Patricia Araque, la gurú del emprendimiento femenino: "El dinero no puede ser la cosecha de tu negocio, sino el abono"
- La experta acaba de publicar Emprender con calma, una "propuesta feminista para montar tu negocio sin caer en las trampas de Silicon Valley".
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Desde sus orígenes, el ser humano no ha parado de hacerse preguntas de todo tipo: ¿Qué hay más allá de lo que ven los ojos? ¿Existe vida en otros planetas? Y el fondo de los océanos... ¿qué habrá allí? Pero, entre tantas cuestiones, hay una que ha ido escalando posiciones hasta copar la cúspide de esta pirámide, sobre todo en el último siglo: ¿Qué es el éxito?
Con la expansión de las grandes ciudades, la creación de compañías internacionales y las rutinas frenéticas de trabajo, hemos ido forjando un prototipo de éxito muy concreto que seguro que ya tienes en mente: vender, producir, escalar, competir... Pero, ¿acaso no puede ser el éxito poder almorzar todos los martes de primavera al sol con el amor de tu vida?
Eso es justo lo que propone la experta en emprendimiento Patricia Araque con su libro Emprender con calma, un escrito que se alza como "un manual para crear empresas que nos hagan libres, orgullosas y felices", o como una "guía para fundar un negocio en clave feminista sin caer en las trampas de Silicon Valey", según algunos expertos.
Y cómo no lo iba a ser, si Araque tiene a las espaldas una historia empresarial casi infinita, incluyendo su experiencia como creadora de su propio negocio. Lo cierto es que esta experta se ha comprometido desde hace años con el impulso del emprendimiento como palanca de innovación social. No lo concibe de otra manera. "¿Para qué vas a hacer algo que no aporta? Mejor tomar el sol con tu pareja", comienza diciendo mientras ríe.
Después, se sienta con decisión y seguridad y mira la portada de su libro. Es azul, como la camisa que lleva puesta. "¿Empezamos entonces?", dice con una sonrisa. Ella ya sabe qué pregunta será la primera. Y parece visiblemente ilusionada por responder.
Entonces, ¿cómo puedo desayunar al sol con el amor de mi vida mientras estoy atenta a todo lo demás?
Esta metáfora interpela a un montón de gente y, aunque ese no sea tu modelo de éxito, entiendes que se habla de autonomía, de identidad...
El libro pretende ser una invitación a imaginar, por ejemplo, que lo que nos han contado sobre el éxito no tiene por qué ser así y que tenemos la posibilidad concebir alternativas en nuestra relación con el trabajo. El emprendimiento es una herramienta potente para inventarte tu propio trabajo basándose en lo que tú consideras que es el éxito o el fracaso.
¿Y qué nos han contado?
En el caso del relato emprendedor y empresarial, que el éxito está unido a lo cuantitativo: la facturación, la innovación, la financiación, el impacto en la prensa económica... Es un relato de números, de producción, de competición y de cortoplacismo.
¿La visión que tenemos del trabajo es errónea? ¿Tenemos una relación tóxica con él?
Es una relación muy patológica y los límites del trabajo se han diluido: ya no sabemos dónde empieza y dónde acaba, tratamos temas laborales a través de redes sociales diseñadas para el ocio, utilizamos nuestro móvil personal... Es una realidad: usas la misma aplicación para quedar el sábado con tus amigos y para organizar el lunes una reunión. Deberíamos reflexionarlo.
Otra de nuestras patologías es que no somos capaces de poner frenos al final del día. Quizá haya fugas de tiempo o de energía, y deberíamos invertir nuestras fuerzas en otras tareas más regenerativas que no tienen que ver tanto con producir. Es una relación poco sana, sobre todo la gente que desarrollamos nuestra profesión en las industrias del conocimiento.
También considero que reflexionamos hacia fuera: pensamos en cómo nos ven los demás y no cómo conectamos con nuestros cuerpos, deseos, inquietudes, aspiraciones y nuestro modelo de éxito con la manera en la que desempeñamos nuestra labor.
Hablemos de emprendimiento como palanca para la innovación social. ¿Tiene más un proyecto más posibilidades de éxito si parte de una idea novedosa?
Tener una idea novedosa no es un asegurador del éxito, y tampoco hace falta cambiar el mundo con tu emprendimiento. De hecho, hay muchos que han querido hacerlo y lo han cambiado a peor. No hay nada que te asegure el triunfo, y tampoco funcionan las recetas de los relatos hegemónicos de emprendimiento. Es una lotería, un sistema complejo con miles de factores.
