Entrevista

Johanna Müller-Klingspor, la empresaria venezolana que marca el paso en Madrid: “Ojalá más jóvenes latinas emprendan aquí”

Se enamoró perdidamente de España cuando vino a estudiar un MBA hace 23 años. Ahora dirige varios restaurantes y no hay un evento de altura que no cuente con su savoir-faire .

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Por sus venas corre sangre austríaca y venezolana, pero también se siente indonesia y estadounidense por haber vivido en ambos países. Su corazón, en cambio, pertenece a España. Afirma que fue un flechazo. Un crush , como dicen los modernos. Madrid la esperaba con la alfombra roja y salió a recibirla con los brazos abiertos.

Esta poderosa mujer de mundo es la exitosa empresaria Johanna Müller-Klingspor Pesquera. Emprendedora incombustible, cofundadora de varios restaurantes, -El Velázquez 17, Café Murillo y La Terraza del Campo del Moro-, y de Coolinaria, uno de los caterings más exclusivos y solicitados dentro y fuera de nuestras fronteras.

Johanna ha alimentado a los paladares más exigentes. “La cocina”, declara a Magas, “fue un vehículo para estar rodeada de gente”. Su formación es empresarial y su pasión, organizar eventos. Lo supo de siempre. Desde que le pidió un dinerillo a su mamá para montar su primera empresa, todavía en la universidad.

La última de sus grandes performances vino de la mano de Netflix, que celebró su décimo aniversario en la capital con una macrofiesta que reunió a lo más granado de la plataforma internacional. 800 personas fueron invitadas y salieron maravilladas por el exquisito savoir-faire de Johanna en forma y fondo, en decoración y en plato, en ambiente y en gastronomía.

Foto uno de Johanna Müller con el look uno

Johanna Müller-Klingspor es un rayito de sol en mitad de una tormenta de verano. Es pura sensibilidad, buena energía y desmesurada pasión con sabor a vanillekipferi , la clásica galleta de mantequilla, almendra y vainilla. Johanna es música latina en un día lúgubre. Y no piensa parar de bailar y de inventar.

Puede que se lo pongan difícil -impuestos, burocracia, innumerables gestiones-, no le importa: no se va a rendir. Que lo sepa el mundo. Y lo hará con o sin miedo, porque cada día, y así se lo impone a sí misma, con su resiliencia por bandera, hace algo que la asusta.

Johanna es un alma entre dos mundos: la precisión alpina de Austria y la calidez vibrante de Venezuela. Forjada en la disciplina de los números y en la intuición de los afectos, ha levantado un imperio empresarial que no solo respira rentabilidad -a pesar de las piedras del camino-, sino también propósito.

Es estratega con mirada de futuro, arquitecta de empresas que atraviesan corazones y generaciones. Pero más allá del poder y la influencia, es una madre presente, un faro en la tormenta para su única niña, y a la vez una hija orgullosa, heredera de un legado que honra cada día: la determinación serena de su padre, una suerte de lord inglés, amante absoluto de la estética; y el fuego creador de su madre, de la que aprendió a montar mesas y a admirar las históricas vajillas de Meissen.

En Johanna convergen mil tierras y un solo destino: liderar con tesón y construir con amor.

Foto dos de Johanna Müller con el look uno

Después de 23 años aquí, ¿es usted de las que dice “tengo 23 años en Madrid” o “llevo 23 años en Madrid”?

¿Y cómo se dice?

Es muy curioso porque en Venezuela dicen “tengo” en lugar de “llevo”.

¡No sabía eso! Sí, sí, ni me lo había planteado. Hay palabras que adapto, pero hay otras de las que no me doy ni cuenta. Gracias por ese dato. Siempre se aprende algo.

¿Quién es Johanna Müller-Klingspor Pesquera?

(Risas) Con ese primer apellido y con este acento. ¡Y Pesquera! De madre venezolana y española y de padre austríaco. Nací en Viena, pero he vivido en Venezuela, en Austria, en Estados Unidos, en Indonesia... He dado muchas vueltas por el mundo hasta que encontré mi sitio en Madrid. Hace 23 años me vine a hacer un MBA en el Instituto de Empresa y fue llegar aquí y decir: “Este era el sitio que siempre había buscado”.

