
El cantautor Andrés Suárez presenta su nuevo libro, 'Todavía más allá de mis canciones', y aprovechamos para hablar de amor y mujeres inspiradoras.
Andrés Suárez: "Yo estaba enamorado de Ana Belén, era mi diosa... Idolatraba a las chicas... Walt Disney nos destrozó la vida a todos"
"Mis dos mejores amigas son dos de mis exparejas. Ahora son como dos hermanas. Lo único que se pierde es el sexo, el amor está en el mismo punto" / "Estaba obsesionado con el amor, idolatraba a las chicas. Hay que desmitificar, porque Walt Disney nos destrozó la vida a todos" / "Yo estaba enamorado de Ana Belén. No era una musa erótico-festiva, era mi diosa. Luego se hizo amiga mía, y yo me hice también un buen amigo de Víctor Manuel. Nunca les he contado esto".
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Andrés Suárez es nuestro poeta de guardia, nuestro penúltimo romántico: él enhebra los hilos que nos separan y nos unen de las personas que amamos y los convierte en canción.
A veces con su retranca gallega: "Me ha llamado 'caballero' la puerta de un lavabo. Me he mirado en el espejo, no era cierto, y he llorado". A veces con desgarro español: "Te veo en cada gaviota aunque no sepa si hay mar; detrás de cada pareja no tengo con quién bailar". A veces con despecho mundial: "Y cuando llores a escondidas porque no te abraza, y cuando solamente quieras que te quiera él, y cuando sientas celos del aire que roza su garganta, amor, vas a acordarte de mí".
Le ha escrito a los amores fugaces, al sexo noctámbulo: "Ya he pasado por ti. Tenías otros nombres, mismas ganas de reír. Vestías otro acento, y en el pelo, flores... Creo que ya he estado aquí, eres la del cuerpo de flores, la del mes de abril, la que hizo en la guitarra marcas que hacen cicatriz. Te veo sobre la cama y quiero quedarme a vivir... y no sé ni tu nombre".
También a las obsesiones largas: "¡Ay, mi amor! No sabes lo que ha sido verte sentada en el sofá de enfrente hablando de los dos como el que habla de algo suficiente... para vivir eternamente". Todo duele, todo fue crucial, todo fue luminoso, todo fue aciago: cualquier amor nos devolvió, en verdad, la cara real de nosotros mismos.
Suárez se vino a Madrid, se enamoró como un loco, parió coplillas como rosarios sangrando, hizo terapia a los muchachos con el corazón resquebrajado, reventó las tablas del Libertad 8, allí donde las noches favoritas. Viene de esa raza de hombres hondos (de Sabina a Silvio Rodríguez) que entendieron la vida escribiéndola, como hace ahora en Todavía más allá de mis canciones (Verso&Cuento), su último libro. Cosió retratos inspirados de las mujeres más fascinantes que pasaron por su vida. Y hoy nos los desgrana.
Entrevista a Andres Suarez
Hablemos de Teresa, tu madre, primera mujer de tu vida. Le dedicaste una canción.
Mi madre me enseñó el concepto y el valor de la libertad. Luchó por lo que necesitaba luchar a riesgo de jugarse el tipo: a día de hoy ponemos un tuit o hacemos una publicación, pero hubo gente que salió a las calles y se jugó literalmente el físico y el tiempo. Por eso la admiro tanto.
¿Qué hay de su biografía?
Ella fue una mujer en un momento social y político muy convulso y defendió a muerte los derechos de la mujer. Se jugó unos cuantos palos y tuvo que camuflar su nombre, pero nunca lo hizo con miedo. Le debemos muchísimo a mujeres como ella. Y no alardea de ello, simplemente considera que era lo justo. Ella es sanitaria de vocación y toda la vida trabajó en ello. Debía de haberse jubilado en pandemia, pero se negó rotundamente…
¡Cualquiera la retira!
Ya ves. Se quedó siempre que fuese útil.
¿Te pareces a ella?
No parecerme a ella me parece una auténtica desgracia. Y no es mistificación. Me hizo también valorar el trabajo, no el trabajo en exceso, sino la importancia del trabajo.
El compromiso.
