
Antonia Louisa Brico, primera mujer directora de la filarmónica de Berlín.
Antonia Brico, la mujer que rompió las normas y consiguió ser la primera directora de la Filarmónica de Berlín
La alemana luchó durante años por ser una entre los grandes de la música clásica, pero le negaron el reconocimiento por su condición femenina.
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La vida de Antonia Louisa Brico no es sólo una historia de superación. También se trata, en parte, de un enigma. No se sabe si es por cosas de la época, o porque durante años trataron de silenciarla, pero muchas de sus páginas parecen quedar en blanco. Aun así, lo que se tiene es suficiente, y la convierten en una mujer cuya lucha es digna de ser contada.
Su pasión por la música y su personalidad y carácter, siempre reivindicativo, la convirtieron en todo un icono de resistencia y perseverancia para conseguir un sueño que las mujeres siempre tuvieron prohibido.
Con un papel secundario en una sociedad machista que las marginaba, Antonia Brico supo hacerse valer para que, a día de hoy, podamos considerarla como lo que es: la primera mujer en la historia en ser directora de las filarmónicas de Berlín y Nueva York, dos de las mejores orquestas del mundo. En 1930, se subió al atril y cogió por primera vez la batuta. Y ya nunca la soltó.
Una infancia en blanco
Poco se sabe acerca de la infancia y la adolescencia de Brico ya que, durante sus primeros años, tuvo muy poco reconocimiento personal y profesional. Nació en Róterdam (Holanda) un 26 de junio de 1902. Fue una niña adoptada, y de sus padres biológicos no se tiene ningún dato.
De ella se hicieron cargo el señor y la señora Wolthuis, una pareja holandesa que decidió darle un nuevo nombre: Wilhelmina Wolthuis. Cuando la pequeña cumplió cinco años, la familia decidió emigrar a los Estados Unidos, concretamente a la ciudad de Los Ángeles. Era 1907.
Fue entonces cuando Antonia —por entonces conocida como Wilhelmina–, comenzó a recibir lecciones de piano. En esas clases, descubrió al que sería su más fiel fuente de inspiración: el pianista y director de orquesta Paul Steindorff. Desde el momento en el que le escuchó, supo que ella quería seguir su camino.
Después de más de una década en blanco, se gradúa en 1919 en el instituto de educación secundaria, a la par que descubre que se trata de una niña adoptada. Por ese motivo, decide marcharse de casa y no volver a tener contacto con sus padres de acogida.
Se matriculó en la Universidad de California en Berkeley para estudiar artes liberales. Acabó la carrera en 1923, después de cuatro años haciendo de asistente de un Paul Steindorff que, por entonces, dirigía la Ópera de San Francisco. El que fue su inspiración pasó a ser su primer mentor musical.
Buenas críticas en Berlín
Las aspiraciones de Brico siempre giraron en torno a la enseñanza y a ser directora de orquesta pero, a pesar de venir de la mano del virtuoso Steindorff, apenas pudo acceder al mundo musical y, mucho menos, como directora. En la época, la dirección no era un trabajo que pudieran desempeñar las mujeres.
Decidió entonces viajar a Nueva York para estudiar piano con uno de los pianistas más influyentes del momento, Sigismond Stokowski. Además, aprovechó para recuperar su verdadero nombre: Antonia Louisa Brico.
Después de dos años bajo las menciones del prestigioso pianista, en 1926 se trasladó a Hamburgo, donde el director de orquesta más aclamado del momento, el alemán Karl Muck (que había encabezado la Boston Symphony Orchestra), dirigía la filarmónica de la ciudad. Con él tuvo una formación continua, la cual completó asistiendo a clases de dirección que ofrecía la Academia Estatal de Música de Berlín, donde se convirtió en la primera estadounidense graduada.
En 1930, con 28 años, Antonia Brico debutaba como directora, y no lo hacía con una batuta cualquiera: dirigió la Orquesta Filarmónica de Berlín, convirtiéndose así en la primera mujer en hacerlo. Además, la crítica del concierto fue extraordinariamente buena. El diario alemán de aquellos entonces, el Allgemeine Zeitung, dijo:
"Miss Brico ha demostrado dotes sorpresivas e inequívocas como directora. Es más habilidosa, lista y musical que muchos de sus colegas masculinos que nos aburren aquí en Berlín".
A pesar de las buenas críticas de Berlín, no disfrutó de la misma aceptación en Estados Unidos, donde había vuelto buscando un trabajo estable como directora titular de orquesta. Dirigió la Orquesta Sinfónica de San Francisco y la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles, pero sólo como directora invitada.
En las pruebas que hizo para ser residente en la segunda, fue rechazada. Es así como, durante el periodo entre 1930 y 1932, Brico volvió a aventurarse en Europa, donde su talento era más considerado. Hizo una gira con varias orquestas de Polonia, Alemania y los Balcanes, pero en 1932 volvió a los Estados Unidos.

