hacen ver.

Recomendar la especie vegetal Kalanchoe como sustituto de la quimioterapia se asemeja a ser complice de un asesinato, mientras que recomendarla cómo terapia complementaria ayudará a mitigar algunos de los efectos perjudiciales de los diferentes tratamientos contra el cáncer y nos proporcionará un efecto placebo positivo para superar la enfermedad.