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O sea, tuvo un crush con Madrid.

Tal cual. Encontré en Madrid la mezcla perfecta entre la estructura de Austria con la cultura, el orden; y el calor tropical y la alegría de la vida latina que había en Venezuela. Pero en ninguno de los dos me encontraba hasta que hallé la mezcla de ambos en España.

¿Y cómo era ese Madrid de principios de los 2000?

Tenía la misma magia que sigue conservando: la gente abierta con ganas de disfrutar y que te recibe con los brazos abiertos… El cielo de Madrid, que a mí me fascina. Era, quizás, más auténtico, más pequeño. Se sentía un poco más acogedor. No era tan cosmopolita, pero tenía una gracia enorme. Dicen que Madrid está en su mejor momento, y yo creo que sí.

Foto tres de Johanna Müller con el look uno
Foto cuatro de Johanna Müller con el look uno

Camiseta de Adolfo Domínguez, pantalones de Karl Lagerfeld, brazalete de Luxenter y sandalias de Max Mara

¿Cómo recuerda su infancia? ¿Fue en Viena?

Pasé poco tiempo en Viena porque a los dos años me fui a Venezuela. Mis recuerdos de infancia son más en Venezuela y luego en Indonesia. Después, en Estados Unidos. Mi infancia estuvo dividida entre esos tres países. A Viena volví a los 16 años, pero la infancia caribeña fue mágica.

¿Se crio en un buen ambiente familiar?

Sí, siempre había mucha gente, mesas largas, sobremesa. Creo que de ahí me viene un poco todo esto, ¿no?

¿Qué papel jugaron sus raíces en su formación personal desde pequeña?

Mira, la curiosidad por el mundo me ha marcado. La curiosidad de querer saber siempre más, de querer conocer distintas culturas, por ende, distintas cocinas… Y poder mezclar todo eso es lo que me ha ayudado a tener la mente abierta. Por suerte, además, me tocó tener un abanico muy grande de información por los lugares en los que viví. Entonces eso me ayudó a alimentar esa curiosidad y a querer seguir conociendo.

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En la fiesta del 60 aniversario del lujoso Hotel Il Pellicano

¿Qué aspiraciones tenía en la adolescencia? ¿Se imaginaba en el lugar en el que está hoy?

Sí, me imaginaba organizando eventos y fiestas porque me encantaba estar en ellas. De hecho, mi primer trabajo fue en la universidad: creé una que empresa que organizaba fiestas.

Mi mamá se enfadó muchísimo conmigo cuando le fui a pedir dinero prestado para crearla. Al principio me dijo: “Ay, qué maravilla. ¿Una empresa de qué?”. Le dije: “Voy a organizar fiestas”. Y ella me dijo… “¿Perdón? ¡Pero si vives de fiesta!” (risas) . Sin creer mucho, me lo prestó y empecé con eso. Y todavía, hasta el sol de hoy, le digo: “¿Viste que siempre tuve clara mi línea?”.

Fue pura vocación.

Yo creo que a mí, más allá de la comida, lo que me gusta es la gente. Fíjate que mi formación es empresarial, ¿eh? Pero aprendí a cocinar porque era un vehículo para poder tener gente alrededor.

Foto uno de Johanna Müller con el look dos
Vestido de Samsoe Samsoe, pendientes de Amalgamia y sandalias de Max Mara

Eso es más Venezuela que Austria, ¿no? Imagino que los austríacos hacen mucha vida en casa. ¿Cómo son ellos?

Hacen poca vida en la calle, pero los austríacos son un poco los andaluces del mundo germano.

¿Qué tienen en común los venezolanos y los austríacos?

Ambos son bastante disfrutones . Parece mentira. Cuando la gente conoce a los austríacos se da cuenta de que no tienen nada que ver con los alemanes. Y es totalmente cierto. Te meten dentro de una misma bolsa, pero es como que si digo que un andaluz es igual que alguien de Bilbao. No tienen nada que ver.

