Entrevista

Zahara, la cantante que un día fue la mujer más famosa de España

"Deberíamos dejar de decir ‘puta’ como insulto: ¡que nazca ya el insulto ‘putero’!"

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Una vez me contó Zahara, sentadas en un barril en una tasca de Usera, con la primera caña helada del mediodía, que "cuando los hombres nos llaman ‘putas’ nos están llamando libres, pero no lo saben". Me contó que no era ninguna santa —y menos mal, añado yo, porque así nos recordó a las demás que no nos hacía falta aureola para ser valiosas ni para ser buenas—: "De milagro no estoy aquí rompiendo cabezas o huevos".

Me contó que no había superado que aquel hombre abusase de ella de niña: "Quiero que se muera, lo siento". Me contó que el facha español cabreado necesita un abrazo. Me contó muchas más cosas llorando y riendo al mismo tiempo, como en medio de una ranchera, y lo dejó todo (el barrio, las mesas, el viejo almanaque, los ceniceros, hasta las servilletas donde ponía ‘gracias por su visita’ y la gente había doblado hasta que rezaran ‘gracias puta’, como en una profecía autocumplida) lleno de su inteligencia, su travesura y su ternura desarmante.

Esto sucedió justo antes de que todo empezara. Al borde de la revolución, al filo del cambio. Su disco Puta llevaba sólo unas horas en la calle y entonces no sabía nada de lo que iba a pasar. No sabía que la vida iba a girarle y que se convertiría durante un día en la mujer más famosa de España... empujada por Vox, que censuró el cartel de su concierto en Toledo por considerarlo "ofensa religiosa". Ahí salía con una corona medio sacra de rayitos de sol, un muñeco en los brazos, enganchado a su pecho, y una banda que rezaba ‘Puta’. Pero éste no es país para performances.

Detalle de la banda de Zahara en que puede leerse la palabra Puta
Cartel del concierto del disco Puta de Zahara en Toledo

Cartel de la polémica, censurado por Vox

P.- ¿Cómo fue aquella gran jornada VIP?-, le pregunto ahora, con las uñas desconchadas, charlando en su sofá. Y encima de nuestras cabezas cuelga el cuadro de una vulva roja, y hay juguetes de su crío por la casa, y hace frío y sol y es noviembre de 2023, y sigue pasando la vida...

R.- (Ríe). Colapsé. Era el tema del día en Instagram. Vi a políticos, compañeros de profesión, monologuistas, actrices, actores, directores, prensa... compartiendo el cartel. Eso fue precioso, pero a la vez se generó mucho odio. Serían pocos pero eran violentos. Fue trending topic mundial. Estaba muerta de vergüenza. Aquel día iba en coche a Valencia y paramos a comer un menú en un bar y estaba mi cara en las noticias. Lo que más gracia me hizo fue cuando me acusaron de "ofensa extrema a la Virgen", porque pensé "pero, ¿y ella cuándo ha venido a manifestarse, cómo sabéis que está ofendida?". Porque la Virgen, según yo creo, no existe, y si existiera... estaría en primera fila diciendo "sirve coño", o como se diga ahora, que me acabo de enterar de que la expresión está de moda... (reímos). Y la Virgen de otro estaría haciendo otra cosa, que para eso está la libre interpretación de las lecturas bíblicas... ¡o no bíblicas!

Foto uno de Zahara con el look dos

Pero entonces ella era otra. Una antigua, más núbil, más insegura. Una que no sabía que la crítica especializada bautizaría ese álbum suyo como una "joya histórica" cuyo "alcance sólo comprenderemos del todo al pasar los años". No sabía que arrasaría en los premios MIN, que giraría por todas partes, que veríamos su cara en los telediarios y escucharíamos sus canciones en las discotecas. No sabía que ayudaría a tantas mujeres a contar su historia. No sabía que nos insuflaría su filosofía hasta el tuétano: "Una lloradita y a bailar". Expectorante y lúdico. Acústico y rave: ella es una chica anfíbica.

No sabía tampoco que haría un documental llamado Esto no es un documental donde activaría el ojo de la nuca para pensar en los últimos años de su vida. No sabía que escribiría Esto no es una canción política, un pelotazo final, un salir de la tarta último, donde ironizaría así: "Esto no es una canción política. / No voy a hablar de drogas ni de religión, / ni de libertad de expresión, / porque la libertad de ir a los bares es mucho más importante. / Mi misión es que no se ofenda nadie...".

Pero eso fue después de las tormentas y de las glorias. Antes de eso no sabía, no sabíamos —¿cómo íbamos a saberlo?— de tanta poesía ni de tanto dolor cicatrizando ni de tanta denuncia brillante y radical: María, en Puta, se quitó la corona de espinas de la frente canción a canción, concierto a concierto, y se enjuagó la sangre que le caía por los ojos para mirar de hito en hito al pasado. Lo decía aquel verso: "Nunca vi nada tan hermoso. Aquella hembra joven sabía mirar la vida por encima del miedo". Por ella y por todas sus compañeras, pero por ella primero, que ya era hora.

