Lola Baldrich: “La edad te reviste de una autoridad casi animal, ya no eres la chica de nadie ni de nada”




“Una cura de humildad siempre es necesaria para valorar la vida”
Lola es directa en la palabra y se quiebra en silencios sutiles cuando sus ojos verde bosque lo dicen todo. Se ha ganado a pulso la honestidad que defiende y entrega. La voz vibrante y largamente educada, las manos pequeñas y tenaces, es frágil y poderosa en un equilibrio personalísimo y natural de rompe y rasga.
Ahora está tranquila, porque se permite a sí misma ser salvaje o templada según le venga en gana, con una risa explosiva que inunda el espacio y rompe tópicos.
Lola es verdad. Imperfecta. Bella. Amiga.
Actriz de larga trayectoria, admirada y respetada, ha pisado innumerables escenarios de teatros pequeños, grandes y nacionales, formando parte de múltiples compañías y en varias ocasiones de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, dando vida y alma a protagonistas universales e imperecederas.
Recientemente, ha recorrido todas las provincias y capitales de España junto a Lola Herrera y Ana Labordeta con la función Adictos, y acaba de empezar una nueva aventura teatral titulada Parejas imperfectas, de la mano del director Bernabé Rico. Está ilusionada y enamorada de un texto inteligente y contemporáneo de la dramaturga estadounidense de origen polaco Martyna Majoc, que ostenta el Premio Pulitzer 2018 de teatro, entre otros muchos.

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La función se estrenaba el 1 de marzo en Torrealta (Valencia) y ha iniciado una gira que promete ser larga e intensa, sobre la que Lola comenta: “Me emociona especialmente pensar que se vuelve a sacar adelante la cultura allá donde la tierra se estremeció por la dana”.
Luego vendrán Ibiza, Sevilla, Yecla, Madrid… “haremos crecer esta función conmovedora que comparto con compañeros estupendos como Toni Cantó, porque trabajamos juntos en la serie 7 vidas y ahora ha sido un gusto reencontrarnos”.
Ama el cine y, por supuesto, la televisión, todos tenemos en la memoria a las mujeres de todas las edades que, gracias a ella, aparecieron en nuestras vidas, a través de series icónicas como Médico de familia, Compañeros, El internado, Amar en tiempos revueltos o Cuéntame cómo pasó, donde ha pasado largas temporadas atravesando las pantallas.
Baldrich es socia fundadora de MICROTEATRO, un multiespacio escénico original e innovador que cumple 15 años de trayectoria este 2025, en el que próximamente dirigirá la comedia de Nancho Novo, Mucha mierda.
Lola es mucha Lola, actriz entregada a su profesión con pasión y disciplina, madre, cantante, lectora empedernida, maestra de actores, luchadora, empresaria, amiga del alma, y otras muchas cosas luminosas que llegarán por sí solas en el camino ancho que le queda por delante.