¡Qué curioso! Yo soy andaluz, soy un poco austríaco entonces.

Nosotros, me incluyo como austríaca, somos andaluces. Es gente con mucha alegría de vivir, con mucha sensibilidad por la cultura, por la música, por el arte, y por ende, por el disfrute de las cosas bonitas de la vida. Los austríacos tienen un sentido enorme de la estética y eso a mí sí me ha marcado. Para mi papá, la estética es una religión. En su escala de valores y pilares fundamentales el primero puede ser la estética. Eso me influyó en la parte de las puestas en escena.

¿Esa influencia está en sus eventos?

Sí, cuando voy a hacer algo, todo tiene que ser wow .

¿Cuál es la gran diferencia entre Austria y Venezuela, entre su padre y su madre ?

Los venezolanos apreciamos la amistad, la celebración y el disfrute. Seguramente en los últimos 25 años, por la situación de Venezuela, somos como la orquesta del Titanic, que tocamos los instrumentos hasta el final. Como siempre hemos estado con la soga al cuello, hemos aprendido, a través de la resiliencia, a sacar lo mejor que hay. Yo, además, soy sumamente positiva.

"De España me gustó todo, hasta el taxista que me hablaba mal. Me parecía divertidísimo"

- Johanna Müller-Klingspor

Foto dos de Johanna Müller con el look dos

¿Qué la trajo a Madrid? Me encantaría que me dijera que fue el amor.

Me trajo estudiar el MBA y mi curiosidad. Pero sí, yo me enamoré de España. Luego vino el amor de pareja y vino todo, pero de España me enamoró todo. Hasta el taxista que me hablaba mal. Todo me parecía divertidísimo.

¿Es fácil emprender en España?

No, nada fácil. No te lo ponen nada fácil. Emprender aquí es de valientes. En Estados Unidos sí, porque impulsan el emprendimiento. Aquí son todo trabas. Los impuestos, la burocracia, y cuando empiezas a levantar cabeza lo único que ponen son restricciones.

¿Con qué dificultades se ha encontrado usted?

Hay una carga de impuestos superfuerte que no ayuda al pequeño empresario. O sea, te ahoga. Hay mucha gente que no sobrevive porque se ahoga desde el principio. ¿Por qué crees que hay tantos funcionarios? Es la parte segura. Si te dieran un aire fresco, habría más innovación y más emprendimiento. A mí me compensa el riesgo, pero emprender aquí no es fácil.

¿Qué consejo le daría a una joven mujer latina que sueña con emprender en España?

(Se le ponen los ojos vidriosos)

¿Se emociona?

Porque me gusta, me encanta... Yo quisiera que muchísima más gente se lanzara. A esa joven latina le diría que se lance porque nunca sabes lo que eres capaz de hacer hasta que te lanzas. Y ahí tienes que vencer el miedo a lanzarte. Tienes que hacer las cosas que te dan miedo. Hacer lo que no te da miedo está chupado .

Foto tres de Johanna Müller con el look dos
Foto cuatro de Johanna Müller con el look dos

¿Y cómo superamos esos miedos?

Pegando el salto. Es una decisión firme. Yo he hablado muchísimas veces acerca del emprendimiento diciendo que el emprendedor vive con miedo, pero tienes que aprender a manejarlo. El miedo puede ser tu gasolina, puede ser lo que te hace no adelantarte y también lo que te hace seguir adelante. Todos los días digo: “Haz hoy algo que te asusta”.

¿Y qué va a hacer hoy que le dé miedo?

(Ríe a carcajadas)

Espero que no sea esta entrevista.

No, no, a mí me encanta hablar.

¿A qué le tiene miedo usted?

El que todo dependa de mi capacidad de trabajo es algo que da sustito . Si yo ahora, por algún motivo, no puedo con lo que he montado -restaurantes, catering ...-, todo se puede caer. Y eso es algo que no es que sea un miedo nuevo cada día, pero sí que está ahí. Tengo 55 empleados, todo depende de mí y son distintos frentes abiertos. Pero bueno… siempre estoy buscando uno nuevo.

