Entrevista

Ana Rosa Quintana más sincera que nunca: “Todo el mundo tiene una imagen de mí que no tiene nada que ver conmigo”

La popular periodista, presentadora de televisión y empresaria de la comunicación “ha batido récords” en tan solo seis años, con su productora Unicorn.

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"Cuando decidí lo que iba a estudiar, tenía delante de mí dos caminos”, explica Ana Rosa Quintana, “el periodismo, porque me encantaba la radio; o económicas, porque era buena en matemáticas y me gustaba la idea de montar una empresa. Al final me decidí por la pasión. Pero yo creo que hubiera sido una buena empresaria”.

Pero lo ha sido, ¿no?

Sí, es cierto, también he sido una buena empresaria. Sí. En un mundo muy complicado y, además, en un mundo de hombres.

Siempre he tenido algún tipo de empresa, estuve en Cuarzo desde el año 2000 y he tenido multitud de actividades empresariales, me encanta. Me gusta mucho la empresa. 

Ahora con Unicorn, y en sólo seis años, dos mujeres hemos batido récords. 

¿A cuáles se refiere?

Somos la productora que produce más horas de directo de todas las cadenas de televisión [sonríe]. 

¿Su producto estrella es el directo?

Nos encanta hacerlo, lo que pasa es que ahora hemos entrado en el mundo de las plataformas, y estamos haciendo documentales, series, ficción… Pero es verdad que somos muy buenas en magazines en directo. 

¿Y a qué cree que se debe?

A que tenemos mucha práctica. Y tenemos mucha experiencia de éxito, unos programas nos han costado más que otros, pero conseguimos siempre salvarlos, ¡porque sabemos cómo hacerlo! 

Foto uno de Ana Rosa con el look uno

¿Cómo ha vivido su vuelta a la televisión?

¿Después de la enfermedad? Ha sido muy emocionante, porque cuando te marchas para ponerte en tratamiento no sabes lo qué va a pasar, ni cuánto va a durar, ni cómo vas a quedar… Yo lo he llevado bastante bien todo el tiempo, nunca he dejado de ser yo misma y me he cuidado mucho. Soy disciplinada para todo [se cruza de brazos]. 

¿Qué cuidados?

Cuando me diagnosticaron el cáncer, de las primeras cosas que pensé, antes de empezar el tratamiento, es ‘esto no te puede pillar mal, hay que estar fuerte’. Así que busqué ayuda para hacer deporte, quería una persona que tuviera experiencia, y encontré a una entrenadora que tiene un doctorado en oncología.

Y luego, poco a poco, vas sabiendo lo que va pasando, como, por ejemplo, que con la quimio tienes problemas de equilibrio, así que hay que hacer mucho deporte de fuerza. Hay que caminar, yo hacía 8 o 10 km cada día. Fui a un naturópata y dietista para cuidar la alimentación. Todo lo hice. 

El tratamiento me pilló bien. Soy una persona con muy buena salud, nunca he tenido nada, excepto esto. Mis análisis son perfectos. 

¿Se ha sentido acompañada?

Durante once meses mis compañeros, cada día, de todos los programas, me mandaban un recuerdo. Mis amigas personales, las que son de este negocio y las que no, todos los días venían a verme. Todos los días. 

Así que cuando pude volver… entrar en el plató ese primer día fue increíble porque hacía doce meses no sabía si iba a poder volver. El día que me fui se quedaron todos en shock, lo comuniqué yo misma y toda la gente se enteró por mí y eso fue un shock para todo el equipo. 

Pero fue muy bonito volver. Luego se te olvida, y ya es como todos los días. Para mí, volver ha sido muy sanador

¿En qué sentido?

Creo además que es una de las cosas que quiero transmitir después de haber tenido un cáncer. Nunca sabes, porque sigo con mis revisiones, pero estás aquí y has vuelto, y sigues siendo la misma. 

Es un impasse. Luego, vuelves y no se te olvida, ni se te puede olvidar, pero no aparcas tu vida, puedes seguir maquillándote, peinándote, siendo atractiva, trabajando intensamente como antes. 

Para personas que en este momento están viviéndolo, y con esa incertidumbre que tenemos todas de qué pasará después, que sepan que cuando sales todo sigue igual. 

¿Consumía medios durante su enfermedad?

Sí, claro. 

Foto uno de Ana Rosa con el look dos

¿Cree que la sociedad española está tan rota como parece mirando a la política?

