
La cirujana posa en una entrevista para Magas.
Adela Sáez, la granadina premiada como mejor cirujana de España: "Vienen de todo el mundo para que les opere"
Esta especialista ha recibido el Premio Nacional de Medicina Siglo XXI, que se suma a otros muchos. El secreto de su éxito está en "el amor al paciente".
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"Desde que tenía seis años ya quería ser cirujana". Esta frase que fue un deseo infantil, se ha convertido en una realidad después de mucho esfuerzo y estudio, que ha tenido su recompensa. Adela Sáez Zafra (42 años) es una prestigiosa profesional que atesora un buen número de galardones que certifican su excelencia. El último, el Premio Nacional de Medicina Siglo XXI, que ha recibido por su labor en el campo de la Proctología Láser.
No es el único, solo por destacar dos: en 2019 recibió el Premio a la Excelencia Profesional otorgado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad; y en 2020, el Premio Nacional Doctorial Awards al especialista mejor valorado en España por pacientes y profesionales en la especialidad de Cirugía General y del Aparato Digestivo.
Recibimos a la doctora en las instalaciones de Magas EL ESPAÑOL en Madrid, viene de su Granada natal, donde vive y trabaja en el Hospital Vithas Granada; también da clases en la universidad. Llega nerviosa, sonriente e impecable, dando las gracias por la oportunidad. La humildad queda patente en los primeros segundos del encuentro, donde hemos hablado de medicina sin tecnicismo, de empoderamiento femenino y de sueños cumplidos y por cumplir.
La charla comienza con sorpresa: "También hice la carrera de danza clásica española en el Conservatorio de Danza de Granada a la vez que la de Medicina". Pero sus pasos de baile no iban encaminados al escenario, sino hacia el quirófano. No tiene antecedentes familiares, aunque parece que estaba predestinada a coger el bisturí y habla de su trabajo y de su relación con los pacientes con verdadera pasión.
"Siempre he tenido tres cosas muy claras, ser cirujana, ser madre y empoderarme en mi profesión. Todo esto ha sido posible también gracias a mi marido y a mis padres. Ellos son magos o protagonistas de esto, sin olvidarme de Dios, porque soy una persona muy creyente".
¿Has pensado alguna vez de dónde te viene esa pasión quirúrgica?
No lo sé, porque no tengo ni un familiar médico. Debe ser algo divino (risas). Me apasiona, me gusta hasta que me caiga la sangre en la cara cuando opero y me encanta cómo huele el hospital.
De pequeña le pedía a mi madre un corazón de vaca para abrirlo y cosas así. Soy una friki de la cirugía, aunque hoy en día optamos por técnicas mínimamente invasivas como la laparoscopia.
Tengo gemelas y estuve operando hasta 20 días antes de dar a luz, y me reincorporé a las dos semanas del parto. Desde entonces, compagino las dos cosas porque no podía parar esa vocación, todo ese esfuerzo que me ha costado conseguir mi sueño. Ahora mis hijas me ven como un ejemplo y quieren ser doctoras.
"Esta profesión es una mezcla de regalo y responsabilidad, porque un paciente deja en tus manos su estado de salud, que es lo más preciado que tenemos"
Solo tienes 42 años y ya cuentas con una carrera apabullante, ¿te consideras un portento?
Qué va, no tiene mérito porque me gusta muchísimo estudiar, aunque es cierto que tienes que competir con gente de mucho nivel desde el punto académico. Esta profesión para mí es una mezcla de regalo y responsabilidad, porque ves que un paciente deja en tus manos su estado de salud, que considero que es lo más preciado que tenemos en la vida. Se puede ayudar, salgan las cosas bien o no. Amando al paciente siempre se puede hacer algo. Ese es el secreto: el amor.

La cirujana, en un momento de la entrevista.
Y dentro de la cirugía, te has especializado en diferentes ramas. ¿Tienes preferencia por alguna?
