Entrevista

La supermodelo Valeria Mazza: “Antes te buscaban y te perseguían, hoy la gente se expone sola, cada uno es su propio paparazzi”

“Ten en cuenta que cuando trabajas con tu físico, permanentemente estás expuesta a la mirada del otro”

Fecha de publicación:
Fotografía

Javier Perez-Pla

Ayudante de estilismo

Romina Arigorri y Rodri Garcia Valcarcel

Maquillaje y peluquería

Silvia Cofiño

A finales del año pasado, Valeria Mazza (Rosario, 1972) presentó un documental sobre su vida en Paramount+, después de una larga temporada de revisar fotos y videos. “Fue increíble volver a traer imágenes y situaciones, lugares y gente. Me veo trabajando, desfilando con los veintipico y digo ‘guau’, nunca me sentí como me veo ahora que era. El mismo medio generaba esa inseguridad, ten en cuenta que cuando trabajas con tu físico, permanentemente estás expuesta a la mirada del otro, a la opinión de otras personas y parece que nunca es suficiente, siempre hay que estar más guapa, más alta, la exigencia es infinita… En definitiva yo aprendí a convivir con eso, así es”, relata a revista Magas.

Pero los recuerdos son engañosos, a veces las cosas no sucedieron exactamente tal como las recordamos…

¿Sabes qué lo que más me sorprendió? En el documental hay otras personas que trabajaron conmigo y me encantó escuchar la visión que tenían de mí, eso entonces no lo tuve. Y me impactó algo como que Paul Marciano, el director creativo de Guess, que yo hice en el 93, 94 y 95, él dice en el documental “agradezco a Valeria por todo lo que hizo por nosotros”, y no al revés, “porque ella ayudó a la construcción de nuestra marca, lo que nosotros somos hoy”. Y claro, en definitiva es verdad. Cuando eres imagen de una marca, la construyen contigo también, por eso te contratan…

Foto uno de Valeria Mazza con el look uno

Camiseta y falda de Uniqlo, anillo, pendientes y collar de Belén Bajo y zapatillas de Adidas

¿Algún recuerdo que sea imborrable? Por ejemplo, ¿cómo fue su llegada a Nueva York? ¿La recuerda?

[Ríe] Perfectamente. Has acertado. Me había ido tres meses a trabajar a Japón, y llegué a Nueva York de noche. Como hacía dos meses y pico que no veía a mi novio Alejandro [Gravier], nos encontramos allí. Nunca me olvidaré de esa noche, porque estaba mi novio esperándome en el aeropuerto vestido con smoking con una limusina negra y la entrada fue por el Queensboro Bridge de noche, con todas las luces de Manhattan de fondo.

¿Y de su infancia?

No pensaba en nada de esto cuando era chica. Era deportista, no era de las niñitas que jugaban delante del espejo probándose la ropa de su madre, no tengo esos recuerdos. Lo más cercano fue imitar a Rafaella Carrà, era una niña muy graciosa, chistosa, me gustaba llamar la atención y preparaba shows, imitaba a los Parchís, que los amaba… eso era lo más cercano al show business que estuve.

¿No soñó nunca con este tipo de vida?

Jamás. Jamás soñé con ser famosa, ni con ser modelo, ni con trabajar en la tele. Nada de eso.

¿Entonces cree que la moda la buscó a usted, más que al revés?

Totalmente. Fue una oportunidad que se presentó. Mi hermana, dos años mayor, hacía algunos desfiles en Paraná, la ciudad en la que vivíamos, muy pequeña, y me empezaron a llamar algún fin de semana, era una tienda multimarca y nos regalaban unos jeans, nada más. Lejos de ser un trabajo, era algo divertido. Luego hubo un desfile más grande en Paraná, y me hablaron de ir a Buenos Aires. Pero toda mi familia era de Rosario, la tercera ciudad de Argentina, y mi hermano se iba allí al terminar el colegio, y nosotras también.

¿Y sus padres? ¿La apoyaron?

Con mis padres fue curioso, porque fueron cero prejuiciosos, en esa época en la que los padres decían ‘ay no, mi niña no’ con la moda o la televisión. Pero los míos dijeron ‘vamos a ver de qué se trata’. Fuimos a Buenos Aires unos días y empezamos a ver que sí, que era una posibilidad laboral. Terminé el colegio, me fui a Buenos Aires, y al año me fui a Italia, porque para mí estar allí o en cualquier lugar era lo mismo, porque no conocía a nadie. Luego regresé y estudié Terapia Ocupacional, que era realmente mi vocación, en realidad siempre pensé que iba a hacer eso, ser maestra o trabajar con personas con discapacidad. Al año siguiente me fui a Japón, luego llegué a NYC y allí empecé a trabajar muy bien. Así que me quedé. En seguida hice una sesión para Vogue con Steven Meisel, y otras cabeceras. Al año vino la campaña de Guess y ya no paré…