Dicen de usted que es una empresaria que se mancha las manos y se mete hasta en la cocina. Que igual se la ve cocinando que con un vestido de alta costura. ¿Le sale de las entrañas o es pura pose?

(Risas) Me sale de las entrañas. Mira, si quieres contrastar, pregúntale a cualquiera de mi equipo. Ahora, en seco. Hazlo. La única manera de lograr grandes cosas es con grandes equipos. ¿Qué cosas son difíciles cuando emprendes? Más allá de la burocrática, que ya te lo he dicho, crear un equipo humano con el que meterte en el barro con ellos. Al principio estás en el barro y cuando empiezas a subir, tienes que volver a bajar al barro y recordarles que estás con ellos.

Foto uno de Johanna Müller con el look tres
Vestido de Antik Batik y zapatos de Sezane
Foto uno de Johanna Müller con el look tres

Una filosofía muy de Amancio Ortega. Todo el mundo en Inditex empieza desde abajo.

Es que tienes que hacerlo todo. Yo tengo una hija de 13 años y la meto conmigo en el catering . A veces también lo he hecho porque si no, no tenía tiempo de verla. Pero mi hija ha hecho muchas veces los deberes mientras yo montaba un evento. Era una forma de que entendiera por qué a veces estaba ausente. Ella ya hizo su propio emprendimiento con galletas y merengues y los vendió en un mercadillo.

¿En serio? Ahí tenemos a la próxima Marta Ortega. ¿Tiene su hija acento de Venezuela o de España?

Totalmente español. Ella dice que yo hablo rarísimo y me imita, pero pone acento dominicano. Es muy graciosa.

¿Cómo ha influido su perspectiva como mujer latina en su forma de liderar negocios? ¿Es diferente la mujer venezolana y la española?

Sí, somos diferentes. Nosotras, las latinas, podemos ser, quizás, más cercanas. No digo que lo sean las españolas, pero el latino es muy de contacto, dicharachero… Eso me caracteriza. En la cocina meto música. Las cosas con alegría y con baile se hacen mejor.

Foto dos de Johanna Müller con el look tres

Johanna, su padre y los cuidados

Johanna es el resultado de un sinfín de culturas, pero por encima de eso, es una madre y una hija. A pesar de lo experimentado, de las fiestas, el glitter y la buena mesa, nadie le contó que un día se vería en mitad de dos generaciones, la de sus padres, ya ancianos, y la de su pequeña adolescente. Nadie se sentó a explicarle que alguna vez se iba a ver empujada a tomar un vuelo de cuatro horas y media para estar dos noches junto a su papá , cuya salud hoy es delicada. Con el rabillo del ojo, mientras, vigila a su hija, en quien ha encontrado una aliada con la que desahogarse. De sus progenitores recibió amor en toneladas, apoyo infinito y validación en todos los aspectos. Con su hija ahora se permite desmoronarse y le cuenta que en un futuro, por ley de vida, ella también tendrá que sufrir el paso del tiempo.

Johanna, en un post que le dedicaba a su padre justo después de haber sufrido una caída en su preciosa casa de Breme, leí que él le dijo: “Nana, ya no soy tu papá el que todo lo puede”. ¿Cómo encaja el paso del tiempo?

Después de ese post fui a verlo. He ido domingo y lunes. Cómo pasa el tiempo… Abrazo mucho más a mi hija y a la gente que tengo alrededor. ¿Qué pasó? ¿En qué momento mi papá dejó de ser mi papá? Estoy en ese momento en el que cuido a mi papá y cuido a mi hija.

Hay un momento en el que se está en el medio. ¿Es duro?

Es superdifícil porque no sólo es el cuidado que necesitan de ti a nivel logístico y de tiempo, es la parte emocional.

¿Se siente culpable si no es capaz de llegar a todo?

No me siento culpable porque estoy haciendo todo lo que puedo. Todo, sin que me quede nada por dentro.

