Cambio estructural de la economía

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El inversor racional

Cambio estructural de la economía

9 septiembre, 2020 02:51

¡Aviso a navegantes!

Estamos en el comienzo del primer rebrote de la Covid-19. La situación de confianza en los mercados se desvanece, porque existen muchas incertidumbres en el horizonte cercano.

Entre ellas están las posibles consecuencias adversas de la vacuna ante la rapidez con la que se han ejecutado las fases en la investigación: el tiempo que permanecerán inmunizados los vacunados, la rapidez de vacunación teniendo en cuenta que una buena parte de la población no se fía de las consecuencias. Incluyendo médicos.

Conviene tener en cuenta también el hecho de que los laboratorios estén pidiendo a los gobiernos garantía de que no se harán cargo de las demandas que pueden producirse en caso de muertos causados por las vacunas u otras consecuencias adversas. Eso es una prueba de que ellos mismos no tienen claras cuáles pueden ser las consecuencias.

En otro orden de cosas, con la llegada del invierno, si el Covid se comporta como la gripe común (que es muy posible que ocurra) los índices de infección se van a disparar por la vuelta al colegio, así como por la vida en espacios cerrados.

Las consecuencias adversas de la vacuna podría interferir en la evolución de la economía 

Dicho esto, y como ya dijimos en artículos anteriores, la Covid-19 se asemeja en sus efectos a una Guerra Mundial de baja intensidad, o lo que sería lo mismo, a una catástrofe natural mundial pero sin destrucción de infraestructuras.

Esto supone que nos podemos encontrar en una situación muy parecida a la que tuvimos en el mes de marzo pero con dos elementos diferenciales, uno positivo y otro negativo.

El positivo: se ha avanzado en las terapias y el porcentaje de muertos sobre infectados ha bajado. Por poner un ejemplo, los enfermos se morían por la existencia de trombos. Ahora se está tratando con los medicamentos adecuados para ello.

Además las vacunas en sí son una buena noticia, pese a las incertidumbres mencionadas. Si no generan consecuencias adversas, pueden ser un game changer.

En el lado negativo de la ecuación estaría el hecho de que estamos en una segunda ola clara. Las consecuencias económicas serán peores que en la primera. Todos los sectores se verán afectados tras haberse quedado noqueados por el cierre de marzo. 

Por si fuera poco, la capacidad de respuesta de los estados se va agotando. Es decir, la dinamita de la política monetaria es cada vez menor.

Estamos en una segunda ola clara, y las consecuencias económicas serán peores que las de la primera

Se han bajado los tipos de interés por debajo de cero en Europa, los bancos centrales están comprando la propia deuda de los Estados. Es la conocida pelota en el mundo de la empresa. 

Una compañía descontando sus propias letras todos sabemos lo que eso significa.

Seamos serios. Los Estados dependen de la Reserva Federal, del Banco Central Europeo. Imagínense los estados vendiendo deuda que es comprada por ellos mismos a través de otras dependencias del propio estado. Se mire como se mire es un truco contable

Una intervención del mercado que se asemeja a una pirámide. A la deuda de los estados hay que sumarle la acumulación de bonos de los estados. Tanto de la FED como del BCE, así como de Reino Unido y Japón.

Todo esto significa que con esta segunda ola o rebrote existirá una segunda ola de intervención monetaria y fiscal. Es decir, más deuda sobre la ya abultada deuda que existía y que los mercados tienen que anticipar.

Rebrote tras rebrote nos podríamos ir a niveles de deuda cercanos a los niveles que Estados Unidos tenía al finalizar la II Guerra Mundial. A nivel europeo tampoco sería mejor, ya que los países derrotados terminaron con porcentajes astronómicos. Por ejemplo, Reino Unido terminó con un 400 por ciento de deuda sobre el PIB.

Podríamos irnos a niveles de deuda cercanos a los que EEUU tenía al terminar la II Guerra Mundial. 

La pregunta que nos debemos hacer es: ¿esta deuda la pagan los Estados? La respuesta es no. Esa deuda no se pagó. Una mezcla de inflación y crecimiento mejoró los índices a través de las décadas posteriores a la Guerra. 

¿Quién paga la deuda? Primero, a los tenedores de cash y bonos a largo plazo la inflación les 'come' su poder adquisitivo. Es decir, pagan la deuda de los Estados. También las grandes masas de asalariados que ven mermar sus ingresos por la inflación. En tiempos de crisis los salarios suben menos que los precios.

En cuanto a los tenedores de acciones, existen muchas empresas que pierden una gran parte de su valor porque no se pueden mantener sus ingresos reales por encima de la inflación. 

