La semana pasada tuve la oportunidad de hablar, en Sevilla, ante una audiencia de farmacéuticos, y de tratar de dar algunas pinceladas sobre el futuro de su profesión y del cuidado de la salud en general. 

Las farmacias son un sector sumamente complejo: España es uno de los países con mayor proporción de farmacias por habitante, y los establecimientos de farmacia, lejos de ser simplemente una tienda, representan una parte muy importante del sistema de salud, con una gran capilaridad y proximidad al ciudadano, y que genera además una gran confianza.

Sin embargo, son tratados de manera muy injusta por una Administración que, en muchos casos, minimiza su papel en ocasiones como una pandemia, y los tiene poco menos que cortando cupones de cartón de las cajas de medicamentos para pegarlos en recetas de papel, un ritual que, en los tiempos que vivimos, es poco menos que pintoresco. 

¿Qué podemos esperar de la farmacia del futuro? Para entenderlo, deberíamos acudir a las compañías que, en muchos casos, ayudan a delinear ese futuro.

Amazon, por ejemplo, adquirió en junio de 2018 una compañía llamada PillPack por algo menos de 1.000 millones de dólares. La idea de Amazon al adquirir una compañía que ya tenía licencia para vender medicamentos online en prácticamente todos los estados del país.

Aparentemente buscaba ser capaz de convertirse en un gigante de la distribución de medicamentos: pides lo que necesitas, lo recibes en tu domicilio, y además, en lugar de recibir las cajas, te llegan una tira de envoltorios de papel con la fecha y la hora impresa, y la combinación de pastillas que tienes que tomar en cada momento.

Esto es un elemento de gran ayuda sobre todo para personas de edad avanzada, que en muchos casos dependen de algún tipo de pastillero y de la buena disposición de algún familiar que les coloca las pastillas en su sitio. 

En España, hay algunas farmacias que cuentan con un servicio similar, pero por lo general, es muy poco conocido y utilizado. Su valor es evidente: de ser la farmacia simplemente un lugar al que ir a abastecerse de medicamentos, puede pasar a ser un servicio que entra en la vida del paciente, que mejora la adherencia a los tratamientos y que interviene en el cuidado de su salud de una manera mucho más activa. 

En el mismo sentido trabaja Apple con el recordatorio de toma de medicinas que ha introducido en su última actualización. La adherencia a los tratamientos es uno de los principales problemas de la medicina actual. Introducir un elemento recordatorio que no solo avise con una alarma, sino que además permita introducir directamente la dosificación, posología e incluso el control de incompatibilidades pueden ser sumamente interesante.

Para una farmacia, la personalización del paciente y la implicación directa en el cuidado de su salud podría perfectamente venir de este tipo de posibilidades, ayudando en muchos casos al paciente a utilizar la tecnología para ello. 

En el mismo sentido apunta la transición hacia un modelo preventivo de cuidado de la salud. Con pacientes cada vez más sensorizados mediante relojes inteligentes, anillos, brazaletes y dispositivos de todo tipo, la farmacia puede perfectamente convertirse en el lugar que ayuda al paciente a obtener determinadas métricas importantes.

Incluso puede establecer controles periódicos para ayudarle a monitorizar su salud, en un enlace con el sistema de salud en su conjunto que puede llegar a tener un valor muy significativo. 

En el fondo, hablamos de un modelo de prestación de salud que, por un lado, reduce el eventual sufrimiento del paciente al permitir una detección más temprana de determinados trastornos. Y por la misma razón, posibilita una reducción del coste de los tratamientos al sistema de salud -sea privado o público- al permitir más grados de libertad en el tratamiento de dolencias descubiertas en fases más tempranas. 

Estamos hablando de un futuro en el que los datos de salud de los pacientes son obtenidos mediante una combinación de wearables, dispositivos de consumo y dispositivos en las oficinas de farmacia, que son almacenados en la nube con absoluto respeto a la privacidad del paciente. Pero que permiten también su uso anonimizado, previa autorización, para la investigación en el ámbito de la salud o para, por ejemplo, el seguimiento de la transmisión de determinadas enfermedades. 

En ese futuro, las farmacias pueden jugar un papel muy importante, mucho más allá de ser un simple dispensario de medicamentos y productos de parafarmacia o cosmética, mucho más implicado de manera proactiva en la salud de los ciudadanos, y con mucho más valor añadido que el que representaría un sistema de distribución online. ¿Serán capaces las farmacias de visualizar ese futuro y de implicarse en él?

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