Foto uno de Valeria Mazza con el look dos

Zapatos de Cortefiel, pantalon verde de Sandro, aros de Belén Bajo, camiseta de Uniqlo y chaqueta de MARLOTA

Blusa celeste de Sandro, falda blanca de Pomandere, collar de Belén Bajo, chaqueta de Mango y zapatos de Cortefiel

Foto uno de Valeria Mazza con el look cuatro

Mente de nadadora

Fueron sus años de nadadora, hasta los diecisiete, los que cree que la prepararon mentalmente, “para enfrentarme al mundo profesional de la moda siendo tan joven, a tanta fama y reconocimiento. Nunca estás preparada para algo así, nadie lo está, eres muy vulnerable. Un deporte te enseña valores, disciplina, resiliencia, a ponerte un objetivo y a trabajar para ello. Son muchas más veces las que pierdes que las que ganas, así que tienes que aprender a sobreponerte de no haber logrado un objetivo y a seguir trabajando, y a disfrutar cuando lo consigues, algo también importante. Mis hijos son todos deportistas, incluso de alto rendimiento”.

¿Cómo fue cambiando su relación con la moda?

La moda me fue descubriendo mi feminidad, mi sensualidad, mi personalidad. A medida que fui creciendo en el mundo de la moda. Creo que la moda es una herramienta para sacar lo mejor de nosotras. No hay que sufrir la moda, ni ser víctima de ella, sino que tenemos que usarla para potenciar lo que más nos gusta de nosotras y para que nos empodere.

En Nueva York supongo que la clave de su éxito estuvo en las personas que conoció… ¿cómo vivió esa etapa?

No fui muy consciente. Lo piensas desde afuera y lo ves y te sorprendes ahora. Pero en ese momento tienes que ir allá o acá. No olvidaré nunca que cuando llegué al set para hacer las fotos con Steven Meisel me sorprendió la cantidad de asistentes que tenía, la pleitesía, era el dios de la fotografía. Qué ridículo todo, pensaba. Vas conociendo quiénes son los personajes que pueden cambiar tu situación dentro del mundo de la moda, los fotógrafos, los diseñadores, que hoy ya no influyen tanto, ahora existen los casting director que eligen a las modelos para las campañas… en ese momento era más bien el diseñador.

¿Cuándo se convirtió en ‘top model’?

Todo sucedía de forma muy natural. Mi primer desfile importante fue el de Versace. Me dijeron ‘falta una modelo, vete corriendo’, en el mismo día. Estaban allí cuando llegué Gianni y Donatella, que se miraron entre ellos cuando llegué y me hicieron caminar. Se volvieron a mirar y dijeron ‘Va benne’. Al rato estaba maquillándome y peinándome. Después vino el desfile de Armani. A él, que se convirtió en mi amigo, le preguntaron una vez ‘si a usted no le gustan las supermodelos, ¿por qué trabaja con Valeria?’. Y él respondió ‘es verdad, no me gustan las supermodelos, pero me gusta Valeria’. Trabajamos mucho juntos, de hecho me hizo mi vestido de novia para casarme [en 1998]. Y luego desfilé para Valentino. En ese orden.

Foto uno de Valeria Mazza con el look tres

Vestido de MARLOTA, chaqueta de Sandro, collar de Belén Bajo, zapatillas de Hidnander y pendientes de Tous

El encuentro con las supermujeres

Además de Donatella, ¿qué mujeres conoció que la impactaron?

¡Conocí a tantas personas! Iba aprendiendo de ellas. Admiro a Alberta Ferretti, que fui la semana pasada a su desfile. En Estados Unidos, a Donna Karan y a Carolina Herrera. Pero es verdad que había mucho más diseñadores hombres. Yo sentía que era pequeña, venía de un mundo tan diferente que era como una esponja, empecé aprendiendo a comer con más de dos cubiertos para terminar cenando en Buckingham Palace. También conocí a Lady Di, que tenía una presencia increíble. A Madonna la conocí en un desfile de Versace, fuimos a comer un día, otro cenamos, estuve una vez en su cumpleaños en Miami, es una mujer extraordinaria y diferente, obviamente para hacer todo lo que hizo. Tuve la posibilidad de conocer a tres Papas…

¿Y de las supermodelos? Usted fue la primera supermodelo latina…

Estuve rodeada por Naomi, Claudia, Linda, Cindy, todas mujeres guapísimas y con mucha personalidad. Yo entré un poco después en el grupo, soy apenas dos o tres años más joven. Oh, recuerdo a Karen Mulder, era divina. Entrar a una pasarela y compartirla con ellas, estar en el backstage, eran todas mujeres muy guapas y con mucha personalidad. ¡También aprendes ahí a nadar entre tiburones, no creas! Parte de mi crecimiento profesional fue compartir y convivir con toda esta gente.