Yo creo que ahora más que antes, por lo que ha ocurrido después de las elecciones de una forma tan inesperada.

Lo estamos viendo, una crispación que yo no vivía desde los primeros años de la democracia: manifestaciones, descontento, … estamos viviendo una situación tremenda.

Nos despertamos con un enfrentamiento con Israel en un momento muy delicado, con la primera ministra de Italia, … Aunque no haga política, me encanta y sigo igual de activa que antes. Y digo lo que pienso. Espero que esto se calme por el bien de todos.

¿Cuál es el papel de los medios de comunicación ahora?

La libertad. La libertad.

¿Y eso cómo lo articula?

Que no te condicionen. Que no te coaccionen. Que cada medio y cada periodista pueda expresar su opinión libremente.

Parece que los medios están divididos entre los que están a favor del Gobierno y los que están en contra, cuando un periodista lo que tiene que contar es la realidad de lo que ve.

Es verdad que cada uno puede ver esa realidad de una manera, y eso es maravilloso, eso es la democracia.

Foto uno de Ana Rosa con el look tres

Impacto mediático

La última semana, mirando en Google, aparecen 135 noticias sobre frases que usted ha dicho o que le han respondido: esto es una noticia cada media hora…

Yo no lo miro. No me daría tiempo. Y no quiero que me condicione. Mi equipo sí lo monitoriza, pero yo no.

Si salen los haters porque has dicho no sé qué, no quiero que me afecte, yo quiero ser espontánea. O a favor, tampoco, para que no me condicione. 

¿Cuál es su sentir al respecto?

Hay una frase que es muy nuestra: ‘Ladran, luego cabalgamos’.

Foto dos de Ana Rosa con el look tres

¿Su relación con la televisión fue un flechazo?

La tele es un medio que, desde el primer día que tú te pones delante de la cámara, le gustas a la cámara o no.

¿Por qué? No se sabe. Conectas o no, funciona así. No es un problema estético. O te sientes cómoda o no, o le gustas o no.

¿Cuál fue su primera incursión?

Uno de mis primeros trabajos fue presentar el telediario en el año 82. Pero era una niña. Bueno, una niña, tenía ya veinte años.

Eso me pilló demasiado joven o demasiado pronto, entonces un telediario lo veían ya siete millones de personas. Solo había la 1 y la 2.

¿Cómo llegó allí?

Llegué de rebote. Yo trabajaba en la radio. Estaba grabando un anuncio de Renfe cuando el que me grababa me dijo ‘¿a ti no te gustaría hacer televisión? Creo que están ahora haciendo pruebas para Televisión Española, ¿no quieres ir?’

Y fui, y me cogieron. Nunca he proyectado nada en mi carrera. Nunca me he puesto metas, he ido viviendo lo que sucedía.

Foto tres de Ana Rosa con el look uno

¿Existe una forma específica de hablar a la cámara?

No hay misterio. Yo llevo haciendo programas diarios en directo más de treinta años. Y no me he estudiado un personaje, sería imposible además.

A todo el mundo nos gusta caer bien, pero entiendo que no a todo el mundo le puedes gustar, y yo digo lo que me sale… intento prepararme los temas, claro, y soy constante. Eso es importante en la vida para cualquier trabajo.

¿Cómo se prepara?

Si voy a hablar de un tema, intento informarme, no salgo ahí a ver qué pasa. Cuando entrevisto a alguien, intento escuchar mucho, eso es así, o conectas o no conectas.

Ser natural es una de las cosas más difíciles que hay, no se enseña en ninguna escuela, o estás cómodo o no lo estás. Y es igual ahora en los nuevos medios que hace cuarenta años, hay gente que se muestra tal como es y gente que es muy artificial o impostada, y eso termina cansando.

Nosotras trabajamos con muchas personas, presentadores y colaboradores, es algo innato, hay gente que está siempre envarada…

¿En qué sentido?

Es que no hay que quedar bien. En la tele hay que comunicar. En los medios, en general. La gente siempre necesita que le cuentes historias. ¿A qué nos dedicamos si no?

¿Se imagina su vida sin la tele?

Pues hubiera sido empresaria, pero no hubiera vivido lo maravilloso de esto.

¿Qué ha sido lo mejor?

