François Bayrou, primer ministro francés,  a su llegada a la Asamblea Nacional en París.

François Bayrou, primer ministro francés, a su llegada a la Asamblea Nacional en París. Reuters

Europa

El primer ministro francés, dispuesto a revisar la reforma de las pensiones para evitar la censura de los socialistas

Bayrou propone que sindicatos y patronal negocien durante tres meses una alternativa al aumento de la jubilación a los 64 años.

Más información: Bayrou acepta negociar con patronal y sindicatos la impopular reforma de las pensiones que impuso Macron.

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El primer ministro francés, François Bayrou se mostró este martes dispuesto a revisar la reforma de las pensiones que aumentó la edad de jubilación de 62 años a 64. Con esta oferta busca evitar que los socialistas no se sumen a la moción de censura que planteó de inmediato el líder de la extrema izquierda, Jean Luc Mélenchon, en respuesta al discurso de política general que Bayrou leyó durante 80 minutos ante la Asamblea Nacional.

Un ejercicio de supervivencia. De equilibrista. Sin mayoría en la cámara, al frente de un gobierno amenazado por los grupos de la extrema derecha y de la extrema izquierda que consiguieron derribar a su predecesor, Michel Barnier, con una moción de censura triunfante, la misión casi imposible de Bayrou consistía en romper la unidad de la coalición de izquierdas donde los socialistas están incómodos ante la radicalidad creciente del líder de La France Insumisa, Mélenchon.

En el régimen de la V República, la elección del primer ministro es competencia del presidente de la República que nombra a quien quiere. El elegido puede solicitar la confianza de la Asamblea, o no. Cuando el primer ministro no dispone de un mayoría en el hemiciclo, como es el caso, no lo hace. Y gobierna mientras la oposición no logre derribarlo votando una moción de censura. En este segundo mandato presidencial de Emmanuel Macron, Elisabeth Borne y Gabriel Attal lograron gobernar. Pero, tras la disolución anticipada de julio de 2014, Barnier, un veterano del gaullismo, no resistió ni 100 días al frente de los menguantes partidarios de Macron apoyados por la derecha clásica.


En el discurso de este martes de Bayrou, hubo propuestas que sin duda agradarán a la extrema derecha. Dos ejemplos: la creación de un “banco de la democracia para que la financiaciòn de los partidos políticos y de las campañas no dependa de los bancos privados”. Otro sí con la introducción del sistema proporcional en la elecciones legislativas.

Los centristas y la extrema derecha llevan años reclamando un cambio del sistema electoral mayoritario que les dejaba con un puñado de escaños frente a las grandes coaliciones de derecha e izquierda. Ambas formaciones han tenido problemas con la Justicia por financiarse fraudulentamente a cuenta del Parlamento Europeo. Marine Le Pen, presente en su escaño aunque silente, por el duelo por la muerte la semana pasada de su padre, Jean Marie, no habló este martes. Su representante en la Asamblea no hizo aprecio de estos guiños y ,en violenta réplica, fustigó al gobierno.

Para muchos observadores de la vida política francesa, quedó claro que la extrema derecha está a gusto en su papel de oposición feroz. Pero mientras no vuelva definivamente al ruedo, Marine no decidirán si están por la labor de censurar al gobierno.

En el otro extremo del hemiciclo las cosas están meridianamente claras. Según su portavoz Mathilde Panot, desean que Bayrou caiga cuanto antes, lo que, en su visión, no dejaría al presidente de la República otra opción que la dimisión. Mélenchon sueña desde hace años con acabar con la V República. Cree que ahora es el momento propicio y no piensa dar tregua ni a Bayrou ni a Macron.

Por eso ha visto con muy malos ojos el diálogo con el gobierno de las otras fuerzas de la izquierda -socialistas, comunistas y ecologistas- que forman con ellos la coalición Nuevo Frente Popular. “Las concesiones acordadas a los socialistas son tan grotescas, que vamos a dejarles a ellos el placer de explicar en qué consisten”, declaró, este martes, con desprecio Mélénchon.

Los socialistas habían exigido previamente la “abrogación” o, cuando menos, la “suspensión” de la reforma de las pensiones. Bayrou no pronunció ni una ni otra palabra. Sabía que la derecha (y puede que muchos macronistas) consideran un anatema lo uno y lo otro.

Bayrou es un veterano de la política y este martes, en la cuerda floja del equilibrista, dio un salto que debe darle un respiro de cuatro meses: propuso que los agentes sociales se reúnan durante tres meses y si logran llegar a una solución que no degrade el equilibrio financiero, se compromete a llevarla al Parlamento. Los tres meses empezarán a contar desde que el Tribunal de Cuentas entregue un informe flash sobre el estado de las cuentas de la seguridad social. El organismo tendrá cuatro semanas.

Patada a seguir se llama esa jugada en rugby. Los socialistas tienen difícil oponerse al “método inédito y un poco radical” , en palabras del propio primer ministro. La izquierda, que clamó con la ausencia de diálogo social durante las largas semanas de protestas callejeras durante el proceso legislativo de la reforma de las pensiones, tiene difícil oponerse al método Bayrou.

De hecho, algunos socialistas opuestos a la radicalidad de Mélenchon están deseando jugar al juego y emanciparse así de los insumisos. No así el primer secretario de los socialistas, Olivier Faure, que dió el martes por la noche 48 horas al primer ministro “una respuesta clara” sobre la jubilación.

Esas 48 horas son el plazo legal para que se debata y vote en la Asamblea Nacional la moción de censura presentada este martes mismo por la líder de los insumisos en la Cámara baja junto con medio centenar de diputados de su grupo así como con comunistas y ecologistas.

Veremos si de aquí a entonces, el grupo socialista se mantiene unido o no y si Bayrou tiene algún otro conejo en la chistera.