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¿Cómo te planteas el proceso de creación? ¿Es un lugar y tiempo sin final o con un fin preciso? ¿La búsqueda continúa más allá del encuentro con el público?
Para mí el proceso es un sinfín, un work in progress, un camino sin stop. Por mucho que precises ritmos, cuestiones técnicas o trabajos de mesa, en el teatro nunca dejas de conocer nuevos aspectos del personaje.
En el caso de Parejas imperfectas, el texto de Martyna Majok está excelentemente bien escrito y eso se nota al estudiarlo. Una cosa lleva a la otra y posibilita hacer un viaje hacia el interior del personaje partiendo del presente de su historia vital. A partir de ahí se abren un montón de cuestiones en las que profundizar, hacia mí misma, hacia el personaje y hacia el otro rol con el que más interactúo en escena.
Lo que siempre he sentido y vivido, y que ahora confirmo de una manera racional, es que las funciones siguen siendo ensayos, en los que no puede haber fallos técnicos, pero sí búsquedas continuas, lo cual abre y da más dimensión a las mismas.
¿Cuáles son esas búsquedas y los puntos de llegada que te exiges alcanzar cuando abordas un nuevo proyecto?
Parto de algo básico, que puede parecer incluso pueril, si es una obra de texto tengo que asumir las palabras en un 80% de su memorización antes del inicio de los ensayos para poder darles diversas dimensiones.
Sobre todo, a estas alturas de mi carrera y habiendo bailado mucho de la mano de directores muy diferentes, fundamentalmente me exijo tolerancia. Cuando conozco a una directora o director nuevo para mí, lo que más deseo es que me descubra su mundo, y yo poder aportar mil cosas de mi cosecha y mi experiencia. Para ello, me exijo a mí misma apertura.
Lo que más me gusta es que esa persona sepa sacar de mí cosas que ni yo misma sé, que traspase y le de la vuelta al camino hecho previamente en torno a la palabra o los silencios, la escucha, el cuerpo atento… Por eso acepto el proceso de ensayos tal y como lo plantea el director y siempre pienso: va a ser bueno.
Cuando confío me relajo, cuando no estoy a la defensiva contra mí misma me abro a ser contaminada y empapada por la propuesta, el proceso, la juventud o el bagaje, la poética, la modernidad o el clasicismo, las experiencias previas con otros actores o lo que sea que venga de esa persona.
Necesito que el director sea un buen sparring para mí. Cuando me esponjo es cuando surgen los buenos trabajos.
Algo similar ocurre en la vida, más allá de la ficción y del trabajo. En este momento de tu vida personal y artística, ¿qué es aquello que más te impulsa, te influye o te motiva, a la hora de afrontar un proyecto profesional o vital?
Tanto en la vida personal como en la profesional el otro es la respuesta ante las inseguridades o la inquietud, y también actúa como estímulo, te hace brillar - en su sentido más profundo -, ayuda a sacar el diamante que contienes y lo hace vibrar.
Cuando me he encerrado en mí misma y me he abastecido solamente de mí, me he quedado muy corta en cuanto a expectativas, tanto artísticas como personales. El factor humano es el principal y, especialmente en el teatro, creo que no hay otro más importante.
Aunque es verdad que, en una profesión como esta en la que vamos siempre de puntillas para llegar a fin de mes, con etapas mejores y peores, rezas para caer en una compañía con recorrido. Que salgan funciones, que se vea el trabajo hecho, que la productora tenga solidez es un anhelo que está ahí.
Y respecto a la poética, yo amo el trabajo de mesa que hacemos durante el proceso de ensayos. Creo que en esa etapa se esculpe esa parte que se escapa de ti, que va más allá, ese desentrañar al personaje que crea algo abstracto y te perfuma, aportando colores a tu trabajo. Todo eso, para mí, es importante.

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La dramaturgia de Parejas imperfectas aborda temas como la incapacidad intelectual y física, pero también moral y emocional, o el concepto que tenemos acerca de las diferencias, los cuidados y los cuidadores. Tú interpretas a Ana, una mujer tetrapléjica que está conociéndose a sí misma en un territorio nuevo para ella…
Así es, en la función hay dos discapacitados claros, un paralítico cerebral, interpretado por Marcos Mayo, y Ana, tetrapléjica debido a un accidente de coche que ha ocurrido hace solamente seis meses. Se trata del encuentro entre ese chico con la nueva cuidadora a la que contrata, interpretado por Mirela Balic, y el reencuentro de Ana con su expareja, al que da vida Toni Cantó.
En la función, a raíz de empezar a hablar de las incapacidades obvias y las dependencias palpables de estas personas con sus cuidadores, poco a poco la historia trasciende a los personajes y habla de la dependencia de todos con todos, de la soledad y la discapacidad que tenemos los seres humanos en general. Eso es lo más bello de la función.
Por fortuna la perfección no existe, todos tenemos alguna discapacidad física, emocional, moral… ¿discapacidad en el sentido de carencia?
Efectivamente, no saber amar, no saber cuidar o dejarse cuidar, esa mezquindad grande o pequeña que todos tenemos, tanto para dar como para no dejar que nos den, la incapacidad de comunicarnos, el egoísmo de pensar solo en nosotros mismos y en nuestra supervivencia… Todo eso nos vuelve discapacitados en el peor sentido y, a veces, también en el mejor.
Las carencias, impedimentos propios o ajenos, la falta de capacidad, te humillan y te recortan, te dejan desnudo, solo, inválido. Pero en el fondo son discapacidades que ayudan al ser humano a saber quién es, no para que sufra más, sino para impulsarlo a vencer esas carencias. Una cura de humildad siempre es necesaria para valorar la vida.
¿Cuáles son las cosas más valiosas que te ha enseñado Ana, o las reflexiones que tu personaje ha iluminado en ti?
Ella, en un momento dado de la función, dice “me siento triste y cabreada y voy a seguir triste y cabreada durante todo el tiempo que me sienta triste y cabreada, y no pasa nada”. Y añade “me apetece sentir lo que sea que me venga”. Esa frase me impresiona. Te pueden quitar los sentidos, la movilidad, la visión, el tacto, el gusto, pero el deseo de vida es un canto a la esperanza.
Cuando la vida te da un golpe de semejante grado como tener un accidente y quedarte tetrapléjico, que seas capaz de decir y sentir eso, es rescatar la vida. Si a Ana le pasa eso, a mí, Lola, también me pasa o quiero que me pase.

