
Lingotes y monedas de oro se apilan en la sala de cajas de seguridad de la compañía Pro Aurum en Múnich (Alemania). Reuters
¿El oro subirá más pese a las menores tensiones comerciales? Las razones por las que los analistas creen que sí
El metal precioso sube casi un 21% en el año, a pesar de la caída del 9% que registra desde sus máximos históricos.
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Los máximos históricos que alcanzó el oro a finales de abril —al superar los 3.500 dólares por onza— han llamado la atención de los inversores, que han incrementado su exposición al metal precioso. Sin embargo, desde entonces su precio ha caído un 9%. A pesar de ello, los analistas creen que seguirá revalorizándose.
La razón principal por la que llegan a esta conclusión son las compras de oro llevadas a cabo por los bancos centrales. Además, advierten de que, a pesar de la tregua arancelaria entre Estados Unidos y China, la incertidumbre comercial sigue siendo muy elevada.
"Es probable que el oro siga subiendo, ya que la errática política comercial estadounidense sigue inquietando a los inversores, lo que les empuja hacia el oro", explican los analistas de WisdomTree, quienes subrayan que "los bancos centrales siguen comprando oro a un ritmo fuerte".
Las compras de oro por parte de los bancos centrales, especialmente de los países emergentes, han sido uno de los factores que han explicado la evolución del oro en los últimos meses. El objetivo de estas instituciones es diversificar sus reservas, a la vez que —especialmente en el caso de países como China o Rusia— aumentan su margen de maniobra para esquivar posibles sanciones internacionales.
A pesar de que la rentabilidad del oro se ha visto mermada —ha pasado del 30% al 21%— en las últimas semanas, en J. Safra Sarasin Sustainable AM creen que la escalada puede continuar.
Prevén que las entradas a fondos cotizados (los conocidos como ETF) respaldados por oro físico seguirán siendo sólidas, impulsadas sobre todo por la demanda asiática. "Y lo que es más importante todavía", creen que "las compras institucionales deben mantenerse elevadas, ya que la incertidumbre política en Estados Unidos intensifica los esfuerzos por diversificar las reservas de los bancos centrales y reducir la dependencia del dólar".
La subida que en la actualidad acumula el oro, del mencionado 21%, hace que el metal precioso se sitúe ligeramente por debajo de los 3.200 dólares por onza, por debajo de los máximos históricos, pero muy por encima de los 2.641 dólares en los que terminó 2024 o los 2.071 en los que cerró 2023.
A pesar del rally que el oro registra en los últimos años, los analistas de J. Safra Sarasin Sustainable AM apuntan que en términos reales, es decir, ajustando su precio a la inflación, "apenas se sitúa por encima de los picos de 1980 y 2011".
En este contexto, los grandes inversores siguen apostando por el oro. Según la última encuesta de Bank of America a gestores de fondos, la posición larga en oro sigue creciendo y es la mayoritaria, con el 58%. Bien es cierto que el porcentaje de encuestados que cree que el metal precioso está sobrevalorado ha crecido hasta alcanzar el 45%.
"El posicionamiento colectivo revela algo más que simples apuestas tácticas. Muestra cómo perciben los grandes gestores el entorno macro y dónde encuentran valor o refugio. El regreso del oro al primer puesto nos recuerda que, cuando el ruido aumenta, los inversores vuelven a lo básico: preservar capital", explica Pablo Gil, analista de mercados.
Aunque el oro ha sufrido tras la tregua comercial a la que han llegado Estados Unidos y China, desde Julius Baer subrayan que "el impacto negativo de las tensiones comerciales en el crecimiento mundial persistirá, al igual que el impacto de las políticas erráticas del presidente Trump".
Riesgos de recesión
Dicho de otro modo, "los riesgos de recesión siguen siendo elevados a pesar del acercamiento, y la errática formulación de políticas mantiene elevada la incertidumbre, lo que ha impulsado la demanda de oro como activo refugio últimamente". En un reciente análisis sobre esta materia prima, los expertos del banco privado también mencionan las adquisiciones de los bancos centrales.
Creen que "el deseo de los bancos centrales de los mercados emergentes de depender menos del dólar estadounidense y, en un caso extremo, de ser menos susceptibles a las sanciones estadounidenses probablemente no ha hecho más que crecer desde el Día de la Liberación", es decir, desde que el pasado 2 de abril Trump anunció los aranceles recíprocos.
En este contexto, los analistas de WisdomTree han propuesto tres escenarios para el oro. Según su previsión más conservadora, el metal amarillo podría alcanzar los 3.610 dólares por onza en el primer trimestre de 2026. Esto es, un 13% por encima de los niveles en los que cotiza en la actualidad.
Su pronóstico más alcista incluye una subida del oro superior al 25%, hasta alcanzar los 4.000 dólares por onza durante los tres primeros meses del próximo ejercicio. "Tardó 14 años en pasar de 1.000 a 2.000 dólares y poco más de un año en pasar de los 2.000 a los 3.000 dólares. No parece descabellado pensar que pueda sumar otros 1.000 dólares", señalan.
Pero en la gestora también contemplan un escenario bajista para el oro, en el que la inflación cae hasta el 2% en Estados Unidos —que es el objetivo marcado por la Reserva Federal (Fed)—, la rentabilidad de la deuda estadounidense se eleva al 6% y el dólar se aprecia.
Si se dan todos estos factores, creen que el precio del metal precioso se puede reducir hasta los 2.700 dólares. Un nivel superior al que empezó el ejercicio, pero que está un 15,4% por debajo del precio actual.
En WisdomTree especulan con un último supuesto: que la Administración Trump tenga un plan cuyo objetivo sea debilitar al dólar. En ese caso, y haciendo referencia a la rumorología en torno a un posible acuerdo de Mar-a-Lago —similar al Acuerdo del Plaza de 1985, tras el que la divisa estadounidense se depreció un 48% en dos años—, esperan que el dólar se hunda un 20%. Si se cumple esta premisa, estiman que el oro puede superar los 5.000 dólares por onza.