Ni el rosa era para niñas, ni el azul para niños: la mentira que el marketing nos ha colado (y en la que seguimos creyendo)
- La disociación de colores por género llegó en los años 50, con el babyboom y el auge del marketing. Anteriormente era al revés: azul de ellas y rosa de ellos.
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No cabe duda, los colores tienen dueño, y, si no, que se lo digan a los creadores de la película Inside Out: el sentimiento de furia se ha adueñado del rojo, la alegría vive a través del amarillo chillón y la ansiedad domina al color naranja.
Con los hombres y las mujeres pasa igual que con las emociones: el azul es para ellos y el rosa para ellas. De hecho, esta asociación se da incluso desde antes de nacer. Al pintar las paredes del pequeño de un color u otro, cuando se regalan chupetes y patucos o, incluso, a la hora de decidir las enaguas de los carritos. Pero su máxima expresión es, sin duda, el famoso gender reveal, la fiesta en la que se descubre el género del bebé. Si es chico, una explosión de tonos azulados. Si es chica, lo mismo en rosa.
Pero, ¿quién y cuándo se dictaminó esta ley no escrita? ¿Por qué se instauró este lenguaje que parece universal? Curiosamente, en los siglos pasados, la asociación también se producía, pero esta vez al contrario. Solo hace falta fijarse en el arte pictórico de otras épocas para darse cuenta de que las mujeres vestían de azul y los hombres con tonos rosados.
En antaño, siempre blanco
Es una realidad que la disociación de los colores por géneros no se ha producido desde los orígenes de la historia y, a día de hoy, han llegado muchas pruebas de ello. En las películas ambientadas en la Edad Media, los bebés se envuelven con paños y telas para protegerles del frío y, en los belenes navideños, todavía no se ha visto a ningún Niño Jesús con un pañal azul.
Sin embargo, allá por el 1800, los ropajes se tiñeron de blanco. O mejor dicho, se bañaron en lejía. Desde que Claude Louis Berthollet desarrolló esta disolución acuosa en un pueblo cercano a París, los bebés comenzaron a vestir de blanco, ya que la lejía podía llevarse todas las manchas propias de la infancia.
Esto ha dejado huella en la historia, y un legado muy presente a día de hoy. Como explica María José Pérez, periodista experta en moda y fundadora de DModa: "Sigue habiendo mucha ropa de colores blancos, cremas y beiges para los bebés. Con un vistazo a cadenas como Zara o H&M, se pueden encontrar cada vez más piezas. Lo mismo pasa con la moda para adultos. Todo va siguiendo unos ciclos alineados con la estética y el sentir general, aunque es cierto que la ropa infantil siempre ha mantenido una mayor libertad en lo que a colores y estampados se refiere".
Según la exposición La vie en rose del Museo del Traje, tras la revolución química de mediados del siglo XIX comenzó a notarse un claro auge de algunos colores para la moda infantil. A partir de aquel momento, el rosa pálido y el azul cielo empezaron a ganar protagonismo a la hora de distinguir el género de los más pequeños de la casa, aunque no como ahora lo concebimos, pues el rosa era para ellos y el azul para ellas.
La psicología del color
Azul: Es el favorito de la mayoría. Los tonos más claros se asocian con la tranquilidad, serenidad y la reflexión. Sus atributos positivos son la lógica y la claridad; sus negativos, la distancia y frialdad. Además, puede provocar recelo en un contexto inadecuado, por ejemplo, cuando vemos comida azul.
Rosa: Expresa cuidados, atención y amor empático, muy diferente al pasional y estimulante. En el lado negativo, el rosa puede dar la impresión de debilidad, necesidad o indefensión. Los rosas pálidos y pastel son tranquilizadores, recuerdan a la dulzura, y los más potentes son estimulantes.