¿Es cierto que había un cierto recelo de Claudia Schiffer hacia usted?

Yo siempre lo pasé por alto… Cuando empecé me comparaban mucho con ella, y eso fue parte de la historia. En el documental mi representante cuenta cosas que incluso a mí me sorprendieron. Y por eso resurgió todo esto. Al principio fue como un halago, obviamente ella ya era Claudia, pero llegó un momento que a ella no le gustaba mucho, trató de correrme…

¿Evitarla?

[Ríe] Sí, de evitar la situación de la comparación juntas. Eso fue parte de mi crecimiento profesional, el tener que sobrellevarlo, la comparación y que a ella le pesaba y no le gustaba.

Foto dos de Valeria Mazza con el look tres
Foto uno de Valeria Mazza con el look cinco

Zapatos de Cortefiel, patalón de Roberto Verino, chaqueta de Max Mara, blusa de Pomandére, pulsera de Zag y aros de Tous

El audiovisual y la fama

¿Y la fama que adquirió, cómo la gestionaba? Era famosa en todo el planeta…

Para mí la fama la aprendí a ver como una consecuencia. Nunca tiene que ser un objetivo. Es la consecuencia de mi trabajo que, al ser público, estás expuesta. La fama llega como un reconocimiento, siempre lo he visto así, he recibido mucho cariño de la gente, un plus extra de energía para seguir. Pero hay que ver esto con naturalidad, si no te gusta que opinen de ti, no te expongas…

¿Ha cambiado eso?

Yo soy de la época de los paparazzi, antes te buscaban y te perseguían, hoy la gente se expone sola, cada uno es su propio paparazzi [sonríe]. No funciona igual. Lo único que yo digo que si te expones, la gente hablará. Querer mostrarte y que no te guste que la gente te comente, ni opinen de ti, no funciona de esa manera. También me pregunto por qué la gente dice determinadas cosas. Si te gusta exponerte, la gente entrará. Es como querer abrir la ventana y que no entre el viento.

¿Se apoyó en sus creencias?

Yo nací en una familia católica, yendo los domingos a misa. Cuando eres joven te alejas, cuando fui madre tuve la necesidad de volverme a acercar, creer que hay ‘alguien más en el mundo que me los cuida’ y eso me da mucha paz. Me da tranquilidad y me gusta. Creo que no importa la creencia que tengas, pero el ser humano necesita tener una creencia. Que hay algo antes y después de nosotros, si no es todo muy vacío. Necesitamos tener una mirada más amorosa de este mundo y de nosotros. El sentido comienza cuando descubrimos lo milagrosa y maravillosa que es la vida.

¿Y la televisión?

Llegando a los 50, no soy muy de hacer balance, pero hablando con mi marido, el número me impresionó. Lejos de parecerme de lo que me imaginaba de los 50 años, ahora me siento espléndida, me veo genial, tengo la familia que siempre soñé, el trabajo ideal… y me pregunto ¿qué más? Me gustaría en esta nueva etapa estar más cerca de la televisión y el audiovisual, algo con lo que he coqueteado. De ahí empezando surgió la idea de hacer este documental, volver a contar cómo llegamos hasta aquí. Fue muy bonito, estuve un año y medio con Paramount+. Y ahora comencé en este formato de entretenimiento familiar, que me gusta mucho, tiene música, ritmo, compartirlo con Jesús, muy buen compañero y generoso… Y el cast con Adrián, Josie, Bruno… me lo estoy pasando genial. Y vendrán más proyectos.

¿Tiene una rutina de cuidados actualmente?

No tengo una como tal. Cero rutina, de nada, nunca la he tenido. Por lo general mantengo una vida muy activa, naturalmente soy muy activa, no lo fuerzo. Voy dos o tres veces ir al gym o hacer una tabla que tengo en el iPad. Intento comer sano, teniendo conciencia de lo que hago y de lo que consumo. A medida que pasan los años, hay que establecer cosas como hábito de vida, no vale con cuidarse un tiempo. No soy de suplementos y pastillas. Intento comer variado y sano. Dulces, harinas, grasas, lo menos posible. Pero si un día estoy acá y sacan helado, no me lo pierdo. Tenemos mucha vida familiar.

¿Encontrar a un compañero de vida cree que ha sido más una suerte o un mérito?

Una suerte. La verdad es que Ale es una persona a la que le encanta lo que hago, me ha acompañado siempre, me ayudó profesionalmente con su experiencia a desarrollarme, a construir mi carrera, después mi marca, y seguimos disfrutando como el primer día. Agradezco tenerlo como compañero en esta vida. A mi lado.

¿Diría que es su alma gemela?

Así es. En mayo de este año cumplimos 35 años juntos, 25 de casados. Es mi alma gemela.

Agradecimientos

Agradecimiento a Jung Iberica Showroom (C. Basilica, 20)