Los jugadores del Málaga, tras la derrota contra el Huesca.

Los jugadores del Málaga, tras la derrota contra el Huesca. LA LIGA

Málaga C.F.

La afición estalla contra los futbolistas del Málaga CF: "jugadores, mercenarios"

El público se hartó de algunos componentes del equipo blanquiazul y varios se marcharon al vestuario al final del partido para no hacer frente a los pitos.

28 marzo, 2022 05:00

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Si vergüenza, pena o soluciones no se han situado en las tendencias de las redes sociales, no ha sido por su falta de uso después del partido. Twitter concentraba más la furia contra Esteban Ocón o hablaba sobre la lucha entre Charles Leclerc y Max Verstappen, pero la afición se ha vuelto a expresar. Ya ha dicho basta. No soporta otro arrastre del escudo por el campo. La derrota del Málaga CF contra el Huesca ha vuelto a desatar la decepción, la lástima y el enfado que siente el público con respecto a los jugadores que visten ahora la camiseta blanquiazul. Y no será por avisos.

El domingo fue un día complicado casi desde el principio. Había convocado un recibimiento para animar a los futbolistas, a pesar de cómo está la situación. Ellos, por lo pronto, no se rinden y siempre empujan. Sin embargo, no se encontraron con la misma respuesta de los jugadores. Todos fueron en coche y ninguno se paró a saludar y ni siquiera a agradecer lo que estaban haciendo por ellos. Minutos más tarde, al entrar al estadio, muchos de ellos se encontraron la base de sus asientos con barro. Por lo que la crispación ya era evidente antes de empezar.

Es más, no mejoró en ningún momento. 15.573 personas se dieron cita en una tarde soleada para animar a su equipo y lo que se llevaron fue un auténtico tormento con más pitos que aplausos. Nadie se cansó de impulsar a su equipo. La afición del Málaga CF siempre ha sido muy dada a impulsar a los suyos siempre, y más cuando lo necesitan, aunque también ha exigido el máximo que merece el club. Sin embargo, el descontento de este partido es un calco de lo que se vivió contra el Ibiza.

La primera lluvia de pitos se la llevó Paulino. Y la segunda, la tercera y la cuarta. La relación parece estar prácticamente rota. El extremo, este domingo con más libertad y una posición más central, es el vivo reflejo de la transformación que ha sufrido la plantilla. De ser el gran regateador de LaLiga SmartBank en su banda derecha a ser ahora pocas veces usado y en muchas de ellas criticado por su exceso de conducción de balón. Incluso le han llamado egoísta. Contra el Huesca perdió 14 balones y desesperó en cada internada.

El asturiano no fue el único en recibir el castigo del público. Algo más débil fue lo que recibieron Álvaro Vadillo y Aleix Febas. Se mostraron muy activos durante la primera parte. Lo intentaron y lo consiguieron con mayor o menor éxito. Sin embargo, el público no perdona que no se luche cada balón hasta el último minuto. Ambos tuvieron muchas pérdidas y ya en la segunda mitad, cuando todo estaba sentenciado, dejaron de correr hacia atrás para recuperar la posición. 

No obstante, toda la estabilidad saltó por los aires cuando empezaron a cantar "jugadores, mercenarios". Y no una, sino que sucedió en repetidas ocasiones. Nadie se libró. La afición no salva a nadie y lo volvió a demostrar. Nadie está a salvo. Y todo va a más cuando algunos jugadores no dan la cara al final del partido y se marchan al vestuario para no hacer frente a los pitos generalizados. La situación es insostenible. Parece que no hay mando, pero quien sí que lo ha tomado es la afición y ha sido para gritar basta.

Local superado

La Rosaleda ha perdido cualquier resquicio de gen ganador que le quedara de aquel principio de temporada. Qué lejos ha quedado. Desde aquel primer paso hacia la catástrofe en el campo del Burgos se han celebrado ocho partidos como local. Pues solo en tres de ellos el público ha cantado algún gol local. El Málaga CF ya no gana cuando juega en La Rosaleda, ni mucho menos se muestra superior ante los rivales y hablar de victorias… muy pocas. Desde entonces, no han vivido ninguna. Una cifra sin paliativos.

Pese a todo, la afición no ha parado de alentar a los suyos. Ha vivido la visita de conjuntos superiores como el Almería o la Ponferradina, pero también la de otros que se debatían por el descenso como el Amorebieta. O el nombre de Okazaki que aún resuena en la cabeza de muchos. El desenlace siempre ha sido el mismo: vuelta a casa sin la victoria. El mejor local ha pasado a ser un siniestro en su propio estado. Casi no saca ventaja al jugar con su propia afición y le costará caro. Existe un evidente desapego entre todos con difícil solución.

Así que la temporada en La Rosaleda se va acabando. Aún tienen que pasar por la Costa del Sol el Valladolid, el Eibar, el Real Oviedo y el Burgos. Casi nada. El equipo ya solo está a dos partidos de distancia con el descenso. Cualquier tropiezo más podría convertirse en una agonía. Por el momento, la situación es casi insostenible. La afición ha gritado basta. Parece que la mejor solución es no jugar como local hasta el 9 de abril. Qué locura.