
Helana Poggio
La chelista Helena Poggio: "La ilusión de tocar es igual en la mejor sala del mundo, en un pueblecito o en una cárcel"
La integrante del cuarteto de cuerda Quiroga habla de los próximos proyectos y del secreto que les hace llevar 21 años juntos.
Más información: Ana Crespo, presidenta de la Real Academia de Ciencias: “La ciencia es como el amor: si no hay oportunidades, el talento se va"
Helena Poggio (Madrid, 1978) es el violonchelo del Cuarteto Quiroga, una institución española, ejemplo de música de cámara y premio Nacional de Música 2018. De "exquisito, preciso y perfectamente equilibrado", lo califica tanto la crítica internacional como la nacional.
Su apellido proviene de un antepasado italiano que recaló por el sur de España. Mientras ella habla, pienso que en su forma armónica de narrar y estar quizá influyan su amor por la música y el envolvente sonido del chelo.
"Venía a la entrevista pensando que en los grandes cuartetos del siglo XX apenas ha habido mujeres", comenta. La Filarmónica de Viena no las admitió hasta 1997. Ahora, a nivel internacional, hay muchos con una, algunos con dos, pero con más no conoce: "Hasta que no haya cuartetos formados por cuatro mujeres como los hay de hombres no se habrá avanzado lo suficiente".
"La conciliación es muy complicada -continúa su reflexión-. La mujer no tiene las mismas posibilidades. Es juzgada por la sociedad, por las otras mujeres o por sí misma. Si pone toda su atención en la carrera, porque parece que descuida otras facetas. Si el hombre está más en casa, es un padrazo, pero si lo hace la madre y deja un poco de lado su carrera se la juzga porque no es más ambiciosa".

Helana Poggio
Helena Poggio y otro integrante del cuarteto tienen hijos. Para no pasar mucho tiempo fuera de casa, intentan espaciar las giras. Por ahora, 2025 les depara, además de conciertos por España, viajes por Canadá, Inglaterra, Alemania, Holanda, Bélgica, Italia, Australia... Habitualmente ensayan en el Museo Cerralbo donde cada cierto tiempo dan recitales. Es una gran oportunidad para escucharlos.
Comprometidos, sobre todo, con la música para cuarteto de cuerda, pero también con la española y la contemporánea, han empezado a encargar obras de cámara a compositoras. No pueden cambiar el pasado, pero sí el presente, explica muy ilusionada Helena. El proyecto va a durar diez años.
Un cuarteto tiene que sonar como una voz, pero se tienen que oír las cuatro. ¿Cómo lo logran un valenciano, un gallego, un asturiano y una madrileña? O una viola, dos violines y un violonchelo.
A base de mucha escucha, entendimiento y respeto. Hay que encontrar un camino común que integre nuestra personalidad artística, que es muy diferente y bienvenida sea la diferencia, porque enriquece. Si fuéramos los cuatro iguales, sería un rollo y el ensayo se acabaría enseguida, porque no habría nada que discutir. Después de 20 años hay ciertas simbiosis ya establecidas y resulta más fácil.
¿Cuál es la clave para seguir 21 años juntos?
Nos profesamos una admiración mutua, sin la cual creo que sería imposible llegar a buen puerto. Para conseguir acuerdos hay que ceder y estar dispuesto a ser generoso en muchas ocasiones. Decimos riendo que los políticos deberían tener cierto espíritu de cuarteto de cuerda. Realmente, cuando tienes voluntad de entenderte, lo haces, sabiendo que has de ceder en pequeñas cosas.
En lo importante estamos de acuerdo. Nuestra pasión es la música y somos afortunados de poder dedicarnos a ella. Tengo la suerte de tocar con tres hombres que son generosos, atentos, inteligentes y sensibles.
Ahora, tenemos retos diferentes a cuando empezamos y éramos jóvenes y libres como pajarillos. Dos de nosotros hemos creado una familia, pero siempre encontramos la manera de seguir trabajando.
