Ya ha pasado la mitad del año 2021. El curso escolar se acaba y las vacaciones están a la vuelta de la esquina. La vacunación progresa adecuadamente, con sus nubes y sus claros. Casi la mitad de la población española está vacunada con la pauta completa. Y si cambiáramos el patrón de vacunación e hiciéramos una campaña intensiva dirigida a los veinteañeros, probablemente sería mucho mejor.

En cualquier caso, se ha instalado entre la población civil un clima de "a ver si ya salimos de esto" que, a pesar de que es natural, porque estamos cansados de malas noticias, a menudo es pasto para la agitprop gubernamental.

De hecho, ya hay quien, desde medios cercanos al gobierno, empieza a echar las campanas al vuelo. El mismo Pedro Sánchez que hace un año animaba a los españoles a salir a partir de finales de junio, porque habíamos superado lo peor, con las consecuencias que todos sufrimos, es el que ahora saca pecho autocomplaciente.

Por ejemplo, a medida que las empresas vuelven a funcionar a pleno rendimiento y la normalización de los viajes activa la hostelería, el empleo mejora. Pues bien, los voceros del régimen, de manera tramposa, ondean la bandera de la subida del salario mínimo y aseguran, escondiéndose en la pantalla del buen dato de empleo, que no está teniendo los efectos que los analistas preveíamos. Pero ¿qué va a pasar con los casi 500.000 trabajadores que ahora mismo sobreviven gracias a los ERTEs?

El Ibex no está para muchas alegrías y, sin embargo, los titulares afirman que intenta activar la remontada. Y así todo.

El abuso de palabras grandilocuentes no va a acelerar la recuperación. Sí lo harán medidas cuidadosas que no sirvan a los partidos y la captación de votos sino a la economía española.

El abuso de palabras grandilocuentes no va a acelerar la recuperación

En el último informe del Observatorio sobre el Ciclo Económico de España del pasado abril, firmado por Doménech, Boscá, Ferri y Ulloa y publicado por FEDEA, se constata que, si bien la caída del PIB por población en edad de trabajar se derrumbó un 25% debido al cese de actividad por LA Covid-19, esa caída fue mucho menor gracias al reinicio de la vida económica.

Sin embargo, y esto es preocupante, "el PIB por población en edad de trabajar en el primer trimestre de 2021 habría vuelto a contraerse, situándose aproximadamente un 10,9% por debajo del de finales de 2019".

Las razones son múltiples, como bien analiza este estudio. No voy a mencionar todas, pero me parece importante señalar que, una de sus conclusiones principales constata que, de la pinza perversa que bloqueaba la economía española en el 2020, el lado de la demanda ha reaccionado, pero el de la oferta sigue enquistado debido a cuestiones complejas y que dependen de muchas perturbaciones.

Entre ellas, la mayor presión fiscal que soportan las empresas y, sin duda, la incertidumbre. Y en este sentido, se refieren al problema de la supervivencia de muchas empresas cuando finalmente se extingan los ERTE.

Por otro lado, señalan que puede ser que, si se prolongan cierres y restricciones horarias, las perturbaciones negativas de oferta pueden generar "Mecanismos de histéresis, que dejen secuelas permanentes sobre actividad y empleo".

La histéresis en economía es un fenómeno que vincula la posición actual al comportamiento pasado de la variable, de manera que la persistencia de los aspectos negativos impide una recuperación fluida.

Una lectura detenida de este informe y el contraste con los mensajes con los que nos bombardean desde las portavocías oficiales y extraoficiales, deja claro que políticamente interesa repetir el cuento de Pedro y el lobo, pero sustituyendo lobo por "recuperación".

Incluso si esa estrategia puede tener un coste muy alto para todos nosotros. No obstante, por no ver solo la paja en el ojo ajeno, reconozco que nos corresponde a los economistas hacer una labor de pedagogía y explicar varios puntos importantes para que los ciudadanos no se dejen engañar.

¿Podemos hablar de recuperación? Yo creo que hay que ser cautos y limitarnos a hablar de mejoras.

Cuando hay un cese de actividad y al cabo de un tiempo se retoma, lo normal es que haya un rebote y las tasas de crecimiento se disparen. Esto no quiere decir que de repente estemos en la Champions de la economía sino que, al partir desde niveles muy bajos, la velocidad a la que crece la producción es alta.

¿Podemos hablar de recuperación? Yo creo que hay que ser cautos y limitarnos a hablar de mejoras

Cuanto mayor es tu nivel de PIB, más difícil es tener tasas de crecimiento altas. Pero este rebote no es una recuperación. No hemos salido del agujero. Hace falta recuperar los demás niveles (empleo, creación de empresas, demanda interna y externa…) para estar tranquilos.

Otra cuestión en la que creo que hay cierta confusión es el término "consolidación". Dos buenos datos no consolidan una tendencia. Es decir, un par de buenos datos, digamos de empleo, teniendo en cuenta las características de nuestro rígido mercado laboral, y con los problemas por el lado de la oferta que tenemos, no implican que "se consolida" nada.

La tendencia requiere un número suficiente de datos. Y la consolidación, además de una tendencia positiva, implica solidez en la misma. Es decir, constatar que ese crecimiento (del empleo, del PIB, de las exportaciones) son estables y no se van a desmoronar a la mínima de cambio.

La esperanza, dicen, es lo último que se pierde. Y creo que es positivo mantenerla, y apostar por un optimismo acompañado de la estricta observancia de la racionalidad económica, incluso si hay discrepancias entre los economistas manteniendo a raya los motivos electoralistas.

Ahora bien, el triunfalismo y la grandilocuencia, tanto para ensalzar cualquier gesto del gobierno como para denostarlo, para así ganar votos, degrada sin remisión la credibilidad de los políticos y sus palmeros.

Para salir de este bache va a hacer falta que nos apliquemos la máxima que pronunció en 1977, en televisión, el economista Fuentes Quintana, al anunciar los acuerdos que se conocen como Pactos de la Moncloa: "Ha llegado la hora de la economía".

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