Entrevista

Mar Flores: “Los hijos te enseñan a perdonar”

Es una de esas personas que generan un vendaval mediático desde que, en 1989, la revista ELLE la eligió como Rostro de los noventa, aunque aún no había llegado esa década.

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Una vez, relata Mar Flores a la revista Magas, estaba en Bahía de las Aguilas, en República Dominicana, con sus hijos en el agua, jugando tranquilamente y de repente se levantó una tormenta que venía desde el mar, un vendaval inesperado en el paraíso. “Pasamos un miedo atroz”, explica, “porque además el barquito que nos había llevado hasta allí se desató y se fue mar adentro”.

“Salimos corriendo”, continúa, “nos tuvimos que refugiar. Me quedé sola con mis niños en la playa, hasta que paró unos minutos después. Se nos mostró todo lo salvaje y dura que puede ser la Naturaleza. Fueron unos minutos que se me hicieron eternos. Una experiencia más de vida que pasamos juntos, hasta que amainó”.

Lo cuenta, y resulta inevitable pensar que hay una metáfora en su relato, especialmente llamándose ‘mar’. Mar Flores (Madrid, 1969) es una de esas personas que generan un vendaval mediático desde los años 90 con cada paso que da. Más exactamente desde el año 1989, cuando la revista ELLE la eligió como Rostro de los noventa, aunque aún no había llegado esa década.

Ahora, resumiendo muchísimo, treinta y cinco años [y muchas noticias] después, posa de Roberto Diz en la azotea del Hotel Hard Rock madrileño, con un vestido hecho de un tejido tecnológico que imita al plástico de las bolsas de basura: se trata de una pieza muy exclusiva, aunque de lejos parece improvisada.

Luego se cambia, y vuelve con un vestido de noche de Maje que se diría que es demasiado ligero para esta época, pero en realidad no, porque los trajes de fiesta son así, veraniegos durante todo el año. A menudo, acercándose, uno comprueba que las cosas no son lo que parecen.

Tiene usted algo misterioso…

Todo el mundo me dice eso. Y me gustaría saber por qué. Yo creo que puede ser porque me gusta escuchar más que hablar, entender a mi interlocutor y ver qué puedo dar. Soy una persona muy dadora. Si me quedo callada, es porque escucho, o porque no sé la respuesta, o porque la dejo entreverada.

Aunque vaya muy rápido, hablo siempre pausada. Eso quizá forma parte de ese halo de misterio, hasta algunas de mis parejas me han dicho ‘qué misteriosa eres’.

¿Los mayores aciertos de su vida le han llegado o los ha buscado?

Me han llegado. Sin duda. Esta vida es así: lo bueno te tiene que llegar en el momento en que estés lista. Porque si te llega y no estás atenta, o preparada, de nada te sirve.

¿Por qué aceptó volver a la televisión?

No es algo necesario, uno puede vivir sin que los demás le conozcan… Pero ya que todo el mundo se dedica a opinar de mí, que opinen con conocimiento de causa.

Aceptar El Desafío ha sido también por eso, ahora van a conocer a la verdadera Mar, quizás no se la van a imaginar. Igual se piensan que yo me hago un moratón con el aro y me pongo a llorar. Pues no.

¿Lo vio claro desde el principio?

No soy una persona que se meta en cualquier proyecto. Para nada. Pero cuando me ofrecieron este concurso, me pilló en un momento personal en el que me apetecía involucrarme con esa productora y ese programa.

Como decía, muchas veces llegan las cosas y ahí estás tú para decir sí o no. Y en ese momento pensé ‘por qué no’, si al final los desafíos los tienes en la vida todos los días, qué más da. Vivir es un desafío.

El Desafío es como la vida misma, es aprender a superar los retos que te pone el día a día. Luego, también como mujer madura, me apetecía hacerlo, y colaborar en otros programas de televisión, incluso viendo nuevos formatos.

¿Se siente diferente ahora?

