El MWC (Mobile World Congress) es un emblema para Barcelona y España. Supone el reconocimiento de la importante situación de la Ciudad Condal en el mundo tecnológico y en el mundo del turismo profesional.

Las condiciones de Barcelona para atraerlo son inmejorables. Tiene una imagen de ciudad moderna, singular en su arquitectura, acogedora, con instalaciones de todo tipo, hostelería y hotelería espléndida, clima adecuado y situación geográfica adecuada dentro de una España democrática y europea. Una imagen labrada durante años que culminó en las Olimpiadas de 1992, que la pusieron definitivamente en el mapa mundial.

Por eso la reanudación de la edición del MWC este año es importante. Supone un reconocimiento de normalidad. Normalidad sanitaria y camino a la normalidad política. Tanto que, después de los desplantes e inconveniencias de los independentistas, se pudo ver la imagen del Rey Felipe VI, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, cenando juntos.

Dirán lo que quieran los independentistas, pero el president no tuvo más remedio que sentarse en la misma mesa. Lo mismo que es significativa la reflexión la alcaldesa, Ada Colau, que recibió al jefe del Estado a la llegada.

MWC es la imagen de lo que puede ser Barcelona y Cataluña. Una capital mediterránea en la punta de la tecnología y la economía dentro de una España integrada en la Unión Europea y la OTAN.

La alternativa a esa situación es una incógnita para los habitantes de la Ciudad Condal. Porque ni Nueva York, Los Ángeles, Ámsterdam, Shangái, o Milan necesitan ser las sedes de los Gobiernos centrales independientes para ser las más importantes capitales económicas del mundo.

Es más, probablemente, liberadas del peso de la Administración, su dinámica empresarial las hace las más competitivas. Sus mejores talentos se enfocan en emprendimiento empresarial, en lugar de dirigir sus esfuerzos a la búsqueda del poder político o administrativo.

Ni Nueva York, Los Ángeles, Ámsterdam, Shangái, o Milan necesitan ser las sedes de los Gobiernos centrales independientes para ser capitales económicas del mundo

Una hipótesis sobre lo que puede haber pasado en Cataluña es eso. La autonomía ha creado una clase política y funcionaria que, sin querer o queriendo, ha sustituido en el liderazgo a su tradicional élite burguesa-empresarial y con ello ha desviado la vocación de la gran ciudad y su entorno: vocación empresarial y cultural.

Barcelona ha sido siempre además de un centro de servicios empresariales un centro cultural de vanguardia. Manifestaciones de su vitalidad son las Ramblas, Gaudí, la Catedral gótica y Santa María del Mar, el Liceo… Todo ello es también parte de su capitalidad económica.

De todas formas, este año no es más que un primer paso. La pandemia ha hecho que las grandes empresas del sector se presenten sólo de forma virtual y sólo están presentes una tercera parte las empresas de siempre.

El propio consejero delegado del MWC ha indicado que se necesitarán dos años para recobrar la normalidad. Entendiendo por tal recuperar el número de asistentes.

Sin embargo, la pandemia no es el único freno a esa normalidad. Si la situación política sigue inestable y, sobre todo, si la conflictividad callejera es alta, las empresas se lo pensarán. Ahora no sabemos cuanto de esa "no presencia" se debe a la pandemia y cuanta a una prevención de naturaleza político/seguridad.

De manera que el MWC y su evolución será un indicador a seguir para ver la evolución económica y política de Cataluña y, dentro de ella, Barcelona. Si se siguen dando mensajes de inestabilidad, el MWC no recuperará toda su vitalidad y Cataluña habrá perdido preponderancia en las ferias de las telecomunicaciones mundiales. Todo ello a pesar de que con seguridad recibirá parte de los beneficios de la recuperación económica postcovid.

Dentro de un año y, mejor dentro de dos, habrá que analizar la evolución del MWC. Si está sano y crece estoy seguro de que será porque la situación política estará en camino de normalidad. Que no se engañen los líderes independentistas, el MCW dará síntomas de debilidad si la inestabilidad y la incertidumbre sigue siendo alimentada por su élite.

Más que las declaraciones internacionales o que los temas judiciales  -e incluso que las encuestas oficiales-, el MWC será mi particular encuesta.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.

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