El rosa y azul, de moda
Sí, has leído bien: para los hombres el rosa, y para las mujeres el azul. ¿Por qué? Muy sencillo. En aquella época, se consideró que "el rosa se tenía por un color más fuerte y vistoso, por ser rojo atenuado y asociarse con la masculinidad". Así lo explica la especialista en el campo de la psicología aplicada del color, Karen Haller, en su publicación El pequeño libro del color. Por consiguiente, las mujeres se quedaron con el azul.
"A nivel histórico, la distinción del rosa pastel y el celeste para diferenciar a los géneros es bastante nueva, ya que hasta la I Guerra Mundial no hay registros de que los grandes almacenes tuvieran ese tipo de asignaciones o categorización por género, y por entonces era todavía arbitraria", explica María José Pérez, periodista experta en moda y fundadora de DModa.
Sin embargo, como afirma Haller en su libro, a finales de la década de 1940 esta creencia dio un giro de 180 grados: unos grandes almacenes estadounidenses lanzaron una novedosa campaña intercambiando los colores y aquello cuajó y provocó que las marcas fabricaran solo en dos tonalidades, quizá ahorrando así sus gastos.
"No es descabellado aventurar que el experimento salió bien. Si hubiese supuesto pérdidas, se habría parado o eliminado mucho antes", añade Pérez.
El poder del marketing
Tras la II Guerra Mundial, el rosa se impuso como sinónimo de feminidad y se fue acoplando a la imagen de marca de los artículos para niñas. Además, las campañas de marketing colaboraron a teñir de pastel los productos de mujeres, al menos, en el imaginario colectivo.
En este sentido, María José Pérez explica: "Si tenemos en cuenta que tras la guerra hubo un babyboom, y que esos bebés alcanzaron la madurez en los años 80, momento en el que esa distinción termina de asentarse más, se entiende que hasta ahora esa idea haya estado muy enraizada en la sociedad".
Todo esto ha supuesto una polarización nunca vista anteriormente en los gustos de las niñas y los niños, además de propiciar que los jóvenes que no se identifican con este criterio sientan cierta exclusión.
Las curiosidades del rosa
En la década de 1970, el doctor Alexander G. Schauss estudió la relación entre este color y el comportamiento de las personas. "En presencia del rosa, nadie puede ponerse agresivo, aunque se esfuerce. Los músculos cardiacos no son capaces de acelerarse lo suficiente", dijo.
Esto ha provocado que, a día de hoy, haya celdas rosas en cárceles de Reino Unido, Alemania, Austria y Polonia. En Suiza, el 20% de las prisiones y comisarías cuentan con una.
Además, a principios de 1980, la Universidad de Iowa pintó de rosa los vestuarios del equipo visitante para minar la moral de los contrincantes, lo que se consideró una violación de la ley federal que exige a los empresarios la igualdad en los centros educativos.
"La moda es libertad"
A día de hoy, la asociación de colores por género cada vez está más en decadencia. Según Pérez: "Hemos superado esa barrera psicológica, pero seguramente quien nos lea habrá presenciado alguna anécdota hace 15 o 20 años al respecto. Sin ir más lejos, en Friends hay todo un capítulo dedicado a la camisa coral de Ross".
Además, afirma que el street wear y las marcas de fundadores jóvenes han ayudado a dejar atrás este antiguo criterio. De hecho, tanto es así que, actualmente, gran parte de las firmas cuentan con una línea unisex o 'moda sin género'.
María José Pérez: "Ante cualquier tendencia y color, la integridad física y mental de las personas van por delante"
Por último, la experta reflexiona: "Si tenemos en cuenta que la carga sociocultural de los colores varía según la región geográfica y el momento histórico, ¿por qué intentamos congelar o encasillar un tono ligándolo a un género? Las interpretaciones son diversas, complejas y bellas, y es una pena no aprovechar las impresiones que pueden provocar sobre el estado de ánimo por supuestas prohibiciones que, como hemos visto, vienen de algo arbitrario".