
Noemí Pereda, catedrática de Victimología.
Noemí Pereda, catedrática de victimología: “En España, uno de cada cinco niños sufre algún tipo de violencia sexual”
La experta denuncia la situación y llama la atención a las instituciones incidiendo en la prevención.
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“Somos 11 personas y una pizarra”, resume al principio de esta conversación con determinación Noemí Pereda, catedrática de victimología y directora del grupo GReVIA de investigación en victimización infantil y adolescente de la Universidad de Barcelona.
“El grupo lo formamos doctorandos, postdocs y cuatro profesoras, Alba, Mila, Georgina y yo misma”, completa la catedrática, con el perfil de la Ciudad Condal detrás de su ventana. “En la pizarra apuntamos todos los proyectos en los que participamos, los que solicitan y los que salen, intentamos conectar con muchas personas”.

La catedrática con Barcelona al fondo desde su despacho.
Enhorabuena por su cátedra, tan reciente…
Sí, del 3 de abril. Ha sido un proceso largo, pero lo que más me enorgullece es el tema: es una cátedra en victimología, lo cual quiere decir que se reconoce por parte de la sociedad académica un interés en el estudio de las víctimas, y especialmente, de las menores de edad.
¿Diría que ha sido un reconocimiento lento en nuestro país?
Ha sido lento, a pesar de que es muy positivo para la sociedad. En un momento en el que estamos tan pesimistas como país en general, es más que importante.
¿Se trata de un área de estudio reciente?
El primer trabajo que hay en España sobre abuso sexual infantil es de 1994, de Félix López. No hace tanto tiempo. Nosotros creamos este grupo de investigación en 2009, es el primero español centrado sólo en violencia contra la infancia y la adolescencia.
¿Cómo llegó hasta este tema?
Mis orígenes son de Galicia, vengo de una familia muy acogedora de niños que a veces perdían a sus padres o que se iban a trabajar a Cuba. Estudié psicología y tenía muy claro que quería trabajar con aquellos que sufrieran más, donde hubiera más posibilidades de reparar de forma temprana.
En 1998 fui de Erasmus a Cardiff y descubrí un tema que aquí no se hablaba: la violencia sexual contra la infancia y el maltrato infantil. Luego, en una estancia predoctoral en 2001 en Estados Unidos, conocí a un autor, David Finkelhor, en la Universidad de New Hampshire.
Finkelhor sería como 'el padre' de estos estudios sobre victimología infantil. A partir del conocimiento de su modelo, quise crear un grupo de investigación para buscar cómo aplicarlo en nuestro país, con el interés de entender las causas, el efecto y cómo prevenir la violencia en los niños.
¿Cuáles fueron sus primeros hallazgos?
Primero teníamos que establecer la prevalencia, porque las cifras oficiales siempre subestiman la violencia infantil. No se denuncian estos casos muchas veces porque el niño no es capaz de salir de su entorno y poner una denuncia, tiene que ser un adulto.

Rubén Fernández-Costa conversando con la experta en Victimología.
Entonces, realmente, fue la apertura anglosajona lo que le ha permitido traerlo aquí…
Totalmente. Me sorprendió que en otros países se estuviera trabajando tanto y que aquí fuéramos tan retrasados. Aparte del interés profesional, siempre ha habido en mí una motivación prosocial. La infancia y la adolescencia son el grupo de edad más victimizado de la sociedad, sufren violencia por parte de aquellas personas que les deberían cuidar.
Y, ¿por qué los anglosajones sí estudian este tema?
Es algo cultural. España va atrasada en muchos sentidos en lo social. Aún se entiende como algo voluntario, opcional e incluso condescendiente. Por ejemplo, aquí sabemos que los niños tienen acceso a la pornografía demasiado temprano y lo que no tiene sentido es prohibirlo porque un adolescente va a conseguir acceder a ello igualmente. Hay que hacer mucho más.
Disculpe que le pregunte pero… ¿por qué esta asignatura de Victimología se imparte en la facultad de Derecho y no en la de Psicología?
Sí, no deja de ser irónico… En Psicología no se incluye aún ninguna asignatura que nos forme para tratar a una víctima, eso es a posteriori. Impartimos Evaluación psicológica infantil y otras asignaturas, pero Victimología se estudia en Derecho.
Hago y hacemos mucha formación, claro está, para Save The Children, UNICEF, Fundación Diagrama… Colaboramos con, prácticamente, todas las organizaciones que nos los solicitan. No entendería otra postura ni la investigación en este ámbito.
¿Ha tenido muchos apoyos institucionales?
He tenido ayudas, pero sobre todo de entidades privadas, como La Caixa o la Fundación de Alicia Koplowitz. Tenemos poca conexión con la Administración Pública. Hemos intentado mucho trabajar con el Ministerio y al final hemos tenido que buscar fuera para que se subvencionen estudios de este tipo.
Te das cuenta de que en España aún falta conexión entre las evidencias académicas y las políticas públicas. Es verdad que durante mucho tiempo la universidad española se ha separado de la sociedad, pero el problema está en que la Administración Pública no escucha. Ya sea el Ministerio de Juventud e Infancia o el de Asuntos Sociales, este tema es grave.
Cuando veo determinados planes que se ponen en marcha sin haber contado con profesionales que están, estamos, trabajando como científicos sobre ese tema desde hace años, me sorprende.
¿Cuál es la situación real en España y Europa?
Si el Gobierno quisiera sacar pecho de nuestra investigación, podría hacerlo. Hay equipos que estudian el bullying en la universidad de Córdoba, sobre ciberviolencia en la Universidad Autónoma de Madrid, estamos nosotros, otros grupos en Galicia… Y todos estamos de acuerdo en que esto no tiene que ver con el género.
Estamos en la media europea en cuanto a número de casos en tema de abuso sexual, cifras de entre un 10-20 %. Uno de cada cinco niños sufrirá alguna forma de violencia sexual antes de los 18 años. En cuanto a esto, las cifras en Reino Unido son más elevadas, pero aquí tenemos mucha violencia física y castigo corporal. Entre físico y emocional sería de uno en cada cuatro.

