Entrevista

La soprano madrileña Natalia Labourdette: "Mi trabajo me ha costado muchas relaciones de pareja, pero la ópera estaba antes"

Entrevista

“Estuve en terapia desde los 25 años porque me exigía demasiado. Llegué a la conclusión de que no se puede encajar en todos lados”

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Su presencia es delicada, y procura no levantar la voz. Lleva vaqueros y un sencillo jersey gris escondido tras los botones de una chaqueta de punto, algo más oscura: “No me gusta arriesgar, prefiero ir natural y discreta. Ya me paso demasiado tiempo disfrazada”. Parece otra persona. Contrasta con la imponente personalidad que muestra sobre el escenario. Allí canta tan alto que su voz resuena aún en el patio de butacas de algunos de los teatros más famosos del mundo. Admite que ponerse delante de una cámara la saca de su zona de confort pero, cuando el flash y los focos se apagan, Natalia Labourdette (Madrid, 1992) pasa de ser un dulce Adagio a un vibrante y enérgico Presto

Parece un movimiento que acompasa en juego a su cabello. “Es una de sus debilidades”, dice la persona que la acompaña. Con un cuidado extremo, se lo suelta en modo Lento, retirándose una gran pinza que deja al descubierto un largo hasta la cadera, y que se ondula Allegro a medida que va bajando por su espalda. Con ese sencillo gesto, y como si se la pudiese leer a través de una partitura, Natalia deja entrever sus distintos tempos. En ella todo es música. 

Foto uno de Natalia Labourdette con el look uno

Chaqueta de Isabel Sanchis, short de Isabel Mora, earcuff de Tina Botero y pendientes de Singularu

Desde los 26 años ha dedicado su vida al canto lírico y regalado su arte en forma de armonías por escenarios de España y Europa. Sin embargo, la estrella nació mucho antes de su debut. Admite que, desde siempre, tuvo una “sensibilidad muy especial” con la música. Quizá porque sus padres la apuntaron –sabiamente, aunque aún no lo sabían– a la actividad extraescolar de ‘música y movimiento’. “Lo hicieron para que mi madre tuviera margen para salir de trabajar y venir a buscarme”, confiesa. Aun así, algo en ella ya se había despertado.

Cambió las muñecas y los juguetes cuando, para librarse “de la hora de la siesta que había en el colegio después de comer”, les pidió a sus padres un violín como regalo de cumpleaños. Tenía solo seis años. “Pero entonces no hay Barbies, eh”. Criada en la cultura del esfuerzo y del sacrificio, tuvo su preciado instrumento a cambio de asistir a clases, practicar y tener “mucha disciplina”. “Mis padres no me dejaban salir a jugar hasta que no terminaba de tocar”, recuerda. Pero le daba igual. Natalia se sentía como una niña con zapatos nuevos. 

De esa niña poco queda ya, aunque ahora, con 32 años, sus facciones aún aniñadas le hacen parecer mucho más joven. “A veces es una desventaja porque no me toman en serio”, cuenta desencantada. Pese a todo, tiene el talento y la personalidad necesarios para ser ‘la elegida’ sobre el resto. Por eso, no es casualidad que vaya a convertirse en Colorina, la protagonista de la nueva producción de Jesús Torres, Tejas Verdes, y cuyo estreno absoluto fue el pasado 13 de febrero en el Teatro Real de Madrid. Porque, como en un Da Capo, Natalia vuelve al principio. Natalia vuelve a casa. 

Foto uno de Natalia Labourdette con el look dos

Foto dos de Natalia Labourdette con el look dos

Empezaste con violín, luego pasaste a canto. ¿Por qué no cogiste otro instrumento?

Siempre he cantado pop, y me fijaba en que el vocalista del grupo tuviera una voz de calidad. En el conservatorio teníamos una asignatura de coro y en una de las audiencias el profesor me dijo “cantas muy bien, tendrías que presentarte a este coro que ha abierto ahora en la Comunidad de Madrid”. Me presenté y fue ahí cuando pensé: “Ah, pues esto me gusta”. Me planteé que a lo mejor no era una violinista a la que se le daba bien cantar, si no que igual me gustaba más que tocar el violín. Ahí empecé a pensar que quizá el tema de ser cantante no estaría tan mal.

