Tecnología

Las redes sociales, el nuevo tesoro de neurocientíficos

13 noviembre, 2015 10:39

Hoy día, las redes sociales se utilizan de manera omnipresente. Este hábito casi ya inherente en la mayoría de las personas está sirviendo cada vez más a neurocientíficos en una amplia gama de áreas de investigación. Descubrir los comportamientos y pensamientos de la gente a través de sus interacciones en línea les está dando más de comer de lo que se había creído en un inicio. Vamos, que las redes se han convertido en su pequeño tesoro.

Una revisión acabada de publicar en la revista Trends in Cognitive Sciences describe por primera vez algunos de los enfoques que los neurocientíficos pueden utilizar optimizar la utilización de los medios sociales. El título del artículo es bastante explícito a la hora de destacar el nuevo reto que se presenta para estos especialistas: “La neurociencia emergente de las redes sociales” (The Emerging Neuroscience of Social Media).

En bambalinas

Como indican los científicos, la investigación en neurociencias con base en los medios sociales está todavía en su infancia, aunque hay un gran potencial para el futuro descubrimiento científico. La clave se encuentra principalmente en el gran número de personas que utilizan los medios sociales, que aumenta cada día. También el tiempo que uno dedica al día, en algunas ocasiones horas, da mucho juego a los neurocientíficos.

Con todo, según los expertos, los medios de comunicación social podrían proporcionar una muy buena oportunidad para comprender las raíces de nuestro comportamiento social.

Conformidad social

Una de las aplicaciones de las redes sociales en el campo de la investigación podría ser, según los científicos, aprovechar las similitudes entre los comportamientos en línea y fuera de línea (en la vida real), como sustitutivo de las conductas sociales del mundo real. Por ejemplo, las interacciones de un usuario en los medios sociales pueden ser analizadas para medir su estado emocional.

Las redes sociales también pueden ser utilizadas para cuantificar la conformidad social, a través del examen de los cambios en las interacciones de un usuario tras la exposición a las interacciones de los amigos. Un ejemplo de ello lo tenemos en un trabajo reciente que analizó el comportamiento de los usuarios de twitter para relacionarlo con las emociones. Hablamos de ello en Medciencia hace escasos días. Lo importante es que se haga sin sesgos y de forma correcta, no como hizo Facebook el año pasado.

Otras aplicaciones pueden ser, por ejemplo, conocer intereses determinados y estudiar la curiosidad a través del análisis de cómo los usuarios se desplazan a través de las fuentes de noticias, o analizar los rasgos de personalidad a través de la huella digital que vamos dejando en los medios. Además, el tipo de interactividad en nuestro espacio (el muro) podría ser utilizado como sustitutivo de las interacciones sociales que se dan cuando nos alejamos de la pantalla.

Cerebro, forma y función

El análisis de la estructura y función del cerebro también entra en este nuevo paradigma. En este sentido, los investigadores ven otra posible vía de investigación en el examen del comportamiento del cerebro a la luz de las diferencias que se dan entre el entorno online y el offline. Por ejemplo, ya se sabe que durante un discurso cara a cara, nos pasamos en torno al 30% de la conversación compartiendo información sobre nosotros mismos. Sin embargo, en línea, donde la gente tiene oportunidades ilimitadas para compartir información, las autorevelaciones comprenden el 80% de los mensajes.

Otro ejemplo está en las convenciones o normas sobre nuestra conducta. Si bien estamos acostumbrados a comportarnos cordialmente cuando hay contacto físico, la distancia social proporcionada por ciertas plataformas de medios sociales pueden ayudarnos mucho a violar las convenciones ya establecidas.

Limitaciones

En la revisión publicada no se han obviado las posibles limitaciones, como la posibilidad de sesgos en cómo nos mostramos en línea, ya que la gente es muy consciente de la forma en que nos estamos mostrando al mundo online.

También hay limitaciones relacionadas con la privacidad y las preocupaciones éticas. Por ejemplo, si un participante cuelga una foto en Facebook y un amigo la comenta, los investigadores tienen la capacidad de descubrir la identidad del amigo y el contenido del comentario, lo que podría violar la privacidad de esta amistad ajena.

Además, aclaran los investigadores, las redes sociales deberían ser también objeto de escrutinio. Debido a que el uso de las redes sociales sigue aumentando, es muy importante estudiar sus potenciales efectos positivos y negativos en las personas, especialmente los niños y adolescentes, que constituyen una parte importante de los usuarios. En este sentido, es necesario estudiar sobre las posibilidades de que este nuevo mundo online pueda alterar el funcionamiento normal, contribuir al bajo rendimiento académico o a la potencial pérdida del empleo, y disminuir el bienestar general.

Fuente | Eurekalert

Imagen | Meshi, Tamir, and Heekeren/Trends in Cognitive Sciences 2015