A veces te animan a emprender ciertas personas que tienen una coyuntura diferente a la tuya, y que les garantiza más posibilidades de éxito, pero ni siquiera los proyectos novedosos te pueden salvar: quizá algo tan simple como montar una academia de inglés puede ser fructífero si innovas en modelos diferentes de toma de decisiones, por ejemplo.
Las empresas son todo cuentas y números, pero tú has creado el paradigma Slow Startup que pone en el foco el bien común y las personas. Y, en tu libro, apuestas también por la empatía y la colaboración.
La diferencia está en considerar el dinero como el abono y no como la cosecha de tu negocio, que sea un elemento que necesites para sostenerte, pero no la finalidad. No hay que perder de vista los números, pero tenemos que tener en cuenta qué hace que un negocio sea sostenible, y muchas veces no es el dinero.
Por cierto, a mí me gusta más utilizar el término sustentable porque, aunque construyas un proyecto sostenible desde el punto de vista económico, puede ser frágil si no cuidas el resto de cosas que no son el dinero y que son igual de necesarias. La principal, las personas, por eso reivindico que tenemos que colocarlas en el centro y empezar a pensar que el dinero es solo una fórmula de la ecuación.
¿Y el miedo a emprender? ¿Cómo quitamos ese estigma?
Yo no soy nada defensora de la visión romántica del emprendimiento. Hay una parte estupenda: la que tiene que ver con la autonomía, las decisiones propias, trabajar con los clientes, elegir a tu equipo, inventarte tu trabajo... Pero es igual de duro que cualquier otro empleo, que por cierto también tiene muchos riesgos. ¿Crees que es seguro estar 20 años de tu vida en la misma empresa? Porque hay gente que lo hace y la acaban echando a los 50 años. Eso es un riesgo enorme.
Antes de emprender hay que hacer un análisis de riesgo personal, y hay que ser consciente de lo que se asume. Yo planteo en el libro una herramienta: nunca se debe dejar un trabajo para emprender si no tienes otra fuente de ingresos. Es una de esas irresponsabilidades que nos han contado tradicionalmente, pero a veces poner toda la carne en el asador es irresponsable.
Has formado parte de muchas iniciativas de emprendimiento para mujeres, y has dirigido otras tantas. ¿Qué es lo que más asusta a las mujeres?
No sé si es una cuestión de miedo, yo diría más bien de falta de referentes asequibles, porque con Steve Jobs o Elon Musk no se identifica mucha gente.
A día de hoy, la sociedad nos sigue diciendo que somos malas madres si dejamos en otras manos la crianza de nuestros hijos para poner en marcha un proyecto, y muchas veces no hay una identificación con lo que nos están diciendo que son productos empresariales exitosos.
No es una responsabilidad nuestra o una barrera que nos pongamos nosotras mismas, está más relacionado con lo que recibimos desde fuera: vemos que el capital no llega igual a los hombres y las mujeres, o que el sistema sigue teniendo elementos tóxicos para nosotras, como micro opresiones o jerarquías determinadas en las relaciones laborales.
Pero creo que hay una reflexión que va más allá: ¿Por qué abandonan más las mujeres? Yo creo que lo que pasa es que hay una narrativa de emprendimiento que no nos interpela.
En tu portada se puede leer que tu libro es una "propuesta feminista para no caer en las trampas de Silicon Valley", y rodeas la palabra feminista. ¿Qué importancia tiene?
Muchas de las ideas de mi libro están en las agendas feministas que tratan de explicar el mundo desde otro lado, porque hay cosas que los modelos tradicionales, tanto los conservadores como los progresistas, no nos explican.
El feminismo es una agenda política, activista y económica que incorpora algo que no tiene ninguna otra teoría: los cuidados y las tareas de reproducción social. Estas son actividades que no se pagan y que no están encaminadas a producir o facturar, pero que nos sostienen como sociedad. Estamos olvidando esa parte y construyendo modelos económicos que se quiebran, que hacen sufrir a la gente, y que dejan a muchas personas sin oportunidades.
Los feminismos entienden que somos seres interconectados, que no somos entes autónomos, están vinculados al ecologismo, que debemos mirar a largo plazo... y eso es fundamental también para las empresas.