A Karilenia Charles González dicen en Sama de Langreo que no la conocían muy bien, que apenas llevaba tres meses viviendo en el pueblo. Sin embargo, sí sabían quién era Francisco F. y qué relaciones tenía con las mujeres.
La noche del 31 de enero, este asturiano de 74 años acababa con la vida de su víctima, de 40, orígenes cubanos y madre de dos hijos, un niño y una niña, ambos menores de edad. Ella no tenía más familia en Asturias. Falleció tras correr por la calle pidiendo ayuda a gritos, antes de poder alcanzar un banco de la Avenida Poeta Mánfer de la Llera. Esta vía se encuentra junto al conocido parque Dorado, al lado del río Nalón que da nombre a la cuenca minera en la que se ubica la población de Sama, en el municipio de Langreo.
La víctima salió del portal de su casa pidiendo que llamasen a la Policía. Una de las testigos corrió hacia el agresor, quiso pararlo, pero él, a pesar de su avanzada edad, consiguió apartarla con un empujón y abalanzarse sobre Karilenia. Fue entonces cuando vieron el cuchillo que llevaba en la mano.
Dorita Alonso, la vecina del piso de arriba de la pareja, contó en la prensa asturiana que, aunque era habitual que en esa casa se escucharan voces, había marcado el número de emergencias 112 al escuchar los gritos de socorro decía que llevaban todo el día discutiendo, que era frecuente...
Ninguna muerte es por sorpresa
En este caso, no hay presunto autor. Francisco la mató en plena calle. Lo hizo a la vista de quienes estaban en las aceras y del nutrido grupo de personas que se asomaban a las ventanas, alertadas por los gritos. Dorita se refiere al asesino de Karilenia como "el desgraciado", la forma asturiana más despectiva para referirse a alguien miserable, a alguien muy ruin.
Todo lo contrario a lo que sucede en muchas ocasiones. "Era una persona normal", "no lo puedo creer, parecía una pareja que se quería mucho"… dicen con frecuencia los vecinos cuando una mujer es asesinada porque los maltratadores, cuando cruzan la puerta del domicilio, sonríen en el descansillo y dan los buenos días, disimulando el horror que esconden al otro lado.
Con Francisco F., no hubo duda, ni asombro, tampoco incredulidad. Este asesinato evidencia, una vez más, que en la violencia de género no hay sucesos. Ninguna muerte es por sorpresa. Todos ellos vienen precedidos por episodios explícitos de agresión, ya sea verbal, psicológica, sexual, económica o física. Todos son crímenes temidos, sospechados, amenazados, e incluso anunciados.
El criminal entró en prisión provisional. El juez titular del juzgado de Instrucción número dos de Langreo lo decidió tras negarse a prestar declaración. Estuvo casi dos horas en el Palacio de Justicia, pero no dijo nada, como tampoco lo había hecho la noche de autos, cuando se negó a contar su versión ante la Policía Nacional. "Estrategia de la defensa", aseguró su abogado.
Otro tópico destrozado. No parece muy emocional ni fuera de control un culpable que sabe cuándo callar. El auto dictaminó que, ante la posibilidad de que altere pruebas, fuera enviado a la cárcel, sin fianza, como el responsable del apuñalamiento, con resultado de muerte, de Karilenia.
"Me acostumbré a esa violencia"
De nada sirvió la llamada de Dorita al 112. Ni siquiera la intervención de las dos jóvenes. El asesinato de esta mujer de origen cubano se considera oficialmente el primer crimen machista en España en lo que va de año. Es, también, el primero en Asturias desde que, en mayo de 2021, Senén Fernández matara de dos disparos a su mujer, Tere Aladro.
Fue en Laviana, en la misma cuenca del Valle del Nalón donde ha sucedido este. Aquel hombre está en prisión, tras ser condenado a 31 años. En el juicio, su único hijo, que en aquel momento tenía 21, explicó cómo la relación de sus padres llevaba tiempo muy deteriorada y detalló algunas situaciones de las que fue testigo. También confesó que le había dicho a su madre "que se fuera de casa, que iba a pasar algo tras una de las broncas habituales". Esa conversación la tuvieron a finales de marzo de 2021 y un mes y medio después, ella fue asesinada.
Hay más coincidencias con el crimen de Karilenia, porque los casos de violencia machista se parecen como gotas de agua. En el de Senén Fernández, cuando la defensa del asesino preguntó a su hijo sobre los motivos por los que no había contado nada en sus primeras declaraciones, el joven explicó: "Me acostumbré a esa violencia machista y tardé en darme cuenta de que algunas cosas de las que le hacía a mi madre no estaban bien".
