Entrevista

Conchita Díaz, la mujer que guía a Google en los temas de IA: “Nos acercamos cada vez más a la resolución de algunos de los problemas más grandes de la humanidad”

Entrevista

“A mí me gusta hablar ya de ‘inteligencias aumentadas’, más que de inteligencia artificial”

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Conchita Díaz recibe a Magas en una de las salas de reuniones de la sede corporativa de Google en España.

Desde las plantas más elevadas de la Torre Picasso, las vistas son efectivamente abstractas, con una panorámica de personas diminutas y coches que se desplazan por calles en perspectiva como si fueran portadores de carga de un enorme circuito electrónico que se extiende hasta la sierra madrileña.

En el interior de la oficina, hay pimpón y futbolín, salas de lactancia, áreas de relajación y micro kitchens: cada departamento tiene su propia decoración y los cojines exhiben mensajes: uno de ellos dice Hola, IA.

Sin embargo, la conversación con una de las mujeres más influyentes del momento nos lleva mucho más lejos de las vistas, al otro lado del océano, a la costa oeste de Estados Unidos. “Yo tengo un problema de corazón y no puedo conducir. Cuando voy a California, me recoge siempre un Waymo [vehículo autónomo]”, explica y, así, desplazándonos a toda velocidad sin conductor por la zona sur del área de la Bahía de San Francisco, entre palmeras y miradores al Pacífico, comienza a explicar la extraordinaria historia.

Foto uno de Conchita en las oficinas de Google con el look uno

Total look de IKKS

Su afección de corazón, sumada al síndrome de Moebius [por el que Conchita nació con una parálisis parcial de parte de la cara y sin un pómulo] “me hicieron pasar por muchas cirugías desde pequeñita. En 2015 me colocaron un dispositivo bajo el pecho para monitorizar en todo momento la bradicardia: en ocasiones puede no llegarme suficiente oxígeno al cerebro. Si me desmayo y no me recupero de manera autónoma, con ese dispositivo se genera una señal de alerta que permite enviar una ambulancia allá donde esté en el mundo para asistirme”.

“Cuando me implantaron el dispositivo”, relata con una naturalidad aplastante, “pregunté ‘¿esto cómo funciona?’, y me dijeron que funcionaba con algo que se llamaba ‘inteligencia artificial’. Siempre había admirado las profesiones que servían para salvar vidas y ya estaba en tecnología. Al darme mucha más calidad de vida dije ‘qué maravilla’ y con casi cuarenta años me planteé salirme de mi zona de confort y comenzar de nuevo a formarme en ese tema”.

Hay que aclarar que Concepción Díaz nació con altas capacidades en el año 1978, en Madrid. Tras su paso por la universidad Carlos III, esta teleco trabajó en CISCO Estados Unidos durante década y media, convirtiéndose en una de las mayores expertas mundiales en redes, la única mujer y una de las tres personas en el mundo en obtener el nivel más alto de las seis certificaciones sobre esta especialidad. “Estudiar es lo único que me relaja. Yo tengo muchos problemas de salud desde que era pequeñita. Cuando tenía muchos dolores o estaba muy nerviosa, lo que me relajaba era concentrarme en estudiar”.

Ahora, la responsable de formación en IA a nivel global para Google, sin duda una de las mujeres españolas con más poder del gigante tecnológico, tiene apoyada una libreta sobre la mesa de su escritorio con la portada “#masmujeresenIA”, que lleva impreso un dibujo de Flavita Banana. “No tiene tanto mérito”, repite varias veces con modestia, “tengo mucha suerte porque yo necesito que me dejen aprender cosas nuevas, y no podría estar en un trabajo haciendo siempre lo mismo”.

Foto uno de Conchita en las oficinas de Google con el look dos

Pendientes de Singularu, chaleco de Cortefiel, anillo de Thomas Sabo, pantalón de Kiabi y zapatos de Hispanitas

Foto dos de Conchita en las oficinas de Google con el look dos

Casada con la actriz y coach de interpretación Amanda Marugán [La Promesa], Conchita ha impartido clases entre otros lugares en el programa de doctorado de Oxford o IE, ha sido destacada por medios como NBC o Forbes, formado a más de 20.000 personas, impulsado proyectos para mujeres en Oriente Medio, ha sido speaker de Lesbians who tech y promovido formaciones cortas de cuarenta horas para más mujeres en la IA.