Sí. Y el no quejarse. Me tuvo a mí y luego vinieron dos hermanos mellizos, y mi madre siempre curró y no la recuerdo quejarse nunca. Quejas… únicamente cuando el patrón se excedía. Es una persona independiente, y para serlo necesitas tu trabajo, tu salario. Cuando yo me fui de casa con la guitarra, en lugar de decirme "córtate el pelo y búscate un curro", me dijo "trabaja, trabaja y trabaja". Por eso no creo en las musas. Hay que levantarse a las seis de la mañana con una guitarra y un piano y currar. Yo seguí su consejo.

Andrés Suárez es uno de nuestros mejores cantautores, un experto en amor y relaciones.
El otro día le preguntaba a Manuel Alejandro sobre cuánto dinero le deben los músicos de este país a las musas en derechos de autor.
Es algo muy interesante. El otro día hablaba de esto con un amigo: sobre cuánto cuantificamos la inspiración que le debemos al amor, al dolor, al desamor. El desamor forma parte del amor, claro, y también su recuerdo posterior. Yo cuando me enamoro profundamente, escribo, y también cuando me rompen el corazón o en una noche de pasión. Le debo absolutamente todo a las personas con las que he vivido la vida.
Naciste en el 83. ¿Cómo era ser un niño español entonces? ¿Cómo era cultural y emocionalmente tu mirada hacia las chicas?
Es una pregunta brutal. Yo fui un adolescente que fue a un instituto público, al Concepción Arenal de Ferrol, en una sociedad todavía más machista que la de hoy, que ya es decir. El otro día una amiga me decía que la mujer lo tiene mucho más difícil en todo, pero también en la música, mucho más difícil que un hombre. Y yo estoy de acuerdo. Yo tuve una dolorosa e incómoda operación de espalda y engordé 30 kilos: nadie nunca me habló de mis kilos de más ni me preguntó por mi peso ni mi apariencia física. Con una mujer no hubiese pasado. Si engorda 30 kilos por un motivo de salud o porque simplemente le da la real gana, se la machacaría. Queda mucho por hacer.
A las mujeres artistas también se les exige belleza. ¡Cantar, componer, bailar…!
Totalmente. Lo vemos mucho en televisión. De los presentadores de televisión no se escruta si están buenos o son guapos, pero de las mujeres siempre se habla de su apariencia y no de si es una gran comunicadora, o una gran actriz, o una gran cantante. Me parece acojonante lo que se les exige hoy día. Es injusto y es horrible. Todos queremos que la gente escuche nuestras canciones y lea nuestros libros, y hablar de esto en 2025 es deprimente.
"Tengo más amigas que amigos"
¿Qué hay de las amigas? Siempre he pensado que una gran conquista del feminismo es que los hombres entiendan a las mujeres como interlocutoras válidas, como personas en las que confiar y con las que divertirse, sin tener que atravesar la vía sexual. Es otro camino para la humanización.
En mi caso tengo más amigas que amigos. Mis dos mejores amigas son dos hermanas y presumo mucho de ellas. Son dos de mis grandes amores… porque cuando acaba ese amor-pasión, se transforma en otra cosa.
Hay gente a la que esto le resulta heroico.
¿Cómo…? Son las dos mejores personas con las que me he cruzado en mi vida. ¿Cómo las iba a perder? Sería estúpido. Lo único que se pierde es el sexo, pero el amor está en el mismo punto. Y la admiración. Yo viajo de gira con amigas, y hacemos el vídeo y la foto. Y tengo a Cristina Rubio, la pianista que me acompaña y que es también una enorme amiga mía. Mi colectivo son mujeres.
¿Cuál fue la primera canción de amor que escribiste en tu vida y cómo ha ido creciendo y mutando ese artefacto poético después?
La primera canción de amor fue en el instituto. Yo me enamoraba mucho. Iba con unas pintas de escuchar Extremoduro y Platero y tú pero al final escuchaba Juan Luis Guerra. Iba con mi walkman… (ríe). Y estaba obsesionado con el amor. Escuchaba mucha música romántica porque me enamoraba muy fuerte e idolatraba a esas chicas. Hay que desmitificar, porque Walt Disney nos destrozó la vida a todos.
"Estaba obsesionado con el amor, idolatraba a esas chicas. Hay que desmitificar, porque Walt Disney nos destrozó la vida a todos"
Príncipe busca princesa.
