El estudio Digital Consumer Trends 2020 de Deloitte, con datos de Reino Unido, revela un descenso de la inquietud de los ciudadanos (los muy preocupados pasan del 47% al 24% en tres años) por el uso que realizan las compañías de sus datos. De hecho, en los últimos años, este debate en torno a la privacidad de los datos ha crecido tras la llegada de la GDPR y los primeros casos de uso indebido de datos y esta tendencia se ha multiplicado con la pandemia por Covid-19, que se ha convertido en un catalizador.

Este esutdio ha detectado que los consumidores "no parecen ansiosos por recuperar el control y la propiedad de sus datos", por lo que se estima que, en los próximos meses mientras se 'conviva' con la Covid-19, los ciudadanos estarán dispuestos a negociar mayores grados y tipos de vigilancia, a cambio de ir recuperando porciones de normalidad. Por ejemplo, poder volver a un estadio de fútbol a cambio de pasar por un escáner de cámaras térmicas o llevar un reloj inteligente o un pulsar capaz de proporcionar una alerta temprana de posible contagio. 

"El consumidor del Reino Unido parece estar relajado, en general sobre la privacidad de los datos, y parece contento de compartir los datos online", sobre todo, a través de dispositivos que capturan diferentes tipos de datos (por ejemplo, los relojes inteligentes o las pulseras de fitness...).

En concreto, desde Deloitte consideran que es "poco probable" que el usuario "en masa" empiece a "microgestionar los permisos de cada sitio web que visitan y cada aplicación que descargan", así como tampoco se espera que "2020 sea el año en el que la mayoría de los ciudadanos comience a leer todos los términos y condiciones asiduamente".

¿Es probable que esta disminución de la preocupación por los datos sea por desconocimiento? Desde Deloitte apuntan esta posibilidad de "falta de comprensión" por una mayoría de usuario de los procesos en los que se recopilan, procesan y comparten estos datos a través del historia de navegación o que un dispositivo pueda compartir de forma instantánea con terceros la ubicación y ciertos datos a los que ha dado permiso previamente en estos términos que no se leen y se aceptan.

Así, puntualizan que la mayoría de las aplicaciones corrientes, desde el comercio electrónico hasta las redes sociales, requieren información personal, como el número de teléfono, para poder participar. Sin embargo, en 2020 solo el 40% de los propietarios de teléfonos declararon que compartían su número de teléfono online, pero el 60% de los adultos utilizan WhatsApp semanalmente o con mayor frecuencia. "Esta brecha sugiere que una proporción considerable de usuarios puede que no comprenda plenamente qué datos está compartiendo", señalan en este estudio.

Regulación y equidad



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