Beatriz Corredor, presidenta de Redeia (Red Eléctrica de España).

Beatriz Corredor, presidenta de Redeia (Red Eléctrica de España). Cedida

Protagonistas Entrevista

Beatriz Corredor: “Te voy a decir quién tiene un liderazgo femenino: Zapatero”

La presidenta de Redeia, de la que forman parte REE o Hispasat, entre otras, habla con MagasIN sobre política, liderazgo y los retos del pasado, presente y futuro. 

2 octubre, 2022 01:13

La presidenta de Redeia es una de las pocas mujeres en la cúpula de una gran compañía del IBEX-35. Red Eléctrica de España es la principal filial de la empresa que lidera Beatriz Corredor (Madrid, 1968), pero este grupo con más de dos mil trabajadores alberga también Hispasat y otros negocios relacionados con la conectividad y la energía, temas claves de este momento, siendo para muchos la columna vertebral de una posible transición energética.

Corredor quería estudiar medicina pero, rápidamente y avisándolo, porque se expresa con la velocidad de su primer apellido, explica por qué tomó otra decisión.

Habiendo nacido en “una familia numerosa, con cuatro hermanos menores e ingresos limitados”, con 16 años le gustaba la neurocirugía, pero se recuerda a sí misma "delante de un folio en blanco”, haciendo “lo que ahora se llamaría un DAFO, en esa época se llamaba pros y contras y decidí que no, que iba a ser práctica y a estudiar Derecho, no porque tuviera una vocación clara, sino porque simplemente me parecía lo mejor”.

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“Estudié mucho para poder sacarme la carrera con las asignaturas becadas”, recuerda. “Y según avanzaban los cursos, cuando me planteaba qué hacer con mi vida, porque mis padres no tenían la capacidad para mandarme fuera de España, ni para estudiar idiomas, ni para hacer un máster, que entonces empezaban en nuestro país, decidí ponerme en paralelo a estudiar oposiciones, porque era una salida que no requería una inversión económica alta", continúa.

Y remata: "A través de mi padre conectamos con un registrador, que se ofreció ayudarme a prepararlas: así comencé a estudiar ya en cuarto de carrera. En año y medio aprobé el primer examen y en dos años toda la oposición".

Aquel primer éxito profesional, explica, “fue una mezcla de colaboración, solidaridad y sentido práctico: qué carreras tienen salidas, qué oposiciones puedo aprobar y qué materia me gusta más, el derecho civil, y así es como sucedió”.

Lo estudió sin vocación, pero con interés, y admite que finalmente aquella decisión la llevó a “entender cómo funciona un país y un gobierno, cómo funcionan las instituciones y a razonar de una determinada forma, más allá de saber cómo funciona la ley: el Derecho te ayuda a conocer cómo funcionan los grupos humanos. Y eso me ha servido para toda mi vida”.

¿Una decisión tomada sobre todo con inteligencia?

[Sonríe] Más bien con sentido práctico.

¿La política la atraía desde siempre o hubo un momento de clic?

Fui delegada de clase en la universidad dos años, entonces, ¡algo habría ya! Yo quería defender causas que considerábamos justas. Tengo que contar también que cuando tenía 14 años, sin permiso de mis padres, me iba a ver los mítines de Felipe González con una amiga; nos escapábamos en el metro, tengo un billete todavía guardado.

Con 14 me quise afiliar a las juventudes y, claro, me dijeron que se necesitaba el consentimiento de mis padres. Fui a preguntárselo y me respondieron que cuando tuviera 18 militara donde quisiera, pero que les parecía que era muy joven y que lo decidiera cuando fuera mayor de edad.

¿Sintió entonces una identificación precoz?

Siempre he sido de izquierda moderada o socialdemócrata, lo que en España es el Partido Socialista, esa ha sido mi opción. Hablabas de un clic, pues sería en 2003 cuando pasó lo del Tamayazo en la Comunidad de Madrid. A mí esa falta de lealtad de dos personas me dio tanta rabia que me fui a internet, imprimí una instancia de inscripción en el partido y la eché al buzón, y me presenté en la agrupación que me correspondía por mi domicilio.

‘Hola, me he inscrito en internet por este motivo’, dije en la entrada, y ahí comenzó mi historia política de militancia activa. Esto a Simancas se lo he contado varias veces, que él es el responsable de que yo me afiliara. Ya habían nacido mis dos hijas mayores, tenía un poco mi vida encarrilada y quizá ese momento era óptimo para dar un paso más. Tampoco fui consciente de lo que iba a suponer esa instancia que imprimí aquel día y eché al buzón.

¿Encontró una gran diferencia entre sus etapas políticas?

