Entrevista

Cecilia Suárez arrasa en Netflix como una malvada matriarca: "No todas las mujeres están 'hechas' para ser madre. De verdad lo creo"

Ahora, con la serie El Jardinero, y muy pronto con Serpientes y escaleras, Cecilia Suárez es la actriz del momento: la que fuera novia de internet con el personaje de Paulina en La casa de las flores, llega con dos interpretaciones de altura: La China y Dora.

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Tiene la tradición española dos ideas del amor: la de Quevedo y la de Góngora. Para la primera, el amor es el sentido de la existencia, que todo lo explica, la verdadera razón, y es más poderoso que la muerte. Para la segunda, el amor es peligroso.

“Ahí está de su veneno armado, como si fuera entre flor y flor una serpiente escondida”, recitan los gongorinos. Después de semanas de éxito con la serie El Jardinero, en cerca de 200 países de todo el mundo, Cecilia Suárez (Tampico, México, 1971) habla con Magas sobre el amor y sus contraindicaciones.

Está claro que hay en ella algo más allá de su acento lento, llevado al paroxismo con Paulina en La casa de las flores, su papel más conocido y bombazo prepandémico, y de su magnetismo sobre las tablas como parte de la compañía de teatro contemporáneo de Chicago.

Foto uno de Cecilia Súarez con el look uno

Reconoce que lleva semanas recibiendo mensajes de todo el mundo por su interpretación de una madre terrorífica. Y no tiene pensado bajar la velocidad, porque el 14 de mayo estrena nueva serie, también en Netflix, Serpientes y Escaleras, y llega con más títulos después del verano… “¡Perdona la intensidad!”, dice al principio de esta conversación Cecilia Suárez.   

Existen dos tradiciones del amor en España…

Uy, pues yo estaría justo en medio de esas dos. Hay una parte muy lírica del amor, pero hay que trabajarlo. Da dolor de cabeza, es mucho esfuerzo, muchas conversaciones incómodas y tiene mucha construcción. Lo idílico no sobrevive.

Su papel en El Jardinero -una madre dispuesta a utilizar a su hijo para sus propios fines- es muy controvertido, incluso difícil de definir…

Siempre es difícil encapsular el trabajo que has hecho para construir a un personaje. Avisaba que era muy complejo. En pocas palabras, es una madre que, a raíz de ciertos eventos que han tenido ella y su hijo, decide emprender una ruta poco esperada, más allá del aparente oficio de jardineros que tienen. Si me pides que vaya más lejos con la descripción, para mí este personaje está enlazado inequívocamente con la relación que tiene con su hijo.

Foto dos de Cecilia Súarez con el look uno
Foto tres de Cecilia Súarez con el look uno

Total look de Zac Posen, joyas de Bulgari y zapatos de Jimy Choo

¿La maternidad mal entendida, incluso perversa?

No te equivocas. La razón por la que me llamó la atención este proyecto fue esa: porque habla de la maternidad desde otro sitio. Porque la maternidad, como nos la han contado a las mujeres desde niñas, va encajonada en una descripción única, idílica, de absoluto sacrificio y de amor sin fin. Cosa que, siendo yo madre, te puedo decir que ha sido así, pero es un viaje muy particular. Muy pocas veces se nos permite a las mujeres incluso mencionar las partes que cuestionamos de la maternidad, que son duras o que quisiéramos que fueran distintas. Difícilmente hablamos de ello. Imaginarla de otra manera ha sido… divertido.

La maternidad es el típico tema en el que normalmente se pone luz sobre la luz, se habla de lo luminoso, pero pocas veces se pone luz sobre la oscuridad…

Y también existen madres así. Eso es lo que muy rara vez nos atrevemos a contar: que hay madres así. Y, en particular, esta madre de la serie es una mujer que se pone por delante ella siempre, mucho antes que anteponer a su hijo, y eso me parecía muy interesante.

¿Encierra también oscuridad?

No todas las mujeres están hechas para ser madres, de verdad lo creo. La maternidad tendría que ser decidida. Lo es en el mejor de los casos, cuando viene de una decisión consciente de querer ser madre, porque lo que demanda es muy alto. Es un ejercicio de mucha entrega, de estar permanentemente ahí, de tener muchos canales abiertos para manejar muchas cosas al mismo tiempo. Es un ejercicio potente cuando de verdad te entregas a ella. Es hermosa; al menos, en mi experiencia ha sido bellísima, pero también de mucha entrega, de entrega absoluta.