La catedrática especializada en Victimología en su despacho.
¿Qué certezas ha encontrado científicamente?
Hay una clave en la que nuestro país no está alineado: la violencia contra la infancia y la adolescencia no se explica desde la perspectiva de género, sino desde la perspectiva de la infancia. Esto está más que demostrado, la asimetría no es de género sino de edad.
De hecho, existe una teoría muy demostrada, la 'victimología del desarrollo', que lo explica. Hay un empeño general en vincular este tema con la ideología de género cuando no tiene correlación. Ni en las consecuencias ni en los factores de riesgo ni en el tratamiento.
Los agresores son hombres o mujeres que mantienen una posición de poder y autoridad por ser adultos. El abuso sexual depende del contexto: en el eclesiástico, donde hemos hecho muchos estudios, la mayoría son niños. El género hay que analizarlo, pero no como sesgo principal.
A nivel de políticas públicas no se entiende que son víctimas directas. Si se habla de violencia vicaria estás invisibilizando. Los menores no son sólo un objeto de la mujer que el hombre usa para dañarla.
¿Por qué cree que esto se plantea así?
En España se han hecho planes de actuación sin evidencias científicas, con una efectividad no demostrada y ahora replantearlos supone un coste.
Esto es lo que denunciamos y por eso terminamos trabajando con entidades privadas, que son las que se atreven a subvencionar este tipo de estudios. Hay que evaluar el impacto de las medidas públicas y en España ese mecanismo no existe.
Educar con datos
¿Y cuál es su opinión respecto a la educación?
La educación es otro tema importante. Cuando educas desde una perspectiva que hace entender que el otro género es el enemigo, la reacción de los adolescentes será el rechazo total al feminismo. La visión que se ha dado los ha puesto en contra.
Cuando decimos educación afectiva y sexual, no hablamos de una persona sin formación específica llegando a un colegio. Tiene que ser universal, manualizada, para que los padres sepan qué se les va a enseñar a sus hijos. Y trabajando valores como la empatía, la propiedad del cuerpo, la pornografía… De otro modo puede ser contraproducente.
¿Sabemos los efectos de la pornografía?
Sí, son muy adversos. El estudio del profesor Ballester, de la Universidad de Baleares, por ejemplo, ha encontrado que en la primera relación sexual los chicos creen que el ahogamiento es una práctica muy sexy, que a la chica le va a gustar tanto como a él.
No se ha hecho el trabajo educativo bien, y cuando se ha hecho, ha habido una negligencia social en el cuidado de la educación en relaciones para los adolescentes. El porno existe, no hay que perseguirlo, hay que hacer que ellos tengan pensamiento crítico y ayudarles a erotizar el consentimiento.
Se les ha dejado solos, olvidando que irían a Internet y eso nos ha pasado por el lado. Buscan ahí la información manipulada y la gran empresa pornográfica busca a los adolescentes también, porque sabe que van a ser consumidores muchos más años si se enganchan.
¿Hasta qué punto es nuestra responsabilidad que todo esto suceda?
Lo es. La sociedad actual ha tolerado mucha violencia. No podemos pedirles a los adolescentes que no sean violentos cuando estamos viendo a un político que insulta a otro de un modo que hace pocos años no se hubiera tolerado.
Con la pérdida total de fe de los adolescentes en las instituciones, ¿cómo les vas a pedir que tengan valores si han perdido la fe en la justicia y los jueces, en la religión y la iglesia, y eso se ha extendido a la propia familia? Hay programas en los que las personas presumen de cobrar por mantener relaciones sexuales. Existe una incoherencia grave entre lo que queremos educar y la realidad social.