Habéis dicho que la música de cámara es una manera moderna e ilustrada de estar en sociedad.
El cuarteto de cuerda nace en la Ilustración como un diálogo entre iguales, una conversación entre cuatro personas razonables, que decía Goethe. Es como un modelo de minisociedad: solo funciona cuando cumplimos con nuestra responsabilidad. Sabiendo que la diferencia enriquece, nos ponemos de acuerdo para lograr un objetivo común.
Además, la música de cámara se podía tocar en cualquier sitio. Incluso muchas partituras para orquesta tenían sus arreglos para cuarteto. No puedes oír el réquiem de Mozart en un salón, pero sí el arreglo para escucharlo.
¿Cuáles son los escenarios más importantes donde habéis tocado?
Muchos. El Wigmore Hall en Londres, los Konzerthaus de Viena y Berlín, la Pierre Boulez de Berlín. Son salas muy emblemáticas que te hacen especial ilusión y tienen una acústica maravillosa. Pasa lo mismo con la sala de cámara del Auditorio de Madrid, que es de nuestras preferidas porque sientes el calor del público.
¿Un recuerdo de un concierto?
Afortunadamente hay tantos… Cada uno es un acontecimiento especial. Nuestra alegría e ilusión por dar lo mejor es la misma en la sala más potente del mundo que en un pueblecito o en la cárcel.
Tocamos en una iglesia pequeña de la Isla de la Graciosa donde los pescadores nunca habían oído un cuarteto de cuerda. Fue maravilloso que les emocionara especialmente el de Bartók… para que luego hablen de prejuicios.

Helana Poggio Esteban Palazuelos
¿Qué tipo de recibimiento tuvisteis en la cárcel?
Muy emocionante. Nos intimidaba un poco, pero teníamos unas ganas enormes. Fue empezar a tocar y escuchar un silencio sepulcral, sentir una energía inmensa. Los reclusos oían con una sensibilidad, dada su situación, que no tendremos nunca nosotros. ¡Cómo sonaba Schubert en ese momento para ellos! Lo agradecieron muchísimo, aplaudieron como locos. Qué necesario es llevar la música también a otros lugares...
¿Cuáles son vuestros últimos logros artísticos?
Ya lo es llevar 20 años. Cuantos más tiempo pasa, más difícil resulte que un cuarteto continúe, porque la vida se complica. El año pasado celebramos el aniversario en el Auditorio Nacional con tres conciertos e invitamos a nuestros colaboradores más importantes: Javier Perianes, Jörg Widmann y Veronika Hagen.
Además, hemos empezado un proyecto muy bonito. Los próximos diez años vamos a encargar obras para cuarteto de cuerda a mujeres compositoras. Como no podemos cambiar el pasado, sí podemos cambiar el presente y que haya más compuestas por perfiles femeninos. Así aportamos nuestro granito de arena.
¿Recibís ayuda? ¿Con qué compositoras habéis colaborado?
Colaboramos con entidades que cofinancian junto a nosotros el proyecto. El año pasado fue el Palau de la Música con Raquel García Tomás, reciente Premio Nacional de Música. Es muy ilusionante que escriban una obra para ti, estrenarla y seguir tocándola.
Con el Centro Nacional de Difusión Cultural estrenamos una de la compositora griega Konstantia Gourzi. Para el 2026 hemos encargado otra a la compositora suiza Cécile Marti, a propuesta del Ciclo de Cámara de Basilea. Cada vez hay más mujeres en la música, pero debería haber muchas más.
¿Cómo es viajar por el mundo con el violonchelo a cuestas?
Ya me he acostumbrado. Es como mi caparazón. Hacen estuches muy ligeros de fibra de carbono que pesan muy poco. En el avión pagas otro billete. Tiene que sentarse a mi lado siempre, pero en ventanilla por razones de emergencia para no bloquear el paso si hay que salir corriendo. Es mi compañero de viaje, le pongo una extensión de cinturón de seguridad que llevo. Está bien porque es muy callado y me deja leer…
¿Por qué eligiste este instrumento?
