
La arquitecta Mercedes Pina en el bar del apartamento que diseñó para uno de sus clientes en el barrio de Salamanca, en Madrid. Magas
Mercedes Pina, arquitecta y empresaria: "Con las paredes de colores no se descansa. En un dormitorio necesitas paz"
Magas se cita con esta diseñadora valenciana en el apartamento que decoró para uno de sus clientes, entre obras de arte y una vinoteca de ensueño.
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Mercedes Pina (Valencia, 1972) es de esas personas que lo ponen todo fácil. Quizá ahí resida parte de su éxito. Su empeño constante es el de quitar las piedrecitas del camino de quienes la rodean para hacerlo todo más liviano. No fuerza las cosas, las toca y, con su gracia congénita, las convierte en algo más bonito, en algo mejor, en algo sorprendentemente bello y pacífico.
Como la mayoría de mujeres talentosas, no termina de creérselo. Maldito síndrome de la impostora. Esta perfeccionista, sensible a la belleza, está formada entre España y Francia, es arquitecta, empresaria, interiorista, esposa y madre de dos hijos. "¿Conciliar? Como puedo. La suerte es que yo organizo mi tiempo, que eso es buenísimo. Y mis hijos ya son mayores", expresa en conversación con Magas.
Mi Pequeño Lucas, su marca de ropa para niños, lleva el nombre de uno de sus vástagos... que, por cierto, ya no es tan pequeño. "Tiene 21 años ya, pero es que la marca la creamos en 2009. Ahí sí que lo era. Cuando eran niños, yo trabajaba por las mañanas y las tardes las pasaba con ellos. Ser dueña de tu tiempo es una suerte. Esa es la mía", sentencia.

La arquitecta Mercedes Pina en la terraza de uno de sus clientes en Madrid. Magas
Nacida en Valencia, estudió Arquitectura a caballo entre su ciudad natal y París. Fue allí, en la ciudad de la luz, del amor, de la moda, en el lugar en el que todo pasa, donde educó su ojo para, más tarde, regresar a su tierra y ponerse a crear: desde ropa para niños hasta el interiorismo de casas y espacios de ensueño.
Mercedes Pina cita a esta revista en el apartamento que diseñó para uno de sus múltiples clientes. Al abrir la puerta, se despliega ante nuestros ojos un inmenso sofá blanco, obras de arte cuyos autores no vamos a revelar, un futbolín con jugadores metalizados en oro y plata -¿acaso hay algo más opuesto?- y una vinoteca cuajada de exquisitos caldos: desde emblemáticos Vega-Sicilia a botellas de Opus One, del Valle de Napa, en San Francisco, pasando por distintas bodegas francesas.
Empecemos por algo fácil, ¿quién es Mercedes Pina?
Soy arquitecta y empresaria de una marca de ropa para niños, que se llama Mi Pequeño Lucas. En estos momentos estamos lanzando un nuevo concepto de la marca. Y, bueno, llevo muchos años con esta empresa, pero también hago proyectos de interiorismo. Desde la pandemia me reinventé y retomé la arquitectura.
Yo diría que esa es la respuesta a "¿qué es usted?". Yo he preguntado "¿quién es usted?"
Qué difícil, ¿no? ¿Qué te digo? Soy Mercedes Pina, soy de Valencia, estudié Arquitectura, me fui a terminar la carrera a París. Estuve ahí unos años y allí se educó mi ojo. De París me vine a Madrid, y siempre me ha encantado la estética. Siempre me han gustado las cosas bonitas.

Pina decoró este apartamento de un cliente costarricense aunque al ser de alquiler no pudo hacer exactamente lo que le hubiera gustado. Magas
Dicen que París no es un lugar agradable para vivir, pero sí muy inspirador. ¿Piensa lo mismo?
No, yo pienso que es una ciudad muy inspiradora y muy agradable para vivir. Jamás he tenido una mala experiencia con un parisino. Amo París. Es inspiración, mires donde mires. Te vas empapando y nutriendo. Sin darte cuenta, vas aprendiendo.
¿Siente debilidad por la belleza desde pequeña?
Sí, es algo innato. Nadie me lo ha inculcado. En mi casa siempre había cosas bonitas, pero no era un empeño de mis padres en que todo fuera estéticamente perfecto. Yo creo que era algo innato.
¿Qué quería ser cuando era una niña? ¿Con qué jugaba?
Nunca jugué con muñecas. Jugaba mucho más con cosas que presumiblemente era más de niño: Playmobil, coches y todo eso. Mucho más. Cuando empecé a ser más mayor, en clase me regañaban porque, en mitad de las lecciones, me ponía a diseñar la ropa de las muñequitas, las vestía… Nunca quise ser diseñadora, pero cuando nació mi hijo, me debió aflorar.
¿Qué pasó ahí?
Pues volví a Madrid, nació mi hijo y me puse a comprarle ropa, y todo era supercursi. Todo era azul celeste y rosa bebé. Y yo, en París, me fijaba mucho en los niños por la calle y en cómo iban vestidos. Nunca me han gustado especialmente los niños, pero sí su ropa y las tiendas de bebé (ríe).
¿Le hacía la ropa a su hijo?
Como no encontraba nada en Madrid y tenía el ojo tan educado por lo que había visto en París, compré unas telas y una costurera me empezó a hacer la ropa. Mis amigas empezaron a tener bebés y yo les regalaba ropita. Una de ellas fue a una tienda a comprar una chaquetita a juego con lo que yo le había regalado para su hijo, y la dueña le preguntó de dónde era esa ropa. Era mía. Ahí me hizo mi primer pedido. Ahí nació Mi Pequeño Lucas. Y nadie confiaba en mí: ni mis padres, ni mi marido… Pero yo tenía una intuición. Sabía que funcionaría.
Fue arriesgado, pero también escuchó a aquella niña soñadora que diseñaba en clase, ¿no?
Sí, así es.
Estamos en una casa preciosa, ¿nos puede contar su historia?
Esta casa es de un cliente de Costa Rica, que somos amigos. Ya nos conocíamos, pero ahora, después del proyecto, nos hemos hecho más amigos. Es una casa de alquiler; me hubiera gustado hacer más, pero bueno... Es una casa para pasar temporadas. Primero me llamaron para darles mi opinión sobre si alquilarla o no. En un segundo les dije que sí. Y luego tardamos cuatro meses en decorarla.
¿Confiaron cien por cien en usted? ¿O hubo reunión en la que le dieron algunos tips?
Hubo una primera reunión en Madrid, ellos vieron mi trabajo, pero se fiaron mucho de mí. Con WhatsApp es fácil trabajar. Confiaron, pero también las tres o cuatro cosas que querían las pusimos, como la vinoteca.

