Arréglate que nos vamos con Lydia Cacho
La periodista Lydia Cacho: "Cumplí la promesa de una niña y por eso estoy exiliada en España. No me arrepiento"
La mexicana relata en Arréglate que nos vamos las experiencias que han marcado su carrera y adelanta la trama de su próximo libro.
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Periodista, escritora y defensora de los derechos humanos, Lydia Cacho es la nueva invitada de Arréglate que nos vamos, el pódcast de Magas conducido por Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y ENCLAVE ODS; y Charo Izquierdo, editora de ENCLAVE ODS.
En este episodio, la mexicana se sienta ante los micrófonos para repasar una trayectoria reconocida en todo el mundo. Las presentadoras recuerdan cómo su historia se estudia en universidades internacionales como ejemplo de defensa de la libertad de prensa. "Cuando ves a alguien que da su vida por los demás como tú, sientes un orgullo casi maternal", le dicen.
Cacho explica que su compromiso nació en su familia. "En mi entorno, no sólo mi madre, sino mi padre, mis abuelos y mis tíos estaban implicados en los movimientos sociales. Crecí con la noción de que ser ciudadana tiene una implicación con el ser persona hacia las y los otros. La defensa de los derechos humanos está imbricada en mi ser", afirma.
En la conversación, la periodista reflexiona sobre lo que significa hacer periodismo de investigación en México. "He hecho mi trabajo en un país en guerra. Desde hace 22 años, cuando fui víctima en el primer atentado, vivo cada día como si fuera el último y eso me ha enseñado a disfrutar absolutamente todo lo que estoy haciendo", asegura.
La voz de las madres
Cruz Sánchez de Lara la presenta como "la voz de las madres de Ciudad Juárez", y Cacho rememora una de las experiencias más duras de su carrera, una en la que tuvo que acompañar a una mujer a la Fiscalía para ir a recoger los restos de su hija. "El policía colocó una bolsa de basura negra sobre el escritorio y le dijo que eso era lo que habían encontrado", relata.
Y añade: "Dentro había un fémur con un fragmento de ropa. Ella lo envolvió en su rebozo como si fuera un bebé. Entendí que debía escribir sobre la emoción de una madre que vuelve a estar con su niña, sobre la devoción a una hija perdida que volvió a encontrar y a la que decidió abrazar como si hubiera renacido".
La periodista y activista mexicana, protagonista de la nueva entrega del pódcast.
Aquel momento, cuenta, transformó su forma de narrar. "Aprendí a mirar cómo las personas hacen sus procesos de sanación y reencuentro. A partir de ahí aprendí a narrar distinto. Por eso hay gente que dice que mis libros periodísticos parecen novelas: porque puedes leerlos a pesar del horror”.
Cacho confiesa que la observación es parte esencial de su método. "La gente no me cree cuando digo que soy muy tímida. Si llego a un lugar con mucha gente, me voy a una esquina. Prefiero escuchar, sentir cómo está la gente, ver si goza o sufre. Yo soy una observadora", asegura.
Confiesa que siempre se ha sentido "inadecuada; desde niña tuve resistencia a ser normal. Mi madre me escribía cartas diciéndome que entendía que yo veía el mundo de otra manera, pero que tenía que reconocer mis habilidades y cualidades. Siempre he sentido que vengo de otro planeta a observar lo que sucede en este y luego me encierro a escribir en silencio absoluto".
Autora de obras fundamentales como Los demonios del Edén (Grijalbo, 2005) o Esclavas del poder (Debate, 2010), Cacho revela que acaba de terminar una nueva novela. "Es la historia de una niña que crece en el 68 en México y narra, desde su mirada, cómo las feministas cambiaron el país y Latinoamérica", adelanta sin revelar el título.
Además, trabaja en un ensayo sobre "la pérdida de la noción de la intimidad", una cuestión que observa en las nuevas generaciones y que le interesa estudiar. El hecho de "compartirlo todo", a su juicio, "está haciendo que los jóvenes pierdan la sensación de que pueden tener intimidad humana, afectiva o sexual con otra persona. Y no sé si lo van a encontrar".
En la entrevista, Cacho también recuerda la historia que dio origen a Los demonios del Edén. "Comencé a hacer una investigación sobre unas niñas que escaparon de una red de abusadores. Yo terminé documentando 200 casos y a varias de estas menores tuvimos que rescatarlas y resguardarlas en un refugio de alta seguridad que yo misma creé con un grupo de amigas en México, porque las mafias querían matarlas".
Recuerda la periodista a una niña de 11 años que tenía la memoria completamente fresca y recordaba la apariencia de aquellos hombres, vinculados a las altas esferas políticas del país: "Le pregunté si quería hablar conmigo y ella, que veía en las noticias que me querían matar, me pidió que contara todo para que nunca más tocaran a ninguna".
"Esa promesa la cumplí. Por eso hoy estoy exiliada en España; me han tratado de matar por haber contado esa historia, pero no me arrepiento", revela. Sánchez de Lara explica a los oyentes que a aquellos hombres "les sentenciaron, lo que parecía imposible. Por eso su caso se estudia en las universidades, porque ha logrado destapar la corrupción y la pedofilia en las altas instancias de las instituciones".
Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo, junto a la invitada de la semana.
La periodista relata el día en que escuchó la sentencia contra sus torturadores y los responsables de la red de trata que destapó. "Fue muy emocionante ver a un juez mexicano dictar 113 años por trata de menores. Fue muy importante porque individualizó los casos en vez de tratarlos como grupo. Salí del juzgado feliz".
La vida en España
Refugiada en Málaga, Cacho ha encontrado una nueva forma de vivir: "Me fui a Andalucía porque es lo más parecido a Latinoamérica. Aquí te sirven, se ríen, te comentan y ya eres comadre de ellos al tercer día. Yo buscaba un entorno más humano, afectivo. Cuando has vivido tan cerca de la muerte, aprendes a buscar los pequeños gozos cotidianos".
"Para España, tenerte aquí es una importación de talento que no nos la creemos ni nosotros. Pero yo lo viví como una injusticia tan grande. Que los buenos tengan que renunciar para que los malos sigan haciendo lo mismo...", le dice Sánchez de Lara, y junto a Charo Izquierdo procede a preguntarle por aquellos procesos de tortura que Cacho nunca olvidará.
"Me golpearon, me amenazaron de muerte, me bajaban de los coches. Pero yo decidí documentar mentalmente cada cosa. Pensaba: si salgo viva, lo voy a denunciar. Me obligué a acordarme de absolutamente todo", dice. Esa era la obsesión de la periodista, quien admite que padeció durante años estrés postraumático.
Cacho también actualiza la situación del refugio que fundó hace 25 años en México. Explica que el CIAM "sigue funcionando" y que ahora lo dirige "un grupo de jovencitas maravillosas" que han ido tomando el relevo. Allí trabajan en educación para la paz y en nuevas masculinidades con niños y niñas.
El episodio se cierra con una declaración de admiración y amistad. "Leer a Lydia es ensanchar el alma y eso es muy bonito", resume Sánchez de Lara antes de despedir a la invitada. Las presentadoras se despiden hasta la próxima entrega de Arréglate que nos vamos, el pódcast de Magas, la casa desde la que Cacho vuelve a recordarle al público que la defensa de los derechos humanos se escribe, se cuenta y nunca se olvida.