Lo eligió mi padre por mí. Es médico, pero siempre quiso estudiar música. Somos cuatro hermanas y todas estudiamos música.
¿Qué violonchelo tienes?
Un Léon Bernardel hecho a principios del siglo XX en París. Es el nieto del famosísimo lutier, Gustave Bernardel. Fue mi primer chelo grande cuando tenía 15 años... y hasta ahora. Me encantó.
El cuarteto Quiroga ha tocado con los Stradivarius del Palacio Real…
Lo extraordinario de la colección palatina es que son los únicos instrumentos decorados por Stradivarius que fueron concebidos para ser tocados juntos. Hemos tenido la suerte de ser el cuarteto residente varios años. Ese chelo tiene un sonido redondo, aterciopelado, precioso, y de una calidad asombrosa.

Helana Poggio Esteban Palazuelos
Como chelista, ¿qué versión de las suites de Bach elegirías?
Qué pregunta más difícil. No creo que pueda contestarla. Hay tantos estilos diferentes. Hay referentes como Anner Bylsma, o el francocanadiense Jean Queyras, más moderno y muy completo… Pero no encuentras ningún Bach como el que tienes en la cabeza. Él es para estudiarlo toda la vida y nunca encontrar tu Bach definitivo.
El cuarteto Quiroga está consolidado tanto nacional como internacionalmente. ¿Se puede vivir de la música de cámara?
Sí, pero con muchísimo esfuerzo y trabajo, y solemos compaginarlo con la docencia. Todos los cuartetos de renombre que conozco lo hacen. La música de cámara es el hermano pobre.
¿Qué supone para ti la docencia?
La docencia es una pasión y cierta responsabilidad. He sido afortunada de tener profesores maravillosos y quiero transmitir ese legado, sobre todo el amor por la música de cámara.
Tocar en un cuarteto es de las cosas que más hacen crecer como músico a un instrumentista de cuerda. Es muy difícil encontrar el equilibrio del sonido, de la afinación y escuchar e interpretar a la vez.

Helana Poggio y María Marañón, durante la entrevista. Esteban Palazuelos
Vosotros vais tan bien conjuntados... ¿Es difícil ir como un reloj y a la vez improvisar?
La conjunción del sonido y la afinación es algo que se tiene que trabajar muy regularmente, con muchísimo mimo y cariño. De lo contrario, se va el equilibrio.
Siempre les digo a los alumnos que una obra es como una historia en un lenguaje no verbal, un viaje más o menos planificado de los momentos cromáticos, dramáticos, pero hay que tener la libertad de una cierta improvisación. Si no dejas que el momento sea único, entonces no hay magia.
Para celebrar los 20 años, en septiembre de 2024 presentasteis vuestro 8º disco: 'ÁTOMOS: el arte de la concentración musical'. ¿Por qué ese título?
Como el cuarteto es la esencia de la composición musical, quisimos interpretar piezas en las que la estructura estuviera condensada al máximo en cuanto a tiempo y motivo musical.
Por ejemplo, el Serioso es el cuarteto más corto de Beethoven. Dura apenas 20 minutos; pasa como un ave volando, pero todo está condensado ahí. Nos parecía un ejercicio de concreción dificilísimo. Es lo contrario de esas sinfonías larguísimas de Wagner, Strauss, Mahler… Ser conciso es un arte muy difícil.
¿Qué es el éxito?
Qué pregunta tan difícil… Es un equilibrio propio entre la profesión -en mi caso la música, que es una pasión- y lo personal, de manera que en ambos campos me sienta satisfecha, en paz, que esté donde quiero estar y haciendo lo que quiero hacer. Es fácil decirlo, pero más difícil conseguirlo.