El escándalo de Volkswagen ha puesto una cruz sobre la tecnología diésel. Más aún en España, donde más de seis de cada diez vehículos que se venden utilizan ese combustible y donde ciudades como Madrid se han planteado ‘cerrar’ sus calles a los vehículos que lo utilicen dado sus altos niveles de emisiones.

Al margen de cómo solucionar la crisis del mayor fabricante de automóviles del mundo, el ‘dieselgate’ de Volkswagen pone sobre la mesa la necesidad de impulsar vehículos alternativos, como el eléctrico o el híbrido. Este último ha desarrollado más su tecnología pero sigue dependiendo de los combustibles fósiles.

Prueba de que el eléctrico se percibe como la mejor opción a futuro son las palabras del jefe de gabinete de la canciller alemana Angela Merkel, Peter Altmaier, que el lunes aseguró que le “encantaría que los fabricantes alemanes fueran capaces de producir un coche eléctrico tan bien y tan barato como Elon Musk [creador de Tesla]”.

En fase embrionaria

El proyecto de la automovilística estadounidense tiene como clara ventaja la eliminación de las emisiones de sus vehículos. Pero tiene dos problemas esenciales: su tecnología aún está en una fase embrionaria y su capacidad para producir es aún muy limitada.

La autonomía de un Tesla alcanza, como máximo, los 400 kilómetros. Pero es un problema común a todos los vehículos eléctricos. Otras automovilísticas como Porsche y Audi ya están preparando vehículos de muy alta gama 100% eléctricos, pero su recorrido máximo también será limitado, de unos 500 kilómetros.

La capacidad de producción de Tesla, si se cumplen los objetivos, alcanzará las 100.000 unidades en 2016. Lejos quedan los más de 10 millones de vehículos que venden Volkswagen o la japonesa Toyota.

Insignificante presencia en España

Las ventas de Tesla también son aún limitadas. El pasado año, 35.000 unidades. En España, casi testimoniales. En  2014, sólo se entregaron en el mercado ibérico 17 ‘teslas’. Todos ellos de su modelo S, una berlina cuyo precio en el mercado, de partida, ronda los 60.000 euros.

Este año las ventas ‘made in Spain’ van, además, a la baja. Entre enero y agosto, han caído más de un 40%. Sólo se han vendido ocho. En parte porque sus supercargadores, los puntos de repostaje que Tesla coloca en las principales rutas, son aún testimoniales. En España, sólo hay dos (en dos hoteles de Gerona y Tarragona), cuando el objetivo era tener 15 antes de que acabara 2015. En Alemania tiene más de 60 supercargadores. Estos enchufes recargan el 80% de la batería en unos 20 minutos.

La idea de la compañía creada por Elon Musk es conectar España empezando por la ruta Barcelona-Madrid. A día de hoy resulta poco factible que logren alcanzar su meta de 15 supercargadores, pero son la única vía para conseguir que repunten las ventas dado que cargar un vehículo en un enchufe normal puede tardar hasta 30 horas.

A Tesla le queda camino por recorrer. En parte, a través de nuevos modelos. En los próximos meses lanzará uno calificado de bajo coste, aunque su precio de venta rondará los 35.000 euros. Otro, el primer todoterreno, presentado esta semana y que tendrá una autonomía de 400 kilómetros. Costará, como mínimo, 117.000 euros.

Todoterreno Tesla X

Todoterreno Tesla X Reuters

La vida de Musk más allá de Tesla

Más allá de las fronteras de Tesla, Elon Musk acumula numerosos proyectos empresariales. Su primera aventura hay que buscarla a mediados de los 90. Creó una compañía que aportaba una plataforma web para medios y comerciantes locales. La vendió a Compaq Computer por algo más de 300 millones de dólares.

Justo después dio forma a Paypal, una de las empresas de pagos más exitosas del mundo. Dos años después de arrancarla fue vendida a Ebay por 1.500 millones de dólares (él ostentaba un 11% de la compañía). Hoy la firma está valorada en bolsa en más de 37.000 millones.

Después llegaron más aventuras. SpaceX fue la siguiente. En 2002 la fundó para avanzar en la exploración espacial. En la actualidad cuenta con una valoración en 10.000 millones y con el respaldo financiero, entre otros, de Google. Cuatro años después arrancó Solarcity, hoy cotizada y convertida en el mayor instalador de paneles solares en Estados Unidos.