
Kamala Harris tras su discurso este jueves en Chicago. Efe
El Partido Demócrata busca urgentemente un nuevo liderazgo: estos son sus políticos mejor posicionados
La formación progresista está reaccionando tarde y mal a los envites de Trump. Los expertos señalan la falta de rumbo y de proyecto como el principal escollo para poder hacer oposición en condiciones.
Más informacion: Kamala Harris no fracasó por ser mujer, sino por creer que la votarían por ser mujer
¿Hay algún presidente que se haya preparado tanto para ejercer el poder? Esa es la pregunta que se hacía este jueves Jack Blanchard, un corresponsal político británico recién mudado a Washington, en alusión a Donald Trump. "Olvidad la marca de los 100 primeros días", le comentaba a los lectores de la newsletter que gestiona. "El equipo de Trump tenía preparado un plan de batalla para sus primeras cien horas en la Casa Blanca y se ha ejecutado con una eficacia impresionante". Blanchard terminaba su reflexión diciendo que enfrente lo que hay es un Partido Demócrata "sin rumbo y desconcertado" que, consecuentemente, no sabe ni responder.
En efecto: conforme Trump va cumpliendo las promesas o amenazas –según se mire– lanzadas durante la campaña electoral, como darle poderes plenipotenciarios al multimillonario Elon Musk para desmantelar parte del Gobierno federal o amagar con una guerra comercial contra aliados históricos como Canadá, nadie sabe muy bien dónde están, o qué hacen, los dirigentes del partido de la oposición.
"En Estados Unidos no hay un líder de la oposición como tal", escribía hace unos días el analista Edward Luce en el Financial Times. "Lo más parecido sería Chuck Schumer, el líder de la minoría del Senado, que sin embargo continúa actuando acorde a las reglas de una época pasada". Según Luce, el Partido Demócrata podría –por ejemplo– haber bloqueado las audiencias de confirmación de los nominados por Trump a ocupar puestos clave en el nuevo Gobierno. Como ya hizo, por cierto, el Partido Republicano con algunos de los nominados por Joe Biden en la pasada legislatura. Pero nada; hoy por hoy la del Partido Demócrata parece una bancada fantasma.
Y más allá del Capitolio, ídem. Basta una vuelta por alguna de las principales ciudades estadounidenses para darse cuenta de que el gran público tampoco sabe ubicar con exactitud su estrategia de batalla. ¿Qué hizo el Partido Demócrata después de que Trump indultara a las mil y pico personas condenadas por asaltar el Capitolio hace cuatro años? Convocar una rueda de prensa condenando la medida… ocho días más tarde.
Semejante pasividad contrasta con lo que se vio en 2017, cuando Trump llegó por primera vez al poder. Entonces las bases del Partido Demócrata se movilizaron de inmediato y plantaron cara en las calles –la Marcha de las Mujeres logró reunir a más de medio millón de personas en Washington– y en los círculos políticos locales al tiempo que sus congresistas buscaban la manera de cercar legalmente al mandamás para obligarle, así, a dimitir.
La pregunta que muchos observadores se hacen es: ¿y por qué ahora no hay nada ni remotamente parecido? Al margen de consideraciones más filosóficas, no son pocos quienes apuntan a la falta de un liderazgo claro y, sobre todo, carismático. En otras palabras: a la falta de una persona a la que seguir de aquí al 2028 y entonces, cuando toque acudir a las urnas de nuevo, votarla si decide presentarse.
¿Y quién podría ser esa persona? Es cierto que de aquí a entonces pueden pasar muchas cosas, pero hoy por hoy estos son algunos de los nombres que entran en las quinielas de expertos como Aaron Blake o David Smith.
Josh Shapiro – Gobernador de Pensilvania
Fue una de las opciones barajadas por Kamala Harris a la hora de elegir su opción para la vicepresidencia y hay quien dice que se quedó fuera por sus simpatías hacia Israel (y lo mal que éstas habrían sentado en la facción más izquierdista del partido). Sea como fuere, Shapiro tiene fama de ser un comunicador extraordinario que sabe llegar a públicos muy diferentes. En ese sentido, y salvando algunas distancias, se le suele comparar con Barack Obama. Asimismo, lleva tiempo demostrando un talento político de primer nivel.