Detalle de la vinoteca con algunos de los vinos favoritos del cliente de Mercedes Pina. Magas
¿Cuál es la pieza más especial de la casa y qué historia tiene?
El bar. Este señor es un amante del vino. Es un bon vivant.
¿Vinos españoles o del mundo?
Del mundo. Él es dueño de unas bodegas en La Rioja, pero toma vinos de todo el mundo. A mí me espantaba la idea del bar, porque él quería un bar grande. Me insistió. Teníamos ahí ese rincón, que era un poco feo, no sabíamos bien qué era, a camino entre la terraza y el salón… Y, bueno, le incluimos el espejo, la librería y diseñé el bar. Es la pieza que más me gusta de la casa.
¿Cuál es el proceso natural cuando un cliente la contacta para que decore su casa?
Nos reunimos, y lo primero que quiero saber es sus necesidades según su estilo de vida. Tienen que estar cómodos. Con lo cual, ellos me cuentan lo que necesitan y luego yo les enseño un poco. Normalmente cuando me llaman es porque ya saben de mi trabajo, pero yo me adapto a todo: a su estilo de vida y a su estilo personal. Yo tengo mi estilo propio, pero me adapto al cliente y a su presupuesto.
Explique bien eso.
Si un cliente no tiene presupuesto para que le haga la casa entera, le hago consultoría. Por una tarifa adaptada a su presupuesto, yo le digo lo que pondría. Imagínate que quiere que le asesore en toda la casa, le propongo lo que haría y él lo va haciendo poco a poco. No necesariamente tiene que hacerlo conmigo.

Parte de la habitación principal. Magas
Es decir, le vende sus ideas, el servicio es... sus conocimientos.
Claro, así no tiene presión si no tiene el presupuesto. Poco a poco lo va haciendo.
¿Cuáles diría que son sus códigos de estilo a la hora de decorar un espacio?
Me gustan mucho los tonos neutros. Lo que hago es poner un sofá en tono neutro y poner el color en los almohadones. De un color neutro no te cansas. El sofá es de las piezas más caras de la casa y más difíciles de cambiar; si lo pones de color, te cansas. Si pones solo los cojines de color, se cambia fácil. Las luces indirectas me encantan, dan mucha calidez. Y poner piezas de arte puntuales.
¿Es una moda lo de las luces indirectas?
Es que las luces de techo no deberían encenderse nunca. Dan muy mala luz. Yo intento evitarlas, casi nunca pongo luces en el techo. ¡Y mucha alfombra!
¿Algún hotel o algún espacio que no haya decorado usted y que le hubiera gustado hacer?
Me encanta el Hotel URSO. Me hubiera encantado hacerlo. El espacio es divino, el spa es increíble, el invernadero que tienen arriba... Les tengo mucho cariño porque hago muchas cosas con ellos.

Zona del salón decorada por Mercedes Pina. Magas
¿La casa de algún famoso que haya visto, en las revistas o en la televisión, y le haya horrorizado?
No te lo puedo decir (ríe).
¿Pero le ha venido alguna a la cabeza?
Sí, cada uno tiene su gusto, pero es que hay unas casas con unos colores tan fuertes… A mí las casas con tanto color me quitan la paz.
¿Qué hay de verdad en eso? En la Andalucía de los años 90 le aseguro que he visto muchas casas con las habitaciones verde flúor y rosa fucsia.
¡Uf! No, no... No puedes descansar. Es imposible. Con paredes de colores no se descansa. Ni yo, ni mucha gente. En el dormitorio necesitas colores que den paz.
¿Qué es lo que nunca elegiría para su casa? ¿Patos de madera? ¿Muñequitas de porcelana como las que tenían nuestras abuelas? ¿Qué es lo más kitsch ahora mismo?
Las Testa di Moro. Esos jarrones enormes se llevan muchísimo. Me gustan, sí, pero yo jamás los pondría en mi casa. Me puede gustar cómo quedan en otros sitios, pero en mi casa no pega nada. Y a mi marido le espanta.
¿Cómo decoraría la habitación de un rey? ¿Qué no podría faltar?
Con colores claros para que le dé mucha paz, porque un rey necesita mucha tranquilidad (ríe). El pobre, bastante tiene...
¿Cómo decoraría la habitación de una reina? ¿Qué no podría faltar?
Igual, pero con un vestidor con una zona de tocador donde se pueda arreglar con tranquilidad.
¿Qué es el lujo para usted?
El lujo es poder hacer y trabajar en lo que te gusta. Ser dueña de tu tiempo.