En seguida ella nos cuenta que existen otras mujeres a las que admira, como Pilar Manchón, “una sevillana en Silicon Valley” o “Corina Cortés en Nueva York”, que le parecen “increíbles”. Habla también del programa Google Arts & Culture, confiesa su pasión por la música y reconoce que es fan de Aretha Franklin.

Foto uno de Conchita en las oficinas de Google con el look tres

Traje de Bariloche y zapatos de Gioseppo

Google Key Woman

Cuando Google la fichó, le pidió en repetidas ocasiones que impartiese durante su proceso de selección conferencias sobre temas extremadamente punteros, de los cuales era muy difícil —o casi imposible— encontrar información, ofreciéndole un presupuesto durante pocos días para confirmar que podía convertirse en súper experta en tiempo récord en algo de lo que no tuviera ni idea previa.

Al parecer, Conchita rompió el techo de la expectativa, y demostró cómo era capaz de ser especialista ipso facto en cosas como “el desarrollo de las redes convolucionales para la detección de objetos en imágenes”. Google la contrató en Londres inicialmente para Europa, y su responsabilidad fue creciendo hasta hoy, cuando es la persona que se reúne con los investigadores más punteros del mundo para traducir sus descubrimientos. “Gracias a la propia tecnología, hemos democratizado mucho el acceso a la formación en ella. Antes, para formarte en tecnologías punteras se necesitaba mucho dinero, y los recursos que había disponible eran muy pequeños. Hoy en día en YouTube hay canales francamente buenos”, explica ella.

¿Cómo comenzó a formarse en IA?

Al principio era mucho más complicado, había muy pocos recursos. Compuse canciones y vendí temas en mis ratos libres, con ese dinero me pude pagar un máster en la universidad de Stanford, uno de los poquitos sitios donde se hablaba de este tema. Sobre todo era en Estados Unidos, porque en Europa estaba aún muy limitado. Todo partía de allí con la gente más importante del mundo de la IA, como Andrew Ng.

¿Cómo es su día a día ahora en Google?

El 50% de mi trabajo sigue siendo estudiar, porque este campo va avanzando muchísimo y a toda velocidad. Cada vez que se desarrolla algo nuevo en Silicon Valley me tengo que formar de nuevo para poder trasladarlo a otras personas. La mitad de mi trabajo es estar continuamente actualizada. Tengo que diseñar formaciones, desarrollar contenidos y analizar cómo puede ayudar una tecnología a diferentes sectores, ya sea financiero o retail, por ejemplo, e incluso hacer demos en algunos casos.

Foto dos de Conchita en las oficinas de Google con el look tres
Foto tres de Conchita en las oficinas de Google con el look tres

¿Sigue siendo la IA trepidante?

[Sonríe, cerrando los ojos] Lo que funcionaba en 2023 ahora está obsoleto, por eso para considerarte hoy en día experta en IA tienes que estar formándote continuamente. Si me dices a mí donde íbamos a estar hoy hace dos años, no te creería. Yo sabía que íbamos a avanzar pero no tanto. Y si me preguntas dónde vamos a estar en pocos años, no me atrevería a decírtelo.

Atrévase…

Ayer di una conferencia y te enseño esto [muestra un ejemplo de un video elaborado con IA en cuatro horas por una sola persona]. Hablo de proyectos como Connectomics [que aprovecha la experiencia y los recursos de Google para mejorar la comprensión de la estructura y función del cerebro], en el que los avances son brutales: los humanos tenemos trillones de conexiones neuronales, pero con imágenes segmentadas del cerebro estamos siendo capaces de reconstruirlo en 3D y poquito a poco, cada vez más, estamos desentrañando el detalle del cerebro humano para ayudarnos en problemas como el alzheimer o el parkinson.