Siempre he pensado lo mismo, que uno tiene que ‘aportar algo’ a la política, e intento ‘dejar las cosas mejor de lo que las encuentro’, lo cual es algo que finalmente tienen que valorar los demás. Eso es la política, intentar dejar las cosas mejor de lo que te las encuentras.

Tener una profesión sirve para aportar de ti, porque la política no es una actividad hasta que te jubilas como tal, es una actividad que podría ser perfectamente de entrada y salida aportando cosas de tu profesión o experiencia a la gestión de los asuntos públicos, y al revés.

Dice “podría”…

Sí, digo ‘podría’ porque aquí en España y sobre todo desde 2008, en los últimos 14 años [se refiere a la crisis y al nacimiento de las redes sociales], parece que el paso por la política penaliza desde el punto de vista reputacional y profesional. Se ve con muchísima suspicacia y se ha sacado de contexto el tema de las llamadas puertas giratorias. Que la gente se dedique a la política llega a ser una heroicidad.

¿Hay un cierto conocimiento de la realidad que sólo se adquiere después de pasar por la política?

Sí. Sobre todo por la municipal, que es la mejor escuela, ahí adquieres quizá una mayor conciencia de por qué la política es una herramienta útil y necesaria y por qué puede transformar la sociedad. Hay políticos evidentemente corruptos, como hay buenos y malos profesionales en todos los ámbitos, responsables e irresponsables, pero la mayoría de los que he conocido, tanto a nivel local como municipal, autonómico, nacional, o incluso internacional, tienen una vocación de servicio, quieren que su impacto sea positivo.

Profesionales deshonestos los hay en todas las actividades, en cualquiera, en todas las profesiones. En la política hay que tener un plus de ejemplaridad y de decencia, y eso lo defiendo, pero no llegando al punto de que cualquier persona que pase por política sea sospechosa.

¿El talento se aleja ahora de la política?

La Administración que mejor conozco es la estatal, en la que los funcionarios tienen un nivel altísimo, desde luego. Pero también las personas que van con los gobiernos son profesionales excelentes, que en el ámbito privado tendrían una carrera más fácil y con menos coste en lo personal sin duda y están dedicando años de su vida al interés general. Si a eso le sumas la desafección pública, la falta de reputación, el escarnio público continuo y que no puedas volver a la actividad privada, de verdad…

Hay muchos tipos de actividad política, hay alcaldes y concejales que están generosamente dedicados a su comunidad, pero evidentemente los que se dedican a la política de alto nivel tienen un grado de responsabilidad y de exigencia enorme, lo cual debería estar acompañado del derecho a volver a la vida profesional –por supuesto, estoy hablando de gente honesta– sin una penalización. Hay casos que son tremendos, no el mío finalmente porque soy funcionaria. Pero ahora es muy difícil que la gente quiera entrar en política.

¿Cómo ve la situación del liderazgo femenino en el ámbito público en España?

Como funcionaria, el paso a lo público lo hice a través de una oposición, y cada vez hay más mujeres en el ámbito jurídico, ahí la parte de igualdad está garantizada por el sistema de acceso. En la parte política, son las leyes las que garantizan la igualdad, no sólo las cuotas, en el acceso a cargos públicos, porque existen exigencias legales de paridad.

¿Es más dura para las mujeres la política?

En la política, aun así, y eso que yo formé parte del primer gobierno paritario, las mujeres siempre tienen una sospecha adicional. Primero, que si eres de cuota, como si la cuota y el mérito fueran incompatibles. Segundo, el escrutinio de las mujeres en la vida personal, en su imagen pública, incluso estética, es infinitamente superior, respecto a los hombres. Se hace mucho ruido con cosas que son superficiales y se valora menos la gestión.

Una cosa que se observa mucho es que a las mujeres se las suele llamar por su nombre de pila y a los hombres por su apellido, y eso es una forma de infantilizar y de ejercer un paternalismo con las mujeres políticas, que sigue estando ahí. Y sobre todo, si se me permite decirlo, con las mujeres políticas de izquierdas…

¿Por qué cree eso?

Es evidente. Te invito a que mires los comentarios estadísticamente y lo que se dice de las mujeres políticas de izquierdas y de derechas. Quizá porque a las mujeres de izquierdas se las vincula más con el sector público, con independencia de cuál sea el gobierno, y parece que vale más lo privado que lo público. Creo que a las mujeres de izquierdas se las menosprecia en política de forma un poco más exagerada que a las de derechas.

¿Eso aplicaría también a la cuestión de la diversidad?

Sí, pero con todo el respeto para todas las diferentes causas o comunidades en defensa de la igualdad, las mujeres no son una minoría, ¡son el 50% de la población! Se trata de la mitad de la humanidad. Lo que ocurre con las mujeres es que siempre que hay una causa discriminatoria, cuando se trata de mujeres hay mayor discriminación, y no sólo en la cuestión LGTBI, sino por razones de raza, migrantes, razones religiosas… siempre que hay una discriminación, en la mujer es por dos.

