
El juego del Monopoly tiene su origen en un juego creado por Elizabeth Magie.
Elizabeth Magie, la madre del Monopoly que cayó en el olvido: así fue el robo de una patente millonaria
Un empresario copió el juego y lo comercializó gracias a una gran compañía. Elizabeth fue recompensada con 500 dólares y olvidada.
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¿Podrías calcular cuántas horas has pasado frente a un tablero de Monopoly con los tuyos? En Navidad con la familia, ante una reunión con amigos de la infancia o en cualquier día de lluvia, este mítico juego de mesa nunca falla. Sin embargo, y a pesar del disfrute que brinda a día de hoy, ha dado muchos quebraderos de cabeza en otra época. Y no por las trampas o los derrotas mal aceptadas de algunos aficionados.
Su creadora, Elizabeth Magie, luchó durante años para que se reconociera su autoría, aunque acabó rindiéndose y cediendo los derechos a cambio de 500 dólares. El juego facturó millones, que acabaron en el bolsillo de un empresario que copió la patente de la inventora. Por supuesto, pasó a la historia como el gran creador del Monopoly y dejó en la sombra (y sin blanca) a la verdadera autora.
Pero el relato no se queda aquí. El juego de Elizabeth fue uno de los más ingeniosos del siglo XIX: su idea original contemplaba las necesidades de las clases desfavorecidas y tenía una perspectiva ecofriendly al pensar también en la preservación de los recursos naturales. Por ello, desde Magas hemos rescatado esta parte de la historia. ¿Quién fue realmente Elizabeth Magie y por qué no la conocíamos hasta ahora?
La ingeniosa Elizabeth
La inventora oculta (o más bien ocultada) del Monopoly nació en Illinois a finales del siglo XIX. Su nombre es Elizabeth Magie, y desde muy pequeña desarrolló gran maestría para las ciencias y las artes. Fue inventora, escritora, periodista, empresaria, actriz y una activista de la que bebieron sus coetáneas gracias a su pensamiento crítico.

Imagen de Elizabeth Magie.
Fue partidaria del movimiento georgista, una corriente ideológica que defendía las libertades individuales y la igualdad de oportunidades. Además, se puso de parte de las clases sociales más desfavorecidas y de las mujeres. Y hasta se publicitó en la prensa de la época como "joven esclava americana" en aras de luchar contra la discriminación laboral y salarial.
Mientras tanto, desarrolló también su faceta más ingeniosa al inventar juegos de mesa, y su lado más artístico en los teatros, librerías y periódicos del momento. En 1892, editó 500 ejemplares de su libro My Betrothed, un poemario que trataba temas como el dolor, el cortejo o la naturaleza. Y después de dicha publicación vinieron otras tantas: más poesía, cuentos cortos, fábulas... Sobre los escenarios, más de lo mismo: Magie fue una gran actriz y cómica.
Su gran invento
A pesar de ser una mujer tan polifacética, sobresalió como creadora de juegos de mesa. El culmen llegó a principios del siglo XX, cuando desarrolló uno para enseñar a las clases medias los peligros de los monopolios y combatir el enriquecimiento de los propietarios a costa del empobrecimiento de los arrendatarios. Lo llamó 'The Landlord’s Game' ('El Juego del Proletario').

Edición del Juego del Proletario de 1906.
Se basaba en un tablero cuadrangular con 40 casillas entre las que se podían mover las fichas tras tirar un dado que determinaba cuántas posiciones se trasladaban. También tenía tarjetas y papeles que emulaban los billetes y el dinero, así como otros elementos que simulaban la banca, las herencias, los alquileres, los terrenos... Era un juego en el que podían participar entre dos y cuatro personas, y su finalidad era acumular la mayor riqueza posible.
¿Te resulta conocido? Es lo que hoy en día llamamos Monopoly. Sin embargo, la idea de Elizabeth tenía algunas diferencias. La primera y más importante, que era moralizante: albergaba hasta una "casa de pobres" para que aquel jugador que estuviera en bancarrota pudiera aprender qué hacer, también en la vida real. Además, tenía un planteamiento ecofriendly, pues había una casilla que ofrecía dinero por hacer trabajos sobre los recursos naturales. Por todo ello, fue utilizado incluso en facultades de economía por los profesores universitarios.
Las instrucciones de 'The Landlord’s Game' dictaban que, ante cualquier circunstancia inesperada, los jugadores debían llegar a un pacto.
Esta idea tan innovadora llegó en un momento en el que los juegos de mesa estaban popularizándose gracias, entre otras cosas, a la llegada de la luz eléctrica: las familias podían entonces quedarse en casa durante horas sin correr riesgos por las fugas de gas. En ese contexto, el juego de Elizabeth ganó mucha fama en poco tiempo, aunque no de la forma en la que a ella le hubiera gustado.
¿Cómo llegó el Monopoly?
'The Landlord’s Game' comenzó a ser plagiado por los propios usuarios, que se enteraban de su existencia gracias al boca a boca e incorporaban elementos diferentes y normas nuevas. Entonces, Elizabeth intentó hacerse con el control de su propio juego, pero fue prácticamente imposible: cada vez se copiaba más sin licencia y adquiría otros nombres. Entre ellos, el de Monopoly.
A pesar de que ella inscribió su patente en 1903 y fundó la empresa 'Economic Game Company' para su edición y explotación, en 1935 entró en escena Charles Darrow, un empresario que registró el 'The Landlord’s Game' bajo el nombre que tiene en la actualidad. Además, vendió sus derechos a una gran compañía juguetera y consiguió que esta nueva versión se comercializara masivamente. En tan solo unos años, ya había más de dos millones de ellos en las casas estadounidenses.
El Monopoly es el juego de sociedad más practicado de la historia con más de 500 millones de usuarios en 1999.
Elizabeth, por su parte, negoció con la gran empresa juguetera y fue recompensada con 500 dólares, una ínfima parte de todo lo que ganó Darrow. Además, no fue reconocida como la verdadera autora hasta que en 1972 un profesor de economía de la Universidad de San Francisco recuperó la figura de la inventora y creó el Anti-Monopoly como signo de rechazo a la actuación de Darrow.
Meses después, la citada compañía demandó al profesor por infringir los derechos de autor, aunque acabó perdiendo el juicio y sacando a la luz la aportación de Elizabeth. La inventora falleció en Virginia a los 84 años de edad, mientras el Monopoly se hizo eterno.