Blaiser caqui y falda de encaje beige de Fendi y joyas de Suárez

En la serie se cuestiona incluso la visión contemporánea del amor: ¿se puede simular tener sentimientos? ¿Son un punto débil en una sociedad que privilegia conseguir objetivos?

Completamente. Hay muchas preguntas que la serie propone; se hace ángulo sobre qué son las emociones, dónde se producen, para qué sirven…

¿Y cuál es su visión al respecto?

Basta echar una mirada a la práctica budista para darnos cuenta de que está todo en la mente. Las emociones también las produce la mente, y por eso entrenar la mente es tan importante.

¿Le cuesta definirse o no le importa hacerlo?

No me gusta nada. Nos lo preguntan mucho y yo digo: “a ver qué va a decir mi compañero”. Uno se torna muy mentiroso en la descripción de sí mismo; es imposible no querer ser benevolente cuando te preguntan sobre ti, y tampoco vas a ser un salvaje, ¿no? (ríe). Terminas siempre parado en un sitio bien raro, por eso prefiero no describirme.

¿Y a través de nuestros avatares en redes hoy?

En redes encuentro algunos perfiles de gran interés, y luego muchas cosas súper absurdas y otras que son un detrimento para la sociedad. Las redes se han vuelto una gran herramienta de comunicación, de trabajo, para estar en contacto con la gente, para que la gente se entere de los trabajos que vas a hacer. Pero es algo que me preocupa, sobre todo por la gente joven, niños y adolescentes. Siendo yo madre de uno, ese otro mundo es algo que me inquieta. Y trato de estar informada, porque arrasa con una fuerza inimaginable y hay que estar atenta.

Foto dos de Cecilia Súarez con el look dos
Foto tres de Cecilia Súarez con el look dos
Foto cuatro de Cecilia Súarez con el look dos

Éxito en pantalla

¿Esperaba un número uno mundial con esta serie?

Uno estaría muy loco si se esperase este tipo de cosas. Es importante distanciarse de las expectativas y dejar a la vida y al proyecto mismo que, si se tiene que manifestar, lo haga.

El resultado es inquietante, con esos planos del norte de España, casi de Tim Burton… ¿cómo fue el rodaje?

Duró unos cuatro meses, desde principios de año hasta abril. Los ensayos fueron muchos y muy atípicos. Tuvimos esas sesiones con Mikel Rueda, él puso el tono y fue muy inteligente. Un día nos dijo: “vámonos a la vuelta a ver una tienda”. Y nos llevó a un sex shop. Entramos a jugar, a divertirnos simplemente, pero él sabía exactamente qué estaba haciendo, y había momentos muy atípicos para descubrirnos en otros ámbitos. Conocernos y generar curiosidad. Una de las cosas que más disfruto: a mí la gente me gusta, el ser humano me inquieta. Conocer a un compañero e indagar en su imaginación me parece fascinante.

¿Cómo ha sido trabajar con su hijo en la ficción, Álvaro Rico, y qué resaltaría de la relación entre ambos?

Considero casi nepotismo hablar bien de él, lo veo como mi familia. Nos hicimos familia, lo adoro, le vi el corazón en la mano para sacar adelante este proyecto y me alegra muchísimo que esté siendo tan bien recibido. Fue un trabajo que requería mucha confianza, apoyarnos mutuamente, libertad para probar cosas y mirarnos a los ojos, pero de verdad.

Foto uno de Cecilia Súarez con el look tres

¿Hubo algún momento especialmente tenso de rodar?

Hubo varias escenas en las que nos desgastamos, y es curioso porque además pensábamos que iban a ser otras las que quedaran en el montaje. Por fortuna, pasaron por muchos otros ojos y manos. Hubo varias escenas complejas. Por ejemplo, en el momento en el que esa madre tiene que entender que ella ha soñado que su hijo nunca se va a rebelar y, cuando él empieza a manifestar ese tipo de actitudes, fue difícil de encarnar.

¿Qué sentido tiene la ficción? Cuando millones de personas en 190 países quieren ver lo que usted ha hecho, eso tiene que tener un sentido, incluso varios…

¡Qué dicha platicar contigo! Para mí, la función de la ficción es hacernos preguntas, tratar de entender qué es el tránsito de la vida a partir de las preguntas que nos hacemos.