El hermano del asesino se negó a declarar. Las amigas de Teresa reconocieron que conocían episodios violentos que ella les había contado y que, al menos desde 2017, quería separarse del que se convirtió en la persona que le quitó la vida.

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Karilenia también tenía amigas que eran conocedoras de la situación que vivía. De manera discreta y anónima han confirmado que sabían que Francisco la maltrataba, pero que nunca pensaron que llegara a matarla. Minimizar el riesgo es una constante en estos casos. Todo el mundo sabe, las paredes oyen, las víctimas se desahogan con sus personas más cercanas y, en ocasiones, los signos de la violencia también son visibles.
Las familias conocen o sospechan, pero a pesar de todos los avisos, nadie considera al maltratador un asesino en potencia. Fallan en la valoración del riesgo los cuerpos y fuerzas de seguridad; el VioGén, el sistema de seguimiento integral de los casos de violencia de género; las familias y las amistades e incluso las víctimas que no le dan la relevancia debida al peligro en el que se encuentran. Las amigas de Karilenia aseguran que ella decía que Francisco tenía mal genio, "pero que le controlaba".
Pequeñita, aguerrida y vital
Así era ella. Quienes la conocían hablan de la víctima de Langreo con ternura y emoción, como una mujer trabajadora, cariñosa, sonriente, con ilusiones por mejorar su vida y la de sus hijos. Y todo ello parecía un milagro cuando esta mujer chiquitita, pero aguerrida, relataba, sin perder la esperanza, un camino que más parecía un maratón contrarreloj intentando dejar atrás la violencia.
Había llegado a España desde Cuba hacía siete años, huyendo del padre de su hijo mayor, de quien tenía como recuerdo un brazo con las cicatrices que le habían quedado el día que intentó quemarla viva. También habían quedado registradas en su cuerpo las marcas de varias puñaladas. Escapó sola, tuvo que dejar en su país a su hijo. Recaló en Sevilla, donde conoció a Antonio Hernández, padre de su segunda hija, y aunque allí estuvo poco tiempo porque la relación tampoco funcionó, consiguió traer al menor desde Cuba y reunirse con él.
En esas circunstancias se desplazó a Asturias, con dos menores, ambos con distintos grados de discapacidad. Pero allí tampoco encontró la tranquilidad que perseguía. Se instaló en Mieres con un dominicano que le hacía la vida imposible y a penas le permitía salir de casa. Estuvo cuatro años con él, hasta que en día que viajaron a Oviedo, su pareja la agredió en el coche y quienes pasaron por allí lo vieron y lo denunciaron.
En junio del año pasado, Karilenia llegó al municipio de Langreo. Recibía ayuda de unas señoras mayores que la apoyaban. Decía que se sentía bien porque había escolarizado a los dos pequeños en los colegios adecuados. Estaba en el VioGén por el maltrato que había sufrido de su última pareja y esa fue la razón por la que se acercó en un par de ocasiones al Centro Asesor de la Mujer.
Allí le ofrecieron atención psicológica. Al principio dijo que no, pero luego la aceptó. Relataba que había desarrollado una especie de aversión hacia los hombres y que le pasaba factura hasta con su hijo, por eso quería curarse.
Karilenia, aún con todo lo sufrido, derrochaba vitalidad, aparentaba menos edad de la que tenía y su objetivo era salir adelante por sus hijos. Cuando conoció a Francisco, al poco tiempo el hombre, le ofreció irse a vivir con él. Lo aceptó, apesar de que, cuando estaba en confianza, contaba que el hombre era malo. Él quería casarse a toda costa y ella no, pero confió en que sabría "mantenerlo a raya". De alguna manera había "normalizado" la violencia vivida en sus anteriores relaciones.
Para romper este círculo vicioso se necesita, sin duda, recursos económicos y un lugar donde vivir segura, especialmente cuando se es madre, puesto que el vínculo con los menores es muy utilizado por los maltratadores para seguir haciendo daño. Es imprenscindible, además y de manera simultánea, un acompañamiento integral -psicológico, legal, afectivo incluso- para poder salir y no volver a entrar en ese infierno.
La falta de recursos y personal especializado en la prevención de la violencia de género asoma en buena parte de los casos de asesinatos. El sistema ha volcado sus escasos recursos en atender a las víctimas, pero ha dejado al descubierto la prevención.