Ya no te inclinaste por ser cantante, sino encima cantante de ópera, ¿cuál fue el motivo para que alguien tan joven cambie el pop por la clásica?

Siempre había cantado pop, pero en realidad no me suponía un gran desafío. Decidí presentarme al conservatorio por clásico, porque quería usar la voz en todos sus aspectos y en todos los ámbitos. Probé con la ópera y descubrí un gran mundo de posibilidades: se hace siempre en el idioma original, tienes tres o cuatro siglos de posibilidades musicales y lingüísticas… Y me pareció muy interesante. 

Y ahora que eres cantante lírica, ¿qué hay en tu playlist? ¿Escuchas Bad Bunny? ¿O eres más de Mozart?

Si antes te he dicho que de pequeña me centraba en la calidad vocal de los cantantes, ahora me fijo más en un sonido o en el hecho de que transmita algo. Me parece que Bad Bunny tiene una personalidad artística muy fuerte, sabes reconocer perfectamente que es él. No es un artista para decir “qué bien canta”, pero su producto me convence. 

En cuanto a mi lista, voy por obsesiones. Ahora me ha dado por Glass Animals, que es un grupo británico que me gusta muchísimo. Es como indie electrónico. Sin embargo, en cuanto a calidad vocal, me fascina Adele. Miley Cyrus ha sido un gran descubrimiento también después de su actuación a capella en los Grammy.

Foto tres de Natalia Labourdette con el look dos

Total look de Liviana Conti By Idó y pendientes de Singularu

¿Cómo reacciona la gente cuando conoce a qué te dedicas?

Presentarse como cantante lírica puede resultar raro a veces. Para empezar, tienes que decir que cantas óperas porque, si no, la gente no lo entiende. Y luego porque, al ser algo más inusual, te abordan con preguntas y piensas “si yo venía aquí a desconectar, no a hablar de mi trabajo”. Sé que es curiosidad sana, pero es una sensación extraña. 

Vuelves ahora a casa como la protagonista de Tejas Verdes, la nueva ópera de Jesús Torres, ¿qué ha significado para ti este proyecto?

Se trata de una oportunidad enorme. Parece como si Jesús me conociera antes de componer la ópera, porque ha compuesto un rol que realmente es para mí. Puedo mostrar muchas de las cualidades que tengo vocalmente, mis puntos fuertes. Es una obra con la que me siento muy cómoda.

Chaqueta de Simorra y earcuff de Tina Botero

Foto uno de Natalia Labourdette con el look tres
Foto dos de Natalia Labourdette con el look tres

¿Qué crees que tiene Natalia Labourdette para que haya destacado sobre las demás?

Creo que siempre he tenido mucha iniciativa y facilidad para saber a dónde ir. Cuando voy a una prueba, obviamente tengo mis inseguridades, como todo el mundo, pero llego allí a decir “esto es lo que puedo ofrecer, y ya está”. Creo que cuando uno sale con cierto aplomo y seguridad, tiene mucho ganado. Una cosa que pienso antes de salir es: “Si siempre salió bien, ¿por qué no va a salir hoy?”. Y no quiere decir que no tenga nerviosismo o ansiedad. 

¿Te preparas de alguna manera especial para ello?

Claro que me preparo… Al final todos hemos tenido rachas. Yo tuve un momento complicado justo antes de la pandemia. Estaba muy segura de mí misma pero, por intentar buscar un poco de feedback, dejé de guiarme tanto por mi propio criterio. También tenía problemas para concentrarme, tenía mucha ansiedad, me exigía mucho a mí misma porque quería hacerlo todo bien… Y tuve que buscar ayuda profesional porque fui demasiado lejos. Eso fue en 2020, pero yo llevaba en terapia desde los 25 años. Al final llegué a la conclusión de que no puedo estar buscando algo que no soy y que ni siquiera a mí me gusta solo por intentar encajar.

¿Es por esto por lo que empezaste a escalar?

Empecé a meditar, a hacer yoga y también a escalar, sí. Y la verdad es que me ayudó mucho. En la escalada tienes que estar realmente concentrada. Solo estáis la pared y tú, y sabes que como pierdas un segundo la concentración puedes caerte. Le cogí el gusto, me ayudaba y a la vez me divertía… Creo que porque me gusta mucho el riesgo (ríe). 