Hacerse muchas preguntas puede tener hasta una connotación negativa… ¿cree que las preguntas son importantes?

Yo me hago preguntas todo el tiempo. Poder tener preguntas al final de la vida significa que mantienes la curiosidad y que no tienes miedo a navegar dentro de ti mismo, que es el planeta que uno debe visitar más.

Quizás atreverse a poner luz sobre la oscuridad…

De hecho, yo tenía un temor sobre la oscuridad de la historia cuando recién llegó a mí, y me preguntaba: “¿contar esto oscuro, para qué?”. Pero claro, la oscuridad también existe, y hay cosas que explorar. Cuesta a veces entrar a esos universos, e imaginarme entrando ahí me generaba vértigo.

“Muy pocas veces se nos permite a las mujeres mencionar las partes que cuestionamos de la maternidad”

- Cecilia Súarez

Foto dos de Cecilia Súarez con el look tres
Foto tres de Cecilia Súarez con el look tres
Traje blanco de Sandro y reloj serpenti de Bulgari

Carrera e interpretación

¿Cuál fue su primer trabajo?

En Chicago, saliendo de la universidad, entré a una compañía de teatro muy emblemática de la ciudad, legendaria. Me cogieron para estar un año de beca. Y normalmente no actuabas, pero yo hice dos papeles: el primero fue Abigail en Las brujas de Salem y el segundo, Good-Deeds con otra actriz en Everyman, un texto antiquísimo. Para mi dicha, fueron en teatro.

¿El mundo de la interpretación audiovisual ha cambiado tanto desde que usted comenzó?

Es evidente que las plataformas han irrumpido con una fuerza inimaginable, pero creo que de fondo esto no cambia. La entrada de las cámaras digitales sí que ha sido importante. Recuerdo el silencio que se hacía cuando sabíamos que comenzaba a correr la cámara de 35. Era otra cosa…

¿Y culturalmente? ¿Ha mejorado lo peor del sistema estructural, tan a menudo acusado de autorreferencial y machista?

Qué buena pregunta. No sé qué responderte. Yo creo que lo que ha cambiado es que el tema está sobre la mesa. Antes no se hablaba y ahora sí, y eso es empezar a verlo, con fortuna, para poder cambiarlo.

Foto cuatro de Cecilia Súarez con el look uno

Usted ha trabajado con muchos actores y actrices conocidos. De todos con los que ha compartido, ¿cuál resaltaría?

Uno siempre aprende de todo el mundo, para bien y para mal. Casi siempre, por fortuna, en mi caso, para bien. Recuerdo una entrada muy particular, tomada de la mano de Harvey Keitel en un papel en el que él hacía de mi padre. Yo era muy joven y recuerdo que, al oír la palabra “acción”, yo empecé a caminar y él me jaló de la mano y me detuvo. No me dijo nada, sólo me detuvo, respiró, se plantó y luego entramos. Y, a raíz de eso, entendí lo que me quería decir. A partir de ese momento no entro directamente al set: doy un pequeño espacio para que ese mundo se acomode y yo pueda caminar dentro de él.

¿Y mujeres?

Es muy fácil. Carmen Maura ha sido para mí un ejemplo en todos los sentidos, es mi debilidad. Tengo la dicha de que somos amigas. Ver a Carmen es ver a una máquina trabajando. Es un privilegio que atesoro. Me ha tocado dos veces: de madre y de suegra.

¿Cómo le gusta más la Maura, de madre o de suegra?

(Ríe) De suegra me gustó más, de tremenda, de terrible y de divertida. Es tan orgánica… Viene de un sitio que no es mental. Es artista. Lo que ella hace es único. Es una actriz con magia y le viene de ahí, de la magia.

De nuevo coincide con Manolo Caro en Serpientes y escaleras, a partir del 14 de mayo. Este proyecto no se parece a nada anterior… es muy loco.

¡Esa Dorita [su personaje en la serie] me cae rebién! Dora es la perfecta que, a raíz de que descubre otros métodos para alcanzar su sueño, emprende una ruta completamente diferente de la que había transitado hasta ese momento. Es un viaje al abismo. Ha sido muy divertido volver a coincidir con tantas personas, porque han pasado muchas cosas desde La casa de las flores. La vida cambia y es hermoso reencontrarte a los mismos colegas transmutados y crecidos de una manera linda. Y tener esa confianza, ese terreno común y tránsito para sembrar sobre ello.