"Las otras marcharon esta pobre se quedó"
Para Karilenia la llamada al 112 llegó demasiado tarde. Sus vecinos también confiesan cómo se habían casi "habituado" a la violencia de Francisco. Uno de ellos comentaba como algo muy sabido que "las otras marcharon -refiriéndose a parejas anteriores del hombre-, esta pobre se quedó y mira...". Muchos aseguran que, aunque escuchaban discusiones a diario, nunca asumieron que fuera a matarla.
Las primeras declaraciones de las fuentes oficiales tras el asesinato aseguraron que la víctima no había denunciado y que él no tenía antecedentes policiales. Sin embargo, había estado en prisión por una agresión sexual a la hija de un familiar muy cercano y había tenido denuncias anteriores.
Sí, el culpable es bien conocido en el concejo de Langreo. Tras el asesinato, en el pueblo se recordaba cómo había llegado. La casa era propiedad de la madre de su mujer, María Carmen Peanilla González, de 49 años, quien falleció en octubre de 2022 tras declararse un incendio en la habitación donde presuntamente estaba descansando con Francisco. Él también resultó herido.
La investigación concluyó que había sido un accidente, aunque el hombre culpó del suceso a Tamara, una hija con discapacidad intelectual de la fallecida. El día del siniestro, los mismos vecinos que fueron testigos del asesinato de Karilenia vieron cómo el asturiano desde la ventana de la cocina y dirigiéndose a aquella joven repetía: "¿Qué has hecho? ¡Has matado a tu madre!".
Tras la muerte de la mujer con la que compartía su vida, él salía de paseo y a tomar café con su suegra, pero al poco tiempo la anciana ingresó en una residencia geriátrica y la hija de la fallecida fue tutelada por el Principado. Francisco se quedó solo en la vivienda. Entre el fallecimiento de María Carmen Peanilla y el asesinato de Karilenia, dicen sus vecinos que "hubo varias mujeres viviendo con él, pero ninguna duró". De nuevo el estribillo: "Las otras marcharon…".
Pobre, migrante y racializada
Al día siguiente del asesinato de Karilenia Charles, decenas de personas se concentraron frente al Ayuntamiento de Langreo para expresar su repulsa por el crimen y, en señal de respeto y homenaje, compartir cinco minutos de silencio en su recuerdo. No fue únicamente en esa localidad, la Federación Asturiana de Concejos convocó concentraciones en todos los ayuntamientos del Principado para que se sumaran al luto y al duelo.
"Karilenia fue asesinada por ser mujer, migrante, racializada y sin recursos". Son las palabras del colectivo Abogadas por la Igualdad que ejercerá la acusación popular en el juicio contra el culplable, como llevan haciendo desde 2015, cuando comenzaron a personarse en todos lo feminicidios en Asturias. "Este asesinato evidencia la manifestación de la terrible y aún arraigada desigualdad que perpetúa los roles asignados tradicionalmente a los hombres y a las mujeres", añaden.
Sobre Francisco, también señalan la característica común a todos los asesinos de crímenes machistas: "Un hombre que la ejecutó porque la consideraba de su propiedad, una mujer, un cuerpo, un ser inferior, sin derechos y sin legitimidad alguna para un comportamiento propio, desvinculado de él y de su voluntad".
Karilenia Charles González encabeza el doloroso recuento de las víctimas mortales de violencia de género en España en 2025 y también es la número 1.294 desde 2003, año en el que comenzó el recuento oficial. Tenía nombre, apellidos, una vida de 40 años cargada de aciertos, de éxitos y fracasos y también sueños, ilusiones, amistades y dos hijos menores de edad. Dos huérfanos que elevarán hasta 471 el número de niñas y niños hijos de mujeres asesinadas desde 2013. En el mismo periodo, también han sido asesinados 62 menores por idéntica causa.
No estás sola
El Ministerio de Igualdad, por medio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, quiere recordar que el teléfono 016 (es un número de teléfono gratuito y confidencial que no deja rastro en la factura), las consultas online a través del email 016-online@igualdad.gob.es, el canal del WhatsApp en el número 600 000 016 y el chat online, accesible desde la página web violenciagenero.igualdad.gob.es/, siguen funcionando con normalidad las 24 horas, todos los días de la semana.
En el 016 se puede pedir asesoramiento sobre los recursos disponibles y los derechos de las víctimas de violencia de género, así como asesoramiento jurídico de 8 h a 22 h todos los días de la semana, con atención en 53 idiomas y un servicio adaptado a posibles situaciones de discapacidad.