Uso la palabra madura no tanto por edad, porque en mi cabeza no soy mayor, ¡en mi cabeza soy muy joven! Tanto que me subo a un aro y me cuelgo de unas telas sin problema. Lo digo porque la madurez da un peso y un poso que es muy interesante transmitir a los demás.

Muchas veces las personas que me siguen en Instagram o las que me escriben o me hablan espontáneamente y me preguntan cosas, más de las que pensé nunca. No se fijan solo en lo físico, sino en la fortaleza de una mujer de cierta edad, después de las cosas que he vivido, de mis separaciones, de quedarme sola con cinco hijos, de seguir adelante, de reinventarme, de no tirar la toalla, aunque muchas veces surjan problemas con los propios hijos. Y creo que eso hay que transmitirlo, y qué mejor que hacerlo en un programa donde te ponen a la altura de Marta Díaz, que tiene veinte años.

Foto uno de Mar Flores con el look uno
Foto dos de Mar Flores con el look uno

Usted cree que no se la conoce.

No se me conoce. Lo vais a ver en El Desafío.

Cuéntenos un detalle cualquiera que no se sepa de usted…

Quizás que soy superroquera, me encanta Dire Straits, me pongo música cañera, me gusta Metallica para entrenar [ríe]. Luego, soy maniática de la luz. Me levanto de los sitios. ¡No puedes ponerme una luz cenital azul para cenar debajo! Las luces indirectas, otra manía.

¿Qué opina del momento actual de la televisión?

Me decían ‘¿quieres trabajar en la tele?’. Y yo decía que no, que jamás volvería. Pero ahora es un momento interesante. Me atrevería a decir que la televisión en nuestro país está cambiando a mejor, que hemos pasado una época muy dura y muy frívola, que yo no reconocía, y eso que he trabajado mucho, mucho, muchísimo en televisión.

He presentado galas de fin de año, hasta las campanadas, he hecho programas con Ramón García, con Emilio Aragón, he hecho series de televisión, muchos programas, y he trabajado con personajes muy potentes. Se hacía una televisión muy buena en todas las cadenas. Ha habido una época muy dura después.

¿Ha cambiado ahora de opinión?

No, no es que haya cambiado. Es que hay competencia, hay plataformas, puedes elegir lo que ves, y las cadenas se esfuerzan en crear un producto mejor, que no atonte al espectador, sino que le alerte, que le alimente.

Hoy en día, creo que la televisión tiene que cambiar más y se pueden hacer formatos interesantes, al contrario de lo que muchos piensan. La televisión sigue siendo televisión y puede ofrecer mucho. Quizás los jóvenes lo vean de otras formas, en Internet o en redes, pero estás consumiendo algo que se ha hecho en televisión.

Foto tres de Mar Flores con el look uno

Vestido Jc Pajares, Joyas pulsera y anillo Dinh Van, sandalias Aquazzura y gafas Carolina Herrera

MAR MEDÍATICO

“Recuerdo la sensación”, relata Mar Flores, “todo rapidísimo, de hacer un casting para un desfile, que me llamaran y montarme en un avión y llegar al lugar y ver quiénes íbamos a desfilar en Lisboa, en el año 1991. Llegué al backstage, con prudencia. Era la primera vez que desfilaba junto a Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Elle McPherson, … Cuando me encontré con ellas, esa maravilla de mujeres, casi me desmayé.

Esas modelos de los noventa, maravillosas, icónicas. Había muchos diseñadores distintos también. Por estar ahí, en ese momento, y porque a partir de ahí empecé a trabajar mucho, en Milán y otros lugares”.

Si se googlea Mar Flores, interesa usted mucho, a muchas personas…

Sí, eso parece [sonríe]. Tengo una persona que me filtra esas cosas, porque yo me enfado muchas veces cuando se cuenta algo que no es verdad. O cuando se meten más en mi vida.

Soy muy pública, pero realmente soy muy reservada para mi vida privada. Si hay algo interesante, lo leo, pero solo lo profesional.

