El ejército ruso hace maniobras con misiles Yars en Mari El.

El ejército ruso hace maniobras con misiles Yars en Mari El. Reuters

Europa

Razones para la resistencia ucraniana: Rusia perdió en 2024 el doble de tanques y Europa confirmó en Ramstein su apoyo militar

Los datos siguen apuntando a un desgaste brutal de Rusia en Ucrania, que va en aumento pese a lo escaso de sus avances. 

Más información: Ucrania y un arriesgado plan B: seguir la guerra contra Rusia sin la ayuda de EEUU y sólo con la que Europa pueda ofrecerle

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El Instituto Británico de Estudios Estratégicos (IISS según sus siglas en inglés) publicó esta semana un informe por el que Rusia habría perdido algo más de cinco mil tanques y vehículos blindados a lo largo de 2024. Se trata de un aumento notable respecto a 2023, cuando el ejército de Valeri Gerasimov perdió 3.000 unidades. Entrando en detalles, Rusia perdió 1.400 tanques de batalla, el equivalente a cuatro divisiones, y más de 3.700 vehículos de infantería y transporte, para un total de 5.100 blindados destruidos.

Las cifras contrastan con las del alto mando ucraniano, que hablaba recientemente de 12.000 pérdidas (3.000 tanques y 9.000 blindados), pero puede que la diferencia esté en que los ucranianos incluyen todos los vehículos dañados por su artillería y no solo los que han quedado inutilizados, como sí hace el IISS. Son, en cualquier caso, cifras catastróficas para Rusia si tenemos en cuenta lo que ha obtenido a cambio: la conquista de Avdiivka, la de Vuhledar y el cerco a Pokrovsk, en el que llevan empantanados desde el verano pasado.

Por si eso fuera poco, Ucrania sigue controlando parte de la zona oriental de la región de Kursk y ni siquiera la ayuda militar de Kim-Jong Un ha servido para poder expulsar a los ucranianos de territorio ruso. En otras palabras, si Rusia quisiera conquistar en una guerra convencional el resto del Donbás y atreverse a completar la conquista de Zaporiyia o de Jersón, tendría que esperar años y perder aún más unidades, sin que esté claro si pueden mantener o no este ritmo de pérdidas.

En febrero de 2024, y con las cifras de 2023, el IISS calculó que Rusia podría aguantar durante uno o incluso dos años si aumentaba la producción y recurría a la vez a parte del material almacenado de la época soviética.

Sin embargo, esas proyecciones eran sobre 3.000 vehículos, no sobre 5.100. Es lógico preguntarse si siguen vigentes. El propio IISS cifró en 1.500 tanques y 2.800 vehículos blindados la producción rusa de 2024. Eso implica que Rusia, efectivamente, está aumentando el ritmo de fabricación… pero, a su vez, supone un gasto masivo en defensa con las consecuencias que puede tener en la economía del país.

Europa apoya a Ucrania

Estas cifras son importantes a la hora de valorar la necesidad o no por parte de Ucrania de aceptar un alto el fuego a la desesperada. La administración Trump ha hecho suya la propaganda rusa por la cual, a medio-largo plazo, Ucrania acabaría derrumbándose si Estados Unidos le retira su ayuda. Eso, sin embargo, no está tan claro.

Obviamente, la entente Unión Europea-Gran Bretaña-Canadá-Australia, con ayudas puntuales de otros países, no está en condiciones de dar la tecnología que sí puede aportar Estados Unidos, pero eso no quiere decir que se vayan a quedar de brazos mirando cómo Putin consigue una paz a su medida.

De hecho, este jueves, el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, reunido en Ramstein bajo el liderazgo británico, reafirmó su intención de seguir ayudando a Ucrania si así lo solicita su presidente, ofreciéndose, por lo tanto, como alternativa si Trump termina por retirar todo su apoyo, como parece que será el caso.

Y es que Europa se juega mucho en Ucrania. No solo por una cuestión de justicia y altruismo, sino porque, cuanto más siga deteriorándose el ejército ruso, más complicado será que Putin intente una nueva aventura sobre, pongamos, los países bálticos, Moldavia o incluso Polonia. Si al cien por cien de sus posibilidades, solo ha podido llegar hasta donde ha llegado, cuesta pensar que por vías convencionales venza a rivales más preparados con un ejército tan diezmado.

La duda, como siempre, es si Rusia estaría dispuesta a recurrir a un ataque nuclear ahora que Estados Unidos parece estar de su lado. En ese caso, sería responsabilidad de Reino Unido y de Francia dejar claro públicamente que el resto de Europa está bajo su paraguas atómico y que un ataque a cualquier país del continente con armas no convencionales tendría una respuesta conjunta, contundente y equiparable. Desgraciadamente, la OTAN cada vez está más cerca de convertirse en algo del pasado.

El ataque de Vance

De hecho, este viernes se vivió en Múnich una situación insólita que ejemplifica a la perfección el antieuropeísmo de la nueva administración estadounidense. El vicepresidente JD Vance lanzó un ataque impropio de un país aliado y criticó a Europa por permitir que “el enemigo interior” la esté apartando de sus valores tradicionales, unos valores que no especificó.

Centrado en la guerra cultural, como su maestro Steve Bannon, y no en la real que se está librando en Ucrania, Vance defendió que en Europa se estaba perdiendo la libertad de expresión, sin dar un solo ejemplo de a qué se refería exactamente.

Como alternativa a esta “decadencia de Occidente”, Vance valoró positivamente las propuestas de los partidos de extrema derecha, la mayoría con vínculos en el presente o en el pasado con el Kremlin, y mencionó específicamente a la Alternativa para Alemania (AdF en sus siglas en alemán), una formación con tintes neonazis que habla abiertamente del “espacio vital” alemán, reivindica el régimen de Hitler -aunque, de momento, no sus “excesos”- y califica de “derrota nacional” el 8 de mayo, cuando el estado nazi capituló ante los aliados.

Aunque Vance no pidió explícitamente el voto para la AfD -recordemos que el discurso tuvo lugar en el contexto de una conferencia de seguridad militar-, su sola mención favorable a una escasa semana de las elecciones legislativas supone un importante espaldarazo para la formación de Alice Weidel. Por la razón que sea, el movimiento MAGA se siente cómodo con una Europa nacionalista y autoritaria controlada de manera directa o indirecta desde Moscú. Sus motivos tendrá.

Por contraste, la Europa democrática y liberal tendrá que encontrar la manera de desligarse de esta deriva. Para ello, será importante deshacerse de las narrativas y volver a los datos. Cuando uno pone la lupa, como ha hecho el IISS, vuelve el optimismo: la derrota no es inevitable, aunque cueste, como dijo Chuchill en su momento, “sangre, sudor y lágrimas”. La rendición, desde luego, solo puede llevar a la tragedia.