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Usando antibióticos para tratar la esquizofrenia

20 julio, 2015 16:33

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En muchas ocasiones, al desconocer el origen concreto de algunas enfermedades, lo que sucede es que damos palos de ciego “probando” tratamientos. Este podría ser el caso de la depresión, y también de la esquizofrenia; ambos trastornos mentales sin origen conocido actualmente y donde algunos fármacos funcionan en determinadas personas y en otras no.

Hace poco comentamos la posibilidad de que gran parte de los casos de esquizofrenia se debiesen a una infección por toxoplasma (y también se postuló la inflamación como causa de depresión). Curiosamente, el pasado año 2014 se publicó un estudio en Schizophrenia Research que afirmaba que la minociclina (un antibiótico del grupo de las tetraciclinas) tenía bastante éxito en los denominados síntomas negativos de la esquizofrenia. Y en 2010 otro estudio publicado en el Journal of Clinical Psychiatry también demostró que este mismo antibiótico podría usarse para tratar la enfermedad, ya que mejoraba el funcionamiento de la memoria de trabajo…

La duda es, ¿cómo es posible que un antibiótico pueda tratar la esquizofrenia?

Antibióticos contra la esquizofrenia

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La hipótesis que manejan algunos autores, en cuanto a la minociclina se refiere, es que su forma de actuar incluiría efectos sobre las vías del glutamato del sistema nervioso y un bloqueo de la neurotoxicidad del óxido nítrico, o una inactivación de la microglia (células inmunes cerebrales). En otras palabras, que sería un efecto colateral del fármaco que nada tendría que ver con su función antibiótica.

Pero, ¿es necesario buscarle 5 pies al gato? Probablemente no, y deberíamos ir hacia el camino más lógico: La esquizofrenia podría deberse a una infección oculta del cerebro.

De hecho, en estudios anteriores se han postulado algunas infecciones como la Enfermedad de Lyme (que puede causar problemas psiquiátricos), o la gran correlación existente entre casos de esquizofrenia y zonas con encefalitis transmitidas por garrapatas. Y, ¿sabéis qué?, resulta que el grupo de las tetraciclinas son precisamente los antibióticos usados para tratar infecciones producidas por garrapatas, donde destacaría la doxicilina, pero por lo visto la minociclina también tiene bastante potencial.

Algunos antipsicóticos usados típicamente en la esquizofrenia parecen no funcionar en algunos individuos, y esto se debería a que ese sería un parche y no una solución al problema. Es decir, los antipsicóticos como el Risperdal funcionan tratando los síntomas a nivel cerebral, pero no el origen de dichos síntomas (¿una infección oculta?).

Las infecciones como origen de la esquizofrenia

De igual forma que hablábamos anteriormente sobre el parásito Toxoplasma gondii, en este caso hablaríamos de una bacteria de nombre complicado llamada Borrelia burgdorferi, la cual origina la enfermedad de Lyme y que podría desembocar en síntomas psiquiátricos. Realmente dicha enfermedad afecta a todo el organismo, asociando fiebre, sudoraciones y escalofríos, fatiga, dolores articulares y musculares migratorios, hormigueos, rigidez de nunca y dolores de cabeza, alteraciones de memoria y concentración, alteraciones del sueño… Evidentemente todos estos síntomas nos dan pie a sospechar la infección.

Sin embargo, en ocasiones todos estos síntomas o no dan la cara, o no se dan de forma tan grave como para tenerlos en cuenta. La bacteria puede ser capaz de esconderse, y es una gran imitadora de sintomatología psiquiátrica. De hecho, la Borrelia se ha relacionado con otras enfermedades psiquiátricas como la paranoia, la depresión, el trastorno de pánico, trastornos de personalidad o demencias. Y en niños ha dado síntomas como TDAH, trastornos del ánimo, síndrome de Tourette o trastornos pseudo-psicóticos.

¿Esto quiere decir que la enfermedad de Lyme sea el origen de la esquizofrenia? NO. Ese no es el mensaje que debemos extraer de todo esto. Eso quiere decir que, en algunas ocasiones, la sintomatología de la esquizofrenia puede deberse a infecciones ocultas que no hemos tenido en cuenta. No todos los casos de la enfermedad se deben a infecciones, pero al menos 1 de cada 5 parecen deberse al Toxoplasma, y quién sabe si la enfermedad de Lyme llega también a producir porcentajes similares de dicha enfermedad.

Desde luego, lo que se debería tener en cuenta antes de usar tratamientos antipsicóticos es el descarte de estas infecciones. Una vez veamos que no hay signo alguno de ellas, es momento de plantear otras causas. Pero, si las detectamos, un “simple” antibiótico podría darnos muy buenos resultados.

Vía | Psychology Today.