Hay noticias que incluso se contradicen entre ellas…

Esas cosas no me afectan [arquea las cejas, en un gesto] a no ser que toquen a mi familia o algo muy personal. Para algo deben servir las arrugas.

Mucha gente está interesada en saber dónde está y qué hace…

Hay una parte de eso que no se tiene por qué perder y que entiendo. Yo de pequeña leía la revista Hola y soñaba con Carolina de Mónaco, con su vida, con Grace Kelly, con esas mujeres maravillosas que nunca perdían el glamour. Por eso me gusta ir siempre impecable.

Me molesta cuando me sacan una mala foto por la calle o en un momento dado. Quiero transmitir otras cosas. Por eso cuando publican ciertas fotos me enfado.

¿Lo que busca es trasmitir ‘alegría de vivir’?

Sí, eso es, porque si no entras en un círculo vicioso. Si te dejas de arreglar, empiezas a no salir, te empiezas a ver mal, a deprimirte, haces el círculo, pero al revés.

Foto uno de Mar Flores con el look dos

Foto dos de Mar Flores con el look dos

¿Supera la vida que ha llevado a sus expectativas?

En mi caso es así. La vida me ha sorprendido mucho, porque soy muy curiosa. Lo que pasa es que tengo hijos, y los hijos traen no dejarte en la ensoñación, te bajan a la realidad.

Tengo un instinto maternal muy grande. Ahora mismo te dejo y me tengo que ir a estudiar con uno de mis hijos Geografía e historia.

¿Cambiaría alguna decisión?

La mejor decisión que he tomado en mi vida y que no cambiaría nunca ha sido la de ser madre. Mi instinto maternal era tremendo, cuando me casé con el padre de Carlo y no me quedaba embarazada, lloraba todos los meses.

Quería a mi hijo, quería, quería, hasta que me quedé. El deseo de ser madre era brutal. Y desde luego he insistido, me he casado y he vuelto a tener hasta cinco hijos, y es porque he querido.

¿Qué es lo mejor de la maternidad para usted?

Cuando eres madre, lo mejor es que te das a tus hijos, están por encima de ti en cualquier tipo de decisión, aunque se enfaden contigo, aunque te enfades con ellos, les tienes que querer y enseñar. Y hay muchas veces que ellos te enseñan a ti también.

Es tan mágico… desde la propia naturaleza del embarazo. Yo tengo cinco hijos, todos muy distintos y todos con cosas parecidas a mí, eso es fantástico porque ves el espejo, y eso te ayuda a aprender y a rectificar.

¿Qué diría que ha aprendido?

Los hijos te enseñan a perdonar. Yo he aprendido el perdón a través de perdonar a mis hijos sus fallos. Esa es una frase muy importante, tanto para mí como para ellos, porque hay una vida eterna en la que van a estar a mi lado, y tienen que conocer esa frase.

Quizás también pueda ser importante para alguien que la escuche.

Foto uno de Mar Flores con el look tres

Vestido Maje, Bolso de Zara, Joyas pendientes y anillo Gold and Roses y sandalias Louboutin

Foto dos de Mar Flores con el look tres

Causas personales

¿Cuáles diría que son sus causas?

Soy abanderada de la defensa de la mujer y de España. Allá donde voy, lo hago vestida de diseñadores españoles y, normalmente, diciendo ’soy española, esto es español’.

Luego, no se me ocurriría jamás enfrentarme a una mujer, por muy mal rollo que tenga con ella. Simplemente por el respeto que tengo a las mujeres. Mis amigas son fantásticas, y eso es maravilloso.

¿Hasta qué punto ha sido importante para usted la amistad de otras mujeres?

En la organización Women Together somos todas mujeres, mis mejores apoyos son amigas mujeres, no quiero decir una en especial, pero en los peores momentos de mi vida a mí siempre me he apoyado, o he llorado o me han recogido los brazos de una mujer.

Sea mi hermana, una amiga o una desconocida, que a veces me ha pasado, estar en sitios, donde me han pasado cosas malas y siempre ha aparecido una mujer dispuesta a ayudarme.