Y como persona clave del IBEX-35, ¿cuál es su visión de las mujeres en el ámbito privado?

Estamos mejorando, pero la Unión Europea ha llegado a la conclusión de que, si no se pone una normativa que favorezca la incorporación de la mujer a los puestos de dirección de las compañías, al final, el proceso es muy lento y cada vez que sucede una crisis se retrocede. O pones una normativa que ayude a buscar a las mujeres que están y a encontrarlas o al final es muy complicado que esto suceda.

He leído montones de informes de cuánto se tardaría en alcanzar la igualdad al paso que vamos y es dramático, hasta trescientos años. La normativa está para cumplirla; suelo decir que ‘la ley no penaliza que las mujeres lleguen adonde quieran, pero la falta de ley sí’. ¡Ya verás la cantidad de mujeres talentosas que van a aflorar a partir de la nueva directiva europea!

¿Cree que existe un liderazgo femenino como tal?

Sí, pero no creo que el liderazgo femenino sea propio sólo de las mujeres. Te voy a decir un hombre que tiene un liderazgo femenino: Zapatero. Hablamos de una serie de cualidades en la manera de dirigir equipos o de incentivar a tu gente y conseguir que las personas que te rodean sientan útiles y valoradas. Eso son habilidades que tradicionalmente se han vinculado con las mujeres, las que se llaman ahora soft skills, que al final son habilidades humanas, de gestión de equipos: empatía, escucha activa, atención a las emociones, estructuras más horizontales y menos verticales, ser capaz de generar en las reuniones complicidades, reírse en determinadas circunstancias...

Y hay mujeres que tienen liderazgos muy masculinos y hombres que tienen liderazgos muy femeninos. El liderazgo femenino existe, claro que sí. ¿De forma natural las mujeres desarrollamos ese liderazgo más empático, inclusivo y en atención a la parte emocional de las personas? Claro, pero que los hombres lo pueden asumir perfectamente, y de hecho las escuelas de negocios van por ahí con los nuevos liderazgos. Bienvenidos los hombres que se incorporan al liderazgo femenino.

¿Qué mujeres la han impactado e inspirado?

Me impactó Teresa Fernández de la Vega y su sacrificio absoluto por el bienestar del Estado. Ha dado su vida. La vi trabajar de una manera salvaje en horas de desempeño y siempre con un liderazgo femenino muy empático. Y fuera de España una persona que me impresionó mucho fue Isabel Allende, no la escritora sino la senadora, porque toda la historia de Chile y de Allende es mítica para la democracia, y conocerla allí fue impactante.

Podría decir Garmendia o Chacón, y muchas otras mujeres que me han impactado e inspirado. Muchas de las ministras seguimos en contacto y tenemos relación, esas redes de empatía femenina se mantienen en el tiempo.

¿Cómo afrontó la llegada a su nueva responsabilidad?

Llevo dos años y medio ya, no es nueva. Sinceramente, no podría estar haciendo el desempeño que hago como presidenta no ejecutiva, con la confianza de que puedo hacerlo bien, si no hubiera pasado por el ministerio. Se trata de una compañía con una función pública, un servicio público esencial y de interés general, no sólo en la parte eléctrica sino también en la de telecomunicaciones.

Una compañía que tiene una implantación territorial y el hecho de haber pasado por un ministerio muy territorial unido a mi bagaje jurídico, me permite entender cómo funciona la administración a diferentes niveles y la relación con el territorio. Las capacidades que ya tenía adquiridas por mi trayectoria profesional encajaban bien con esta responsabilidad.

Llegó en un momento difícil…

Llegué en un momento difícil por la dimisión del presidente anterior y en un momento de relevancia pública para una compañía cotizada, del IBEX-35. Pero esta empresa es pionera y está donde está, en muchos de los índices que la valoran, por algo. De hecho, es una compañía que tenía hecho ya un plan de sucesión que se puso en marcha. Pero era una situación complicada, sólo quince días antes del estado de alerta del Covid.

¿Ha sufrido el machismo?

He leído en prensa y redes comentarios negativos. Y a mí me nombraron por el mismo procedimiento que a todos los anteriores presidentes, salvo el primero. Todos los presidentes de Red Eléctrica han sido elegidos por el Consejo de Administración a propuesta de SEPI, que tiene un 20% del capital, yo, el anterior y los anteriores, todos ellos.

¿Cómo describe a Redeia?

Es un trabajo fascinante. Es una compañía que es poco conocida, para toda la función que cumple. Ahora estamos consiguiendo que se entienda que estamos fuera del grupo de las eléctricas, porque nosotros no generamos, ni producimos, ni vendemos, ni compramos electricidad. Y tras la pandemia y la crisis energética se nos está dando la oportunidad de explicar bien lo que hacemos.