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¿Cómo te reconoces y sitúas a ti misma en el ancho mapa de los cuidados? ¿Eres una persona con vocación de cuidadora o con mayor necesidad de ser cuidada?
En el momento de mi vida en el que estoy, esta mediana edad avanzada en la que ya hemos sido cuidadoras de hijos que se han ido recientemente de casa, entiendes que has servido para proteger, cuidar, alimentar, defender, luchar por ellos, y ahora, cuando te has quedado, en cierta medida, sin causa, viene la batalla de los padres. Ahora me y nos corresponde cuidar, defender, acompañar a los padres.
Creo que hay en ello un amor incondicional que se da solo en el plano vertical, hay cosas que solo se hacen por amor y creo que un cuidador es amor. A mí misma, cuando he tenido episodios o períodos de enfermedad, me surge mi madre en la boca, casi como el sabor a leche.
Aprender, en cada momento en el que me han cuidado, a dar las gracias, decir de palabra “te agradezco que hayas estado conmigo aquí”, mostrar ese agradecimiento, es otra de las cosas que ha puesto sobre la mesa y en jaque este personaje que ahora interpreto. Pero también me enseña a valorar la alegría y la belleza que tiene cuidar.
A veces es ambiguo saber realmente el papel de cada uno
Sí, porque en los períodos en los que cuidas, en el fondo, te están salvando, te están haciendo digna.
Dentro de esa persistente búsqueda contemporánea de la perfección física, eminentemente estética, que nos imponen las nuevas tecnologías, las redes sociales e incluso los medios de comunicación, ¿cómo crees que encaja lo imperfecto? ¿Qué cabida tiene lo roto o diferente? ¿Somos capaces o estamos incapacitados para valorar la belleza de la imperfección?
Actualmente, las redes marcan las tendencias, todos guapos, jóvenes, libres, viajeros, activos, sexualmente, todos conectamos, hacemos yoga, cocinamos…pero ¿el que no es así dónde está? Por qué el que no es así soy yo, y tú, y muchísimos otros.
La imperfección es la belleza del ser humano, a mí me gustan las cicatrices de mis amigos y las mías.


Hablando de cicatrices, ¿cómo te sientes contigo misma, con las huellas que ha dejado en ti el tiempo y el lugar al que has llegado y aquellos que no has alcanzado? ¿Te aceptas, te respetas, te admiras, te entiendes, te gustas? ¿Qué espacio te das a ti misma?
Sinceramente, ahora me doy mucho más espacio, tengo más tiempo para mí misma, para hacer las cosas que siempre me han gustado y que, por obligaciones de la vida, no he podido hacer, como decir no a las prisas. Odio las cosas que se solapan y se amontonan, tengo menos miedo al tiempo y no lo siento como una línea recta sino como una circunferencia. Intento hacer que el tiempo sea redondo.
No pasa nada por dilatarse en determinados procesos y no querer llegar siempre a un fin, sino disfrutar del tiempo sin que haya pautas. Leer siempre me ha gustado mucho, pero ahora le dedico tiempo a buscar el libro que deseo y entrego horas a la lectura.
Físicamente, no me desprecio en absoluto, pero me miro menos al espejo. Hay expectativas o intereses que se van diluyendo, como estar guapa o comprarme ropa, no me deleito en mí, pero tampoco me hiero. Supongo que ahora mi fortaleza está en mi cabeza más que en el cuerpo.
Para cuidar del bien estar o no inferir en el malestar, ¿dónde pones más empeño en tu día a día? ¿A qué cosas o cuestiones livianas o profundas das importancia?
A cosas como levantarme y moverme, a bailar, a pensar en lo que voy a comer, a perder el tiempo con esas cosas aparentemente pequeñas que son fundamentales, como saber organizarme. Nunca he sido una persona demasiado ordenada y eso me ha traído caos o sufrimiento.
Además, cuando la vida te plantea cambios de casas, parejas, o los hijos y los trabajos inestables, el torbellino se agranda. Ahora intento ordenarme, hacer listas, tener pequeños objetivos por cumplir, y le doy importancia a las pequeñas cosas.
Supongo que hay cosas que has perdido u olvidado y otras que has ganado o conquistado durante el camino…
Sí, el orden de los valores ha cambiado, ahora me doy cuenta de que mi vida ha cambiado de eje, estoy jerarquizando o priorizando otras cosas. Ahora hay más humildad. Lo que la vida me va trayendo y las cosas a por las que voy yo misma, es algo menos redundante o importante, es más sincero, más pequeño, y creo que la vida cobra, ahora y por eso mismo, otra grandeza.
¿Cómo sientes o entiendes el mundo actual? ¿Miras a tu alrededor con preocupación o con ilusión? ¿Percibes como algo influyente en tu vida, o amenazante, las guerras, la polarización, los extremos, la desaparición del pensamiento crítico? ¿Cómo vives tú, este presente histórico?
Lo vivo con estremecimiento, con pavor. No me puedo creer que el jefe del mundo, al que, en el fondo, todos hemos puesto ahí, lo único que tenga es dinero, no tiene otros valores, no hay humanismo en su discurso, sino todo lo contrario, hay amenaza, dolor, extorsión aplaudida y votada.
Me hago muchas preguntas en torno al porqué y al cómo hemos llegado hasta aquí, lo que tenemos lo veo claro y no sé hasta dónde llegará, pero ¿por qué hemos llegado a esto? ¿Por qué también Europa se polariza y se está implantándose la ultraderecha? ¿Qué responsabilidad tengo yo, y todos, en esto que no ha venido solo? ¿Es producto de la muerte del humanismo, de la falta de valores, de unas dinámicas educativas confusas y dolorosas? Y, además, ahora no hay salida, si piensas en irte de tu país, de tu continente… ¿a dónde vas?
Ojalá esto que venga no barra todo lo que hemos construido, hay mucha gente que ha dado su vida, su pensamiento y su entrega física e intelectual por alcanzar libertades, democracias. Parecía que el hombre y las sociedades evolucionaban en direcciones diversas, y ahora parece que todo camina hacia el pensamiento único.