Foto cuatro de Zahara con el look uno

Traje de Rinascimento y deportivas de Levi's

P.- ¿Y qué tal ahora? ¿Más o menos puta que en 2021?

R.- (Ríe). Ahí está la tía, afilando, hija mía. Yo diría que más puta. Más reconciliada. Cuando saqué el disco aún sentía la carga de la palabra, la del insulto, la de haber vivido con ella sobre los hombros, y ahora digo "¡qué aburrimiento!".

P.- La has domesticado. La Puta Gira, la Puta Rave... ya es tuya.

R.- El otro día, en el bolo de Murcia, empezaron a corear "¡todas somos putas!", y se me caían los lagrimones. En mi vida pensé yo que eso me haría ilusión (ríe). Con esa palabra han intentado empequeñecernos y dominarnos, pero ya no pueden, así que ahora soy muy puta, ¡pero vamos...! Putísima. Oye, pero ya que se inventen otra cosa para jodernos. Aún me agrede cuando se usa con esa violencia... el otro día escuché "hija de la grandísima puta" por la calle, yendo con mi hijo, y le dije que era horrible y que ojalá no lo dijera nunca.

Zahara lamenta que en todos los zafarranchos políticos (de extrema derecha) que se formaron por su disco "no se pusiese tanto el foco en la denuncia sino en la presunta ofensa": "Yo pensaba: ¿y por qué nadie se está ofendiendo, en cambio, porque me hayan llamado ‘puta’ toda la vida, o porque hayan abusado de mí o me hayan maltratado, como a tantas otras? A mí me habían llamado ‘puta’, pero yo nunca he llamado ‘puta’ a la Virgen, así que ahí se me acababa el argumento". Se encoge de hombros, con franqueza y dulzura.

Una vez María fue una niña que iba a un colegio donde se recogían firmas en su contra, donde sus compañeros escribían en un papel que sí, que se sumaban al movimiento, que sencillamente la "odiaban", que querían que "desapareciera". Por eso se emocionó tanto cuando, treinta años más tarde y siendo artista, vio a toda su profesión salir en bloque a defenderla de la censura de Vox. No faltó nadie, nadie. No sintió ni una sola baja. "Yo viví el que nadie quisiese elegirme para su equipo. Y ahora ha pasado todo lo contrario: todos estaban conmigo". Si esto no es justicia poética, que venga la Virgen y lo vea.

Foto uno de Zahara con el look cuatro

P.- Te apoyaron políticos.

R.- ¡Sí! Algunos muy tochos. Mónica García. Y Yolanda Díaz, que empezó a seguirme. Me hizo mucha ilusión.

P.- ¿Y Pedro Sánchez no?

R.- No.

P.- ¿Por qué?

R.- Porque a lo mejor soy ese tipo de feminista que molesta a sus amigos (ríe). Todo bien con él, no obstante. Creo que se merece un biopic, una película. De su trayectoria, de su historia. Me guste más o menos su partido, él es divertido, y hace falta diversión, en general. Pero él no me siguió, ¡me hubiera gustado, ya que le gusta tanto la música...!

Foto dos de Zahara con el look cuatro

P.- María, ¿qué le pasa a este país, que adora a las Vírgenes pero no es capaz de renunciar a las putas?

R.- Me ha llamado la atención esta dualidad siempre, y no sólo en España, sino en EEUU. Pienso en la figura de la madre, la santa, la divina, la aspiración, la única persona de la que un hijo que llama ‘puta’ a todo el mundo no diría que es puta, ¿no?

P.- Ni su madre, ni su hermana, ni su novia...

R.- ¡Ah! Hasta que es exnovia. Y eso si no es un maltratador, porque la llamará ‘puta’ también dentro de la relación. En España se usa mucho el insulto ‘puta’, pero mira qué cantidad de puteros hay: ellos son los que tendrían que sentir vergüenza, no ellas, pero ellos se enorgullecen a veces, otras veces lo ocultan y otras tantas lo justifican. Creo que deberíamos dejar de usar ‘puta’ como insulto y decir ‘putero’. Yo a veces digo ‘hijo de putero’. Es verdad que es larguito y pierde fuerza. A veces aún digo ‘hijo de puta’, pero porque me gusta cómo suena.

Zahara dice que sigue formándose para opinar sobre la abolición o regulación de la prostitución con total propiedad, pero que por ahora tiene claro que es "el putero" el que le parece "repugnante": "Tiene que pagar por justificar su violación".

Foto tres de Zahara con el look cuatro

Jersey y falda de Sandro, salones de Ángel Alarcón y joyas de Thomas Sabo

Traje de Alba Conde, manoletinas de Ángel Alarcón y joyas de Thomas Sabo

Foto uno de Zahara con el look tres
Foto dos de Zahara con el look tres

Zahara celebra a las otras. Ama a Aitana: "Tiene 25 años, se mueve increíble, no tiene que ser para todos los públicos. Y si quisiese sexualizarse, ¿qué? ¿No hemos aprendido ya que el valor de una mujer no tiene nada que ver con su sexualidad?". También canta: "Que vivan las tetas de Amaral". Y que viva su arte. Dice que ella, ya clausurada la gira, se ha dado cuenta de que siempre se ha cubierto los pezones. Hubiese querido enseñarlos, pero se sentía acorraladilla por la presión social. Le encanta sentir que sus conciertos están llenos de "mujeres y de maricones": "Porque su grito ante la desnudez o ante los bailes es distinto. No es ‘hunga, hunga’. Es ‘uh’, como de ‘¡reina!’".