No sé si era eso o más bien que pensaba que el amor duraba como el primer día durante 40 años, y todo estaba siempre repleto de flores y pétalos…
Las películas siempre se acaban antes de que veamos el final. ¿Qué pasa a los sesenta, a los setenta…?
Exacto, acaban con el beso y el "y vivieron felices…". Yo me creía eso cuando tenía 14 años. Pero ahora que tengo 42, he aprendido a quitarle ese lado infantil, y a ratos estúpido, al amor. La convivencia es otra cosa. Los años pasan de otra manera. Pero, al final… nunca dejamos de hablar de amor, ¿verdad?

Andrés Suárez lleva diez discos hablando sobre las mujeres de su vida y cómo ha sido modificado por ellas.
No, no somos tan cínicos. Los afectos siguen siendo el centro.
Sí. Como dijo la gran Ana Milán, que participa en mi último libro, "estoy soltera, no sola". ¡Eso me encantó! El amor son demasiadas cosas, parece que socialmente sólo es casarse o tener hijos, pero cada uno siente el amor en su temporalidad precisa.
¿Cuántas mujeres hay retratadas en tus canciones?
Mira, me encantó la contestación de Travis Bird a la obra maestra de Sabina, 19 días y 500 noches. Los retratos siempre tienen doble cara. Yo escuché muchísimo a José Alfredo Jiménez, atendí a Frida, a Chavela, a Jorge Negrete… son mis referentes. Pero en este tipo de canciones siempre subyace la idea de que la mujer es mala y te destrozó.
¡Es demoníaca!
Eso se hace ver para retroalimentarte en tu dolor, pero siempre hay dos versiones. Cara A y cara B. La verdad es una cosa difícil de encontrar.
Luego tenemos a Paquita la del Barrio, en paz descanse, que puso los puntos sobre las íes con "rata inmunda, animal rastrero…".
(Ríe) Paquita era maravillosa. Lo dejó clarísimo. El desamor nos encanta a todos. A mí me encanta escribir a veces llorando, lo reconozco, me parece mucho más interesante eso que hablar sobre lo enamorado que estoy y sobre cómo paseo por el parque con ella y con mis perros y cómo hacemos mucho el amor. Carajo: quiero dolor.
La felicidad es algo de mal gusto.
(Ríe). Totalmente. Yo quiero saber quién dejó a quién, qué pasó, cómo te sientes. Pero hablando sobre las mujeres de mi vida… pienso que tendrían que hablar ellas, porque yo las cuento desde el amor y el respeto, pero ellas tendrán muchas cosas que decir.
"Sigo siendo muy intenso, pero ya no me muero de amor"
¿Son más divertidas las mujeres malas que las mujeres buenas?
He tenido el privilegio de cruzarme con grandes personas en mi vida. Eso de "la mujer mala"… es un arquetipo, pero no sé ni lo que es.
Me dijo Christina Rosenvinge que la "femme fatale" es un invento del hombre para restringir su propio deseo.
Es muy bueno. "Maldita mujer", sí, pero "maldito hombre". Nos es más fácil señalar a alguien como a un demonio. Pero yo no puedo decir eso de ninguna mujer con la que haya estado.
¿Quiénes son las mujeres que más te han inspirado?
Mi abuela, mi madre. La obra de Frida y de Chavela. Rozalén hace una obra sobre Frida que es magistral. Valeria Castro, que es muy joven, me encanta también, porque habla mucho de que sus canciones sean conocidas por ella misma, no creyendo en un gran sistema multinacional. Y sales de una isla como La Palma y acabas en México o en Buenos Aires. A mí eso me parece muy motivador.

Andrés Suárez acaba de publicar su último libro para ahondar en el secreto de sus canciones.
¿Recuerdas tu primera vez?
Fue en el instituto con una chica maravillosa. Recuerdo los nervios y la ilusión… y el pánico… y descubrí que es algo maravilloso. El erotismo es un planeta, es un mundo en sí mismo que me sigue encantando y fascinando. Yo tendría como 16 o 17 años, y éramos dos grandes amigos enamorándose, creo, aún no lo sé muy bien. Creo que nos queríamos mucho. A esa edad tienes un concepto del amor más en lo físico que en otra cosa. Estás muy despierto.
¿Ha cambiado tu forma de entender el amor desde los 20 años hasta ahora?