¿Un recuerdo relacionado con la feminidad?

Lógicamente, el primer mejor recuerdo que tengo es cuando la revista ELLE buscaba el rostro de los noventa en el año 89 y me presenté a ese concurso y lo gané.

Curiosamente, no me llamaba mucho la atención la moda, sí me llamaban la atención los personajes elegantes, ¡como Inès de la Fressange! Ese tipo de mujeres. Estoy aquí gracias a eso, a ellas.

¿Algún otro recuerdo?

Sí, me acuerdo de cuando me llamaron para su película ‘Los años desnudos’ Félix (Sabroso) y Dunia (Ayaso). Tuve coraje de ponerme al lado de Candela Peña y Goya Toledo, que son actrices muy buenas y muy premiadas. Pero el proyecto defendía a una mujer tan maltratada en esa época, tan débil y tan fuerte, que me interesó mucho.

Foto tres de Mar Flores con el look dos

Vestido Roberto Diz, sandalias Martinelli x Redondo, pendientes y anillo Marta Vaquerizo y gafas Rayban

LA IMAGEN

¿Siempre fue consciente del poder de su imagen?

Qué va. De pequeña tenía complejo de larguirucha, desgarbada, no me desarrollaba… con trece años medía 1,82. Eso no era lo normal. A esas edades tienes muchas inseguridades y te da vergüenza no ser como las demás, pero mi ansia por conocer mundo y por viajar me hicieron, igual que ahora que me he subido a la tela y al aro, buscar el modo.

Mi ansia por viajar me hizo buscar cómo acceder a lugares que sabía que por mi familia o posición económica no iba a conseguir, eso me hizo presentarme a aquel concurso, no porque confiase en mi belleza, sino porque dije ‘yo voy a París como sea’.

A día de hoy, ¿tiene un criterio fijo para la moda?

No. Hay prendas que las ves y te sorprenden. Lo que me suele gustar es que pese más la elegancia que la extravagancia.

Sin embargo, le gustan los looks espectaculares…

Lo intento es completarlos de alguna forma. El otro día fui a El Hormiguero con un look de alta costura, pero le metí una coleta y taconazo. Intento compensarlos para que no resulten extravagantes, demasiado sexis o demasiado aburridos.

¿Y tiene un color favorito?

El azul noche me gusta mucho, no es un fetiche, pero es el color con el que nunca te equivocas. Con el negro te puedes equivocar, con el azul marino, no.

¿Tiene algo así como un método?

La ‘ley de la compensación’. Yo lo aprendí siendo modelo de atelier de Valentino, me pinchaba con los alfileres [sonríe], cosía el traje encima de mí como maniquí.

Hice un reportaje con él en Hola Fashion en su casa en las afueras de Roma, si el vestido era corto, le ponía cuello alto, si era largo, escote. Le escuché tantas veces decir lo de ‘pon esto’ o ‘quita aquello’.

Si tú estudias sus diseños, están muy equilibrados. Si es un traje largo maravilloso, es palabra de honor por arriba; si es muy corto, tiene su cuello alto o grandes mangas. Eso suele funcionar cuando dudas.

¿Es el diseñador que más le impactó conocer, Valentino?

Sí. Mira, yo no suelo hacerme prejuicios de nadie, porque no me gusta que se los hagan de mí. Eso nos empequeñece como seres humanos. Pero en ciertos personajes se crea un momento diva o divo por las personas de alrededor.

Él realmente es un artista, una persona que luchaba en ese momento por hacer sus diseños como él quería y necesitaba que la gente actuara como un reloj. Yo conozco a muchas personas de altas y bajas esferas y casi nadie suelen pecar de esos supuestos signos de extravagancia. Hay que evitar los prejuicios.

Y, como si no fuera consciente del vendaval que levanta a su alrededor, Mar Flores se despide para ir a hacer los deberes de geografía con uno de sus hijos.