Cuenta María que sus padres se enteraron de todo lo que había padecido a partir de su canción Merichane. "A mi padre le impactó mucho el verso en el que hablaba de mi experiencia en las oficinas de Universal... porque ahí me vio a mí. Nos recuerdo hablando muy profundamente en un restaurante, y recuerdo muchos momentos de llorera. Decían que se habían sentido desconectados... y que les había impresionado que yo lo hiciera público de esta manera", chasquea. "Pero que ‘Merichane’ se convirtiese en una terapia colectiva de muchas mujeres y hombres contando historias similares a las mías creo que les ayudó muchísimo".

Foto tres de Zahara con el look tres

P.- ¿Ellos no sabían nada... nada?

R.- Sabían que de niña mi grupo de amigas se había apartado de mí y que yo lo estaba pasando muy mal. Ahí se preocuparon muchísimo. Pero a mí eso me generó tal tensión y presión que les mentí y les dije que ya me había arreglado. Es flipante cómo me convertí en una perfecta actriz con 12 años. Lo escondía todo. Eso es parte del trastorno. Es como si tuvieras dos cerebros, dos jaulas emocionales: en una vives tus vivencias y en otra lo que quieres mostrar. Y disocias. Yo no quería fracasar ante los ojos de mis padres. No quería preocuparles, no quería hacerles daño. En ese momento, el bullying, además, era "así son los niños, jajá".

Zahara se alegra de no haberse convertido en una maltratadora, porque, dice, tenía muchas papeletas después de sufrir tantos años de abuso. "Los que hemos sido débiles luego hemos tenido la tentación de ser fuertes con otros más débiles que nosotros. Es un trabajo elegir no hacerlo... ese sentirse invencible al menos por una vez...". Pero no lo ha hecho. Esa es su grandeza.

Le costó entenderlo, igual que fue difícil asumir, cuando por fin tuvo una relación saludable, que venía de varias relaciones de abuso que ella había normalizado e invisibilizado. "Cuando pasé de mi relación de maltrato (también físico) a una relación sana, no supe gestionarlo. Vi que mi pareja me respetaba, que no era celoso, que no me estaba acosando, que me dejaba vivir... y me pregunté: ah, ¿pero es que esto es lo normal? Y me desbordé. Quise boicotear esa relación". Porque la paz abre la caja de Pandora. "Sí. Me dije ‘¿es que yo he estado permitiendo todo esto?... Y vino la culpa, la carga, y entré en una de las depresiones más tochas que he tenido".

Foto dos de Zahara con el look dos

Conjunto de Tot-Hom y botas de & Other Stories

Foto tres de Zahara con el look dos

P.- En tu documental te diriges a la Zahara anciana. Le hablas. ¿Qué tipo de vieja serás? ¿Nos dejarán ser viejas rockeras? A las chicas no se nos permite... pero mira los Rolling. También leí un tuit que decía: "¿Por qué Sabina es un bohemio pero Massiel es una borracha?".

R.- (Ríe). Mira, esto es muy fuerte. Tenemos el caso de Madonna: la obligan a ser fiel a lo que se supone que es Madonna, no puede ser otra cosa, y aun así va a ser criticada porque sigue siendo joven cuando ya no tiene edad para ser joven. No le permiten envejecer, pero si sigue actuando como una joven también está mal. Me toca el coño que se hable de las mujeres y de su apariencia física, sobre todo cuando envejecen. Tenemos que estar como el mercado quiere que estemos, ¿no? Quieren que envejezcamos con dignidad, pero con una dignidad muy concreta: ¡claro, la que tú me digas, cariño, ven y me la cuentas...! Yo creo que de vieja tendré la cara tatuada. Ya tengo manchas, ¡pues le añado corazoncitos o lágrimas...!

Foto dos de Zahara con el look uno

Dice que lo veremos dentro de unos años, pero que ella cree que no se hará retoques estéticos. "Me da miedo. Me resulta más fácil reconocerme y aceptarme que transformarme en algo que ya no soy. Me interesa el viajecillo de aceptarme, de ver mis tetillas que se van cayendo, de ver la piel del ombligo a pubis poniéndose rugosa, como está ya... Veo una belleza diferente en la celulitis, en las estrías, en las cosas que desaparecen y se transforman. Me echo todas las cremas del mundo, eso es verdad, pero cada vez me siento más orgullosa de estar viva, porque es muy difícil".

Nos emocionamos un poco. Luego sonríe.

"Amo la vida más que nunca. Quiero vivir eternamente. Eternamente... mientras tenga el coco bien. Si tengo el coco mal, no me interesa la vida".

Foto tres de Zahara con el look uno
Agradecimientos especiales

Hotel InterContinental Madrid, a María Luz Antolin, Marketing & Ecommerce Manager del hotel, y al conjunto de su equipo