Pues mira, soy muy intenso, y me encanta que me lo llamen porque me parece un piropo: lo contrario es ser un coñazo, un tibio, un aburrido. Y además sobreviví a una pandemia mundial. Así que si no eres intenso, háztelo mirar (ríe). Lo que sí es verdad es que, aunque me abra el pecho, ya sí me importa morir de amor. No quiero morir ni de amor ni de nada. Algo he aprendido de las depresiones… después del lado luminoso y soleado del amor, acabas en tu casa con la luz apagada y sin salir, siete meses, llorando. Y dices: "Hostia, si yo estuve con alguien 320 días aquí… en este mismo sitio"…
320 días. Esa canción es maravillosa. ¿Para quién va?
Para la misma persona que otros tres discos enteros.
Wow.
Sí. Y en este último disco que estoy componiendo, el décimo, va a haber una canción con su nombre propio donde le doy las gracias y donde también le digo que igual no fue para tanto y que igual yo no fui tan bueno ni ella tan mala. Me apetece mucho. Después de tanto "adiós, amor, no vuelvas a tocarme la piel", o "no quiero volver a verte, te di más importancia que a la paz mundial"… y de ahí para arriba… ya toca. Me enamoré como un loco y ya no me enamoro como un loco. No sé si como un cuerdo, porque no soy ningún cuerdo, pero esa vehemencia que es demencia, ese ímpetu… ya no lo tengo.
¿Qué puede pasar en 320 días para que consigan volcarnos tanto? ¿Qué pasa en el cuerpo o en la cabeza? A veces duele más una relación de un año que una de diez. Estos misterios… el amor no es nada que funcione al peso.
Estar enamorado al segundo día como el día 320: esa es la cosa. Y eso te lo puedo confirmar. Hay gente que viene con la teoría del amor, que dice que tienes que estar tres meses para conocerte, y que la pasión dura nueve, y luego te lo explica y te saca un papel y yo los mando al carajo cuando puedo. Yo me enamoré en dos días. No hay un libro del amor con pautas establecidas.
¿Y qué decía la chica a la que le dedicaste todas esas canciones cuando veía que venía un disco, y luego otro, y luego otro…?
No tengo ni idea, porque no he vuelto a hablar con ella, pero antes hacía canciones para que ella las escuchase, y ya no, eso es algo que también aprendí.
¡Eres libre!
Hostia, eso libera un montón. Es un acto de autoestima hacer canciones para ti. Yo este décimo disco, me van a perdonar, pero no hago canciones para nadie, e igual pierdo oyentes por decir esto. Hago canciones para mí, es mi dependencia. Me levanto a las siete, bajo a Moraima y hago una canción. Y si no la oyen, con perdón, es lo que hay.

Andrés Suárez rememora para nosotros sus grandes mitos eróticos y sentimentales.
¿Algún consejo sobre la reconstrucción amorosa?
Nada de cavar para abajo. "Ya pasó". Queda con amigos, sal a pasear, te aireas, te pones monólogos de humor, ríete. A mí me gusta escuchar a Dani Rovira, a Martita de Granada, a Eva Soriano. Sin el humor, yo no estaría aquí sentado, y eso es mucho decir.
¿Cuáles fueron tus grandes mitos eróticos?
Yo me enamoré de Julia Roberts en 'Nothing Hill', pero no me hizo caso, no sé por qué (ríe). Le escribí por Instagram y no me contestó, lo llevé fatal. De niño, muy enamorado de Bea de Verano Azul. Yo tenía una musa que quizá te sorprenda: Ana Belén. No era una musa erótico-festiva, era mi diosa. Luego se hizo amiga mía, y luego me hice también un buen amigo de Víctor Manuel.
Ella era la mayor belleza que yo podía llegar a imaginar… tan elegante como en pantalla, o aún más… pero nunca se lo he dicho, ni a mi amigo Víctor, ni a mi amiga Ana. Yo esto no lo hablo nunca porque para mí era El Amor. Yo me imaginaba que estaba con ella (ríe). ¡Estaba enamorado! Les conocí en el Teatro Grand Rex de Buenos Aires, tocando, y mi relación ficticia se acabó. Corté porque ya se volvió mi amiga (ríe). Ellos son la gran pareja.