El concurso Nuevas caras, de la Valencia Fashion Week, es el motivo por el que Marta Ortiz fue descubierta. Hasta ella llegaron aquellos que en la época eran conocidos como cazatalentos. Ese momento hizo que su vida diera un giro inesperado y, con tan solo 15 años, se fue, cogida de la mano de su padre -su madre es médico y le era más difícil acompañarla- a desfilar a París para Vivienne Westwood. Marta recuerda esos instantes con cierta nostalgia, y se cataloga a sí misma como una auténtica Hannah Montana, ya que cada inicio de curso ella, en lugar de reencontrarse con sus compañeros y contarse las anécdotas del verano, estaba inmersa en una especie de circuito looping que la paseaba por las diferentes fashion weeks.
Una trayectoria que la ha llevado a convertirse en una de las modelos más interesantes del panorama nacional e internacional. Aquella sensación de vértigo y locura se vio interrumpida por la Covid-19 y el confinamiento. Pero esa no fue una razón que frenara su deseo de llevar a cabo proyectos que, como la moda, van más deprisa que el viento. Su espíritu activista se puso en marcha y lanzó una iniciativa a través de redes sociales para poner en valor marcas españolas.
Esto, fusionado con su necesidad de acelerar la sostenibilidad en el mundo de la moda, la llevó a crear y a convertirse en la fundadora y CEO de Matiz, un site de venta de prendas de lujo de segunda mano, con la finalidad de provocar un cambio en la manera de consumir.


Su debut fue en París con Vivienne Westwood con tan solo 15 años, ¿qué significó para esa niña ese gran salto?
Unos grandes almacenes convocaban un concurso que se llamaba Nuevas caras y el premio era desfilar en la Valencia Fashion Week. Salí elegida y, cuando terminé de desfilar, un booker me fichó para su agencia y a los días de estar allí me fui a la Semana de la Moda de París.
Le acompañó su padre. Sería toda una aventura
Es un mundo de adultos, y al final tienes 15 años y sigues siendo una niña. Tuve ese momento Hannah Montana. Seguía en el colegio, pero luego me tenía que ir un mes a hacer fashion weeks. Cuando empezaban las clases en septiembre, yo no iba y de repente llegaba en octubre.

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¿Cómo le afectó?
Te hace crecer muy rápido mentalmente, te saltas un poco la etapa adolescente. Pasas de ser una niña de 14 o 15 años a ser una adulta y a tener problemas como tal. Por ejemplo, tienes que hacer la declaración de la renta, saber coger un vuelo sola, buscarte la vida... Por aquel entonces no había móviles, no existía Google Maps y yo hacía los castings con un mapa. La noche anterior tenía mi libreta, que la encontré el otro día en Valencia, y me iba poniendo las citas y los metros que tenía que coger, dónde tenía que cambiar o cómo tenía que llegar.


Ha trabajado con firmas como Chanel o Vivienne Westwood. ¿Cuál ha sido el momento más emocionante en su carrera?
He tenido varios. La primera vez que desfilé en París fue un desfile muy emotivo porque era para Vivienne Westwood. Para mí, ella era una institución, no solo a nivel moda, sino a nivel activista. Pero luego he tenido otros, cuando me fui a vivir a Nueva York, con 17 años, y acababa de terminar el colegio. El desfile para Chanel en el Grand Palais, los dos meses que me fui a vivir a Japón... Tengo varios momentos con los que podría escribir un gran libro.

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Ha desfilado dos veces para Chanel, imagino que como modelo fue un sueño cumplido. ¿Ǫué le pasó por la cabeza esos segundos antes de salir a la pasarela?
Es curioso, porque yo lo estaba viviendo como una persona desdoblada, es decir, como que no era consciente de lo que estaba viviendo. Me llamaron dos días antes y me dijeron que tenía el fitting, y dos horas después estaba confirmada. No se lo dije ni a mis padres. No por no gafar, sino porque no me lo creía. Pensaba que no me podía estar pasando a mí. Esto es algo que sentimos muchas mujeres, que es el síndrome de la impostora. Este pensamiento es algo muy femenino. Hasta que no salí del desfile y llamé a mi madre, no me lo creí.

¿No le dijo nada a nadie?
No, no dije nada porque estaba como anonadada. Cuando ya pasó, fue el momento de creérmelo. Es un fastidio porque no lo disfruté como debería. Empecé a disfrutar a mitad de pasarela, porque estaba con el runrún de que estoy aquí, que esto está pasando. Como nunca había desfilado en el Grand Palais no podía hacer una proyección y una manifestación de esa situación. Pero, al final, recuerdo el momento del último retoque y tener a Karl Lagerfeld delante diciendo: “Ok, let’s go”. Es gravedad cero, como subirte a una montaña rusa y tener esa sensación de caer al vacío, pero al mismo tiempo mariposas en el estómago.
Se dice que las segundas partes no son buenas, pero en lo que respecta a la moda no es una afirmación correcta. La posibilidad de dar una segunda, tercera o incluso cuarta vida a la prenda es la clave para conseguir un armario, no lleno de piezas que sigan las tendencias, sino de prendas que tengan y que cuenten una historia que querrás escuchar una y mil veces.



