¿Tiene sentido apostar por la 'comida trampa'?

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“Cheat meal”: qué es y por qué caer en su “trampa” es cuestionable

La llamada “comida trampa” cuenta con cada vez más seguidores. ¿Pero merece realmente la pena apostar por este atracón? Lo analizamos con expertos.

29 septiembre, 2022 02:55

Pizza, hamburguesa, helado... el listado de manjares asociados al placer es infinita. Algunos, dependiendo de sus ingredientes, no se enmarcan en una dieta sana y, consumidos en exceso, puede dar lugar a problemas de salud, como el colesterol o la diabetes.

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Su ingesta, de forma puntual, ha dado lugar al concepto de cheat meal. ¿En qué consiste? Como lo indica su nombre, se trata de una comida, o por extensión un día trampa, en el que está permitido el consumo de cualquier alimento, incluidos los más calóricos.

Inicialmente aplicado por los deportistas, consiste en dar un respiro al cuerpo, saltándose la dieta al menos una vez a la semana con dos objetivos: redinamizar el metabolismo, acostumbrado a una ingesta más limitada, y no sentir el peso de la restricción alimenticia. El concepto se ha extendido y convertido en un foco de polémica en el sector de la salud. ¿Merece realmente la pena?

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Las opiniones de los expertos

Un estudio publicado en el Journal of Consumer Psychology destacó que los días de trampa, o desviaciones hedónicas planificadas en términos científicos, pueden mejorar la motivación en el marco de una dieta. Aunque los dos grupos de participantes del estudio, con y sin comida trampa”, perdieron aproximadamente el mismo peso, los del grupo cheat meal afirmaron que podían resistir mejor a la tentación, pensando en el atracón extra.

Verónica Velasco, nutricionista de bluaU de Sanitas, rechaza su eficacia: desde Sanitas no recomendamos este tipo de prácticas que abogan por darse un atracón una vez por semana tras realizar una dieta restrictiva el resto del ella. De hecho, no genera beneficios ni fisiológicos ni psicológicos.

A nivel fisiológico es contraproducente porque, si pasamos la semana haciendo dieta restrictiva, podemos prescindir de grupos de alimentos con nutrientes esenciales, cómo los carbohidratos complejos, y además optar a un tipo de ingestas tan bajas, pensando en la compensación, que bajen el metabolismo basal de la persona.

Por otra parte, una comida demasiado abundante un día por semana, por mucho que cree mayor gasto de la digestión propia no va a permitir que el metabolismo se acelere, no va a conseguir quemar todas las calorías ingeridas y se va a sumar incluso a una pesadez digestiva no esperada debido a que nuestro estómago no está preparado para ese tipo de ingestas habitualmente.

Psicológicamente también puede ser perjudicial, puesto que lo normal es que estar esperando toda la semana para comer lo que realmente se desea y esto genere ansiedad, lo cual puede llevar a la compulsión en el día indicado para ser 'libre', que es un rasgo que puede llevar a un problema de TCA. Además, asociaremos siempre esos alimentos no saludables permitidos para 'la ingesta libre' cómo un modo de placer y bienestar, cuando son justo los alimentos contrarios aportados durante toda la semana en buena medida los que nos deben aportar esa salud”.

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La nutricionista Alba Lobo desctaca por su parte: “creo que el concepto de cheat meal surge del afán que tenemos por poner etiquetas a todo y sobre todo por justificar algo que estamos haciendo que pensamos que no está bien.

En mi opinión, flexibilizar la alimentación dentro del contexto de una alimentación equilibrada, es sano, sobre todo para la mente. Vivir en una restricción continua deseando que llegue el día del cheat meal puede generar o reflejar una mala relación con la comida. Sin embargo, tener la libertad de comer una onza de chocolate o un dulce porque me apetece o porque estoy con la regla, sin tener que justificarlo ni contabilizarlo, me parece mucho más razonable y benévolo con uno mismo.

En el caso de que sintamos una necesidad de tomar alimentos insanos con gran frecuencia y que pueda tener un efecto negativo en nuestra salud, entonces es cuando debemos detenernos a pensar si algo está fallando, si me siento bien o mal, si lo que siento es hambre emocional o psicológica, analizar nuestra forma de comer y ver si estamos desplazando grupos de alimentos necesarios para preservar la salud, etc. Lo recomendable en este caso es siempre acudir a un profesional (dietista nutricionista titulada) y en el caso de tener hambre emocional, trabajarlo en conjunto con psicología si fuera necesario.

En mi opinión, debemos tener esa libertad de comer algo que nos apetece en determinadas ocasiones, sin etiquetas, sin culpabilidad y sin tener que pensar o mirar si es más o menos saludable que otra opción. En todo caso, recomendaría comerlo de forma consciente, sentarnos junto a la mesa, disfrutarlo con todos los sentidos”.