Noemí Pereda durante la entrevista.
El tema de los influencers da para bastante…
Tenemos instagrammers e influencers que expanden esa visión de 'no confíes en nadie, porque la sociedad está muy mal', sin pensar que hay tanta depresión y conducta suicida como no ha habido nunca en nuestro país.
La educación sexual viene de la pornografía y sus opiniones de los influencers. Yo me pregunto algo: si la conducta suicida es una de las causas principales de muerte de adolescentes en nuestro país, ¿cómo podemos tolerarlo?
Y luego están los perfiles de redes azules…
Ya, OnlyFans. Unas estudiantes universitarias me preguntaban el otro día si vender fotos de tus pies se consideraría prostitución. Yo les devolví la pregunta. '¿Vosotras qué creéis?'. 'No', me respondieron. Yo pensaba que ya teníamos superado que el sexo es mucho más que la penetración.
'¿Para qué quiere esa persona las fotos de tus pies, ¿para un libro de podología? ¿O es para estimularse sexualmente?', les pregunté. El problema es que después de esas fotos siempre hay un paso más. Ahora se llama sugar daddies a este comportamiento dándole una connotación de ternura, viajes y aventuras, éxito o dinero.
En un estudio con Save the Children hemos podido comprobar que muchos menores reciben mensajes por redes de sugar daddies que les proponen pagarles los estudios o viajar. En paralelo, hay muchas influencers que lo hacen y lo difunden.
Se blanquea lo que es algo terrible con consecuencias demostradas que van de la mano de problemas futuros de salud mental y que pueden desembocar en conductas suicidas, porque no es todo tan bonito. Esto va creciendo en intensidad y resulta cada vez más invasivo.
¿Las redes sociales favorecen esto?
Así es. El proceso es el siguiente: si cuelgas una foto con menos ropa, tendrás más followers, si tienes más fotos, más likes, si me envías un video bailando desnuda, te paso un poco de dinero… Al final es un proceso imparable.
Con los gamers tenemos otro problemas. Entre los jóvenes que juegan se filtran pedófilos que les envían peticiones para que dejen la cámara encendida en el cuarto mientras se cambian o duermen y a cambio ellos les compran 'vidas' en el juego o 'ventajas' para sus personajes online.
¿Puede el abuso provenir del entorno más cercano?
Correcto. La idea del desconocido ha calado en la sociedad porque es más fácil de asumir. Pero muchos niños y niñas sufren maltrato sexual o violencia por parte de su entorno más cercano.
¿Y cómo se puede descubrir y evitar?
El síntoma más claro en niños más pequeños es un cambio de conducta sin motivo aparente. Por ejemplo, la niña iba contenta al colegio y ya no quiere ir. O iba feliz con su abuelo y ya no quiere ir. O también la conducta sexualizada repentina, ¿de dónde viene eso?
Entre los seis y los doce años se suele observar mucha depresión, tristeza o retraimiento. Piensa que no les gusta lo que están viviendo, pero no pueden pararlo. Quieren a su agresor, pero no quieren que les haga eso. Por eso es tan importante, sin alarmismo, detectarlo pronto.

Noemí Pereda posa durante su entrevista.
Hay psicólogos forenses especializados. Ahora tenemos un modelo, Barnahus, la 'casa de los niños' en islandés, que ha llegado con apoyo de Save The Children y la Comisión europea. Se está implementando en casi toda España a través de las consejerías de cada provincia. Gracias a esto se puede confirmar si existe algún problema de un modo seguro.
Si hablamos de violencia, hay que recordar que no es relativa culturalmente. No se puede hablar de país o zona o tipo de familia para justificarla. La violencia contra la infancia no es tolerable en ningún contexto. Todos los países del mundo han ratificado la convención de los derechos del niño. Todos menos Estados Unidos por motivos distintos.
Está demostrado que la mayor parte de los problemas de salud mental provienen de la infancia. Si inviertes en ellos tendrás ciudadanos prosociales. En realidad, como los niños no tienen voto, no existe un lobby de infancia, sólo tenemos organizaciones como Save the Children o UNICEF. Y los estudios serios que se hagan en colaboración con las universidades.