¿Matiz lo manifestó?
Es un proyecto que ha sido muy orgánico. Llevo más de 15 años trabajando como modelo y sigo en ello. A raíz de la pandemia, saqué una iniciativa en redes sociales para dar a conocer marcas made in Spain que tuvieran materiales sostenibles y que utilizaran el savoir faire que tenemos en España, que creo que no le damos el valor suficiente. Otros países como Francia, por ejemplo, sí que lo hacen. Aquí tenemos muy buenas calidades y muy buenos artesanos, y creo que habría que darles voz, sobre todo en ese momento de incertidumbre en que no sabíamos lo que iba a pasar.
La iniciativa fue muy bien, empecé a conocer muchísimas. Sorprendentemente, del 80% de las marcas que descubrí en esa iniciativa no tenía conocimiento de ellas. Ahí pensé que si yo no las conocía, ¿cómo iban a hacer para llegar a su consumidor final? Entonces, decidí juntarlas en una plataforma para darles un altavoz y que pudieran vender a través de un mismo sitio. En 2021, lanzamos Matiz y siempre tuvimos el apartado de segunda mano, porque yo soy una apasionada de toda la vida de la segunda mano y también de la sostenibilidad.
¿Cuándo descubrió el mundo de la segunda mano? En España es más complicado, no hay tanto acceso y todavía la gente es un poco reticente.
Sí que hay muchísimas tiendas de segunda mano y hay muchísima oferta, pero no hay demanda. No la hay por un tema de estigma que gracias a Dios está cambiando. La nueva generación viene con un chip totalmente distinto. El 50% ya ha comprado ropa de segunda mano y el resto ha considerado hacerlo en este año. Con lo cual, son datos que nos dicen que es una industria que está en crecimiento, que ha venido para quedarse y que funciona.
Personalmente, siempre he tenido amor y pasión por la segunda mano, y me viene de familia. Mi madre estudió en Londres y siempre ha tenido un estilo muy personal. Al final es lo que te permite la segunda mano. Te permite contar historias que el resto no puede contar. Hay piezas que son únicas. Es muy complicado encontrar siquiera una parecida. Nosotros hemos tenido piezas que se han hecho virales en redes sociales y la gente nos pregunta por ellas. Entonces tenemos que explicar que son modelos únicos, que podemos encontrar algo parecido, pero nunca igual. Va a ser prácticamente imposible. He crecido con eso en mi cabeza. Con mi madre llevándonos a tiendas de segunda mano.
“La nueva generación viene con el chip totalmente cambiado y diferente. El 50% ya ha comprado ropa de segunda mano y el resto ha considerado hacerlo en este año”- Marta Ortiz


Luce pantalones de Care Label, una chaqueta mostaza de archivo de Thierry Mugler así como un reloj y pendientes vintage.
¿En qué momento decidió dar el paso de lo online a lo físico?
Teníamos un pequeño showroom en el que, bajo cita previa, podías venir a probarte las cosas, pero en una habitación pequeña. Era muy incómodo tener la oficina y que la clienta entrase ahí. Era una experiencia que para el principio estaba bien, pero sí es cierto que para piezas más especiales, como por ejemplo los modelos de archivo, es mejor verlas expuestas, tocarlas, tener esa sensación que te permite una tienda que no la tienes con solo la venta online.
En este espacio empezamos a hacer pop ups, para ver cómo funcionaba offline y vimos que tenía una muy buena acogida y que la clienta que compraba offline, luego se atrevía a repetir online. Entonces, me tiré a la piscina una vez más y abrimos espacio físico. ¡A por todas! Al final, como en el mundo de ser modelo, siempre he dicho “a por todas”, pues en el mundo empresarial, igual. Si funciona; fenomenal, y si no funciona, buscaremos otra cosa. Lo que siempre pretendo es justamente no quedarme con él “¿qué hubiera pasado si...?”. Intento tirar hacia adelante. ¿Ǫue no funciona? Pues hemos aprendido.
Si pudiera cambiar algo de la industria de la moda. ¿Ǫué sería?
Cambiaría muchísimas cosas, la verdad. Empezaría por el tema de los tejidos, que creo que es muy importante. El 80% de la polución viene por la fabricación de los tejidos. El poliéster es petróleo. A nivel personal es muy nocivo, pero luego también a nivel de fabricación. Cambiaría los espacios en los que se vulneran los derechos de los trabajadores. Volvería un poco a como era antaño, a tener prendas de calidad y poca cantidad. Pero bueno, eso es complicado ahora con las redes sociales. Creo que son un arma de doble filo en muchos aspectos, y en el mundo de la moda lo son. Nos han venido regulín.

