Tras la resaca del 8-M me toca volver a la dura realidad. Así que he quedado a comer con un cliente. Quedamos en un restaurante americano que no conocía y en el que, por cierto, tomé una hamburguesa gigante que me obligará a hacer horas extra de gimnasio.

Charlando con él me cuenta que en los próximos meses se avecina marejada en torno a la CEOE. A finales de año habrá que elegir al sustituto de Juan Rosell y empiezan los movimientos. Curioso, me dice, porque todo apunta a que el vicepresidente Antonio Garamendi es quien tiene todos los boletos para ganar.

¿Pero él quiere dar el paso? Mira que yo le veo muy cómodo en CEPYME, le explico a mi interlocutor.

Un paso al frente 

“Hasta ahora se lo ha estado pensando, pero ya lo tiene decidido. Va a dar el paso, aunque por ahora no va a hacerlo público porque es muy pronto. Habrá que esperar hasta después del verano, por lo menos”.

No puedo negar que me gusta su decisión. Creo que es una persona cercana, que en los últimos tiempos ha defendido la voz de los empresarios, sobre todo con el tema catalán. Así que me parece que puede hacerlo bien. Incluso se ha mostrado a favor de la igualdad ante el 8-M, distanciandose de Juan Rosell, lo que me congratula.

Pregunto a mi interlocutor sobre posibles rivales. ¿Juan Pablo Lázaro de CEIM? “En absoluto. No veo a Juan Pablo en esa batalla en este momento. Él piensa más en la vicepresidencia y en apoyar a Garamendi, tal y como ha hecho ya en varias ocasiones”.

Me cuadra lo que me dice. El entorno de Juan Pablo me ha dicho ya que no tiene intención de dar el salto. Que está muy bien en la patronal madrileña, que también tiene que liderar la patronal de logística UNO y su propio negocio.

Un mirlo blanco

Sigo preguntando a mi interlocutor, porque me extraña que nadie quiera librar la batalla. “No, no, no parece que eso vaya a ocurrir. Aunque puede que Gay de Montellá, el presidente de Foment del Treball en Cataluña, quiera presentar a un tapado. Nunca se sabe, aunque lo tendrá difícil”.

También me extraña que no estemos hablando, como siempre, de la posibilidad de que aparezca un mirlo blanco. Un Manuel Pizarro o una figura similar que quiera liderar CEOE y volver a los tiempos de Cuevas. “No parece probable, nadie de ese perfil se presenta para perder. Tendría que tenerlo muy atado, y en este momento quien más atado lo tiene es Garamendi”.

¿A qué te refieres con atado? Le pregunto. “Se ha recorrido en cuatro años todas las organizaciones en España. Hoy está en Albacete, pasado mañana en Coruña, al otro en Madrid, el fin de semana entrega premios en Barcelona… Las patronales regionales saben que pueden contar con él y se implica con ellas, y eso es un plus a la hora de unas elecciones”, sentencia.

¿Le falta razón? Pues no lo sé, pero es cierto que esas cosas suelen pesar mucho en CEOE.

Nos despedimos, pero antes me avisa de lo que está por venir: “Dirán que Garamendi y Lázaro no se pueden ni ver, que se llevan fatal, que se ponen zancadillas y quieren acabar el uno con el otro. La realidad es que se llevan muy bien y son amigos. Pero verás lo que aparece en los medios”.

Acto seguido se puso su gabardina, cogió su paraguas y se marchó. Mientras tanto, yo pagué la cuenta. No queríamos que nos vieran juntos.

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