FOTO DE ARCHIVO: El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, habla en la rueda de prensa del Departamento de Estado de Pensilvania.
Gretchen Whitmer – Gobernadora de Michigan
Whitmer está considerada una de las figuras políticas más capaces y hábiles de la formación y, para más inri, en 2027 dejará el cargo de gobernadora de Michigan ya que, por ley, no puede seguir ocupándolo. En otras palabras: quedará liberada de responsabilidades para, si quiere, poder competir.
Pete Buttigieg – Ex secretario de Transporte
Quien fuera secretario de Transporte durante la presidencia de Biden es uno de los políticos del Partido Demócrata que mejor se entiende con una parte del electorado trumpista. No porque esté de acuerdo con él sino porque sabe cómo llegar hasta él. Algo que muchos de sus compañeros de filas no consiguen. Además, ya ha concurrido en unas primarias. Sabe lo que es cruzar sables en las altas esferas y vérselas directamente con Trump.
John Fetterman – Senador por Pensilvania
Tras superar varios problemas de salud –un derrame cerebral y una depresión–, Fetterman se ha erigido como uno de los senadores más controvertidos del Partido Demócrata. Entre otras cosas porque ha recomendado "relax" ante Trump, ha dicho que no piensa estar en su contra en todo por el mero hecho de ser quien es, ha declarado que algunos de los indultos a los asaltantes del Capitolio le parecen bien e, incluso, se ha reunido con él en Mar-a-Lago. También ha acudido al pódcast del famoso Joe Rogan, cuya audiencia no suele identificarse en exceso con los postulados del Partido Demócrata. Lo cual le convierte en una figura harto incómoda para algunos, pero francamente interesante para otros. Personalidad no le falta, eso desde luego.
Gavin Newsom – Gobernador de California
A favor: su ambición y su capacidad para recaudar dinero. En contra: su ideología –se le suele asociar al ala más progresista del partido–, su procedencia –los californianos no caen especialmente bien en según qué lugares de Estados Unidos– y su interés en la batalla cultural. Una batalla que, hoy por hoy, los de su cuerda están perdiendo, y por bastante. En cualquier caso, lleva en las apuestas desde hace más de un año.

El gobernador de California, Gavin Newsom, habla con EE. UU. El presidente Donald Trump, a su llegada, a recorrer áreas afectadas o destruidas por los incendios forestales del sur de California.
Josh Stein – Gobernador de Carolina del Norte
Antiguo senador, antiguo fiscal general de Carolina del Norte y actual gobernador del mismo estado desde el mes pasado; un lugar, cabe recordar, donde ganó Trump. Lo cual quiere decir que Stein tiene mano con una parte del voto conservador. Entre eso y que muchos observadores políticos de Estados Unidos le consideran uno de los gobernadores más prometedores del Partido Demócrata, se ha ganado un puesto en las quinielas.
Tim Walz – Gobernador de Minnesota
Walz fue la persona escogida por Kamala Harris para ocupar la vicepresidencia del país en caso de ganar las elecciones. Al ser anunciado como tal, muchos no entendieron los motivos: Walz no era impopular, pero sí bastante desconocido más allá de su propio estado. Sin embargo, durante la campaña presidencial se ganó la simpatía de bastante gente gracias a su campechanía y ganó, claro, mucha visibilidad. No es descartable, pues, que trate de utilizarla en 2028. Arrastrará, eso sí, el estigma de la derrota.
Chris Murphy – Senador por Connecticut
Murphy es un veterano del Congreso, donde lleva defendiendo los intereses de Connecticut –tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado– casi tres décadas. Conocido por sus buenos discursos y por su actividad en las redes sociales, es alguien que está bastante bien visto entre las bases del Partido Demócrata. Tras la derrota de Kamala Harris en noviembre dijo que había que reconstruir una izquierda, la representada por el Partido Demócrata, que está "fuera de contacto" con la realidad. "Nos negamos a buscar grandes peleas", añadió con dedo acusador en lo que muchos han interpretado como una declaración de intenciones.