A mí de la cirugía me gusta todo, aunque me he enfocado mucho en la endocrina, que abarca la oncología mamaria con reconstrucción inmediata del pecho. Odio la mutilación en la mujer, es algo que para mí no existe. Reconstruir es posible en la mayoría de los casos, con prótesis, con músculos, como sea. La mujer tiene que salir reconstruida de quirófano.
¿No es lo que la mayoría desea?
No, y son difíciles de convencer, porque cuando llegan a consulta lo único en lo que piensan es en curarse, nada más. Vienen muy preocupadas, porque lo cierto es que la incidencia en este tipo de cáncer es muy alta: una de cada ocho mujeres tenemos riesgo de padecerlo. Cuando les propones la reconstrucción en la misma operación hasta les caes mal (se permite una pequeña broma).
También soy especialista en tiroides, donde el cáncer no tiene tratamiento porque es quimio y radioresistente. O llegas a tiempo o no. Es precioso operar a un paciente y que salga de quirófano con su problema en un bote. Además, hay algunos tumores que van asociados a la línea familiar, así que yo les digo a mis pacientes que son un regalo para los demás, porque les dan un aviso para la prueba de prevención, que es donde está la curación.
El último premio que has recibido es por tu labor en la Proctología Láser.
Sí, es algo que está en muy poquitos sitios de España y yo ya llevo 800 operados por esta técnica. Este tipo de problemas del culete (fístulas, hemorroides, abscesos, etc.), como dice el anuncio, el paciente lo sufre en silencio y vienen a consulta como a escondidas.
El láser ha permitido operar toda la patología proctológica a la vez y acabar con uno de los efectos más limitantes como la incontinencia. A los pacientes que dudan si operarse les digo que si no pasan por quirófano se quedarán con un pañal.
Tras la cirugía, se van el mismo día a casa, se utiliza una sedación, no hay que intubar y el posoperatorio es mucho mejor que en la cirugía tradicional. Antes, en una operación hemorroidal, podían estar más de cinco meses de baja, ahora son unos pocos días malos. La verdad es que va muy bien y ha venido gente de todo el mundo para que la opere.
¿Qué labor didáctica haces para acabar con miedos y reticencias?
Mira, yo digo que vivir es urgente y, además, les doy truquillos como si fueran para mí, me pongo en su lugar. Se acabó eso de que hay que estar a dieta de por vida cuando tienes ese tipo de patologías o que no puedes tomarte una copita de vino o un daiquiri. Hay que recuperar la vida en la medida de lo posible y siempre seguir las pautas que les doy, como si fueran soldados. A veces les digo a mis pacientes: "Te voy a cuidar siempre y si me muero, lo haré desde arriba".
"A las mujeres que opero de diástasis abdominal, les cierro un poquito más los músculos y, tras la recuperación, parece que llevan dos años haciendo 'crossfit'"
La diástasis abdominal es otro de tus campos de actuación, ¿qué relevancia tiene esta operación para las mujeres?
Este problema que afecta a la mujer por los partos, la obesidad, la edad, por causas congénitas, etc., es importantísimo. A veces piensan: '¿Me voy a operar por nada?', pero lo cierto es que no se sienten bien con su físico. Además, tienen problemas para adelgazar, no les sientan bien las comidas, pueden padecer incontinencia urinaria... No es solo una cuestión estética y de hecho no está contemplado en esa especialidad médica.
Entonces, siempre que esté indicado, lo que hago es cerrar esa diástasis para devolver los músculos a su sitio original e incluso la cierro todavía un poquito más para dejarlas mejor, con el vientre más plano, coloco la malla y quito la piel sobrante. ¡Lo reparo todo! Después del tiempo de reposo y recuperación, que dura algo más de dos meses, parece que llevan dos años haciendo crossfit. Sirve para que las mujeres se empoderen y vuelvan a ser funcionales.

Adela Sáez, en quirófano. Redes sociales
Adela, has pasado por la sanidad pública, ¿prefieres la privada?
Yo sí. En la pública hay profesionales estupendos, pero no es mi manera de trabajar. A mí me gusta conocer al paciente, sentarme con él con tiempo, explicarle qué quiero hacer, que tenga mi teléfono personal.