"Es una desgracia"
En 1933, Brico debutaba como directora de la Musicians' Symphony Orchestra (una de las orquestas americanas más prestigiosas del momento) en la ciudad de Nueva York, donde había establecido su residencia. Las críticas fueron excepcionales, tanto que el Pictorial Review escribió: "Con solo tres ensayos, la señorita Brico hizo tocar esa orquesta como nunca antes había tocado".
Debido al éxito de la primera actuación de la directora, se programaron otras dos más, pero la tercera no llegó a realizarse. El tenor solista, John Charles Thomas, se negó a actuar con una mujer directora. Aseguró que esta le robaría a él todo el protagonismo y declinó el acudir al concierto.
Bajo el yugo de esa sociedad tan machista, Brico decidió crear, en 1934, la New York Women's Symphony. ¿Su objetivo? Reivindicar a la mujer como instrumentista y música. En este proyecto, contó con el prestigioso apoyo de La Guardia, en aquellos momentos alcalde de Nueva York, y de Eleanor Roosevelt, primera dama del país.

Antonia Brico con la batuta de la Filarmónica de Berlín. Archivo Federal Alemán
Esa década de los 30 puede considerarse para Brico como su época dorada. En 1938 –probablemente a raíz del renombre que le dio su papel al frente de la Women's Symphony–, se convirtió en la primera mujer de la historia que dirigía la New York Philarmonic Orchestra. Volvió a recibir muy buenas críticas.
Pero, a pesar de su éxito, parte de la sociedad se negaba a cambiar su mirada. El ascenso cultural y social que tuve Brico fue objeto de muchas críticas a nivel público. Altos cargos de distintas orquestas y la prensa la pusieron en el foco, llegando a hacer valoraciones y artículos que valoraban, incluso, lo extraprofesional.
Un ejemplo de esto fue el de dos de los máximos dirigentes de la New York Philarmonic Orchestra, Charles Guggenheimer y Arthur Johnson, que publicaron varios artículos en la revista Times criticando el hecho de que Brico llegara a ser directora: "Es una desgracia que una mujer dirija esta orquesta".
El retrato de Antonia
Haciendo frente a todas las críticas y encadenando pequeños contratos, Brico tomó la iniciativa de conformar sus propios proyectos. Entre los más destacados se encuentran la consolidación de la Bach Society y, una segunda versión de la orquesta de Nueva York, la creación de la Women's String Orchestra.
En vista de un Estados Unidos que todavía no le daba su lugar, en 1946, Brico decidió volver a Europa, donde su éxito estaba ya algo más consolidado. Dirigió en Suecia, en Austria y en Holanda, y Adrian Boult la invitó al Royal Albert Hal de Londres.
Allí dirigió la Orquesta Sinfónica de Londres, y Jean Sibelius, quien ya la había visto dirigir en los Estados Unidos durante los años 30 y que estaba presente en la sala, quedó maravillado. De hecho, justo después la invitó a dirigir un festival monográfico dedicado a su música en Helsinki.
Pero su suerte comenzó a cambiar en el 1971, cuando Judy Collins, una conocida cantante de música folk del momento, decidió grabar un documental sobre su biografía. Collins había estudiado piano de adolescente, en la década de los 50, con Brico en Denver, y había mantenido una relación estrecha.
Con el objetivo de dar a conocer su historia, presentó el documental Antonia: a Portrait of the Woman, dirigido junto a Jill Godmilow, en 1974. El trabajo retrata la historia de una mujer que a finales del siglo XX no puede entender cómo la discriminación de género todavía le corta las alas de este modo. De hecho, en el propio documental, se puede recuperar una cita de Brico donde asegura sentirse vacía a pesar de los éxitos que había consagrado.
"Tengo cinco presentaciones al año. Tengo fuerza suficiente como para tener cinco al mes. Doy clases… pero me siento frustrada. Es como darle un poco de pan a una persona que muere de hambre. Cada vez que escucho el nombre Evgenia Svetlana, muero por dentro, porque ella es mujer en Rusia y está dirigiendo todo el tiempo".
Después de todo, y gracias en parte a la emisión de este documental –de mucho éxito durante los años 70–, le ofrecieron a Brico la experiencia de ser ese referente que tanto había ansiado. Precisamente, sus años de mayor éxito llegaron casi en la extinción de su carrera, cuando ella tenía 73 años.
En 1975 fue invitada a un festival de relevancia que sigue existiendo aún a día de hoy: el Mostly Mozart Festival, en Nueva York. Las entradas para el único concierto programado se agotaron, y se tuvo que programar otro. La cadena de televisión pública estadounidense CBS grabó los dos conciertos con LP.
Finalmente, Antonia Louisa Brico decidió soltar la batuta definitivamente en 1981. En 1977 ofreció su último recital. Fue con la Brooklyn Philharmonia, pero su faceta como docente se alargó durante unos años más. Finalmente, y tras una rotura de cadera que debilitó brutalmente su salud, acabó falleciendo en Denver en 1989.