Luz Arcas

Luz Arcas Junta de Andalucía

Cultura

Luz Arcas: “Las artes escénicas son parte de un sector inestable donde hace falta mucho equipo humano”

La bailarina, coreógrafa y directora malagueña, Premio Nacional de Danza 2024, trae al Teatro del Soho su obra ‘Todas las santas’.

Más información: Paco 'Susi', Pito de Oro del Carnaval de Málaga 2025: "El Susi es de todos, es lo mínimo que puedo hacer por la fiesta"

Patricia Sierra
Publicada

Luz Arcas no es solo bailarina. Es cierto que es su disciplina más conocida, pero esta artista no se ajusta a un único molde. Nacida en Málaga, acabó estudiando Coreografía en Ávila y Dirección Escénica en Madrid, además de danzas clásicas indias. Ciudadana del mundo, continuó formándose, aunque esta vez en danza contemporánea, fuera de España: Bruselas, Ámsterdam, Croacia y Berlín la vieron surgir.

A pesar de su gran trayectoria, siente que acaba de empezar y tienen mil y un sueños más pendientes por cumplir. Eso sí, desea continuar creando con condiciones, tanto de infraestructura como económicas, cada vez más sólidas. Y es que, al final, “las artes escénicas es un sector bastante inestable donde hace falta mucho equipo humano”, comenta a EL ESPAÑOL de Málaga.

Ahora, tras formar su compañía de danza ‘La Pharmacó’ en 2009 con la que ha creado obras como Mariana y Trilla, y ganar el Premio Nacional de Danza en la categoría de creación en 2024, regresa a la ciudad que la vio nacer, Málaga, para presentar su obra Todas las santas en el Teatro del Soho Caixabank dentro de la tercera edición de ‘Autóctonxs’, desde el 20 hasta el 23 de febrero de este 2025.

¿Cómo surgió la idea de crear Todas las santas?

Yo me fui en dos ocasiones a trabajar a El Salvador con la Compañía Nacional de Danza a hacer una pieza, primero en 2019 y luego en 2021. Y allí tuve la suerte de conocer Egly Larreynaga y Alicia Chong, que son del Teatro del Azoro. Y enseguida nos dio un poco la cosa de trabajar juntas.

Ellas me invitaron a dar clases en una granja, que son las cárceles para menores de edad, donde suelen estar muchos chicos de las maras, antes de pasar a la cárcel de mayores. Y me impactó mucho su trabajo, me impactó mucho la profundidad de su trabajo y la capacidad de transformación social que había en su país, igual que la decisión férrea de quedarse en un país tan complejo para hacer ese teatro que ellas denominaban urgente y necesario.

¿Qué mensaje principal buscas transmitir al espectador con tu obra?

La verdad es que no creo mucho en los mensajes ni en ese tipo de cosas que resumen las obras. Para mí las obras de arte están llenas de complejidades, contradicciones y es el espectador el que tiene un poco que recoger todo lo que se ofrece ahí, y ver qué tiene, qué resuena en él. No es una obra de mensajes, sino es un acercamiento a dos vidas, en concreto la de Egly y la de Alicia, que me parece precisamente por la complejidad de sus historias, las contradicciones y por cómo ellas han ido manejando sus circunstancias, que tienen mucho que decirles a nosotras, a las españolas, a las europeas.

¿Qué significa para ti Todas las santas?

A mí me interesa mucho la relación que tenemos con los ídolos que veneramos, con los altares que hacemos en nuestras vidas, desde el punto de vista religioso, pero ideológico también. A quienes admiramos, quienes son nuestros modelos. Entonces, esa palabra santa me sirve como para hablar de, bueno, de una deidad que está en un altar y hacer la pregunta de a quiénes veneramos. Y siento que muchas veces, bueno, pues hay acciones, hay personas, hay vidas que son más anónimas y que quizás son las que vayan a estar en los altares.

¿Por qué el teatro del Soho?

Fue una propuesta del Festival Autóctonxs que tiene lugar en el Soho y, bueno, yo admiro mucho la programación del Festival Autóctonos y la dirección artística de Alessandra García y ella fue un poco la que me propuso como malagueña la posibilidad de ir y, puesto que soy coreógrafa y soy más conocida por mis piezas de danza, nos pareció una buena idea ir con un proyecto teatral que se sale de mi trayectoria más habitual y más conocida y presentar una faceta más desconocida.

Fue su primera obra fuera del mundo de la danza, más o menos.

Fue mi primera obra más teatral, aunque es muy híbrida. Pero bueno, también siento que es una obra de las tres. Yo ocupo el lugar de la mirada externa, de esa dirección, pero es un proyecto totalmente en colaboración. Es una obra que está totalmente condicionada por el encuentro de las tres y en la que yo he dirigido en base a sus textos, a sus historias, a su posibilidad corporal, a su sensibilidad.

Entonces, para mí ha sido un ejercicio un poco de poner toda mi trayectoria al servicio de ellas. Y contando también con su sensibilidad, porque cuando fui allí y vi su teatro, había también artísticamente una parte de cómo ellas viven el teatro y cómo viven la escena que a mí me interesaba mucho que se respetara en esta obra.