Que somos unos impostores, vivimos vidas que no nos corresponden, vamos a sitios que nunca hubiéramos ido, conocemos a gente que jamás hubiéramos conocido. Incluso, cuando empiezas, y estás sin un duro, vas a hoteles y restaurantes que nunca hubieras podido pagar.

Es muy mágica esta profesión, pero es muy dura. En un status profesional y económico alto, no somos muchos. Aunque cada vez hay más canales, pero hay mucha gente que está haciendo mil trabajos detrás y por eso hay que darles ilusión. Esa es otra de mis funciones.

¿Alguna noticia o suceso difícil en un directo?

Muchas veces, todo el rato. Entrevistar a una madre que ha perdido a su hijo en un accidente del que han huido… Esas cosas terribles de la vida, que no tienen solución… porque cuando hay cosas duras pero puedes pelear, es diferente. Si no tienen solución, es muy difícil.

¿Qué le dices a un hijo cuyo padre ha matado a su madre? Hay veces que no puedes decir nada. Otras sí, puedes tener tu opinión.

Cubrir un terremoto, y vas por las calles y huele a muerte. En esta profesión yo no he nacido sentada en una mesa presentando con unos focos, he hecho reporterismo, corresponsalía y he currado mucho. Para llegar hasta aquí el camino es largo, y eso es lo bueno.

¿Le gustaba el reporterismo?

Sí. Yo lo que quería ser era periodista de radio, no quería más. Ni trabajar en directo, ni ser comunicadora de televisión, nunca, todo eso me ha venido.

Es verdad que soy curiosa, y las oportunidades que me ha traído la vida las he cogido.

Foto dos de Ana Rosa con el look dos

¿Cómo evita las fake news?

Estás vendida. Es muy difícil que no te la cuelen. La única forma es trabajar la noticia, buscar si es verdad o no, pero eso lleva un tiempo y muchas veces se hace un periodismo demasiado rápido. Hay que comprobar. Alguna te cuelan en algún momento, porque cada vez lo hacen mejor.

En estos días ha habido dos. Una de humor, de un tipo que contaba en redes que tiraba la corona de muertos a ver quién la cogía. Es humor negro, claro.

Ayer, otra, que para promocionar su restaurante puso unas imágenes de unos que entraban a robar y se llevaban la estrella del árbol que era de Swarovski. Y era una promoción de marketing. Si te quedas solo en la imagen, lo pones y ya está, son tonterías.

Hay otras cosas que, ya con experiencia, sabes. Un fallecimiento de una persona conocida, yo no quiero ser la persona en darlo, hasta que es oficial, porque muchas veces las prisas por ser la primera no son buenas.

¿Y los egos de los colaboradores?

Hay de todo en la viña del señor. Cuanto más reconocido y más triunfador, mucho más sencillo, más normal y humilde. Eso pasa.

Pedro Piqueras, que lleva toda la vida, con una trayectoria impecable, es cercano y humilde. Luego, llega uno que ha salido dos veces en Mujeres y Hombres y no saluda a las maquilladoras. Eso, en la tele, se sabe muy bien en la sala de maquillaje y peluquería y en sastrerías. Pregunta a las sastras, catalogan a la gente al minuto.

Foto tres de Ana Rosa con el look dos

Pasado, presente y futuro

Por cambiar de tercio, ¿qué música le gusta?

La de los ochenta, como Dire Straits. También la ópera y C. Tangana, muchas cosas. Me gusta la música en general, y en cada momento una cosa. Baladitas de los grandes grupos de rock. El pop, menos.

¿Ha dicho C. Tangana y no Rosalía?

Rosalía me gusta. Lo que hizo en los Grammy es una actuación para la historia.

Hasta ha salido Manuel Alejandro, el compositor de la canción, diciendo que no tiene nada que ver, porque Rocío Jurado era un portento de voz, pero el sentimiento que le puso, la suavidad, fue exquisita…

¿Qué mujeres no puede creer que no estén?

Es que siguen existiendo. Lola Flores, por ejemplo, está ahí en Lolita y en Rosario.

¿La conoció?

La conocí, a Rocío Jurado también. Las entrevisté varias veces.

¿Qué recuerdo tiene?

La Jurado tenía una personalidad arrolladora. Lola no había tenido formación y tenía una inteligencia natural fascinante, una capacidad alucinante.

Eran ese tipo de gente que cuando entra en un sitio, se nota que está, aunque no abra la boca. Y no otros, que entran y hacen mucho ruido para que notemos que están.

