Crisis de los semiconductores: una vuelta a la normalidad marcada por la geopolítica y las inversiones a largo plazo
Directivos de Intel defienden que el suministro de CPU para ordenadores y centros de datos ya está garantizado, pero que escasean otros dispositivos menos modernos empleados en industrias como la automoción.
12 enero, 2022 01:40Noticias relacionadas
Llevamos ya más de un año con una escasez notable de semiconductores a escala mundial. Ni los fabricantes de dispositivos informáticos, ni los de equipamientos industriales ni tan siquiera los del sector de la automoción pueden hacerse con estas piezas esenciales para sus productos.
La escasez de semiconductores comenzó principalmente con dispositivos de gestión de energía, de visualización y microcontroladores a raíz de la pandemia de la covid-19, fabricados en plantas que tienen un suministro limitado. La escasez se extendió después a otros equipos, y existen limitaciones de sustratos, enlaces de cables, pasivos, materiales y pruebas, todos los cuales son parte de la cadena de suministro más allá de las fábricas propiamente dichas de estos dispositivos.
Lo que es más grave: se trata de industrias altamente tecnificadas con mínima flexibilidad y capacidad para invertir agresivamente en poco tiempo. Por eso, los analistas no se atreven a pronosticar una resolución próxima de este problema o, cuanto menos, ofrecen plazos que van desde un año hasta un lustro para volver a la normalidad en la relación oferta-demanda de estos elementos.
Más optimistas se muestran desde la propia industria al respecto, dominada en su mayoría por productores llegados del sudeste asiático pero que, en la capa de los microchips para equipos informáticos, sigue copada por grandes firmas norteamericanas como Intel, AMD o Nvidia.
"Hemos sufrido una escasez clara de capacidad de producción de semiconductores. Hubo un pico de demanda por la covid-19 y ahora debemos establecer si se trató de algo coyuntural, ligado a un cambio del presupuesto disponible para experiencias a dispositivos, o algo estructural, en tanto que nuestras vidas están cambiando y estamos rodeados por más y más dispositivos que necesitan semiconductores".
Así de tajante sobre el pasado 2021 se muestra Norberto Mateos, director general de Intel Iberia desde abril del pasado curso, quien recupera ese optimismo antes anunciado al hablar del presente y futuro del sector.
"En los procesadores, ya somos capaces de satisfacer la demanda de forma sana, pero otros dispositivos que emplean sectores como la automoción no están en este estado de salud. Usan componentes antiguos, con procesos de fabricación no tan avanzados como los nuestros. Y nosotros no vamos a invertir en esos procesos antiguos, por lo que tendrán que ser esos segmentos de actividad los que migren a nuevos entornos y nosotros absorberemos esa demanda", detalla el ejecutivo a preguntas de D+I.
Algunos analistas, recuerdan desde la multinacional estadounidense, cifran en un 10% la demanda de chips para PC insatisfecha durante 2021. El aumento de la densidad de equipos en los hogares (con 40 millones de PC que van a casas donde ya hay otro ordenador) y el incremento de la tasa de renovación de los equipos (con 15 millones más de PC haciendo renovación más entre 2021 y 2020) son las causas detrás del desajuste tan dramático entre oferta y demanda.
Eso si va todo bien, claro está. Porque no son pocas las amenazas que se ciernen sobre esta industria en los próximos meses. "Hay muchas tensiones en distintos puntos de la cadena, desde las limitaciones en capacidad de envío hasta la compra de componentes en momentos puntuales, pasando por los precios de la energía", reconoce el alto ejecutivo de Intel durante un encuentro con la prensa.
Geopolítica e inversiones a largo plazo
Intel, que ahora también ofrece sus capacidades de producción a terceros para rentabilizar su infraestructura técnica e industrial (Amazon ya usa sus recursos para ensamblar sus propios procesadores), ha anunciado en el último año importantes inversiones en nuevas fábricas en EEUU para los próximos años. La primera de ellas será una planta en Austin -previa inversión de 20.000 millones de dólares-, pero en Europa también habrá notorios desarrollos al respecto -por valor de 80.000 millones de euros-.
"Es un problema geopolítico. Ningún bloque [EEUU, Asia y Europa] quiere quedarse detrás o dependiendo de otro. Y ahora mismo tenemos una gran dependencia del sudeste asiático", añade Mateos, quien también aclara cuándo se concretarán sus inversiones en el Viejo Continente: "Esperamos que la Chip Act de la UE desencadene anuncios de Intel en relación a las fábricas".
Industrias altamente especializadas y tecnificadas que, además, requieren inversiones a largo plazo y enormes cantidades de dinero invertido. Según cifras de Intel, se necesitan alrededor de 10.000 a 20.000 millones de euros y entre tres y cuatro años para levantar una planta de alto nivel capaz de dar vida a semiconductores y dispositivos derivados.
Producción a un ritmo "insostenible"
Según datos de la Semiconductor Industry Association (SIA), desde el primer trimestre de 2019 hasta hoy, la capacidad de producción de las plantas de chips ha estado "por encima de la tasa completa". E incluso en los últimos meses ha funcionado a una tasa del 95%, "insostenible" en palabras de la patronal.
Ello ha provocado que la capacidad de fabricación mundial de semiconductores se haya disparado en más de dos millones de obleas por mes, un 8%, y se espera que crezca a cerca de cuatro millones de obleas al mes a finales de 2022 (un 16% más que antes de la pandemia).