Todas las santas

Todas las santas Jorge Colomer

Pero no todo es de color de rosas. El hecho de contar esta historia ha supuesto muchos desafíos.

Es una obra muy complicada. Primero porque soy una europea, española, que vengo de un contexto muy diferente y de repente tengo que darles forma a unas vidas que, aunque haya estado allí, no me ha tocado vivir. Entonces, es complicado hacer el ejercicio de desaparecer, escuchar y no tratar de manipular o de representar bajo una mirada europea. Es una dirección en la que tienes que quitarte de medio un poco para que todo pueda ser.

También he tenido muchas dificultades porque las historias, sus vidas, su manera de estar en el teatro son muy extremas. Están muy condicionadas por la historia de un país con una guerra civil muy reciente, es una realidad de peso extrema. Tienes que equilibrar mucho para no intentar embellecer la retórica y, a la vez, sin caer tampoco en lo morboso que puede acabar resultando. Es un equilibrio muy complicado para poder respetar al máximo la verdad y la delicadeza que hay detrás de sus historias.

Aunque ha explorado otras disciplinas artísticas, la danza sigue siendo su ámbito más conocido, y aparece incluso en esta obra.

La obra es una pieza muy híbrida, que atraviesa diferentes lenguajes del teatro y la danza contemporánea. Empieza como una obra de teatro documento, pasa por el biodrama, sigue por una parte totalmente corporal, y ahí va evolucionando hacia más cosas.

A mí mi visión de la danza no tiene tanto que ver con lo que es danza y lo que no, sino es con el cuerpo. Entiendo la danza como el lenguaje del cuerpo, y en la obra he intentado que su cuerpo sea el centro. A lo mejor si la ves de fuera no te parece una obra de danza, porque ellas son actrices y no tienen ese lenguaje de la danza dentro de su cuerpo, pero sí el discurso del cuerpo ha estado trabajado con muchísima profundidad.

Es muy difícil contar una historia que no es tuya, de ahí la gran importancia que tiene documentarse para no faltar el respeto a nadie.

Es un proceso artístico con todas sus complejidades, con toda mi experiencia, con toda mi vida puesta ahí. Lo he ido haciendo con todas mis herramientas de las que llevo toda mi vida trabajando e intentando tener mucha escucha y mucha sensibilidad, y a pesar de eso, pues, arriesgándome a no conseguírmelo, que es lo interesante de todo esto. Tú pones todo de tu parte, pero nadie te asegura que vayas a conseguir lo que estás buscando.

Es tal el impacto y el peso de la obra que la Luz Arcas de antes no es la misma que la de ahora.

Creo que estoy muy marcada tanto artística como vitalmente por lo que viví allí en El Salvador con ellas y me siento muy influenciada por su manera de hacer teatro. Tengo muchísima admiración por ellas y siento que me he transformado con ellas mucho. Somos amigas, hemos hablado mucho, hemos hablado mucho de arte, hemos trabajado juntas. Es una transformación en la que la obra es un paso más, pero mi relación con ellas y con todo va más allá, y por supuesto que me ha transformado muchísimo.

Siempre digo que mi lenguaje, el de mi compañía, está totalmente marcado por mi experiencia artística en Latinoamérica, en el sur y en el centro y mucho por ellas, por ese teatro del Azoro y la Cachada del que pude aprender mucho.

La reacción del público es muy importante. Y volver a Málaga también.

Siempre espero que el público esté conmigo y se quede hasta el final y que le transforme de alguna manera, pero en qué consiste esa transformación no me interesa ni dirigirlo ni pensarlo. Es más bien que realmente pase algo en ellos por dentro.

Y la verdad es que nunca he estado en el Soho y me hace mucha ilusión el Festival Autóctonxs. Creo que es uno de los contextos sin duda más interesantes de la ciudad. Me parece que está siendo el portal de muchas artistas malagueñas y que tienen la oportunidad de ir a un espacio tan interesante como el Soho. También me parece una gran oportunidad venir precisamente con esta obra que es un contexto y una realidad que la mayoría no conoce.

Y, al final, detrás de la bailarina, coreógrafa y directora, se encuentra siempre aquella chica que empezó en la danza, y que se acuerda de aquellos que ahora están en el mismo lugar que ella hace unos años.

El arte es un mundo maravilloso, muy vocacional. También es muy importante decidir pronto cuál es un poco tu lugar y que eso pueda ahorrarte mucho tiempo y mucho sufrimiento, para no estar dando la puerta equivocada de alguna manera.

Me parece que es muy importante tener mucha fe, mucha seguridad y capacidad de resistencia, porque hay momentos en los que se te presta mucha atención y puedes desarrollar un montón de cosas y hay momentos en los que, por lo que sea, no y tú tienes que estar ahí de la misma manera.

Y es que, como dice Luz Arcas, el mundo de las artes escénicas es muy inestable, que necesita un gran apoyo, económico y estructural, para seguir adelante. De igual modo, sigue siendo precioso.