La coronel médico Ana Betegón.

La coronel médico Ana Betegón. José Enrique Soriano

Protagonistas

La coronel Betegón, primera al mando de un hospital militar: "Éramos queridos en Afganistán"

La coronel médico Ana Betegón tiene una dilatada experiencia en misiones internacionales y es una de las cinco mujeres coronel que recientemente han concluido el curso de ascenso a general.

6 abril, 2022 03:00

Noticias relacionadas

La coronel médico Ana Betegón (1962) es una de las cinco mujeres coronel que recientemente han concluido el curso de ascenso a General. Insiste en que están ahí por méritos propios. Y que, en el Ejército, uno es ante todo militar.

Tiene una dilatada carrera en misiones internacionales. Nos cuenta lo que mejoró la situación de la mujer afgana en los 13 años que estuvieron en el país. Lamentablemente, los talibanes (insurgentes) han cerrado las escuelas femeninas de secundaria.

Además, la Coronel ha sido la primera mujer de las FAS (Fuerzas Armadas) en dirigir un hospital ROLE 2E en Herat (Afganistán), el Hospital General de la Defensa de Zaragoza y la primera al mando de una unidad operativa del Ejército del Aire (UMAAD–M). Ha sido también jefe de la Unidad de Telemedicina del Hospital General de la Defensa y varias veces condecorada.

Mientras hacemos la entrevista, pide permiso para entrar su segunda de abordo, la teniente coronel médico Zulima Campoamor. Ha venido su marido y quería saludar a la coronel. El ambiente es muy cordial.

- A la orden de usía, mi Coronel -dice él, que es también militar-.

- Ramón, ¿qué tal? Me ves un poco emperifollada -contesta la coronel Betegón, que se ha vestido de uniforme para la entrevista.

José Enrique Soriano

¿Cuando estudiaba medicina pensaba en ser militar?

No, porque la mujer no tenía opción de entrar en el ejército. Inicié la carrera de Medicina en el 80. Al terminar, en el 86, empecé a preparar la oposición para médico forense. En 1988 se dio la opción a la mujer de entrar en las FAS (Fuerzas Armadas). Ya estaba casada con un militar. Dejé la oposición y me centré para ingresar en el Ejército.

Soy de la 1ª promoción de Cuerpos Comunes. En nuestra formación pasamos por las academias tierra, mar y aire y terminamos en la Escuela Militar de Sanidad, ya que nos tiene que formar porque podemos ir destinados a Tierra, Mar, Aire, la UME y la Guardia Civil. El ir a un ejército u otro depende de la vocación de cada cual. Hoy en día, casi somos más mujeres que hombres en Cuerpos Comunes.

Ha sido la primera mujer de las FAS en asumir el mando de un hospital de campaña en Herat, Afganistán. ¿Era solo para militares o también para la población local?

En 2002, cuando España decidió intervenir en misión de paz y ayuda humanitaria, lo hizo dentro de la Operación Libertad Duradera con un hospital de campaña en Bagram (Afganistán). Posteriormente, encuadrados en la Operación Reconstrucción de Afganistán de ISAF, se montó un hospital ROLE 2E en Herat.

Dicho hospital era para todos. Atendíamos a los militares españoles y a todo el personal militar de la coalición, incluso al ejército y policía afgana que estaba dentro de la coalición. Atendimos cerca de 30.000 personas, la mayor parte población afgana.

"Se notó perfectamente una evolución. Ante todo en las mujeres. Al final, muchas venían sin el burka"

¿Había muchas mujeres?

Sí, pero no tantas como hombres. La mujer en Afganistán era menos que un perro. Llegaban pocas. Con el tiempo, progresivamente, vinieron más.

¿Eran atendidas por personal femenino o masculino?

Inicialmente, solo por médicos mujeres. La mujer afgana nos hablaba y el traductor, que estaba fuera detrás de una ventana tapada con una cortina, nos traducía del farsi al inglés.

¿Y las mujeres hablaban con confianza delante del traductor?

