El viernes 15 de mayo de 2015 fuimos testigos de cómo un director de cine de setenta años dejó en evidencia a toda una generación de jóvenes y digitales cineastas que se les creía amos y señores del cine de acción contemporáneo.

Con Mad Max: Fury Road, George Miller los ha atropellado a todos y ha quemado sus cadáveres con queroseno. Apenas hay supervivientes.

Vamos a intentar daros 5 razones para explicar por qué la nueva entrega de Mad Max ha arrasado con tantos y dejado a tan pocos.

1 – “Mad Max: Fury Road” es Cine, cine de verdad, no parece la versión cinematográfica e impersonal de un videoclip o de un videojuego apto para todos los públicos (que es la dominante del cine de acción actual, irónicamente cuando los videojuegos son cada vez más Cine). Miller tiene sólidos referentes clásicos, y los usa para dirigir esta especie de adaptación punk de La Diligencia de John Ford, para luego hacerla explotar por todo lo alto ante un público que suplicaba ver algo para mayores de 18.

La trama, como en la de Ford, es sencilla y sincera: ir en carro del punto A al punto B. No hay más misterio, ni se vocifera filosofía barata. No hay coñas ni chistes tontos, tan solo acción en estado puro y personajes sólidos que se autodefinen mientras actúan. Nada de distracciones narrativas, porque lo importante es aplastar al personal sin insultar su inteligencia. Miller sabe que los adolescentes ya están sobradamente servidos de súper héroes, Fast & Furious y otras películas empujadas por testosterona (ojo, que hay de buenas), y ha tenido la amabilidad de ofrecernos una alternativa tanto para adultos como para adultos que además han visto mucho cine.

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2 – Acción de calidad a tope. Es posible que habiendo visto Los Vengadores: la era de ultrón y pasártelo como un enano, te parezca luego una memez tremenda al ver Fury Road. En ésta por fin se da la simbiosis perfecta entre acción rabiosa, caligrafía fílmica y alta tecnología (sobre todo en sistemas de movimiento de cámaras), una alianza que no hemos visto prácticamente nunca. Es explosiva y grandiosa porque gran parte de lo que ves ha sido estudiado al dedillo por un abuelete dispuesto a hacértelas pasar putas y divertirte a muerte durante dos horas haciendo un uso muy comedido de los efectos visuales y tirar, principalmente, por el rodaje a pelo.

Resulta curioso que gran parte de la crítica alabe Mad Max porque apenas tiene efectos digitales, y eso no es verdad. Hay muchísimo digital, pero utilizado con tan buen gusto y tan supeditado a la realidad que no te aleja en ningún momento de la experiencia total, sólo la complementa para hacer posible lo que es imposible de grabar.

Ahora da la sensación de que los cineastas jóvenes han tenido a mano durante todos estos años las cámaras, los focos, los travellings y las herramientas digitales más asombras de la historia del cine y que no han sabido en ningún momento qué hacer realmente con ellas, salvo chromatizar las películas y marearnos con la cámara sin un sentido bien pensado de esa energía tan olvidada y artística que es la cinética.

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3 – Es un auténtico regalo visual, obra de un veterano maestro de la luz de la talla de John Seale (ganador del Oscar por El Paciente Inglés), que ha conseguido darle a la película una identidad estética propia con su tratamiento casi pictórico de la luz y las texturas. Todo es óxido, grasa, fuego y arena. En ese sentido, vuelve a alejarse de la dominante actual al apostar por el riesgo y construir una imagen muy personal que impulse salvajemente la película para hacerla irresistible y única. ¿Quién dijo que una peli de acción no puede tener una fotografía de Oscar?

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4 – Un diseño impresionante. Los vehículos, el vestuario, los (escasos) decorados… todo ha sido creado con la firme voluntad de construir un universo completo y salvaje con una iconografía muy madura. Sencillamente, Fury Road ha sido diseñada por artistas fanáticos de la revista Metal Hurlant, y no por diseñadores de futuro merchandising.

Aquí tenéis una galería con los vehículos de la película.

5 – Por fin la mujer entra en la ecuación, y no como mero objeto pivonesco, como esa tia buena que está ahí para calentar al protagonista o al público, sino que lo hace con una fuerza arrolladora reivindicando su lugar en el mundo de la violencia, repartiendo hostias como una guerrera kurda para decirnos “se acabaron vuestras chorradas”. George Miller sabe qué lugar ha tenido la mujer en el cine de acción, y sabe también que la figura del héroe masculino saiyajin está ya trillado y reescrito manidamente desde La Ilíada. Por eso nos ha regalado a Imperator Furiosa, para mearse en la testosterona de aquellos que creen que por reventar cabezas son hombres de verdad. Toda esa basura se acabó.

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En cuanto a los directores contemporáneos que han sobrevivido a la carnicería de Miller con sus trabajos de acción, creo que podemos nombrar a Paul Greengrass con su El ultimátum de Bourne, Sam Mendes por Skyfall, Na Hong-jin por su tremenda The Yellow Sea y Gareth Evans por The Raid. ¿Salvaríais a alguno más?