Algunos sectores sumamente defensivos sí lo pueden lograr, porque la gente necesita los productos básicos para vivir: la comida, las medicinas, etc. El propio presidente de la FED ha reconocido que van a permitir overshooting de la inflación por encima del 2%, porque saben que es la única manera de pagar la enorme deuda que se está generando en un período de tiempo extremadamente corto.

La otra parte de la ecuación es el crecimiento. En una guerra con destrucción de infraestructuras hay que reconstruir todo, pero este no es el caso. Será la revolución tecnológica digital y de inteligencia artificial la que nos generará este crecimiento futuro necesario. Dicho esto, véase que compañías como Amazon -con un per por encima de 100- y mucho más Tesla están ya sobrevaloradas.

En definitiva, tenemos un mercado sobrevalorado. Sobretodo por las tecnológicas, con un ambiente de crecimiento económico sumamente incierto en el corto plazo y unas perspectivas de inflación claras en el medio plazo por el crecimiento astronómico de la deuda de los estados.

La revolución tecnológica digital y de inteligencia artificial será la que nos genere este crecimiento futuro. 

En este último aspecto podemos afirmar que Estados Unidos terminará con peores índices que la Unión Europea que, gracias a la prudencia de Alemania y algunos países del Norte pueden aumentar su deuda sin disparar los índices. 

Así, cuando calculamos los índices de deuda sobre el PIB de los países de la UE, éstos vienen aminorados gracias a estos países del ala norte.

¿Qué hacer ante esta situación?

En primer lugar, tener una buena liquidez para aguantar esta travesía en el desierto que por mucho que nos digan no ha terminado. Además, estar preparados para las caídas bursátiles que pueden acaecer en las próximas semanas y meses por la segunda ola o rebrote de la Covid-19.

Teniendo buena liquidez se podrán comprar las acciones de estas compañías hiper defensivas a  buenos precios, así como grandes tecnológicas como los Amazon, Google o Facebook. Son grandes compañías, por supuesto, pero hay que comprarlas cuando tienen precios más razonables que los actuales. 

Tal como comentamos en nuestros anteriores artículos, hay que apostar por el euro contra el dólar ya que Estados Unidos ha manejado mucho peor el control de la pandemia. Además su déficit fiscal y de balanza por cuenta comercial están en una situación peor que en la Unión Europea, que sigue con superávit comercial y el déficit presupuestario es menor que en EEUU. Así mismo, veremos mucha incertidumbre en Estados Unidos entorno a las elecciones.

Teniendo liquidez se podrán comprar acciones de compañías hiper defensivas. 

A nivel de activos tengamos una buena liquidez para pasar la tormenta que se avecina, eso nos dará tranquilidad y tener músculo para comprar acciones defensivas como las tecnológicas, a precios muchos más razonables que los actuales, que contienen una clara sobrevaloración.

Lo importante es no perder la calma. No cometer la locura de embarcarse en medio de esta tormenta con la idea de hacerse rico. No caer en estas tentaciones que pueden llevar a grandes pérdidas. 

Claro que habrá que invertir en las defensivas y grandes tecnológicas, sobre todo para protegernos contra la inflación que vendrá una vez pasado el periodo Covid. Lo que decimos es invertir en el momento oportuno. Es decir, a precios razonables.

Lo mismo que ocurrió con el petróleo. Había que invertir en los fondos correspondientes cuando lo vimos en 20 dólares el barril y vender al apreciar la subida a 40-45. Si lo volvemos a ver en magnitudes atractivas como en marzo, deberíamos volver a entrar.

Si las bolsas que nos gustan, el S&P 500 y el Dax corrigen a la baja como esperamos en un entono del 20 por ciento, aproximadamente. Además, deberíamos empezar a tomar posiciones otra vez si estamos fuera. 

Ya sabemos que la crisis Covid va a ser relativamente larga. No es un tema de un par de trimestres. Además significa un cambio estructural de la economía por el crecimiento desorbitado de la deuda hacia un paradigma de mayor Inflación en el medio plazo.

Recuerden que es falso que el que se enriquece es porque asume mucho riesgo. Esa estrategia tarde o temprano está abocada al fracaso. Se trata de tener una sólida situación para aprovechar los momentos de pánico de mercado, lógicamente con el tiempo las cosas vuelven a la normalidad.

Pero es muy distinto un problema puntual de un trimestre o dos a un cambio estructural de la economía por la aparición de un evento que se asemeja a una catástrofe mundial, de lenta desaparición.

Claro que en la posguerra existieron crecimientos de la economía importantes año tras año y eso vendrá, lógicamente, una vez pasado el efecto Covid. En este momento estamos aún en medio de la crisis, lidiando con un segundo rebrote que empeorará las cosas en el corto plazo en vez de mejorarlas. ¡Ojo!

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