No. No había la soltura que podemos tener aquí. También, al principio, era muy difícil que la paciente se descubriera completamente para someterse a una exploración. Luego, sí que es cierto que se fue soltando más, pero siempre procurando que hubiera mujeres delante, tanto enfermeras como médicos.

¿Qué tipo de patologías tenían?

Todas. Múltiples, variadas. Casos que ya eran de desahucio. Venían inicialmente con la idea de… No sé qué consideraban que éramos. Veían que teníamos todos los medios. Creían que podíamos solventar todos los problemas. Había días que salías con muy mal cuerpo, pensando que de haberlas atendido a tiempo se hubiera podido hacer algo.

Además, había muchas que requerían tratamiento a largo plazo. El problema radicaba en que si les dabas medicación -un bote, una caja- a continuación, el acólito del “jefe de la guerra” o quien fuera se la quitaba para venderla en el mercado negro. Procurábamos administrar inyectables directamente al paciente para que esto no sucediera. Fue una época dura, aunque bonita.

"Yo siempre he peleado por anteponer el mérito al género"

¿Notó un cambio en la sociedad afgana a lo largo de estos años?

Se notó perfectamente una evolución. Ante todo en las mujeres. Al final, muchas venían sin el burka. No hacía falta que estuviera el marido durante la consulta. Había hombres médicos, compañeros, que las asistían sin ningún problema. En esos 13 años la evolución fue enorme.

¿Qué relación tenía usted con los compañeros?

Muy buena. Nunca he tenido ningún problema. Siempre he dicho que el techo de cristal nos lo ponemos las mujeres. Dentro de las FAS somos oficiales, suboficiales y tropa, independientemente del género. Creo que no hay distinciones o por lo menos yo no las he sufrido.

En Afganistán, ¿qué tipo de heridos había?

Tuvimos de todo. Patologías relacionadas con conflicto armado: heridas por armas de fuego, lesiones por explosión... Asimismo, los casos que contempla la ayuda humanitaria.

¿Ha tenido sensación de peligro al ir a recoger a algún herido? ¿Iban escoltados?

Nuestros helicópteros MEDEVAC llevan ametralladoras. Todos vamos armados. Yo llevaba pistola, aparte de llevar la morfina y todo lo demás. Y cada vez que bajábamos del helicóptero nos acompañaban dos PJs, que son los que nos dan la protección para desplegar en el terreno al ir a recoger el herido. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, aunque te señalan siempre zonas seguras. No puedes estar segura del todo, que no haya un francotirador… La verdad es que no te lo planteas. Es tu trabajo, tienes que recoger al herido, tienes que estabilizarlo, tienes que llevártelo en el helicóptero. No te planteas si van a pegarte un tiro, es lo que menos piensas.

¿Eran ustedes respetados por la población local o ésta representaba una amenaza?

Verdaderamente, los españoles estábamos muy bien vistos porque teníamos el hospital. Éramos queridos, pero hay que tener en cuenta que son muy pobres y si llegaba un insurgente y ofrecía 500 dólares por cargarse a un militar, no se lo pensaban por mucho que nos quisieran. El riesgo siempre estaba. Era zona de conflicto.

José Enrique Soriano

Satisfacciones y frustraciones de las misiones.

Satisfacciones, las mayores. Cuando tú ves que sacas a alguien de una zona donde ha habido un TIC (tiroteo o ataque suicida), que está herido, te lo llevas en helicóptero y le salvas la vida, es una satisfacción. O si recoges a una embarazada con un parto complicado, la subes en helicóptero, la llevas al hospital y el niño nace bien. O a un niño con un ataque de apendicitis, que traes al hospital; lo operamos y luego se lo lleva la familia.

Para un médico, la mayor frustración es que se te muera un paciente. Me ha pasado con un soldado nuestro. Me acuerdo perfectamente. El convoy fue atacado con explosivos. Fuimos a buscarlo en el helicóptero, mis compañeros lo habían estabilizado, pero estaba muy grave y era difícil salvarlo. Lo evacuamos y llegó vivo al hospital, donde los médicos hicieron todo lo posible, pero no siempre se consigue. Los daños colaterales existen, vayas de ayuda humanitaria o en misión de paz.