¿Habla de una aceleración del conocimiento?

Eso es. Antes, en cinco años podíamos desentrañar el cerebro de un gusano y ahora ya es posible hacerlo casi de un ratón, y el contenido genético del cerebro de un ratón ya es muy parecido al del humano. En Google han trabajado dos premios Nobel, Geoffrey Hinton con Google Brain, que me dio clases, y Demis Hassabis con Deep Mind [una subsidiaria de investigación de la misma empresa], que han conseguido acercarnos cada vez más a la resolución de algunos de los problemas más grandes de la humanidad.

Antes, conocer la estructura de una sola proteína requería cuatro años de trabajo de una persona en su tesis doctoral, ahora somos capaces con AlphaFold de desentrañar las estructuras de más de doscientos millones de proteínas, lo cual es vital a la hora de poder realizar medicamentos personalizados. Con la tercera versión de AlphaFold de Google podremos detectar las estructuras de muchas biomoléculas, el ARN y muchas más estructuras genéticas… hace dos años, no nos lo hubiéramos creído.

¿Y algo impensable en cinco años? Ahora acabo de darme cuenta de que la agenda 2030 caduca justo en cinco años…

Pienso que será posible, en mi opinión, algo en lo que hemos avanzado mucho, poder comunicarnos con los perros. Analizando el cerebro del perro, podremos cotejarlo con sus comportamientos y actitudes, de manera que vamos a poder detectar si un perro tiene dolor, dónde o qué grado de dolor tiene, o qué necesita. Estamos trabajando con hematólogos para hacer biopsias, con resultados cada vez mejores, de cara a tratamientos de prevención contra el cáncer. Otra cosa importante serán los robots asistenciales, cada vez tenemos una población más envejecida, y muchas veces el deterioro cognitivo comienza cuando no tienes a nadie con quien hablar. Mucha gente mayor vive sola.

El robot personalizado permitirá recordar conjuntamente temas que nos gusten, confirmar la medicación, en definitiva, retrasar el deterioro cognitivo. En Estados Unidos ya tenemos un montón de robots asistenciales. Muchas más cosas… algo que se podrá hacer es el análisis predictivo del crimen, un proyecto que ya trabajé con CISCO sobre los delincuentes en permiso en Estados Unidos, para que su pulsera puede no ser sólo para localizar, sino para medir el grado de sudoración, el sistema nervioso, las palpitaciones, las fases lunares y otros datos pasados y así correlar si aumenta drásticamente la probabilidad de cometer un delito, eso en Europa es mucho más estricto y menos posible.

¿Cuál es su posición con respecto a la regulación?

Creo que hay que regular, pero no podemos frenar la innovación. En Europa estamos siendo restrictivos y eso puede hacer que se frene la innovación y Europa pierda su paso a nivel mundial.

Foto uno de Conchita en las oficinas de Google con el look cuatro

Camisa blanca y chaleco de Tinta y Bariloche y pantalones de Cortefiel

Activismo anticatastrofismo

En resumen, ¿cuál es para usted la clave de la IA?

Siempre digo lo mismo. Que nadie piense que hay algo misterioso detrás de la IA. La IA consiste simplemente en encontrar patrones en los datos, ya está. Nada más. Un ser humano tiene un periodo de vida limitado en años, y si yo te pregunto cuántos pacientes puede atender un médico en su vida, a lo largo de treinta o cuarenta años, ¿cuántas radiografías distintas puede ver? La máquina puede ver billones de ellas, detectando patrones que un ser humano no podrá encontrar jamás.

Cada vez tenemos más capacidad de computo y más cantidad de datos por el ‘big data’, por eso está sucediendo esta ‘magia’, porque se pueden encontrar un montón de patrones que para el ser humano son imperceptibles. Pero no hay nada más extraño detrás. Antes las máquinas las tenías que programar con reglas estáticas: si pasa una cosa, haz esto otro. Si faltaba una regla, daba un error. Ahora hemos querido que la máquina aprenda, igual que nosotros aprendemos, en base a la experiencia, y la experiencia la pasamos a la máquina a través de datos, sólo se trata de eso. Piensa que el genoma humano antes era equivalente a catorce enciclopedias, hoy en día podemos descifrarlo de manera eficiente para atajar enfermedades.