Siempre he sido muy admiradora de algunas reporteras de guerra. Había muy pocas cuando empecé, en mundo de hombres, abrirse camino ahí era complicado.

Foto tres de Ana Rosa con el look tres

¿De dónde cree que ha sacado su fortaleza personal?

No me creo tan fuerte. No lo sé. Soy positiva. Eso es importante. Soy optimista, todos hemos tenido momentos buenos y malos, equivocaciones, errores y caídas. Pero, si eres positivo y optimista, te levantas y sigues caminando, no dejas que nadie te pise.

¿Optimista por decisión?

Sí, consciente, claro. No soy una idiota. Conscientemente, como una forma de salvarte y de sentirte bien, de tirar para adelante.

¿Cuál es ahora su ilusión? Dijo que estará en televisión muchas navidades…

No sé cuánto voy a estar en primera línea, pero seguro que seguiré con mi empresa, haciendo otras cosas relacionadas con el audiovisual, que me encanta.

Lo que no sé es el tiempo que estaré presentando o en cámara. Hay un momento que hay que saberse marchar. Porque ¿qué hago? No sé jugar a la canasta ni al golf, es lo único que sé hacer.

Me hace mucha ilusión la ficción, estamos con dos series y enredando todo el rato. Me encantan los documentales, los true crime, investigar los nuevos formatos, las nuevas plataformas. En televisión se cree que está todo hecho, pero no es verdad.

¿Cómo ve la televisión del futuro?

La televisión del futuro solo puede ser de directos, grandes eventos e información. Porque, si ocurre algo, acudes al medio que te lo da inmediatamente. Y, si no estás tú, hay quinientos ciudadanos que están y te dan las imágenes.

Foto dos de Ana Rosa con el look uno

Ha vivido en directo el cambio del rol de la mujer en España…

Es fuerte. Abrir una cuenta bancaria, la incorporación al mundo laboral, el divorcio… Es increíble todo lo he vivido.

Soy de una familia muy abierta de mente, siempre he tenido independencia. Mi madre era una señora muy moderna, de una familia media. Mi padre era viajante primero y, después, representante de comercio.

Mi madre en seguida volvió a trabajar, ella trabajaba, lo cual era raro. Mis amigas del colegio me invitaban a comer y sus madres estaban y nos ponían la mesa; yo cuando las invitaba íbamos a una casa de comidas, porque mi madre trabajaba todo el día.

Tenían un almacén de recambios y mi madre llevaba la oficina. En el almacén hacíamos los deberes y, después, nos llevaban a casa para bañarnos y cenar.

Siempre me insistió, desde que era pequeña, en que fuera independiente económicamente. Que nunca dependiera de un hombre. Ha vivido hasta hace muy poco, ocho años, y estaba contenta.

El día que dije que iba a ser periodismo no lo entendieron, pero no me ha ido mal.

Durante años, su imagen fue portada cambiante de una revista, ¿cómo se describiría a sí misma?

Soy una mujer que estudió una carrera universitaria que ninguna generación anterior había estudiado. He trabajado desde que tenía quince años, y estudiaba por la tarde.

He hecho lo mismo siempre, he trabajado, he tenido mi propio presupuesto y he hecho lo que he querido.

¿Hay algo que cambiaría de su pasado?

Sí, claro. Todos los haríamos, si no, mentimos.

¿Qué cambiaría, concretamente?

Hay cosas que me han pasado que preferiría borrar. Errores que preferiría no haber cometido. Pero también es verdad que la vida es muy larga y no siempre aciertas.

Estoy contenta con mi vida en términos generales. Porque, cuando no he estado contenta, la he cambiado. Y para eso hay que echarle valor. Para divorciarte, para montar una empresa, para atravesar ciertas épocas… Tengo tres hijos maravillosos, y ¡mis dos hijos pequeños los tuve con 48 años!

Por eso te digo que he sido muy libre. No sé por qué todo el mundo piensa que soy una persona muy conservadora y tranquila. ¡Si he hecho toda mi vida lo que me ha dado la gana!

¿Cree que como es en realidad no corresponde con su imagen?

Todo el mundo tiene una imagen mía que no tiene nada que ver conmigo. Es curioso. Soy formalita, quizás, en pantalla, pero nunca me he conformado. Ni con el trabajo, ni con la vida sentimental, ni con la maternidad, ni con nada.

Solo vivimos una vez y perder el tiempo… pues no.