Tampoco me gusta operar listas de espera. No encajé ahí porque sufría mucho. Yo quería ir a ver a mis pacientes sábados y domingos porque la enfermedad no entiende de días, ni de horas.
¿Y de dónde sacas las horas?
Bueno, yo siempre digo que si no quieres una profesión con esta dedicación, no seas médico, haz otra cosa. Yo tuve un embarazo gemelar y eso no pudo con mi vocación ni va a poder nunca, porque mis niñas forman parte de esta historia.
Pero también aclaro que esa entrega debe estar dentro de lo lógico. Por ejemplo, cuando alguien está recién intervenido y necesita algo, hay que estar. Los pacientes son los protagonistas, pero ellos también tienen que responsabilizarse y seguir mis indicaciones. Soy una médico muy mandona y un poco dictatorial. Les digo cosas como 'si no adelgazas o si no dejas de fumar, no te opero'.
"Me ha pasado estar explicando una cirugía y al terminar que me hayan preguntado: "¿Y quién me opera?". Le he respondido que yo y la persona se ha quedado sorprendida"
Te han otorgado varios importantes galardones, ¿qué suponen para ti?
Con el primero, en 2017, no me lo creía y al principio es verdad que no les daba tanta importancia, aunque sí la tienen. Ahora sí lo pongo en valor, sobre todo por mis hijas, porque para ellas es especial, les hace mucha ilusión.
Yo no soy nadie, soy una más en un equipo donde tomamos decisiones con respecto a la salud de las personas. Eso es lo más bonito de la cirugía, contar con compañeros para trabajar juntos.
Y además pasas a convertirte en un referente...
Sí, la gente me busca, me llaman de muchos colegios para que dé charlas, sobre todo dirigidas a la mujer, para que se incluya en el mercado laboral. Estamos liderando puestos de trabajo en los hospitales, donde ya hay un alto porcentaje de cirujanas.
Y aun así, sigue faltando visibilización. A mí me ha pasado estar explicando una cirugía a un paciente y al terminar que me haya preguntado: "¿Y quién me opera?". Alucinada, le he respondido que yo y se ha quedado sorprendido.
Aún muchos esperan al médico y a la asistente femenina: no lo permito. No solo eso, cuando nos dan un premio a nosotras en vez de entregárselo a un cirujano hombre 15 años mayor, sigue chocando.
Antes hablabas de tu marido, ¿qué ha supuesto él en tu carrera?
Mira, le conocí un mes de enero y me casé en diciembre, así que tengo claro que debía ser él. Tiene un gran puesto de trabajo, pero se ha quedado en un segundo lugar muchas veces para que yo pueda avanzar. Formamos un equipo y juntos nos empoderamos el uno al otro. Así tiene que ser.
Has conseguido muchos retos, ¿te planteas alguno más a corto plazo?
Cuanto más difícil sea, mejor. Quiero montar la unidad de medicina estética de pacientes de oncología para empoderar esas caras mientras están con la quimioterapia. Hice la especialidad con Carla Barber, pero no he querido dedicarme a ello, porque lo que me gusta de esa rama es la reparación, por ejemplo, para simetrizar un labio leporino y otros problemas.
Quiero humanizar la estética en el cáncer: verse mejor físicamente mejora el estado de ánimo y eso incide en la curación también. Es otra forma de ayudar, la estética no es una facturación.
¿Hay que ponerle freno a los retoques sin límite?
Yo ahí no entro, no entiendo esas mentalidades. Pero para los profesionales es sencillo, solo hay que decir que no. Yo, por ejemplo, si quieres que te ponga dos globos en el pecho, no lo voy a hacer, ni siquiera en la reconstrucción; tiene que ser algo anatómico que resulte natural.
Adela, ¿un sueño por cumplir?
Me encantaría irme a fronteras de países en conflicto o del tercer mundo a operar niños y formar una fundación para ayudar a pequeños desfavorecidos con problemas médicos. Es algo que haré en cuanto pueda y, por supuesto, me llevaré a mis hijas, ellas también pueden colaborar haciendo cosas como enseñarles a leer o jugar con ellos.