Somos neutrales y no tenemos influencia en el precio megawatio/hora y lo que hacemos es garantizar que todo el mundo tenga suministro, hasta donde llegamos con la red de transporte. Con un personal absolutamente entregado al servicio público, que lleva adelante su tarea con una lealtad y profesionalidad increíble y esto se vio claramente durante la pandemia, porque la operación del sistema no paró ni durante un segundo.

En un puesto con presión mediática, ¿cómo se aísla una persona de las múltiples opiniones sin perder facultades por la tensión del cargo?

Mira, mi primera experiencia fue como concejala en la oposición. Ahí tienes que mirar cara a cara a la gente: en la política, cuando eres consciente de que lo que haces redunda en la vida de la gente, es verdad que el ruido mediático es secundario.

Pero es duro, porque afecta a tu círculo, a tu familia y amigos, y eso es difícil de llevar, que tu exposición publica pueda impactar a tu familia, en mi caso cuando empecé en el ministerio mis hijas eran muy pequeñas, la pequeña tenía ocho meses, y hay una cierta servidumbre que han tenido ellas, y mis padres, y el resto de mi familia y amigos.

Si no tienes esa capacidad de aislamiento, es difícil, porque las redes sociales son un mundo inhóspito; es tremendo lo que hay ahora mismo. Es muy fácil que un determinado comentario sobre tu persona se haga viral y que al final llegue a gente que te quiere, a eso no te acostumbras nunca. La responsabilidad de los medios serios, que hacen información de verdad, aquí es muy importante.

¿Cuál es su valoración del momento actual?

Estamos en un momento tremendo. La crisis energética va a durar, pero en España estamos en situación de afrontarla en buenas condiciones de servicio de suministro, porque tenemos un sistema energético diverso y equilibrado, operado por la enorme compañía que tengo el honor de presidir. Obviamente la escasez de materias primas nos va a afectar en Europa y eso me preocupa, pero por otra parte creo que Europa aprendió una lección en 2008, ‘todos a una’.

Dos países son el eje o la piedra de toque de Europa, Francia y Alemania, lo cual ha ampliado el foco y ha hecho que todo el continente se esté comportando mejor, pienso, como lo que es, como un continente que está interrelacionado. España está mejor situada y diversificada desde un punto de vista energético que estos dos países. Y está dando una lección de que entiende lo que es un sistema energético que no tiene fuentes propias de consumo y que ha tenido que buscarse la vida a través de las renovables.

Y lo digo porque la Comunidad Europea se está contemplando generalizar lo que España ya dijo hace un año: que el sistema de fijación de precios europeo estaba regido por un sistema ineficiente… desindexar el precio del gas de la producción no relacionada con el gas, ahora lo está confirmando la Unión Europea, que las grandes empresas que están consiguiendo beneficios extraordinarios por esta coyuntura de guerra colaboren más solidariamente… Todo eso lo está diciendo la Unión Europea. Dentro de lo terrible que es la situación, estamos bien situados para atravesarla, dentro de que hay mucha gente sufriendo, especialmente los ucranianos.

¿Y con respecto a su futuro?

Con respecto a mí, me guío por ese criterio que decía antes de ‘intentar dejar las cosas mejor de como las encuentro’. Es un momento apasionante y soy una privilegiada. Todo lo que he hecho siempre ha sido con esa vocación de servicio público desde que tuve la suerte de aprobar unas oposiciones a los veinticuatro años y siempre, ya sea en el ámbito privado o semiprivado, que también entiendo como servicio público.

Estoy más que colmada, no puedo pedirle más a la vida profesional. He trabajado mucho, pero he tenido también suerte y personas que me han apoyado, a las que les agradezco mucho la confianza, entre ellas, dos presidentes del gobierno. Me siento en deuda con la sociedad e intento devolver parte de lo que yo he recibido. No me siento tanto referente como responsable de que las mujeres puedan tener las mismas oportunidades que he tenido yo.

¿Cómo valora el futuro?

Todas, y digo todas, tenemos la obligación de abrir puertas y caminos. Soy madre de tres hijas y siempre les decía que este era el mejor momento para nacer mujer en España. Pero también les digo a ellas y a todas las que me escuchan que no hay nada consolidado y que lo que hizo la generación anterior a la mía, mi generación y lo que les va a tocar a ellas –y a nosotras– es seguir trabajando.

A mí me da mucha satisfacción, pero también siento mucha responsabilidad personal el poder dirigirme a gente más joven que yo para infundirles espíritu de lucha, para que se consoliden los derechos que hemos ido adquiriendo, y que no se retroceda.