Foto tres de Johanna Müller con el look tres
Foto cuatro de Johanna Müller con el look tres

¿Cómo está su padre?

Aún no ha podido volver a casa. No está queriendo aceptar demasiado que va a tener que quedase ahí en la residencia.

¿Y su madre?

Tampoco está en un buen proceso ahora. Es tan duro… ¿Sabes qué me ha ayudado? Desmoronarme con mi hija. Lo mejor que puedo hacer es enseñarle que una no es todopoderosa. Si ella me ve ahora mismo gestionando mis empresas, cuando no pueda hacerlo, no lo va a entender. No quiero que ella sienta eso. Me senté a llorar con ella y le dije: “Qué difícil es esto”. La abracé y me dijo: “Mamá, es muy difícil”. Le dije que algún día lo iba a tener que vivir. Y me dijo: “¡Ni lo digas!”.

¿Hay algo más que la ayude en todo este proceso?

Escribir es una catarsis. Tengo un libro a mitad de camino.

¿Y de qué va?

Llevo años escribiéndolo, pero necesito que pasen las cosas para poder terminarlo.

¿Es autobiográfico?

Sí, pero aún no es el momento. Escribí una gran parte, cosas que he aprendido de mis vivencias…

Foto uno de Johanna Müller con el look cuatro

Johanna, su madre y la buena mesa

Su madre es una gran amante de las vajillas, pasión que usted ha heredado de ella. ¿Qué no puede faltar en una buena esa?

Sobre todo, lo que no puede faltar es la buena energía de la anfitriona. Eso es clave. Puedes no tener la mesa perfecta, puede que no tengas la vajilla completa, pero si tienes una buena anfitriona, todo sale bien. Y al contrario. Puede que tengas todo perfecto, pero si la anfitriona está agobiada, no fluye. Cuando era más inexperta me agobiaba por pequeñeces. No sé, por el platito del pan o lo que sea. Luego me di cuenta de que a nadie le importaba, que lo que la gente quería era disfrutar. No creo que yo haya hecho una invitación perfecta. Desde mi punto de vista siempre faltaba algo, pero nunca nadie se dio cuenta.

Eso es porque usted es exigente. Seguro que estaba perfecto.

Probablemente a tus ojos. A los míos, no. Pero aprendí que eso no fuera impedimento. Tú quieres una buena conversación, ver a amigas… El mejor ingrediente de una buena mesa es que la anfitriona esté relajada.

"Lo que nunca puede faltar en una buena mesa es la energía positiva de la anfitriona. Ese ingrediente es la clave"

- Johanna Müller-Klingspor

Foto dos de Johanna Müller con el look cuatro
Total look de Fendi

Si alguien quisiera empezar a coleccionar vajillas, ¿por dónde le recomendaría que lo hiciera?

Yo iría a algunas de las tiendas del Rastro. No puedo decirte nombres ahora mismo, pero hay algunas especializadas en vajillas que son ideales. La mezcla de piezas me parece lo más. Y me encanta que tengan historia.

¿Le gustaría tener alguna pieza de las vajillas de Marie Antoinette, por ejemplo?

¡La que tengo! Tengo una vajilla espectacular de Meissen, que es una empresa que empezó en 1710. Por detrás, ves cómo ha evolucionado el símbolo. Por su cronología, he confirmado que tengo una de hace más de 250 años, las del principio. Luego estas vajillas, las de la cebolla azul, se han copiado mucho, pero yo tengo la original.

¿Cuál es su evento soñado?

Hacer uno en la Terraza del Campo del Moro. Fui a verlo y quedé alucinada.

¿Y un evento personal, que no tenga nada que ver con los negocios?

La boda de mi hija. Se case o no se case, yo le voy a hacer la fiesta. Mi sueño es verla feliz. Ese es el mejor regalo que se me puede hacer.

Créditos
Maquillaje y peluquería Rosa Navajas
Dirección creativa Julia Ramírez
Asistente de producción Lola Cuevas Núñez
© El León de El Español publicaciones S.A.