Bajo el titular "Los medios de comunicación piden ayuda ante el desplome publicitario para mantener el esfuerzo informativo" publicado en El País el pasado 22 de marzo, los diarios tradicionales lanzaban un claro mensaje al Gobierno para que les ayudase a sobrellevar la crisis económica que, tras solo una semana de confinamiento, comenzaba ya a azotar al sector.

En realidad, los diarios tradicionales -todos con ediciones impresas- agrupados en la Asociación de Medios de Información (ex AEDE) y con el soporte internacional de la WAN-IFRA, utilizaban las recientes declaraciones de la patronal de las radios comerciales (AERC) y de las televisiones privadas (UTECA) para pedir ayudas para sus empresas periodísticas, ya muy castigadas después de una década de decadencia del papel y sin planes efectivos para abordar la reconversión digital.

En estas declaraciones, los editores tradicionales hablaron de "tsunami para el sector", "tragedia para la democracia", "desplome de ingresos", "crisis de liquidez" y "cierres inminentes" si el Ejecutivo no les daba respuestas inmediatas.

El colectivo no estuvo desacertado en el análisis de su propia situación financiera. En una década de crisis de modelo, sus ingresos han caído a la mitad, su plantilla se ha reducido en un 40% y la venta de ejemplares ha bajado más de un 60%. Dicho de otra manera, los diarios impresos ya no tienen el músculo financiero del 2010 y sus plantillas están lo suficientemente recortadas como para intentar seguir manteniendo sus productos con el mismo nivel de calidad si se emprenden nuevas salidas.

La AMI indicó a finales de marzo que la anulación de campañas publicitarias en los primeros días de confinamiento generó una caída de ingresos de entre el 75% y el 80%. La previsión para abril era de una caída en la facturación del 50%. De momento, el único dato oficial es un retroceso del 26% para el primer trimestre y del 48% en marzo, según las cifras de Infoadex. Hablamos solo de prensa en papel, porque la inversión digital cayó un 14% en este último mes. 

Las ayudas no llegaron

La AMI justificó estas ayudas -entre las que pedían créditos blandos, suspensión de las cotizaciones a la Seguridad Social, un proyecto de desgravaciones fiscales publicitarias o la aceleración del Plan de Comunicación y Publicidad Institucional de Moncloa- en "un momento en el que las redacciones realizan un enorme esfuerzo para informar de la pandemia y en el que la audiencia de las ediciones digitales gratuitas bate récords".

Pero las ayudas no llegaron. O al menos no como las pedían los editores. Hasta ahora, solo se han aprobado 15 millones de euros para las televisiones privadas, la puesta en marcha de un IVA digital superreducido y la exención de cotizaciones para empresas de publicidad.

Insuficiente para el sector, lo que les ha llevado a emprender procesos de ERTE en casi todas las cabeceras con edición en papel, en una seguidilla inagotable de expedientes durante los últimos dos meses: Vocento, Prensa Ibérica, Henneo, Godó, Unidad Editorial, Prisa... nadie se ha salvado de un movimiento conjunto del sector para intentar sobrevivir a la crisis del Covid-19.

El primero en anunciar un ERTE fue Vocento. El 23 de marzo propuso un expediente de recorte salarial y de jornada del 40% dirigido principalmente a sus áreas de gestión comercial y eventos. Solo se salvaron las áreas de redacción, rotativas y sistemas, considerados servicios críticos en el trabajo del grupo.

Finalmente, el ERTE ha afectado a 1.300 empleados de los 2.700 que tiene el grupo en toda España, incluyendo el diario ABC.

El ajuste tendrá una duración inicial de dos meses -desde principios de abril a principios de junio- pero puede ampliarse dependiendo de la duración del estado de alarma. 

ERTE masivos

Le siguió el grupo Prensa Ibérica al que pertenecen El Periódico de Catalunya y Sport. La empresa planteó aplicar un ERTE a toda plantilla durante cuatro meses con un 50% menos de sueldo y de días trabajados. Del mismo modo, Godó, editor de La Vanguardia, propuso un ERTE de reducción del 25% de jornada y sueldo de todos los trabajadores del grupo.

Por su parte, el grupo Henneo aprobó el ERTE el 23 de abril, un ajuste que estará vigente durante tres meses. El expediente afecta a todos los medios del grupo como 20minutosHeraldo de Aragón y LaInformación.com, tanto a directivos como a personal de redacción.

Pero no han sido los únicos. Esta semana se han cerrado los ERTE en los periódicos de Unidad Editorial. En el caso de El Mundo se propuso un ERTE de cuatro meses -de mayo a agosto- con diferentes niveles de reducción de jornada.

En concreto, se incluyó una reducción de jornada del 100% para 23 personas, del 40% de jornada para 24 empleados y del 25% para otros 141. En este último caso se encuentra casi la totalidad de la plantilla compuesta en estos momentos por 188 personas.

La reducción total de jornada generó controversia entre los empleados, aunque finalmente se llegó a un acuerdo en el que la empresa se comprometió a no realizar despidos hasta fin de año. 

En el caso de los altos directivos, no se les reducirá la jornada, sino solo el sueldo. El primer grupo reducirá su salario equivalente en dos pagas y el director tendrá una reducción del salario equivalente a tres pagas, mientras que el presidente ejecutivo, Antonio Fernández Galiano, perderá cuatro pagas.

Recortes de plantilla

En el caso del diario económico Expansión se acordó la reducción de un 20% de la jornada laboral y del salario a 97 personas, el 50% a otras dos personas del periódico y el 40% a dos miembros del grupo directivo. Se ha suspendido el contrato a otros 10 empleados, los que recibirán una ayuda de 200 euros mensuales.

Por su parte, El País ha sido uno de los primeros medios del grupo Prisa en acercarse a un acuerdo sobre los recortes. La propuesta es una reducción de jornada y sueldo del 11% para los trabajadores que ganen más de 33.600 euros anuales. El ERTE se mantendrá hasta finales de diciembre, es decir, tendrá una duración de más de seis meses.

El Mundo y El País se han comprometido a no realizar despidos hasta fin de año, lo que abre un gran interrogante respecto a qué pasará una vez se completen estos ERTE. Los sindicatos temen que las empresas periodísticas se estén preparando para una situación de emergencia durante todo el año 2021, lo que implicaría aplicar planes de recorte de plantilla para intentar salir a flote.

En el sector se da por descontado que los anunciados muros de pago -que este año iban a comenzar a rentabilizar sus ediciones digitales- deberán esperar hasta generar ingresos reales y que todos sus planes de digitalización se cancelan a la espera de que la situación se normalice. Los editores todavía no logran cuantificar el impacto económico -nadie lo ha hecho- pero saben que el mundo post coronavirus no será beneficioso para la prensa en papel.

Es por ello que los principales editores de prensa tradicional ya trabajan en planes de ajuste "a largo plazo", es decir a lo que vendrá después del coronavirus, probablemente a partir del año 2021. Los actuales ERTE en marcha solo serían el comienzo de ajustes más duros, en especial en los salarios más altos. Una situación compleja que asesta otro duro golpe a los editores de papel. ¿Resistirán?

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