Ha sido la primera mujer en dirigir el Hospital Militar de Zaragoza. ¿Coincidió con el primer brote de Covid?

No. Estuve como médico en el Servicio de Urgencias del Hospital Central de la Defensa de Madrid. Se necesitaban todos los médicos posibles.

¿Faltan médicos en el Ejército?

Sí, y también informáticos. Médicos, porque hay un déficit a nivel nacional. Informáticos, porque hoy en día con el ciberespacio y las ciberamenazas, las empresas privadas se llevan a la gente que tenemos bien preparada.

El militar tiene el sueldo que tiene. No nos pagan más porque seamos médico o informático. Cobramos por graduación. Si eres coronel, por coronel. Está pasando a nivel nacional en todo lo que concierne a la función pública. Las empresas privadas exigen mucho, pero pagan bien y se llevan al personal cualificado.

Acaba de hacer un curso de capacitación para ascenso a general.

De los 106 alumnos, cinco éramos mujeres. Hemos llegado al curso porque llevamos treinta años o más dentro del Ejército. Para llegar a general, hay que pasar por teniente, capitán, comandante, teniente coronel y coronel.

"Entre mi marido, que es coronel veterinario, y yo llevamos 13 misiones en Afganistán"

Convendría evitar la “discriminación”, tanto negativa como positiva, porque luego dicen “esta llega a general porque es mujer”. Las mujeres nos lo hemos currado para estar donde estamos y no es discriminación positiva lo que nos están aplicando. El techo de cristal nos lo ponemos nosotras. Yo he procurado no ponérmelo nunca. También es cierto que he tenido un marido que me ha apoyado en todo y me ha ayudado.

¿Y tiene compañeras que sí se han puesto el techo de cristal?

Sí. Cuando me han propuesto ir de misión, le he dicho a mi marido: “Manolo, te quedas con las niñas, yo me voy”. En cambio, tengo compañeras que han renunciado a las misiones por no dejar a sus hijos. ¡Si los hijos se cuidan igual de bien con el padre que con la madre! Tienes que tener una pareja, marido o lo que quieras, que te eche una mano y entienda tu trabajo.

Entre mi marido que es coronel veterinario y yo llevamos 13 misiones en Afganistán. Nos hemos entendido bien y hemos sido capaces de congeniar nuestro trabajo con nuestra vida familiar. No hemos debido de hacerlo tan mal, cuando una hija es Capitán de Regulares en Ceuta y la otra está intentando ingresar en el Ejército como veterinaria.

Yo siempre he peleado por anteponer el mérito al género.

Y usted, que ha sido una persona de acción, ¿cómo afronta el cargo de subdirectora de prestaciones del Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS)?

(Ríe) Muy duro. Yo preferiría estar subida en un helicóptero, pero soy consciente de que a medida que vas cumpliendo años, las responsabilidades cambian. Yo ya soy mayor, y me han dado un puesto de gestión. Bueno, pues a estudiar y trabajar mucho.

A mí me gustan los retos. Ir de misión, dirigir un hospital en Afganistán, mandar una unidad en el Ejercito del Aire, dirigir un hospital aquí. El Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS) es un reto totalmente diferente de lo que he hecho hasta ahora.

¿Cuándo sabrá si le ascienden a General?

Dentro del Cuerpo Militar de Sanidad al que yo pertenezco, la primera vacante que queda libre es en junio. Entonces tienen que nombrar a un general médico.

Me quedan cinco años para pasar al retiro, con 65. En Cuerpos Comunes, a los 61 años pasamos a la reserva. Nuestra carrera militar es así, no puedes estar más de seis años de coronel. Si no asciendes a general, ya se ha terminado tu carrera militar. Creo que es una pena, porque estamos en la flor de la vida y tenemos ya una experiencia. La gente joven tiene mucho ímpetu, pero a veces se necesita más experiencia que ímpetu.