¿De dónde salen entonces tantos discursos catastrofistas?

Las noticias de los medios a menudo se centran en la parte negativa de la IA. Yo creo que hay que dar visibilidad también a la gran cantidad de cosas que podremos solucionar con ella, y no sólo en medicina. Con la IA hay ciudades en las que regulamos los semáforos, para reducir drásticamente las emisiones de carbono. Cuando se necesitan nuevas fuentes de energía podremos ver otras formas de fisión y fusión para que, si hace falta energía y se reactivan las centrales, puedan ser verdes. Podemos desarrollar modelos predictivos muy precisos para poder salvar vidas en relación con desastres naturales.

Claro que puede haber estafas, desde luego, y por supuesto hay que divulgar sobre ello, pero también hay que contar que si tienes un familiar con algún tipo de autismo u otra complejidad, podremos crear tutores personalizados para que se adapten a su nivel cognitivo y necesidades de aprendizaje… con herramientas de IA podremos adaptar de manera automática los contenidos a lo que cada niña o niño necesita aprender primero, y a su ritmo, si es que tiene TDA u otra característica. Antes, para eso, tus padres tenían que tener mucho dinero.

Pero, ¿por qué el humanismo se declara a menudo en contra de la innovación con IA? La conversación está, como en tantos otros ámbitos, polarizada…

Hay mucho miedo, sobre todo en el mundo de la cultura, a la pérdida de trabajo con la Inteligencia Artificial. Pero hay que cambiar esa idea, porque la IAG nunca va a tener la chispa de creatividad de un escritor o una artista, sino que va a ser una herramienta. Hace 20 años, cuando apareció Internet, hubo mucha gente reacia porque decían que les iba a quitar su puesto de trabajo. Hoy en día, eso sí, nadie puede hacer su trabajo sin saber mandar un email, porque cambió la forma en la que trabajábamos. Lo mismo va a pasar con las nuevas inteligencias, va a cambiar la forma en que trabajamos, porque las tareas automatizables se harán automáticamente para que la sabiduría humana y la experiencia humanas sean utilizadas en el aspecto más humano, donde se aporte valor.

Foto dos de Conchita en las oficinas de Google con el look uno

Foto dos de Conchita en las oficinas de Google con el look cuatro

¿Qué son las inteligencias aumentadas?

A mí me gusta hablar ya de inteligencias aumentadas, no de inteligencia artificial. Cuando vas al médico ahora, a veces ni me mira, porque está metiendo datos. Esta tarea es automatizable, y al experto o la experta le impide empatizar con el paciente, tocarle… con la IAG podremos rellenar estos datos automáticamente y, en función del tono de voz, saber en un segundo cuánto dolor tiene un paciente, predecir el nivel de su enfermedad, analizar patrones para ver si se trata de una afección extendida, o todo lo contrario, personalizar su tratamiento, liberar al médico y que este se dedique a ser más humano. Con la IAG vamos a automatizar la parte de recogida de datos para potenciar la parte humana e incluso humanística.

En lugar de una supuesta ‘IA agéntica’, explica la experta, nos llega el concepto de ‘inteligencias aumentadas’. De hecho, la entrevista termina con Conchita Díaz explicando a varias personas acerca del uso de NotebookLM, una novedosa herramienta de Google ya disponible con la que es posible obtener resúmenes, e incluso podcasts de forma automática a partir de un grupo de documentos. Después, ella misma nos enseña la cantina donde comen y la sala de grabación de música, donde muchas personas la saludan con especial cariño.“Soy una afortunada, me pagan por aprender”, repite con modestia.

Créditos
Estilismo

Ana Pérez Santa Maria

Maquillaje y peluquería

Rosa Navajas

Producción

Cayetana López Navajas

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