Foto tres de Natalia Labourdette con el look tres

Ahora se ha convertido en una de tus grandes pasiones. ¿Encuentras algún punto en común con la ópera?

Creo que pueden tener en común el factor del riesgo. La adrenalina que da subirte a la pared puede ser parecida a la que siento cuando salgo al escenario, aunque ahí me gusta arriesgar mucho más. A veces estoy cantando, ya sea en ensayos o en presentaciones, y pienso: “¿Y si esto en vez de hacerlo como lo hemos hecho siempre lo pruebo de una manera distinta?”. 

Por ejemplo, en uno de los ensayos de Tejas Verdes, hay una parte en la que Colorina canta desde el suelo, pero un día quise innovar y canté toda la escena boca abajo, cuando es algo que no estaba preparado.

Hablando de Colorina… Ella, durante toda la obra, comparte sus miedos y sus anhelos pero, ¿qué compartes tú con ella?

Comparto, y menos mal, esos sentimientos que tiene de angustia. Al final son sentimientos muy humanos, y muchas veces me vienen ganas de llorar cuando canto. Realmente algunas partes las vivo con un poco de angustia, pero está bien, tiene que ser así para poder ofrecer lo que quiero. 

A Colorina la detienen y torturan por su historia de amor con un joven opositor. ¿Has tenido tú también alguna relación tortuosa? 

¡Vaya pregunta! (Ríe). Claro que sí, todo el mundo tiene sus escarceos, sus historias…

Entiendo que tener pareja con una profesión que te obliga a viajar tanto no es fácil. ¿Cómo consigues llegar a la conciliación?

La conciliación es muy complicada en general. Mi trabajo me ha costado muchas relaciones de pareja, pero al final la ópera estaba antes. También es complicado a nivel familiar. Si por ejemplo tienes una obra en año nuevo en un país que no es el tuyo, te ves obligada a pasar el fin de año sola.

Yo ahora mismo estoy viviendo en Dortmund y tengo a mi familia en Madrid. Entonces es muy complicado. Mis padres sí que suelen viajar y vienen a verme a muchas obras, pero en tema relaciones, o encuentras a alguien que viva en el mismo lugar que tú, o que pueda permitirse teletrabajar… O suele acabar mal, porque en mi calendario hay pocos huecos libres.

Foto uno de Natalia Labourdette con el look cuatro

Jersey blanco de Liviana Conti By Idó, pantalón blanco de Inma Linares y pendientes de Singularu

Foto dos de Natalia Labourdette con el look cuatro

¿Cómo es un día a día en la vida de una cantante de ópera? ¿Cuántas horas ensayas?

Me levanto, desayuno, me ducho y empiezo a ver cómo va a ir el día, porque cada uno es diferente. Recibimos el planning del día siguiente el día anterior. Por ejemplo, en el Teatro Real, en general, los horarios son de 11 a 14 y de 16 a 19 horas. Eso casi todos los días menos el sábado. Y tienes que estar pendiente por si te citan o no. Igual van a ensayar una escena en la que tú no estás. Por otro lado, allí en Alemania, el ensayo generalmente es de 10 a 14 y de 18 a 22, más o menos de manera fija.

Ahora mismo estás saboreando el éxito pero, ¿crees que estás preparada para afrontar el fracaso?

Sí, en realidad lo he afrontado muchas veces. Hablas de éxito porque ahora mismo estoy donde estoy, pero el éxito no es llegar, es mantenerse. Ahora tengo una producción muy importante, pero en un año y medio a lo mejor no tengo nada. Eso siempre es un estrés y antes de que te digan un sí, te dicen diez veces no.

El fracaso y el éxito van de la mano. Además, me hace mucha gracia que me hagas esta pregunta porque yo muchas veces no me siento exitosa. Creo que el éxito se percibe casi más desde fuera. Muchos de mis amigos me dicen “estás genial, vas a petarlo”. Y vale, genial. Pero, ¿y si el año que viene no tengo nada?  Entonces vives con la presión del “no voy a dar la talla” o “no voy a ser suficiente”. La sombra del fracaso siempre está presente.

Créditos
Estilismo

Ana Pérez Santa Maria

Maquillaje y peluquería

Rosa Navajas

Producción

Cayetana López Navajas

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