¿Cree que la sostenibilidad y las tendencias están reñidas en este momento?
Están reñidas, y más con las empresas de fast fashion y ultrafast fashion que tenemos ahora. Es muy complicado que se pueda regular porque hay que hacer una inversión de dinero muy grande.
A nivel de consumidor, la gente quiere seguir pagando un precio que es de risa, dos euros por una camiseta, pero también que sea sostenible. Eso no puede ir de la mano. Si quieres que algo sea sostenible y hecho en España, obviamente los precios de fabricación tienen que ser unos muy diferentes a los que estamos acostumbrados. El tejido, el packaging, el envío… Todo eso hace que el incremento de la prenda suba. Es inevitable.
¿Cómo ha sido acogido su proyecto dentro de su entorno?
Creo que es una alternativa que hace honor al amor que siento por el mundo de la moda. Soy una apasionada y estoy buscando una solución a un problema que es la sostenibilidad. Matiz es eso: nuestra misión es luchar contra el fast fashion y hacerlo vestida siempre de punta en blanco.
“Soy una apasionada de la moda y estoy buscando una solución a un problema que es la sostenibilidad. Matiz es eso, nuestra misión es luchar contra el fast fashion y hacerlo vestida de punta en blanco”- Marta Ortiz





¿Cómo realiza la selección de las prendas? Imagino que tiene que ser algo muy cuidado y especial.
Todas las prendas que veis en la tienda online y offline las selecciono personalmente. Tenemos varias maneras de buscarlas: tanto online, con proveedores, como la compra directa a clientas. Contamos con una selección muy especial, por ello necesito un abanico muy amplio con las que ponemos en valor las piezas tan únicas como las que tenemos ahora mismo.
Eso también es lo que la diferencia de otras plataformas de segunda mano.
Lo que quería evitar a toda costa es ser una tienda de segunda mano al uso, en las que entras y puede tener un olor a cerrado, en las que está todo apelotonado, que no está categorizado, que no tiene un estilo definido... Para mí era muy importante crear marca y que la gente sepa y conozca el estilo que tenemos en Matiz.
En realidad refleja también su propio estilo.
Muchas de las prendas me las quedaría. Se me va un trocito de corazón, cuando vienen clientas y las compran.



Pendientes y colgante vintage de Matiz, con blazer azul marino vintage de Valentino vintage de Matiz y sandalias de Prada.
¿Cómo autentifica las prendas o los bolsos?
Intentamos que toda la selección de Matiz sea anterior a los 2000. Entonces ahí ya estás quitándote muchísimas falsificaciones porque casi no había. Cuando nos entran modelos que son más recientes o que se han hecho tendencia, trabajamos con una aplicación de inteligencia artificial que verifica al instante la prenda o el bolso.
¿Ǫué opinión tiene en relación con las falsificaciones?
Sobre esto podríamos hablar durante horas. Estoy totalmente en contra de las falsificaciones y nunca he entendido a la gente que opta por ellas. No es por un tema de precio, es por un tema de valores. Es que si no puedo permitírmelo, optaría antes por una marca que no sea tan conocida, que tenga un diseño bueno, con una piel de calidad antes que comprar una falsificación. Pero luego todo depende de la educación y de muchos otros factores.
¿Cuál es el mayor reto al que se ha enfrentado a la hora de emprender?
Esto es prueba y error. Vas aprendiendo a base de preguntar mucho. Hay que pedir ayuda y no hay que tener vergüenza al decir que no sabemos hacer una determinada cosa.


Marta Ortiz lleva un vestido vintage, un bolso de Jamine Puech, un par de zapatos Saint Laurent y pendientes vintage.
¿Cómo definiría a la mujer que opta por comprar en Matiz?
Muy segura de sí misma. La gente que lleva segunda mano tiene un plus en personalidad. Una apasionada de la moda. Con unos valores muy establecidos, porque sabe que si está comprando de segunda mano, está ayudando a la sostenibilidad y al planeta. Básicamente, está reutilizando algo que tiene una segunda, tercera o cuarta vida.
Elegante, sofisticada y con un punto clásico, esa es la tarjeta de estilo de Marta. Una apuesta por la calidad en lugar de la cantidad, y que pone en valor tanto los materiales, como la producción y el diseño. La modelo aboga por compras sensatas que puedan pasar de generación a generación.

¿Se considera embajadora del ecolujo?
Sí, 100%.
¿Cómo lo definiría?
Buena calidad. Con una historia detrás.
¿Ǫué le diría a su yo de los 15 años?
Confía, no te adelantes. Confía y siempre escucha a tu intuición, que es algo que las mujeres tenemos muy a flor de piel y muchas veces, o la mayoría de veces, no le hacemos demasiado caso.