
Aixa Villagrán y Hugo Welzel.
Aixa Villagrán y Hugo Welzel: "El acento debe ser una herramienta para el actor, no una barrera"
Los dos andaluces señalan que rodar 'La chica de nieve 2' en Málaga ha sido un regalo, sobre todo por la cercanía de la gente.
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Aixa Villagrán se enfrentará este sábado en Granada a su primera nominación al Goya a la Mejor Actriz de Reparto con La virgen roja tras una importante carrera en el mundo del cine. Hugo Welzel, por su parte, está dando sus primeras entrevistas gracias a los proyectos que está firmando a sus cortos veinte años y que para él son como materializar el sueño de su vida. Aunque ambos están en etapas diferentes, les une que ambos son andaluces de pura cepa, amantes de lo que se vive frente a una cámara y que están repletos de talento. También que ahora la vida --o Netflix-- les ha unido en la segunda temporada de La chica de nieve, basada en el bestseller del malagueño Javier Castillo, El juego del alma.
Este martes, a primera hora de la mañana, atendían a la prensa en el Gran Hotel Miramar. Les brillan los ojos y están sonrientes. No es para menos. Esta nueva temporada está en el top 1 de la lista de Netflix y se está situando como una de las más vistas en diferentes países después de arrasar con la primera parte.
Aixa interpreta de nuevo a la inspectora Millán, aunque está algo cambiada. Se la nota desgastada, agotada, o como se suele decir en Andalucía, reventada por llevar tanto peso a sus espaldas. En cuanto a Hugo, él ha llegado nuevo a la serie con el personaje de Nacho, el hermano de una chica desaparecida que vive en el seno de una familia que se ampara en el fanatismo religioso más extremo.
"Millán no puede soportar fallar y prefiere tirar la toalla antes que seguir equivocándose. Me encanta que digas que está bastante cambiada, porque desde dentro no soy objetiva", explica Aixa, que en la serie se sostiene en el pilar fundamental de Chaparro, interpretado por el malagueño Marco Cáceres quien, sin duda, es la frescura entre tanto suspense.
Por su parte, Welzel se ha sentido arropado en su primera experiencia en la serie. "Ha sido muy fácil porque es una familia y está llena de andaluces, lo que me ha hecho sentir en casa desde el primer momento", afirma. La naturalidad del equipo ha sido clave para su adaptación. Durante el rodaje, todos afirmaban a este periódico que vivían como en "un Gran Hermano" particular, donde la convivencia reforzaba aún más su vínculo.
Ambos naturales de Sevilla, en la serie se les escucha hablar andaluz, uno de los pluses que tiene rodar en Málaga. "Cuando llegué a Madrid con 20 años me dijeron que tenía que quitarme el acento para los castings", recuerda Villagrán, señalando que ahora, por suerte, la industria está cambiando y se está tratando de que el espectador cuide su oído. "Menos mal que la ficción empieza a ser más inclusiva con los estereotipos de belleza y, en general, con la diversidad", sostiene.
Welzel lleva pocos años en la industria y, por tanto, ha tenido pocas experiencias en las que le hayan pedido modificar su acento. "He tenido la suerte de que, aunque interpretaba personajes de diferentes regiones, siempre han encontrado la manera de justificarlo sin forzarlo, acababa siendo, por decir algo, hijo de un sevillano", comenta. Ambos coinciden en que el acento no debería ser un obstáculo en la construcción de personajes, al revés. "Un actor puede interpretar a un personaje de cualquier lugar, para eso nos hemos formado; pero lo importante es que el acento sea una herramienta, no una barrera", afirman.
A lo largo de esta temporada, se ponen sobre la mesa multitud de temas como el fanatismo religioso y todo lo que le rodea o el aborto, pero también sobre la soledad en la que muchas personas viven encerradas. En concreto, el personaje de Hugo, Nacho, tiene, en sus propias palabras, "un mundo interior muy grande e importante" que muestra bien esta idea.
"Mucha gente me ha dicho que es un psicópata por lo que hace. Pero no creo que lo sea. Él está profundamente solo y creo que su situación lo lleva a actuar así", declara el actor. Villagrán y Welzel coinciden en que la tecnología, lejos de acercarnos, a menudo refuerza la desconexión personal. "Si tienes cinco minutos libres, buscas el teléfono en vez de estar presente en el momento", dice el joven, quien apela con sus propias palabras al clásico carpe diem. "Las redes pueden ser una herramienta de expansión, pero también generan que estés expuesto, con todo lo que eso puede afectar", agrega Villagrán.
En la serie, Nacho pregunta a Miren, la protagonista, cuál es su lugar seguro. Para Hugo, sin duda, es "el cine", un mundo al que entró tras vivir una experiencia negativa con sus amistades. "El cine es un espejo que nos refleja lo que somos", dice. A él le sirve para reconectar con él mismo, algo que le viene bien, pues se considera una persona muy sensible.
"Hay gente tan sensible a la que le cuesta lidiar con el mundo que necesita estar hasta desconectado de uno mismo. No todo el mundo es fan de ir a terapia, yo voy y adoro que la gente vaya, pero no todo el mundo tiene esa conciencia ni esa ganas de evolucionar y es comprensible también", expone Villagrán, a lo que Hugo añade que es primordial que en los colegios se den más lecciones de "gestión emocional".
En este sentido, ambos actores creen que es fundamental que la ficción aborde temas importantes y que algunas narrativas puedan llegar incluso a los colegios. "Habría que incluir educación en sexualidad desde edades tempranas, porque los niños hoy en día se educan a través de la pornografía", opina Villagrán.
La actriz recuerda cómo en una escena el cura le habla de una manera muy sectaria sobre el tema del aborto. "Ahí tuve que trabajar mucho mi personaje, tuve que darle mucha humanidad. A mí se me hierve la sangre con muchas cosas, soy feminista y soy pro-aborto, pero creo que es un tema que no es sencillo y donde creo que hay mucho que hablar. Te digo que lo defiendo, me da igual que salga en los medios, pero es como... hablemos, debatamos", dice.
La conversación culmina hablando sobre qué ocurrirá el próximo sábado, cuando está nominada a su primer Goya. "Pues qué va a pasar... Que no me lo voy a llevar. Yo he llamado a mis padres para que se calmen, porque sé que no. Es bonito, pero la expectación pues sí que se da", declara. "¿Y quién se lo va a llevar del resto de nominadas?", le preguntamos. "Eso te lo digo fuera", zanja entre risas.