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¿Qué significó La casa de las flores para usted?

Una gran sorpresa. ¡Eso sí que no lo vimos venir jamás! Manolo me decía en el rodaje: “yo creo que esto va a ser una serie de nicho” y, al final: “esto lo vamos a ver nosotros y nuestros amigos”. Y un poco así la hicimos, dándonos esas licencias que nos dimos. Y sigue siendo una sorpresa, cuando la gente se acuerda tanto del personaje de Paulina.

¿Las flores le traen suerte entonces?

Yo creo que sí, es curioso. Hay algo ahí. Es la gente quien ha hecho la observación de esta casualidad, pero las casualidades no existen. Me encantan las plantas, en mi casa hay miles. Yo creo que son entes que equilibran la energía. Son seres vivos que hacen algo con el espacio, que lo armonizan y lo limpian.

¿Por qué cree que El Jardinero ha tenido tanto éxito?

A veces son milagros. Es una gran pregunta. Me la hice mucho con La casa de las flores: por qué gustaba tanto. Y ahora me lo pregunto, pero es muy reciente. Quizás hay algo particular en la historia, algo distinto… Creo que no logras colocar de lleno al protagonista, a Álvaro, en un rol o en otro. Es un sicario, es un hijo, está construido a partir de una mirada ajena, no propia, y el hecho de que se enamore de repente lo convierte en un enamorado. Una de mis hermanas tiene otra teoría.

¿Cuál es?

Mi hermana dice que es una historia de mujeres alrededor del eje central que es el personaje de Álvaro. Que son mujeres a las que les pasan cosas, que los hombres están, pero que son ellas quienes accionan y que por eso es más original.

Foto uno de Cecilia Súarez con el look cuatro
Vestido naranja de Zimmerman, joyas de Suárez y salones de charol de Kurt Geier
Foto uno de Cecilia Súarez con el look cuatro

¿Quizás también pasaba eso en La casa de las flores?

Podría ser. Me lo pregunté mucho sobre el personaje que hacía yo. Creo que parte de la fascinación que ejercía Paulina es porque era democrática y funcionaba igual con la clase alta, media y con el barrio. Hay algo muy mexicano en estar en todos los niveles sociales. Al fin de cuentas es un misterio por qué un proyecto conecta con la gente.

Entonces, ¿cómo los elige? Porque está claro que acierta…

[Gracias] Porque no estoy yo sola. En este caso la opinión de mi representante fue muy importante. Más allá de ello hay algo en el fondo de una misma que te hace tomar la decisión, no lo logro entender claramente por qué.

¿Cuál sería su ambición? En el terreno de ambición o sueños, parece que es tradicionalmente una pregunta más masculina…

Rara vez nos preguntan sobre eso. Es cierto. Tradicionalmente está mal visto que una mujer tenga ambición, pero yo no lo he visto mal nunca. Me gusta explorar y moverme de sitio y me gusta ir a lugares diferentes. Suelo ser supersticiosa, debo decírtelo, respecto a compartir mis sueños, porque creo que se albergan en una especie de espacio no tangible que hay que dejar ahí sin tocar. En no manosearlos. Hay una parte de mí que es muy reservada. Necesito estar sola muy a menudo, en respuesta a ser compartida en muchos sentidos.   

¿Cómo se recarga emocionalmente después de tanta intensidad?

Tienes que desarrollar una técnica para soltar y nada mejor que llegar a casa y llevar la vida cotidiana, tener una familia que te apoye pero que te regrese al centro de ti misma. Para alimentarte de cara al siguiente proyecto, hay que vivir. Vivir es lo importante, tener espacios de disfrute, de exploración, de curiosidad, ir al cine, hablar con la gente… Y luego, yo necesito estar sola a ratos, es muy importante tener espacio para mí, estar conmigo a solas, hacer lo que yo quiera o no hacer nada. En el mundo en que vivimos, es importante saber no hacer nada.     

Créditos
Maquillaje y peluquería Rebeca T. Figueroa de Another Agency
Dirección creativa Julia Ramírez
Agradecimientos especiales

Agradecimientos especiales al Hotel InterContinental Madrid.

© El León de El Español publicaciones S.A.