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¿Dónde crees que reside actualmente la esperanza de un futuro mejor?
Tristemente en la posesión, en tener, tener, tener, no en ser.
¿Cuáles son ahora tus objetivos e ilusiones personales y profesionales o vivenciales y tus esperanzas grandes o pequeñas a corto, medio o largo plazo?
Años atrás, no muchos, yo hubiera roto con lo que tenía, he soñado con irme a otro sitio, otro lugar para vivir, pero llegó un momento en el que me dije: ¿a dónde vas? Me he descubierto más familiar de lo que creía, más anclada de lo que creía. Tomé la decisión de quedarme en Madrid, y eso cierra puertas, aunque abra otras.
Mi objetivo profesional, y lo deseo con toda mi alma, es hacer y estar en un proyecto que me resulte interesante. De hecho, ahora estoy en una historia de teatro muy interesante, al que le queda todo por recorrer. Si me llamaran para un proyecto audiovisual me gustaría que fuera distinto, rompedor, en el que poder hacer algo que no tuviera nada que ver con lo que he hecho hasta ahora.
Lo que me apetece es jugármela, vivir y apostar, el más difícil todavía y la cuerda floja en su sentido más creativo, eso es a lo que aspiro. Que la vida me de esa alegría de formar parte de algo contemporáneo, arriesgado, profundo o superficial, no lo sé, pero entrar en un lenguaje o en la poética de alguien o de algo que me mueva y me conmueva.
Afortunadamente, creo que puedo aspirar a estar en otro plano, porque la edad te reviste de una autoridad casi animal, ya no eres la chica de nadie ni de nada. Y, por supuesto, deseo tener continuidad en mi trabajo y poder vivir de esto, lo cual ya es muchísimo.
Hay algo que siempre llevas contigo, la música. ¿Está en tu forma y fondo de estar y ver el mundo?
Sí, siempre. Me he dado cuenta de dos cosas, ¿por qué me gusta tanto el verso, la poesía, la rima, la palabra, el ritmo, la pulsión, la armonía, la melodía? Porque creo que he encontrado en el lenguaje del verso algo a medio camino entre la prosa y la música. Sigo estudiando música, aunque no creo que vuelva a hacer nada solo como cantante, pero sí tengo muchas cosas que decir, a través del teatro, con la música. Siempre que pienso en escribir, por ejemplo, ese deseo tiene una ligazón absoluta con ella.
Actualmente, recibo clases de armonía e imparto clases de verso, lo cual me ha hecho descubrir en mí, y desarrollar, una herramienta para acercarme a los demás y hacerles entender cómo, desde sí mismos, pueden acercarse al lenguaje del verso que, a priori, es tan acorchado o está lejos de la verdad. Y hacerlo desde la facilidad, desde la poesía, desde la música. Además, me divierte mucho la docencia, aunque siempre es un reto que preparo con mucha dedicación y delicadeza.
¿Qué es lo que más echas de menos, Lola?
El mar. Sueño con irme al mar con mi amiga del alma y lo haremos realidad en cuanto ambas tengamos un descanso.